Un año más que conmemoramos a quienes se dedican a la docencia, sea secundaria o universitaria. Un año más donde la fatiga invisible post pandemia sigue dejando huella, tanto, desde la cotidianeidad convulsionada en la sala de clases, como la falta de avances concretos en el reconocimiento a la carrera docente. Este es un escenario que se vive a lo largo de Chile e impacta violentamente a la educación pública y privada. Esta última, centrada en el reciente caso de Marcela Cubillos, con su ya conocido sueldo de 17 millones de pesos, que la Universidad San Sebastián (USS) pagaba a la exministra por labores de docencia e investigación. Pero sin quedarnos en mezquindades políticas, ni menos, desde la superficialidad de la problemática, es que es relevante dar cuenta que ese monto de pago, son casi 34 sueldos mínimos, que fácilmente podrían ser sueldos de 34 trabajadoras o trabajadores de una Pyme de menor tamaño.
Por otro lado, el caso Cubillos es algo que sin lugar a dudas deja a las Instituciones de Educación Superior en la mira, ya que según una reciente publicación de la oficina de Estudios y Estadísticas del Ministerio de Ciencia, más del 80% de las personas con doctorado en Chile trabaja en la educación superior. De esta, más de dos tercios recibe sueldos inferiores a 3 millones de pesos. Así, a diferencia de Cubillos, la mayoría del personal académico universitario está integrado por expertos con formación de postgrado, y que se encuentran en estratos bajos o medios de un sistema de castas que posee deudas históricas con las bases que sustentan la investigación y la enseñanza superior en el país.
En relación a lo anterior, fue imposible no consultar a la destacada académica e investigadora Dra. Vania Figueroa Ipinza, Directora InES Género y CT Género, Coordinadora de Vinculación de Investigación Aplicadade la Universidad Autónoma de Chile, quien muy tajante señala que: “La enorme brecha salarial entre Marcela Cubillos y las investigadoras con doctorado es una bofetada a la integridad académica. Mientras la gran mayoría de las académicas trabajan incansablemente, generando conocimiento y formando a las futuras generaciones, otras obtienen beneficios desproporcionados. Esta situación no solo es injusta, sino, que también desincentiva a las mujeres a seguir carreras académicas”.
Lo anterior, no deja más que en evidencia solo una parte del problema, la educación superior no es ajena a la discriminación interseccional de género. A pesar de que el número de mujeres que ingresan a la academia ha crecido significativamente en las últimas décadas, persisten importantes disparidades en términos de representación y oportunidades. Según estudios recientes, aunque las mujeres constituyen más de la mitad de los graduados universitarios a nivel global, su presencia en posiciones de liderazgo académico es mucho menor en comparación con los hombres. En algunas de las áreas de alta demanda, como las ingenierías, las ciencias exactas y la tecnología, las mujeres siguen estando subrepresentadas, lo que pone de relieve una profunda desigualdad de género que comienza en la etapa formativa y se prolonga a lo largo de toda la carrera académica.
Uno de los mayores obstáculos para las mujeres en el mundo académico es el techo de cristal, un fenómeno que impide su ascenso a posiciones de poder y decisión. A pesar de tener las calificaciones necesarias, muchas profesoras encuentran dificultades para acceder a cargos de gestión como rectorías, decanatos o jefaturas de departamento. Este desequilibrio tiene un impacto directo en la toma de decisiones dentro de las instituciones académicas, ya que las perspectivas y experiencias de las mujeres no están adecuadamente representadas en los espacios donde se definen las políticas y estrategias institucionales. A lo anterior, se suma la segregación horizontal, que se refiere a la concentración de mujeres en ciertas áreas del conocimiento tradicionalmente asociadas con los roles de género femeninos, como las ciencias sociales, la educación y la salud, mientras que los hombres dominan las áreas tecnológicas, científicas y de ingeniería. Esta segregación perpetúa estereotipos de género y refuerza la idea de que ciertas disciplinas son inherentemente masculinas o femeninas, lo que limita las opciones de desarrollo profesional para las mujeres y contribuye a la desigualdad salarial.
Sobre lo anterior, al consultar a la Dra. Pamela Caro Molina directora del Centro de investigación Aplicada en Familia, Trabajo y Ciudadanía, CIELO, en UST y Directora del FDI “Transversalización del enfoque de género en la Universidad Santo Tomás: modelo de gestión integral para el fortalecimiento de la institucionalidad, mecanismos y cultura de igualdad de género en sus 13 sedes”. Nos señala que: “En la actualidad siguen persistiendo brechas importantes en el sistema, de allí la importancia de avanzar en acciones específicas en las universidades. Como indica la Política Nacional de Igualdad de Género en la Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación del Ministerio de Ciencias (2021), promover la igualdad de género en la ciencia tiene un gran valor pues aporta a la calidad de las investigaciones y permite aumentar las posibilidades de encontrar talento y creatividad.”
En ese contexto, durante el 2024 una de las Instituciones de Educación Superior que se adjudicó el InES Género, fue la Universidad Santo Tomás. Consultamos a quien lidera el proyecto la Dra. Pamela Caro Molina, y nos comenta que: “Para la Universidad Santo Tomás es muy importante la adjudicación del concurso InES Género de ANID en el año 2024, cuyo objetivo general es fortalecer las capacidades institucionales en la universidad para la transversalización de la perspectiva de género en la I+D+i+e (investigación, desarrollo, innovación y emprendimientos de base científica tecnológica) mediante la implementación de un Plan de Desarrollo para todas sus sedes que contemple mecanismos, procesos, estrategias y resultados que disminuya las brechas de género, promueva el cambio cultural hacia la igualdad sustantiva, fomente la mayor participación de las mujeres en ciencia y avance en la incorporación del enfoque de género en las investigaciones”
Para finalizar, el conmemorar la labor de quienes dedican su vida a la enseñanza y la investigación, también nos lleva a reflexionar sobre los desafíos que enfrentan, especialmente desde una perspectiva de género. En la educación superior, las profesoras se encuentran con obstáculos que limitan su desarrollo profesional y su bienestar personal, desde la falta de representación en puestos de liderazgo hasta el acoso sexual y la discriminación de género. Superar estos desafíos requiere un compromiso institucional firme con la equidad de género y la creación de políticas y prácticas que promuevan la inclusión y el respeto en todos los niveles de la academia.
En definitiva, trabajar hacia una educación superior más equitativa no solo beneficiará a las profesoras, sino también a toda la comunidad académica. Al garantizar que las mujeres tengan las mismas oportunidades de desarrollo y reconocimiento que sus colegas hombres, se fortalecerá la calidad de la educación y se avanzará hacia una sociedad más justa e igualitaria.
El presidente Bukele ha confesado que no propondrá cambios constitucionales «en un futuro se podrán aprobar, nuevas leyes, el aborto y el matrimonio igualitario», dijo.
El titular del Ministerio de Educación de El Salvador, José Mauricio Pineda, ha asegurado en un mensaje en su red social X que «todo uso de la ideología de género» ha sido eliminado de las escuelas públicas del país. Una decisión que se produce después de que el presidente Nayib Bukele se pronunciara al respecto durante una cumbre de partidos conservadores en Estados Unidos que tuvo lugar la semana pasada.
Pineda se hacía eco de esta manera de las declaraciones que Bukele esgrimió en la citada conferencia, donde aseguró que en El Salvador no se permiten «esas ideologías en las escuelas ni en los colegios». Además, respondiendo a una pregunta de la coordinadora de la organización Moms for Liberty, Catalina Stubbe, aseguró que para él «también es importante que los padres estén informados y tengan voz y voto en lo que van aprender sus hijos».
«Creo que es importante que se retome a Dios en las escuelas, que se retome la moral, el civismo, que se aprendan las cosas tradicionales –como matemática e historia– (…) nadie está en contra de modernizarse, de lo que estamos en contra es de que se metan ideologías antinaturales, antidios, antifamilia, eso no cabe en nuestras escuelas», afirmó a Stubbe.
No es la primera vez que Bukele deja clara sus intenciones, ya lo hizo en marzo de 2020, cuando reveló en una inusual entrevista con el rapero puertorriqueño Residente que está en contra del matrimonio homosexual y el aborto.
«No estoy a favor del aborto y creo que al final, en el futuro, algún día nos vamos a dar cuenta de que es un gran genocidio el que se está cometiendo con los abortos», expresó. Y al ser preguntado sobre si apoyaba el matrimonio entre personas del mismo sexo respondió: «No, como concepto no».
Bukele, por otra parte, ha confesado que no propondrá cambios constitucionales «en un futuro se podrán aprobar, nuevas leyes, el aborto y el matrimonio igualitario». Entre sus funciones no está la de presentar reformas a la Constitución, ya que es un tema que le corresponde al Congreso.
El presidente sabe que cuenta con un enorme apoyo de la población, lo que a su vez ve como una carta blanca para tomar decisiones como la de la perspectiva de género. Feministas han criticado esta medida, defendiendo que estas decisiones violentan los derechos de las mujeres en este país.
Yúfera es lingüista, consultora en comunicación y profesora en la Facultad de Educación y en la Facultad de Derecho de la Universitat de Barcelona. En esta entrevista, aborda por qué las mujeres son menos escuchadas y propone que cada cual analice de qué manera recibe una intervención si es una mujer o un hombre. Insiste en que todavía hoy perduran los estereotipos y se relaciona más al hombre con la capacidad de decisión y a la mujer con la amabilidad.
El libro habla de un concepto, el de la violencia comunicativa contra las mujeres, que se produce cuando no se las deja hablar, cuando no se las escucha o cuando no se las mira a la hora de hacer un discurso en el que hay hombres y mujeres. ¿Es un concepto un poco invisible pero muy cotidiano?
Es un concepto que articula bastante el libro, por eso el título es este, “Quien habla y quien calla“. Es decir, sin intención de banalizar el concepto de violencia, sí que hay unas fuerzas, por decirlo de alguna manera, que empujan a las mujeres hacia lugares de más silencio que a los hombres. Y esto lo podemos ver en diferentes ámbitos, sobre todo en los públicos, que son los que más interesan en el libro. Es decir, a pesar de que hemos partido del ámbito doméstico, porque también hemos intentado hacer este recorrido comunicativo en la vida de las mujeres, y hemos partido del hogar, obviamente, es en el espacio público, donde más vemos que a pesar de que nuestra presencia sea cada vez mayor, la paridad numérica se va consiguiendo o se va acercando, pero la paridad discursiva todavía queda muy lejos.
Todavía las mujeres tenemos más problemas para tomar la palabra, arriesgamos más cuando tomamos la palabra, intervenimos en estos contextos de interacciones más formales, más profesionales, muchas veces para decir que aquello que ha dicho otro nos ha gustado o que es interesante, es decir, para apoyar a otros turnos en la interacción, pero intervenimos todavía menos que nuestros colegas hombres para aportar nuestro conocimiento, nuestro punto de vista, nuestra pericia, nuestra opinión.
En comunicación muchas veces se habla de género, de personas, de ellos y de ellas, de médicos y de médicas, de profesores y profesoras, pero también comentáis que, si eso no va más allá, queda vacío, queda solo en unas palabras.
Efectivamente, de hecho, este es el punto de partida desde el cual consideramos que hacía falta el libro, que había que dedicar unas páginas, una obra, a la reflexión sobre esta cuestión de mirada, no quedarnos en el código lingüístico, sino de abrir la mirada a todo el entorno de la comunicación, a todo el contexto comunicativo. Esto la lingüística lo ha hecho. Históricamente, primero empezamos estudiando las pequeñas piezas que componen el lenguaje, cómo están formadas, cómo se forman las palabras, cómo se forman las frases… Sí, el código. Pero, a partir de hace un tiempo, nos dimos cuenta de que con el lenguaje no solo pasamos una comunicación, una información, sino que hacemos cosas.
Cuando alguien dice que se ha acabado la reunión, eso es también un acto. No son solo las palabras, sino que aquello es el final de la reunión. O cuando alguien dice, ‘declaro abiertas estas jornadas’, es este acto, que son palabras, es este acto comunicativo, el que hace que las jornadas empiecen. Es decir, el lenguaje tiene también este valor de hacer cosas en el mundo. Lo que íbamos viendo desde hacía algunos años con mis compañeras era que quedarnos con el código, desde perspectiva de género, no nos permitía ver que hay otros muchos elementos en la comunicación que invisibilizan a las mujeres, por decirlo con una expresión que se ha hecho muy popular, o, como decíamos antes, que dejan a las mujeres en situaciones de más marginalidad comunicativa que los hombres. Y nos interesaba reflejar estos otros elementos. Es decir, cuando hay una interacción, como el hecho de ser hombre o mujer, determina qué pasa en aquella interacción. Nos interesaba preguntarnos esto. Hubo el interés de la editorial, también, y por eso nos pidió que hiciéramos el libro.
A nivel comunicativo y cotidiano, ¿qué podemos hacer para mejorar esta igualdad que no es tan real como nos gustaría?
Yo creo que hay, como mínimo, dos elementos que a mí me parecerían muy interesantes. Por un lado, tomar conciencia. Es decir, intentar darnos cuenta precisamente de esto, de ‘hoy he estado en una reunión, ha pasado esto, ¿habría pasado exactamente igual si quien hablaba hubiera sido un hombre, en el supuesto de que fuera una mujer la que estaba hablando, habría estado exactamente igual sí…? ¿Cómo han intervenido aquí el hecho que se tratara de un hombre y una mujer? ¿Qué ha determinado esto?’ Nos lo tendríamos que ir preguntando. O, por ejemplo, ‘uf, esta mujer no me está gustando como está planteando esto, es como muy seca, es un poco autoritaria’. Para un momento. ¿Si fuera un hombre y se hubiera comportado comunicativamente exactamente así, habrías hecho esta misma valoración o no? ¿O habrías considerado una manera normal de comunicarse por la función que está ejerciendo esta persona? A veces, tenemos una doble vara de medir el comportamiento comunicativo de hombres y mujeres. Y de esto es muy importante que nos demos cuenta.
Este es para mí el primer elemento importante en el libro, o que podríamos intentar poner en práctica. Y el otro es la escucha. A pesar de que la lingüística se ha ocupado muchísimo de qué decimos, de qué hacemos o de la producción del lenguaje, y se ha ocupado menos de este aspecto más receptivo del lenguaje, pero es fundamental porque es el motor de las interacciones. Si yo ahora estuviera hablando y pensara que tú no me estás escuchando, que estás pendiente del móvil, que en realidad tienes la cabeza en otro lugar, yo poco a poco iría dando respuestas cada vez más cortas y finalmente callaría, porque no tiene sentido que yo produzca lenguaje si no llega a ninguna parte.
Tenemos que escuchar a las mujeres con el mismo respeto, con el mismo interés, dándoles la misma credibilidad que damos a los hombres
Todavía ahora tenemos evidencias empíricas que nos muestren que la voz de los hombres, para nosotros, culturalmente, continúa siendo el tipo de voz más vinculado a la autoridad, al conocimiento, a la legitimidad, a la razón. Y estos espacios, la voz de las mujeres, los tienen que ir conquistando. Yo creo que es importante que empecemos dándonos cuenta de que tenemos que escuchar a las mujeres con el mismo respeto, con el mismo interés, dándoles la misma credibilidad que demos a los hombres.
De alguna manera, por lo que comentas, ¿tendríamos que hacer todos y todas, todo el mundo, un poco de autocrítica porque, de hecho, recibimos inputs desde que nacemos?
Sí, para mí no es tan crítica. El libro tiene un determinado toque que es muy buscado. No teníamos ningún interés en reñir. No nos interesaba señalar qué mal que haces esto. No nos interesaba de este modo, porque no queremos que se reciban estas ideas como con aversión o con animadversión, sino que queríamos que fuera más bien propositivo, que fuera más bien una invitación a pensar. Para mí, lo que es importante no es tanto hacer autocrítica como hacer autoanálisis y conocernos mejor en cuanto que personas que nos comunicamos y decidir si hay algunos elementos que queremos modificar ligeramente.
No hay culpa. ¿Por qué? Porque nacemos en una cultura, porque nacemos dentro de un contexto comunicativo que lleva muchos años de tradición y es inevitable que todas las personas tengamos estos sesgos, estos estereotipos. Entonces, para mí no es interesante culpabilizar ni criticar, sino más bien analizar, describir y dar recursos porque modificamos aquello que pensamos que nos puede ir mejorando de otro modo.
Sobre estos elementos de tomar conciencia y de los inputs que recibimos desde que nacemos, en el libro habláis de diferentes ámbitos. Uno es la escuela. ¿Cómo, desde el equipo docente, desde que entramos en la escuela, ya empezamos a recibir estos estereotipos? ¿Qué ejemplos podríamos poner?
De hecho, los estereotipos los tenemos desde mucho antes, desde antes de nacer. En la escuela lo que vemos, por parte de los docentes, es que sencillamente se valoran determinadas cosas de las niñas y se valoran determinados aspectos y determinadas maneras de hacer de los niños. Y se les refuerzan diferencialmente estos aspectos. De las niñas se valora que sean comprensivas, que sean empáticas.
Yo, como madre, puedo hablar de las entrevistas que tenía, tengo un hijo y una hija, y de mi hija lo que más se me decía era que se llevaba bien con todo el mundo, incluso con aquellos niños y niñas de la clase que eran más rechazados. Y, de mi hijo, no. Mi hijo era mucho más introvertido y no tenía toda esta faceta social de cuidar a los otros y, entonces, se valoraban otras cuestiones, pero no se le pedía esto. Es decir, pedimos y valoramos cuestiones diferentes. Y esto incluso se ha analizado con los apelativos que dirigimos a niños y a niñas. Las niñas están muy guapas y son muy buenas niñas, y los niños son valientes, son fuertes. Vamos como contribuyendo a que se vaya desarrollando este estereotipo que nos lleva a valorar que una persona que se comporta de una determinada manera se ajusta a lo que esperamos que sea una mujer y una persona que se comporta de una determinada manera se ajusta más o menos a lo que esperemos que haga si es un hombre.
Y desde el punto de vista de la docencia, ¿crees que esto está cambiando?
Sí, sí, sí. En general, en el libro también, yo pienso que se nota que somos optimistas, que valoramos los cambios, y que para mí los cambios no vienen tanto porque en las escuelas se usa un lenguaje inclusivo, sino porque precisamente cada vez se toma más conciencia de esto. Las niñas, ¿por qué no tienen que jugar a fútbol? Que no hay actividades que sean de niños y actividades que sean de niñas. Que a la cocinita van igualmente los niños y las niñas. Yo creo que desde la escuela se hace mucho trabajo.
Se permite con más tranquilidad que los niños y las niñas jueguen a aquello que realmente los apetece
¿Desde la escuela y desde el juego, por el ejemplo que estás poniendo?
Claro, es que el juego es un elemento fundamental en los primeros años de la escolaridad y, en este sentido, a pesar de que creo que todavía pueden quedar pequeñas barreras, se ha avanzado mucho, se permite con más tranquilidad que los niños y las niñas jueguen a aquello que realmente los apetece.
También tratáis sobre diferencias que todavía existen en el trabajo, en el mundo laboral, siempre generalizando, y con excepciones. Por ejemplo, comentáis que, a la hora de valorar el talento, de ellos todavía existe la idea de que se dirigen a la acción, mientras que las mujeres tienen un cariz de más amabilidad.
Sí, efectivamente, que ellos son más resolutivos. Como que son más asertivos, tienen más recursos para liderar equipos, por ejemplo, mientras que las mujeres están más dotadas, desde el estereotipo, desde la mirada más estereotipada, para generar buenas relaciones. Y esto tiene muchas consecuencias, y las vemos cuando hacemos formaciones. Las otras autoras del libro y yo, cuando hacemos formaciones, por ejemplo, a mujeres profesionales, nos damos cuenta de que, cuando los proponemos de hacer un role play, por ejemplo, tú eres la jefa de un grupo a tu departamento, tú lideras este equipo de personas, y tienes a este hombre que no hace el trabajo como tú dices que se tiene que hacer. Y tú ya lo has advertido, ya le has dicho algunas veces qué es lo que esperarías de él. Ahora dile ya de una manera más definitiva, comunícale que si no cambia su actuación tendrá consecuencias. Y lo primero que dicen las mujeres es ‘es que esto no lo sé hacer’. Y yo les digo, ‘de acuerdo, no sabes, no importa, porque lo trabajaremos, tú hazlo’. Y lo hacen magníficamente bien.
Lo que pasa es que se quedan muy mal. Se sienten muy mal, esto se lo llevan a casa, es esto lo que nos dicen estas mujeres. ‘De acuerdo, yo lo he hecho, lo he sabido hacer, creo que se ha entendido el mensaje, creo que he transmitido lo que quería transmitir, pero ahora me quedo muy mal’. ¿Por qué te quedas muy mal? Porque te estás comportando según aquello que se espera de ti como mujer, que es que comprendas el otro, que le ayudes si el otro tiene un problema, pero es que tú llevas intentando esto muchos meses, y tu departamento no se puede permitir esto. Tú tienes a este hombre en tu cabeza muchísimas horas, más que las personas de tu grupo, que están funcionando muy bien, no es justo.
Todo esto hay que pensarlo, tenemos que darnos cuenta, y hace falta también acordar y encontrar conjuntamente, en estas formaciones lo hacemos en grupo, maneras de tirar delante estas situaciones comunicativas que no nos hagan más vulnerables, que no nos vengan en contra, que nos permitan lograr nuestros objetivos y dormir bien por la noche, que son temas importantes. Y en estas formaciones sale mucho la necesidad de pensarnos comunicativamente.
Has mencionado el tema del liderazgo. ¿Qué está pasando para que todavía hoy en día, cuando una mujer, generalizando, tiene un cargo importante, un cargo de poder, se le dice que es demasiado blanda o que es demasiado agresiva?
Exacto. Las mujeres profesionales, las que llegan a determinados cargos, tienen esta paradoja. Si comunicativamente se comportan según aquello que tradicionalmente entendemos como un estilo comunicativo femenino, no están capacitadas para liderar grupos, no son bastante resolutivas, no sacan adelante el trabajo, no logran los objetivos, etcétera. Si se comportan de una manera que es más asertiva, que tiene que ver más con lo que tradicionalmente hemos entendido como un estilo comunicativo más masculino, las odian.
Las encuentran mandonas que imponen, si me permites la vulgaridad y el barbarismo, bordes. ‘¡Qué borde esta mujer!’ Es un adjetivo que a veces, te dices, no lo escucho respecto de un hombre que se comporta igual.
¿Qué podemos hacer?
Tenemos que encontrar maneras de comunicar desde lugares de liderazgo que nos parezcan adecuados y que calificamos de eficaces, independientemente del sexo de la persona que nos las esté mostrando. Y en este sentido sí que animamos mucho a los equipos a explicitar esta manera de hacer comunicativamente. Es decir, a poner en valor, porque necesitamos estos modelos, sobre todo si vienen de mujeres. Es decir, ‘lo has dicho, era difícil, lo has hecho así, nos ha parecido muy bien’, porque las mujeres después generalmente no tenemos este feedback.
Tenemos que encontrar maneras de comunicar desde lugares de liderazgo que nos parezcan adecuados
Es interesante que vayamos encontrando modelos de comunicación, que yo no sé hasta qué punto coincidirían con los de la supuesta comunicación masculina, pero es que quizás este estilo de comunicación masculino es que no es masculino, es que tiene que ver precisamente con el poder, con la necesidad de mandar, de dar instrucciones, de dar órdenes, que son acciones comunicativas que todavía se reciben mejor si las hace un hombre que si las hace una mujer. Porque la mujer más bien tendría que ser esto, igual, empática, no colocarse en un lugar superior de jerarquía, sino en la empatía, en la igualdad, al lado. No por sobre, sino al lado. Y cuando, por el que sea, por responsabilidad profesional, estamos encima, uf, tenemos muchos problemas.
¿Habría una tendencia más hacia la horizontalidad, cuando son las mujeres las que mandan?
Lo que creo es que hay una expectativa de más horizontalidad, pero a veces la horizontalidad no es eficaz. Habría que valorar cada entorno profesional. No creo que haya necesariamente, por el hecho de que una mujer esté en el poder, más horizontalidad. Pero sí que creo que es lo que se espera. Y si no es así, esta mujer es muy criticada. Y quizás no es así porque ella considera que no puede ser así en aquel momento. Quizás lo podría considerar un hombre, pero si fuera un hombre, no recibiría tanta crítica como si fuera una mujer.
Un ámbito muy cotidiano es el de la salud y el del análisis del médico. Comentáis que muchas veces, cuando un hombre y una mujer tienen problemas de salud, ¿qué pasa a la consulta?
Hay mucha sintomatología parecida que si quien la manifiesta es una mujer, por parte del profesional o la profesional de la medicina, esta sintomatología tiene tendencia a asociarse con cuestiones relacionadas con el estrés, la salud emocional o la salud mental. Y, por tanto, la propuesta que se hace de tratamiento o de tratamiento de la sintomatología tiene más que ver con ansiolíticos, con tranquilizantes, mientras que por la misma sintomatología, que puede ser un dolor, por ejemplo, en el caso de los hombres, la respuesta es, en más casos, una respuesta de ‘haremos pruebas porque buscaremos una cosa física’. Aquí hay todo un estereotipo. Aquí, a quien hemos seguido más de cerca es a la doctora Carme Valls, que lleva muchos años hablando de los sesgos de género en medicina y explicando, por ejemplo, que las medicinas se testan sobre todo con hombres y los efectos secundarios en las mujeres son diferentes pero son más desconocidos. Estamos progresando mucho, pero era interesante ponerlo de manifiesto.
Después de acabar el libro, un día escuchaba un podcast muy interesante, muy bien hecho, en el que una mujer explicaba que había tenido un problema de salud muy grave y que se le había complicado de una determinada manera y que ella había ido a explicar en el centro médico esto que le estaba pasando varias veces. No le hacían demasiado caso, le decían que se esperara porque quizás tenía que ver con el tratamiento. Y, un día, abrió su expediente y vio que una de las cosas que había puesto el médico o la médico, no sé si era un hombre o una mujer, en el expediente era ‘ansiosita’, que como palabra lo encuentro bastante terrible. Es decir, sí, seguramente esta mujer tenía ansiedad, se estaba encontrando mal, estaba yendo una y otra vez al centro médico y no recibía la respuesta que le hacía falta. Y lo que era todavía más interesante en esta entrevista, era que ella tenía un amigo que estaba sufriendo una situación muy parecida y que llegó al diagnóstico mucho antes que ella. Mucho antes. Y esto, en principio, tendremos que encontrar formas de revertirlo.
Tiene que ver con la escucha, ¿no?
Todo nos vuelve a este gran elemento de la escucha, a escuchar a una mujer como escuchas a un hombre.
¿Y con el entorno a esta persona que va al médico? No es solo la enfermedad que uno sufre, sino el entorno social en el que está, o familiarmente, o en el trabajo.
Supongo que puede tener que ver con la posibilidad que tiene esta mujer de reivindicar, más o menos como haya sido educada o cual sea su rol en otros entornos. Seguramente le hace más o menos fácil exigir, por ejemplo. Que es una cosa que nos cuesta mucho a las mujeres, ¿no? Exigir. ‘No, es que no me iré. Quiero un diagnóstico o quiero que me hagan unas pruebas’. Esto se tiene que mirar caso por caso, también.
El libro lo has escrito con la Estrella Montolio y con Elisa Rosado. ¿Cómo ha sido trabajar a seis manos?
Ha sido un placer. Ha sido un lujo. Tuve muy claro, cuando me encargaron el libro, que prefería hacerlo con ellas. ¿Por qué? Porque, de hecho, este trabajo a seis manos viene de mucho más lejos que el encargo del libro. Con Estrella Montolio hace muchos años que hacemos formaciones en perspectiva de género en diferentes instituciones, organismos, empresas. Y con ella es con quien yo he construido toda la reflexión que tengo alrededor de estos temas, de la comunicación en perspectiva de género. Con Elisa nos conocemos, somos colegas desde hace menos años, y también hemos hablado mucho de estas cuestiones. Y yo, cuando escuchaba a Elisa hablar sobre estos temas, pensaba que su perspectiva podía enriquecer lo que queríamos decir.
Por lo tanto, les propuse que participaran, me dijeron que sí enseguida, yo me encargué de hacer el índice, un poco de proponer qué temas podían tratar y de distribuirlos. Después, nos hemos leído y nos hemos hecho aportaciones las unas a las otras, pero tenemos una excelente relación personal, que también es una cuestión que quiero decir explícitamente, porque también está el estereotipo de que las mujeres, entre nosotras, somos muy competitivas y nos hacemos la puñeta. Ha sido un placer trabajar con ellas, y el libro ha quedado mucho más rico que si lo hubiera hecho yo sola.
¿La colaboración y la confianza son claves para escribir libros como “Qui parla i qui calla“?
Y tanto, yo diría que sí. Para mí siempre es mucho más rico que haya visiones diversas y que haya ideas que salen de cabezas diferentes.
La actualización de la información se realizará el 30 de junio de cada año.
Las brechas entre mujeres y hombres en el tiempo dedicado al trabajo remunerado, no remunerado, doméstico y de cuidado, la desocupación, ingresos, acceso a Internet, a la educación superior y a la toma de decisiones, entre otros reveladores datos, recoge el Observatorio sobre Igualdad de Género.
Esta herramienta, presentada a principios de junio, recopila, procesa y visibiliza indicadores acerca de la situación y la posición de mujeres y hombres, desde un enfoque de género y de derecho, basados fundamentalmente en los datos oficiales que genera la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI).
El observatorio responde a una de las necesidades planteadas por el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM), adoptado en 2021, que promueve acciones para lograr mayor integralidad y efectividad en la prevención y eliminación de manifestaciones de discriminación contra las mujeres.
El PAM recogió la pertinencia de un observatorio que “posibilite dar seguimiento a la utilización correcta del enfoque de género en la construcción de indicadores y captación de estadísticas, así como realizar análisis integrales, cuantitativos y cualitativos, en materia de igualdad, que contribuyan a la adopción de políticas públicas”.
En coincidencia con las áreas de especial atención del PAM, el observatorio se enfoca en el empoderamiento económico de mujeres, en los medios de comunicación, la educación, la prevención, el trabajo social y el acceso a la toma de decisiones.
Se trata de siete dimensiones diferentes, que por su contenido están dirigidas a lograr la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres en la sociedad. Cada área contempla un grupo de medidas encaminadas a conseguir la eliminación de las brechas de género, en concordancia con los tres ejes de la autonomía de las mujeres: económica, física y en la toma de decisiones.
La herramienta incluye descripción, gráficos, tablas de datos y análisis de cada uno de los indicadores seleccionados, metadatos para cada indicador así como investigaciones e informes con enfoque de género seleccionados. Su actualización se realizará el 30 de junio de cada año.
La construcción y actualización metodológica e informativa son responsabilidad de la ONEI y de la Federación de Mujeres Cubanas, en su condición de mecanismo nacional para el adelanto de las mujeres.
Con mirada de equidad
Incorporar el enfoque de género a las estrategias económicas y sociales demanda disponer de estadísticas e indicadores de género que permitan identificar dónde se encuentran las brechas a eliminar, tanto para mujeres como para hombres.
El observatorio incluye también en los análisis variables como edad, lugar (zona urbana o rural), color de la piel, legislación y derecho, marco normativo y sistemas de protección contra todas las formas de discriminación y violencia, salud sexual y reproductiva y estadísticas e investigaciones.
Aunque existen avances en materia de igualdad de género, persisten desafíos que enfrentar en el empoderamiento económico de las mujeres, el uso y distribución del tiempo, la baja fecundidad, la maternidad temprana, los cuidados, la violencia, el envejecimiento poblacional con un predominio femenino, entre otros.
En Cuba, evidencian las estadísticas y gráficos del observatorio, cerca de tres de cada 10 mujeres se ocupan exclusivamente de realizar actividades de trabajo doméstico por el cual no reciben pagos. La situación se agrava para las residentes en zonas rurales, quienes en más del 40 por ciento se dedican solo a estas labores.
A su vez, existen otras aristas. Según muestra el observatorio, “ocho de cada 10 personas que ejercen como fiscales en el país son mujeres, lo que evidencia una inequidad de género que desfavorece a los hombres. Esta diferencia puede estar dada por un acceso y culminación de estudios universitarios a favor de las mujeres en esta especialidad”.
¿Qué y para qué?
El recién nacido observatorio proveerá insumos e información sobre la situación y condición de las mujeres y las relaciones entre los géneros, claves para la toma de decisiones, desde una perspectiva de género y su relación directa e indirecta en los procesos económicos y sociales del país.
Como instrumento relevante para el cumplimiento de la política aprobada para atender el adelanto de las mujeres en el país, al ofrecer información a todos los niveles para la toma de decisiones, deberá difundir periódicamente información sobre la situación de mujeres y hombres desde una perspectiva de género.
A su vez, participará en el monitoreo y evaluación del impacto del plan de medidas gubernamentales para el adelanto de las mujeres y facilitará se incluya la visión de género en los planes de desarrollo económico y social aprobados en los territorios y en los indicadores de sus observatorios sociodemográficos.
De igual manera, el observatorio deberá identificar necesidades de investigación para profundizar en los procesos que se encuentren, en correspondencia con los problemas y las necesidades sociales.
¿QUÉ TIENE QUE VER EL GÉNERO CON LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR?
“¿Qué tiene que ver el género con la calidad de la educación superior?”, era la pregunta que reiteradamente escuchaba en los distintos espacios institucionales a lo largo de los 10 meses de organización del Seminario Internacional Calidad de la Educación Superior y Género, iniciativa impulsada por la Red de Educación Superior y Género3, y coordinada por el Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Ceaaces). Esta pregunta, que en sí refleja una cultura institucional de género, es ampliamente respondida a lo largo de este libro por las/os 30 autoras/es4 cuyas reflexiones en torno a la educación superior desde la perspectiva de género abren un nuevo panorama teórico a desarrollar en el terreno de la calidad y, por lo tanto, constituyen importantes aportes para nutrir el debate académico y, principalmente, la política pública.
Aún cuando en el Seminario se organizaron mesas en torno a siete ejes temáticos, la presentación de las ponencias en esta introducción no ha seguido ese orden, dados los productos finales que arrojaron nuevas afinidades. En ese sentido, las ponencias se han estructurado en torno a los siguientes temas: Educación y género; Feminización del acceso y masculinización del campo laboral; Orden de género y cultura institucional; Calidad; Políticas públicas, y Transversalización e interseccionalidad. A continuación se sistematiza el contenido de las ponencias en el marco de sus respectivos debates.
Universidades se unen para lanzar proyecto que potencie la perspectiva de género en la academia
Se lanzará de manera virtual el Proyecto Innovación en Educación Superior (InES) Género 2021, actividad que contará con la participación de más de 60 invitados e invitadas, tanto de la Universidad de Chile, como de organizaciones e instituciones aliadas. El encuentro tiene como objetivo compartir diversas experiencias y expectativas sobre la transversalización de la perspectiva de género desde las áreas de desarrollo, investigación, innovación y emprendimiento.
El proyecto nace luego de un intenso trabajo investigativo por parte de la Unidad de Género de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Chile, donde se logró reconocer que existe una predominante desigualdad entre hombres y mujeres en varios ámbitos de la casa de estudios. En esta línea, en el año 2018, se identificó que una hay una menor cantidad de mujeres posiciones de jerarquía y además, se reconoce una notable masculinización de algunas facultades como son la de Economía y Negocios (87% varones), Ciencias Físicas y Matemáticas (85%), Ciencias Forestales (81%) y Derecho (76%). En contraste, la única unidad feminizada, y no por mucha diferencia, es el Hospital Clínico (59% mujeres).
En este sentido, el proyecto busca solucionar estas diferencias con el objetivo de crear y fomentar iniciativas de generación y transmisión del conocimiento con perspectiva de género en universidades del norte, considerando sus distintas realidades y niveles de institucionalización.
Según la directora del InES Género de la Universidad de Chile, Roxana Pey, el proyecto se considera valioso en materia de equidad, ya que es la primera vez que la casa de estudios se adjudica un proyecto de estas características. Por otro lado, destaca que tenga un enfoque de regional, ya que las investigaciones serán en conjunto con las Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), la Universidad Arturo Prat (UNAP) y la Universidad de Aysén (UAY). Por otra parte, la perspectiva internacional será protagonizada por la experta en género, Susane Petinelli, y por otras casas de estudio como la Universidades Españolas de Santiago de Compostela y de Murcia, y por último por el proyecto Gender STI de la Comisión Europea, que reúne a participantes de 16 países que se encargarán de apoyar el diseño de medidas que promuevan la equidad de género en carreras científicas, la toma de decisión y el contenido de la investigación e innovación.
La Directora de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Arturo Prat, Fabiola Ibáñez Carrillo también destacó la importancia del enfoque descentralizado del proyecto. ”La participación de nuestra casa de estudios, favorece al menos dos elementos: por una parte reconoce la importancia de dar cuenta de las diversas realidades territoriales, desde sus especificidades y particularidades y, por otra parte, potencia una educación inclusiva.
Fuente de la Información: https://www.nodal.am/2022/03/chile-universidades-se-unen-para-lanzar-proyecto-que-potencie-la-perspectiva-de-genero-en-la-academia/
La Mesa de Trabajo por una Perspectiva de Género entregó una carta al Gobernador
El mismo día que el secretario interino del Departamento de Educación, Eliezer Ramos, la fecha para cuando espera el currículo con perspectiva de género en las escuelas del país, la Mesa de Trabajo por una Perspectiva de Género creada por organizaciones feministas, académicas, sindicales, defensoras de derechos humanos y profesionales anunciaron este miércoles, la entrega de una carta al gobernador en apoyo a un currículo para la equidad con perspectiva de género para la educación pública en Puerto Rico endosada por sobre 100 organizaciones y 80 personas expertas y representantes de distintos sectores en Puerto Rico, Estados Unidos, Centro y Sur América.
“Un grupo de personas y organizaciones que llevamos años abogando sobre la importancia de que nuestro currículo escolar promueva la equidad de género y el respeto a los derechos humanos creamos la Mesa de Trabajo por una Perspectiva de Género preocupadas por la campaña de desinformación que se ha iniciado sobre este tema”, expresó Sara Benítez, socióloga y portavoz del Movimiento Amplio de Mujeres de Puerto Rico en comunicación escrita.
«Nuestra meta es que para el mes de enero, tengamos en las escuelas, el currículo con perspectiva de género. Presentaremos al País antes los materiales para discusión. Nos hemos reunido con grupos en contra para aclararles los temas», comentó el funcionario en entrevista con WIAC 740.
“La primera actividad de la Mesa fue visibilizar el apoyo que tiene esta propuesta de revisión al currículo entre organizaciones sindicales, profesionales, comunitarias y de derechos humanos en Puerto Rico, Estados Unidos e internacionalmente. Hicimos una convocatoria de carta abierta al gobernador en apoyo a este currículo para el endoso de organizaciones y personas expertas en el tema. En menos de una semana, logramos el endoso de sobre 100 organizaciones, incluidas todas las entidades magisteriales y sindicales que representan o agrupan al magisterio, así como a todo el personal y otros sectores que laboran en el Departamento de Educación.”, expresó Natalia Santos, Profesora en temas de género de la Universidad de Puerto Rico.
La carta también cuenta con el endoso de sobre 80 personas expertas en violencia de género, educación, psicología, trabajo social y derecho. Además, es respaldada por docentes de las principales universidades del País, así como por distintas organizaciones no gubernamentales que trabajan con sobrevivientes de violencia de género, con políticas públicas sobre perspectiva de género y con investigaciones sobre el tema en Estados Unidos, Centro y Sur América. De igual forma, la carta cuenta con el apoyo de sectores religiosos y de partidos políticos.
En consonancia con políticas de la comunidad internacional basadas en los derechos humanos y en la equidad de género, la carta indica que “Fue un paso en la dirección correcta la aprobación de la Orden Ejecutiva 2021-13 declarando un Estado de Emergencia ante el aumento de casos de violencia de género en Puerto Rico, y que, para su prevención, se iniciara un proceso para desarrollar un currículo para la equidad con perspectiva de género que ayude a combatir por una las causas que contribuyen a la desigualdad, el discrimen y la violencia”, expresó la doctora Loida Martínez Ramos, profesora de la Facultad de Educación de la UPR- RP
Añadió la doctora Martínez Ramos que “La perspectiva de género es una estrategia de prevención de la violencia y el discrimen porque nos permite identificar las desigualdades entre las personas por razón de su sexo y género para evitarlas. Dada la diversidad que existe entre las mujeres y los hombres desde la perspectiva de género también se han podido identificar otras formas de discriminar que sufren las personas: por razón de raza/etnia, por clase social; por identidad de género, por orientación sexual; por diversidad funcional”.
“La Mesa de Trabajo Perspectiva de Género, las organizaciones y personas expertas en el tema estamos exigiendo al Gobernador que cumpla con su compromiso de implantar la perspectiva de género en la educación. Además. Le exhortamos a llevar una campaña educativa a la ciudadanía sobre los beneficios de esta iniciativa para la niñez y la juventud de manera que se puedan clarificar las preocupaciones que puedan tener las familias a raíz de las estrategias de desinformación y motivaciones ideológicas y políticas de los grupos fundamentalistas en el País”, expresó Inoa Monegro.
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