Perspectiva de género
Habitar un país que no reconoce la violencia sistémica contra las mujeres… migrantes y refugiadas
Mujeres Transnacionales/Instituto Para Las Mujeres En La Migración, AC (IMUMI)
El pasado 27 de marzo policías de Tulum, Quintana Roo, asesinaron a Victoria, una mujer salvadoreña que desde 2018 fue reconocida como refugiada en México. Ella, como casi todas las mujeres migrantes y refugiadas en el país, trabajaba en el sector servicios, en un hotel. Era madre de dos adolescentes. Victoria fue sometida por 4 policías, y de acuerdo con el dictamen de la necropsia tuvo una fractura en la parte superior de la columna producida por la ruptura de la primera y segunda vertebra, provocando su muerte.
Desde las organizaciones que apoyamos día con día a las mujeres migrantes y sus familias, nos quedamos horrorizadas al ver como quienes están encargados de proteger a la sociedad podrían matar a una mujer con ese nivel de brutalidad, pudiendo prevenirse. Sin conocer los detalles, nos preguntamos cuáles de las características interseccionales de vulnerabilidad de Victoria habrían intervenido para que la policía, en ese momento, no temiera las consecuencias, no siguiera los protocolos del uso de la fuerza, ni para llamar a una ambulancia cuando ella ya no respondía. ¿Fue por que era mujer, por ser extranjera, por el color de su piel, por su edad, por parecer de bajos recursos económicos?
No sabemos, pero intuimos que más allá de los factores de discriminación, la impunidad se destaca como factor principal que hizo que siguieran con la rodilla sobre su cuello. El hecho de que alguien haya filmado el momento y que las organizaciones feministas se hayan movilizado en redes inmediatamente es lo que nos da la posibilidad de buscar justicia para Victoria. Esa es la repugnante e importante diferencia entre el caso de Victoria y los otros feminicidios, homicidios y actos violentos en contra de la población migrante por parte de las autoridades, que han ocurrido en los últimos años y que no han producido la misma reacción del Estado, ni las mismas investigaciones, ni cobertura mediática, ni reclamo de la sociedad.
Y, aun así, como sociedad, nos quedamos cortas. Las imágenes de los policías matando a Victoria con el uso excesivo de la fuerza, según se aprecia en diferentes vídeos, recordaban lo sucedido en mayo de 2020 en Estados Unidos con George Floyd. Sin embargo, a diferencia de ese hecho, no ocupó las primeras planas de todos los diarios nacionales, no hubo marchas tumultuarias contra el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía, contra el racismo, la xenofobia y la discriminación en razón de género, profundamente arraigadas en México. Incluso, algunos medios de comunicación hablaban de “muere mujer migrante”. Victoria no murió, a Victoria la mataron. La forma de describir los hechos, y la reacción de la sociedad son importantes para empezar a revertir la plaga de la impunidad, pero el sistema de justicia penal también tiene que cambiar para que no sea la sociedad quien, a través de videos de celular, recolecta la evidencia y hace la investigación.
El caso de Victoria no es aislado o la excepción, pero si es emblemático del uso excesivo de la fuerza de la policía y de lo que viven las personas migrantes y refugiadas y sus familias. En diciembre de 2018, una mujer es asesinada por policías de Veracruz mientras disparaban a un vehículo en la carretera La Venta – Agua Dulce. En marzo de 2020 circuló un vídeo en el que policías de Tijuana asfixian a un hombre y, hace pocos días, el 30 de marzo de 2021, la Secretaría de la Defensa Nacional admite que un militar mató a un migrante guatemalteco en Chiapas por accidente.
Organizaciones de la sociedad civil mexicana y organismos internacionales han documentado, desde hace décadas, la violencia que viven las mujeres migrantes, principalmente durante su detención migratoria por parte del Instituto Nacional de Migración (INM), en su tránsito por el país, y el incremento de la violencia por parte de la policía, el ejército y, recientemente, la Guardia Nacional al realizar labores de contención migratoria. Incluso, el 27 de octubre de 2020 la Comisión Nacional de los Derechos Humanos emite la Recomendación 50/2020 por las agresiones contra personas migrantes en los municipios de Suchiate y Frontera Hidalgo, Chiapas, por parte de elementos del INM y de la Guardia Nacional. Actualmente, la Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene en sus manos la revisión de inconstitucionalidad de la participación de la Guardia Nacional en labores de control migratorio.
Las imágenes y videos nos permitieron conocer el caso de Victoria, pero ¿cuántas mujeres migrantes o refugiadas han sido asesinadas por uso excesivo de la fuerza de la policía o de militares o de la Guardia Nacional o de los agentes del Instituto Nacional de Migración? Es poco probable que lo sepamos ya que no existe un registro nacional que nos permita conocer los tipos y modalidades de violencia de la que son objeto. Entre 2014 y 2016, del total de delitos cometidos contra la población migrante, el 99 por ciento de los casos quedo impune.
Hoy, a unos días del asesinato de Victoria aún hay muchas incógnitas que resolver, pero por sobre todas las cosas es necesario que el gobierno federal y local garanticen una investigación pronta y transparente como feminicidio, por uso excesivo de la fuerza, un proceso que garantiza la reparación del daño, y la no repetición. Medidas de no repetición, que tendrían que incluir reformas estructurales al sistema de seguridad pública de Quintana Roo, más allá de capacitaciones en el uso de la fuerza. Así como medidas para que las policías tuvieran sueldos y condiciones de trabajo dignos, que fuera respetado su trabajo y que tuvieran el cien por ciento de certeza que violar los protocolos tendrá consecuencias.
El sistema de justicia penal no puede regresar a Victoria, pero su vida tendrá continuación a través de sus dos hijas adolescentes que quedaron sin madre. ¿Ahora dónde encontrarán seguridad si no pueden vivir en El Salvador, pero su país de refugio tampoco las puede proteger? Esta es una tarea profunda que nos toca resolver para lograr elementos de justicia en el caso.
Aún si un primer paso fue la vinculación a proceso y medidas cautelares que ordenó un Juez de Control del Distrito de Tulum, Quintana Roo, quien resolvió vincular a proceso a los 4 policías por el delito de feminicidio en agravio de Victoria Salazar, en la audiencia que se llevó a cabo el pasado 3 de abril. En tanto, el cuerpo de Victoria será repatriado, en un vuelo privado, en compañía de su familia y sus hijas quienes irán a El Salvador a despedirse de su madre. Lo que sigue, es la protección de las niñas para que no tengan que vivir con la misma inseguridad que su mamá.
#JusticiaParVictoria seguirá siendo la consigna, por ella, por sus hijas, y por todas las mujeres migrantes y refugiadas que son asesinadas en este país.
*Gretchen Kuhher: Directora del Instituto para las Mujeres en la Migración, AC (IMUMI). Abogada, especialista en la participación de las mujeres en la migración desde una perspectiva de género.
Fuente e imagen: https://desinformemonos.org/habitar-un-pais-que-no-reconoce-la-violencia-sistemica-contra-las-mujeres-migrantes-y-refugiadas/
Colombia: “Si usted no tiene salud, educación, una buena productividad, una vivienda… pues no va a haber nunca paz en la vida”
América del sur/Colombia/Noviembre 2020/eldiariodelaeducacion.com
- Resiliencia, organización y acción por la paz con perspectiva de género entre los cafetales del sur del Tolima, Colombia.
Los arbustos de café mezclados con los plátanos perfilan el color rojizo de las carreteras, planas solo de vez en cuando. Al girar la ladera, por encima del camino, un cartel estampado con numerosos logos institucionales da la bienvenida a “Planadas, Municipio de Paz”. A su lado, diversos plafones publicitan la calidad de los cafés especiales de Planadas, ganadores de la Taza de la Excelencia en varias ocasiones.
Anuncios que resumen toda una declaración de intenciones de una localidad con más de 50 años de conflicto en su historia, y que está cansada de que únicamente se la conozca como “la cuna de las FARC”.
Una de las mujeres supervivientes y resistentes a la violencia de décadas es Leonoricel Villamil Toro. En 2020 desarrolla su tercer período como concejal en Planadas por el Partido Verde, en representación del corregimiento de Gaitania, uno de los dos corregimientos rurales del municipio del sur del departamento del Tolima, a unos 1.500 metros de altitud. Leo, como se le conoce en toda la región, ejerce de 2ª vicepresidenta del Concejo, siendo ella la única mujer entre los trece miembros de la asamblea municipal. En 2015, después de asistir a un encuentro de Mujeres por la Paz en Bogotá, vio claro lo que tenía que hacer. «Me tomé el atrevimiento de vincularme, participar y representar a la mujer planaduna. Empecé a ir a las veredas a decirles cómo debíamos comenzar a articularnos, mostrar que sentimos un dolor pero que ya debemos dejar los miedos y hemos de reclamar los derechos que tenemos según la Constitución», declara Leo al recordar sus primeros pasos en la organización de mujeres. Es muy sencillo.
Además de dedicarse a la función pública y al trabajo por la comunidad, Leo también se hace cargo de la finca y los cafetales familiares. Mientras recorre la finca paterna, repasa su dura historia familiar, ligada al devenir del conflicto. “Me he visto afectada tanto y de tal manera que… una de ellas fue la terminación de mi familia, que constaba de cinco hermanos varones y mi persona. De ellos ya no queda ninguno”. Después de tomar aire, Leonoricel reflexiona: “Cuando a una le tocan es cuando siente y sabe el valor de las demás mamitas”.
Parir en medio de la guerra
La campesina llegó a Gaitania con tres años y desde ese entonces allí se crió, se educó y tuvo tres hijos, de los cuales solo le quedan dos. “El hijo me lo asesinaron el 27 de septiembre de 2015, a la edad de 28 años, junto con mi hermano y otro campesino”. Mientras clava la mirada en las montañas lejanas que los cafetales pintan al estilo puntillista, Leo habla del “temor de la gente a venir” durante años y años, y recuerda “cuando los helicópteros pasaban por encima de nuestras cabezas mientras el Ejército se desplazaba por tierra, y uno no sabía a quién ponerle cuidado; estábamos en medio de las balas, pero se seguía recolectando café”.
Según rememora la campesina: “A nosotras nos tocó parir a los hijos en medio de la guerra. Con lo que vivimos acá en la región —porque nosotros vivimos tomas guerrilleras— nos ha tocado salvar vidas, intermediar por personas, enterrar gente que quizás su familia nunca supo qué pasó… Asimilamos eso, y con mucha prudencia y cautela hemos aprendido a vivir en esta región donde nos hicieron mucho daño. A mí, y a las demás mujeres de Planadas, y más que todo, en la vereda Marquetalia, que fue en la que nacieron las FARC».
Según recoge la historiografía fariana, los fundadores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, nacidas en 1964, fueron “48 campesinos que habitaban en la región de Marquetalia, una colonia agrícola fundada por ellos mismos, 10 años atrás, a principios de los cincuenta”. Leonoricel narra que entre los desplazados de esas primeras guerras de la Violencia en Colombia estaba Pedro Antonio Marín, que se hizo llamar Manuel Marulanda Vélez. De él, Leo recuerda que se presentó como ingeniero y que fue el que trazó la vía hacia el municipio de Neiva: “Ese señor ya tenía también unas ideologías buenas, tampoco era todo malo”.
Como las otras zonas de colonización de mediados del siglo XX ubicadas en Planadas, “las colonias agrícolas fundadas por el campesinado desterrado de sus zonas de origen pasaron a ser consideradas Repúblicas Independientes a las que había que aniquilar”, según recoge la página web de la organización guerrillera. El relato de las FARC continúa: “El Ejército Colombiano, bajo la orientación de la misión militar yanqui” lanzó la Operación Soberanía u Operación Marquetalia, con la que combatió el comando guerrillero que dirigía el propio Marulanda, alias “Tirofijo”, quien después sería Comandante en Jefe de las FARC. El también fundador de las FARC, Jacobo Arenas, explica en el libro Diario de la resistencia de Marquetalia que “es de esta agresión contra las colonias de Marquetalia, el Pato, Riochiquito y El Guayabero que nacen las FARC como respuesta armada”. En el Programa Agrario de los Guerrilleros, proclamado el 20 de julio de 1964, los campesinos revolucionarios justificaban su lucha explicando que se alzaron en armas porque en Colombia estaban cerradas las “vías de la lucha política legal, pacífica y democrática”.
Más allá del mito fundacional
La historia aún sigue viva en la memoria de los y las habitantes de las veredas y casas de Planadas. “Aquí hay gente todavía que vivió y vio la Operación Marquetalia —remarca Leo—, y hay gente que combatió obligatoriamente contra la guerrilla, porque en ese entonces prestaban su servicio militar y todavía están acá”. Pero esta historia narrada desde la distancia y la falta de empatía se ha convertido para muchos en una marca que desean olvidar. “Aún hoy día todavía sigue el estigma de que aquí nació la guerra… Y eso es lo que nosotros estamos tratando de borrar”, dice Leo, a la vez que su mano derecha hace un gesto de borrar una pizarra.
Pese al mito fundacional, el conflicto en los montes del sur del Tolima venía de antes. De hecho, cuando hablan del conflicto armado en el Tolima, los expertos del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y de las instituciones académicas locales hablan de “una estructura endógena de largo aliento” y unos “orígenes asociados al período de La Violencia (1946-1958)”. En ese entonces, el conflicto armado era entre liberales y conservadores. Según la terminología local, Gaitania se clasificaría como un “municipio rojo”, aludiendo a su composición mayoritariamente liberal, en términos del bipartidismo tradicional.
“Aquí tildaron, aquí juzgaron. Aquí señalaron, pero ellos nunca supieron cuál era verdaderamente el conflicto, y nadie sabe por qué nació verdaderamente la guerra”, prosigue Leo, que corrobora que “no fue solamente la guerrilla”. La represión de las fuerzas militares, los falsos positivos y los montajes contra campesinos para ganar unas recompensas por haber capturado a unos supuestos guerrilleros atemorizaron la población civil del mismo modo, tal y como recoge el Colectivo de Abogados “José Alvear Restrepo” (CAJAR), entre otras organizaciones defensoras de derechos humanos. “Nos tocó vivir una etapa muy dura porque tanto el gobierno como las Fuerzas Militares también causaron mucho daño”.
Planadunas organizadas por la reconciliación y la paz
Pese a toda la violencia sufrida, Leo no duda que “hay que seguir, hay que dejar esos resentimientos, esos dolores, y hay que tratar de reconciliar. Ese es el ejemplo que tenemos que dar nosotras como mujeres, que somos las que generamos vida, que somos las que procreamos, las que parimos hijos. Ninguna madre quiere perder a un hijo ni quiere seguir trayendo hijos a este mundo para una guerra”, recuerda la concejal. Precisamente, fue en septiembre de 2015, después de la muerte de su hijo, cuando Leonoricel dio el paso de organizarse y luchar por los derechos de sus vecinas, especialmente por las mujeres víctimas del conflicto.
En el primer encuentro que organizaron participaron más de 500 mujeres, e hicieron una videoconferencia con Victoria Sandino, directora de la Subcomisión de Género de los diálogos de Paz de La Habana (Cuba), y durante la cual todas las mujeres de las veredas presentaron una propuesta. Así nació el Consejo de Mujeres por la Paz de Planadas, y según reporta Leo, hoy en día hay otras ocho asociaciones de mujeres en el municipio. Durante los últimos 5 años, las mujeres de Planadas han interactuado también con las mujeres del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de El Oso, la zona veredal para el proceso de desmovilización de la guerrilla de las FARC ubicada dentro de la jurisdicción de Planadas.
Sobre las mujeres de la zona veredal, Leo destaca que “ellas hoy en día tienen sus hijos, quieren que estudien, que se formen, y no quieren que vuelvan a la guerra”, eso, para ella, es todo un triunfo de la paz. Por otra parte, Leo reconoce que, tal y como las excombatientes denuncian, el Gobierno les está incumpliendo. “Por eso nosotras tenemos que aprendernos bien los cinco puntos, los puntos recogidos en los Acuerdos de Paz para uno poder hacer un reclamo”. Esos puntos a los que la concejal hace referencia son la implementación de una política de desarrollo agrario integral, la mejora de la participación política, el fin del conflicto con el cese de hostilidades bilateral, la solución al problema de las drogas ilícitas y la reparación de las víctimas, más un sexto punto referente a los mecanismos de implementación, verificación y refrendación de los acuerdos.
En busca de una verdad reparadora y una vida digna
Pese al reconocimiento de la fortaleza que les ha supuesto que los Acuerdos de La Habana hayan incluido en uno de sus principales puntos la equidad de género, Leonoricel opina que ellas, las mujeres víctimas supervivientes, sólo están representadas en parte. “En parte sí, porque hemos trabajado para que la paz continúe, y la inclusión de la equidad de género ha sido vital para nosotras salir a reclamar y mostrar que lo podemos hacer. Pero en parte no, porque nosotros también hemos sido afectados por el gobierno nacional, y en eso uno no ve justicia, uno no ve nada. Por eso nosotros hacemos parte y reclamamos el esclarecimiento de la verdad, que tanto los Acuerdos como la JEP (la Jurisdicción Especial para la Paz) recogen. Si usted cuenta la verdad, está sanando. Y a eso es a lo que nosotros hacemos un llamado”.
A su vez, la lideresa denuncia que hay gente que aún vive con temor, porque “todavía siguen los señalamientos”, que “la gente no sabe por qué fue víctima de la guerra” y que “todavía después de este Acuerdo de Paz, hay muchas irregularidades”. No fue hasta mediados de febrero de 2020, casi cuatro años después de la firma de los acuerdos, que la Comisión de la Verdad instaló la primera Mesa Técnica de No Repetición, como recogen los documentos publicados por la propia alcaldía de Planadas.
De igual forma, la concejala llama la atención sobre el acoso a los líderes sociales, una situación que también se siente en Planadas. “Hay mucha incertidumbre, no sabemos lo que está pasando”, explica Leo, que habla de la amenaza de los llamados “grupos posdesmovilización”: “Hablan de disidencia, de grupos que no sabemos quiénes son, de dónde son, cómo son… Con la guerrilla se sabía quién era el guerrillero, pero uno ahoritica no sabe quién es quién”. “158 armados con fusiles en Ataco-Planadas. ¿Y eso es delincuencia común?”, Ironiza Leo mientras conversa con las vecinas. “El último que mataron fue dentro, aquí en el pueblo, en plena calle, y las mujeres no nos estamos escapando de la muerte, lo asesinan por callarlo o callarla a uno”, lamenta la lideresa.
El camino hacia la paz: la superación de la pobreza
En su acción política, Leonoricel denuncia especialmente las condiciones de empobrecimiento en las que viven muchas de las campesinas de Gaitania. Por eso, Leo reclama que las mujeres “que se levantan a las 3 o 4 de la mañana y son las últimas que se acuestan, pero no tienen remuneración ni una vivienda digna”, sean reconocidas, recompensadas y visibilizadas, “porque en el campo y en el hogar lo fundamental es la mujer”. En la misma línea, Leo exige “que el gobierno cumpla y haga realidad los proyectos productivos y todo lo recogido en el acuerdo de paz”. Tal y como la lideresa remarca, “si usted no tiene salud, no tiene educación, una buena productividad, comercio, una buena vivienda… pues no va a haber nunca paz en la vida”. Pero si hay una necesidad que Leo destaca por encima de las demás es la de fortalecer la educación y ampliar la oferta formativa, para que los niños y niñas del municipio tengan la oportunidad de acceder a carreras universitarias.
Pese a su fortaleza externa, Leonoricel reconoce que no es fácil ser lideresa, y no es fácil ser una concejal entre doce hombres. “El machismo todavía sigue reinando en Colombia y en todo el mundo, y creen que las mujeres no somos capaces de administrar y manejar. Pero se equivocan, porque las mujeres somos más conscientes y más organizadas, y lo hemos demostrado”. Por eso, Leo está convencida de que las charlas y capacitaciones de equidad de género y empoderamiento a las mujeres y a las familias son fundamentales. “Esto es lo que más reclaman las mujeres. Que lleguemos a las veredas, a lo más profundo del campo”. La concejal tiene clara cuál es su perspectiva de futuro en cuanto a la organización de las mujeres en Planadas: “Las quiero ver bien, viviendo bien, educadas y empoderadas como mujeres».
Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/educacion-por-la-paz/2020/11/25/si-usted-no-tiene-salud-educacion-una-buena-productividad-una-vivienda-pues-no-va-a-haber-nunca-paz-en-la-vida/
Urge ampliar los programas de educación para prevenir la violencia de género en Puerto Rico
Centroamérica/Puerto rico/Noviembre 2020/elnuevodia.com
La esfuerzos para erradicar la violencia de género se debe centrar en llevar mensajes claros, coincidieron expertas
Los trabajos para erradicar la violencia de género de cualquier sociedad están anclados en la educación, pero una educación que trascienda los salones de clases para llevar información, recomendaciones y estrategias de paz a hogares, agencias de gobierno, lugares de trabajo y espacios públicos.
“Es algo que tiene que ser continuo”, indicó la copresidenta de la Fundación de Mujeres en Puerto Rico, Sara Benítez.
Por años, en Puerto Rico se ha debatido, y utilizado como balón político, la implementación de un currículo de enseñanza de equidad de género en las escuelas públicas como un instrumento para prevenir la violencia de género, particularmente contra las mujeres, apuntó la presidenta del Colegio de Profesionales del Trabajo Social, Mabel López Ortiz.
“Nosotros le apostamos a la prevención y por eso nos hemos sumado a las voces que han solicitar integrar el currículo de perspectiva de género en las escuelas. Pero esto no nos dará cambios drásticos o inmediatos, son cambios en futuras generaciones, que tendrán formas de relacionarse diferentes”, sostuvo la trabajadora social. “Pero es algo que se tiene que ver en todos los espacios, no solo en las escuelas. Hay países que han adoptado la perspectiva de género en todas las organizaciones formales e informales, en todos los espacios, ya que el asunto de género genera una transformación estructural. Lo han adoptado y les ha resultado en derrotar la inequidad”, añadió.
Se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, según fue designado por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El organismo internacional define la violencia basada en el género como todo acto que resulte en “daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”.
La definición se ha ampliado para abarcar a cualquier individuo que sea objeto de violencia debido a su identidad de género.
Aunque la violencia física -los golpes y la sangre- son las manifestaciones posiblemente más fáciles de reconocer de la violencia de género, hay manifestaciones emocionales, financieras y sicológicas, entre otras, igual de perversas y dañinas, apuntó la portavoz de la Colectiva Feminista en Construcción, Shariana Ferrer Núñez. Esta violencia no excluye la que surge desde las estructuras de poder, como el gobierno, añadió.
“Estamos convocadas a seguir construyendo. Nuestros reclamos no han cambiado, nuestra forma sigue sumando gente y es un ejercicio de hacer comunidad”, señaló Ferrer Núñez.
Durante años, diversos grupos de derechos humanos y organizaciones que ofrecen servicios a víctimas de violencia han explicado que el propósito de establecer un currículo en equidad de género en las escuelas públicas es crear la base para una sociedad en la cual se eliminen las nociones de que un género está por encima del otro, ideas que en nuestra cultura favorecen atribuir características de fuerza y poder a lo masculino y sumisión y obediencia a lo femenino.
“La perspectiva de género trabaja la valorización de la diversidad, la inclusión, de que estamos todas, todos y todes incluidas en este proyecto que es tener un mejor Puerto Rico y una mejor sociedad”, indicó Benítez. “La educación es a lo largo de toda la vida, la educación es un proceso continuo. No es que termina cuando termina la educación formal en las escuelas, y cada vez es más necesario”, agregó.
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Hay que superar esa falsa información sobre lo que es la perspectiva de género y eso se supera con una educación basada en en pensamiento crítico, en que hagamos un análisis
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Ampliación en proceso
En lo que va de año, en Puerto Rico se han reportado 10 muertes a causa de la violencia de género, precisó la procuradora de las Mujeres, Lersy Boria. Asimismo, se han reportado 53 feminicidios.
El mes pasado, la gobernadora Wanda Vázquez Garced firmó una orden ejecutiva en la que estableció, como “servicio prioritario” del gobierno, la lucha para garantizar la seguridad de las mujeres.
La directriz dejó fuera la reinserción del currículo de enseñanza de equidad de género en las escuelas públicas, una iniciativa que comenzó a implementarse en 2016 y fue derogada en 2017. No obstante, Vázquez Garced ordenó la ampliación a todo el sistema escolar del programa de escuelas coeducativas. Este modelo escolar fue estrenado como un plan piloto en 2018 y tiene como objetivo primario promover la equidad de género.
En agosto de 2018, 11 escuelas públicas arrancaron el proyecto piloto, el cual promueve el uso de estrategias para incluir la equidad de género y erradicar la discriminación. La ley que las creó establece que el currículo debe ampliarse a todas las escuelas de nivel elemental. Las primeras 11 escuelas coeducativas están ubicadas en San Juan, Bayamón, Toa Baja, Corozal, Caguas, Comerío, Gurabo, Vega Baja, Lares, Yauco y Juana Díaz.
De acuerdo con datos provistos ayer por el Departamento de Educación, nueve escuelas adicionales se sumaron a la iniciativa en el año escolar 2019-2020, y este año se continuó en los mismos 20 planteles. En estas se ha implementado un “Manual de actividades curriculares: Equidad de género”, que fue revisado el año pasado, se han ofrecido orientaciones a padres, madres y encargados, y los estudiantes han tomado pruebas para medir el conocimiento adquirido.
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Se minimiza la orientación, se minimiza el adiestramiento que trabajamos, pero el aspecto de la prevención es el mayor reto y lo que tenemos que trabajar para luchar contra la violencia de género
”
“Estamos en proceso de llevar a cabo la evaluación externa del proyecto y virtualmente las maestras en destaque están realizando las intervenciones con maestros y estudiantes”, se informó por escrito.
La mandataria ordenó, además, que el personal docente y no docente reciba adiestramientos en equidad de género y derechos humanos, los cuales se informó que ya se trabajaron y los empleados podrán tomarlos dentro de poco tiempo.
La procuradora de la Mujer argumentó que se requieren mayores esfuerzos para erradicar la violencia de género, así como más recursos económicos. Destacó, por ejemplo, que ya cursó nuevamente una solicitud ante la Junta de Supervisión Fiscal (JSF) para una reasignación presupuestaria. El ente fiscal autorizó en septiembre la reasignación de $80,000 para la contratación de servicios legales y compra de equipo tecnológico.
“La violencia de género es multifactorial, es una de las tantas cosas que tenemos que trabajar de manera holística. No podemos pensar que exclusivamente se resuelve con más policías o que exclusivamente se trabaja con un currículo con perspectiva de género y ya. Esos son unos de los muchos, de los tantos elementos en un tema tan complejo y, como país, tenemos que trabajar mucho con la prevención”, manifestó Boria.
El reto de la pandemia
López Ortiz, la presidenta del Colegio de Profesionales de Trabajo Social, expresó que las restricciones impuestas por el gobierno para manejar la pandemia de COVID-19 han creado espacios de mayor riesgo para individuos en situaciones vulnerables, como las mujeres víctimas de violencia de género y los menores víctimas de maltrato infantil.
Campañas de orientación que antes se llevaban a escuelas o centros comerciales ya se han movido a espacios virtuales, a los cuales no todos tienen el mismo acceso, reconoció Boria.
“Lamentablemente no es nada nuevo. La Organización Mundial de la Salud (OMS), la ONU, Unicef, hace tiempo han estado documentando cómo aumenta la violencia de género en épocas de crisis. Y no solo crisis de salud, como la pandemia, sino también crisis económica”, expuso Benítez.
Ferrer Núñez destacó que estas crisis acrecientan la “feminización de la pobreza” pues golpean desproporcionadamente la capacidad económica de las mujeres que pierden sus trabajos y que tienen que dejarlos para ser cuidadoras a tiempo completo.
Para atender todas estas nuevas necesidades, la Colectiva Feminista en Construcción realizará hoy el Quilombo Feminista, de 3:00 p.m. a 7:00 p.m., en la Placita Barceló en Barrio Obrero, en San Juan. Además de conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, repartirán 100 compras de alimentos, así como comidas calientes, y tendrán presentaciones artísticas.
“Si se trabajara con una perspectiva de género, el gobierno se hubiese dado cuenta de que esta carga iba a ser muy grande para las mamás, mujeres jefas de familia, y se tenía que desarrollar programas de apoyo. Igual, si hubiese perspectiva de género en el gobierno, se hubiese mirado el impacto de todo lo que tiene que ver con la salud, el desempleo, el trabajo, la educación sobre las mujeres, de eso se trata la perspectiva de género y trabajar para erradicar la violencia de género”, dijo Benítez.
40 años del asesinato de “Las Mariposas”
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó, en 1999, que cada 25 de noviembre se conmemore el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en honor a la memoria de las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, quienes en 1960 fueron asesinadas por el régimen del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo.
“Las Mariposas”, como se les conocía al trío de hermanas, perteneció al Movimiento 14 de junio, un grupo de oposición al régimen trujillista y fueron asesinadas por la policía secreta mientras regresaban de visitar a sus esposos encarcelados en la Fortaleza de San Felipe.
Fuente: https://www.elnuevodia.com/noticias/locales/notas/urge-ampliar-los-programas-de-educacion-para-prevenir-la-violencia-de-genero-en-puerto-rico/
Hombres y disturbios
Por: Miguel Lorente Acosta
Análisis desde una perspectiva de género sobre los disturbios violentos que estos días se han producido en distintas ciudades de España
Nada ayuda a encontrar un retrato robot o un perfil en los disturbios que han ocurrido estos días; ni las ciudades, que se mueven desde Barcelona a Logroño y desde Ibiza a Vitoria; ni los barrios donde se han llevado a cabo, unos son obreros de la periferia y otros del centro urbano; tampoco los grupos, algunos con miembros de la ultraderecha y de “comandos” antisistema, otros de “negacionistas” y ultras de equipos de fútbol; ni tampoco las acciones que realizan, unas veces altercados con quema de contenedores y destrozos del mobiliario urbano, y otras con saqueo de comercios.
Nada lleva a encontrar elementos comunes más allá de la violencia, tal y como destacan las informaciones y los atestados elaborados, lo cual demuestra la ceguera sobre el elemento común a todos ellos, que es el hecho de que la mayoría de las personas que integran estos grupos violentos son hombres.
Y lo sorprendente de esa amaurosis social incapaz de ver ese elemento común, no es porque no sean conscientes de que la inmensa mayoría de esos violentos son hombres, sino que dan por hecho que lo son como parte de la normalidad.
La misma sociedad que niega la relación entre masculinidad y violencia es la que asume que la mayor parte de las personas violentas, en grupo o actuando de forma individual, son hombres. Esta situación es el reflejo de la paradoja que revela la aceptación de ese modelo, no su desconocimiento, y que toda la estrategia basada en la “falacia de la minoría”, que recurre al argumento de que son “unos pocos” frente a la mayoría, es verdad se trata de un razonamiento más para defender el modelo minimizando sus consecuencias.
Esa idea de reducir el daño abordando el resultado, en realidad supone mantener las circunstancias causales que siempre producen consecuencias negativas y dolor en sus distintas expresiones, aunque la respuesta puntual a cada suceso mejore.
¿Ustedes creen que estos hombres violentos capaces de destrozar el mobiliario urbano, saquear comercios, atacar a la policía… son personas que cuando tienen un conflicto con sus parejas dialogan de manera razonada, o que aceptan otras posiciones y las ideas de otras personas que no piensan como ellas?
Son hombres sembrados de violencia que la masculinidad tradicional ha introducido para que se comporten de manera coherente con su hombría, y para que el resto de los hombres de esos grupos los reconozcan como más hombres, pero también para que, según su modelo y sus preferencias, demostrar su virilidad ante las mujeres de su entorno.
Por eso hay una retroalimentación positiva hacia la violencia, de manera que aquel hombre que lanza los mensajes más violentos en la reuniones y en la redes suma puntos, el que en las protestas se pone en primera línea frente a la policía suma puntos, el que les arroja un adoquín suma puntos, el que vuelca un contenedor suma puntos, el que luego le prende fuego suma puntos; y si alguien lanza un cóctel molotov al furgón de la policía suma muchos puntos, lo mismo que los que rompen los escaparates de los comercios, los que destrozan cajeros, o los que saquean tiendas…
Todo forma parte de una violencia donde el factor masculino es la clave en su inicio, desarrollo y valoración final.
Y el hecho que demuestra que forma parte de ese modelo androcéntrico en el que la violencia aparece unida al poder, es la utilización que se hace de los disturbios. Por eso la ultraderecha culpa a extranjeros y a la izquierda con el objeto de defender sus ideas, miembros de la izquierda culpan a la ultraderecha para reforzar sus posiciones, los antisistema culpan a las decisiones del Gobierno, y los comerciantes a la deriva de una pandemia cada vez más descontrolada.
Que la mayoría de los protagonistas de la violencia en los disturbios sean hombres, no significa que la mayoría de los hombres sean violentos, intentar cambiar el sentido del argumento, como habitualmente sucede cuando se plantea la relación estrecha entre hombres y violencia, confirma esa relación y el interés en desmarcar de la masculinidad la violencia que muchos hombres utilizan de manera voluntaria en las circunstancias que ellos deciden.
La Universidad de Granada está desarrollando en estos momentos un curso (gratuito y con la matrícula abierta hasta el 16 de noviembre), sobre “Masculinidad y violencia”, donde se estudia esa realidad histórica común en todo el planeta, hasta el punto de que el 95 % de los homicidios son cometidos por hombres (ONU,2013), y en el que se analizan todas las circunstancias que permitan avanzar hacia la erradicación de los factores estructurales que llevan a los hombres a utilizar la violencia como una opción válida a pesar de las consecuencias.
Nada es casualidad cuando se habla de masculinidad y violencia, en el momento actual, a un día de las elecciones presidenciales americanas, ya se está planteando la posibilidad de que grupos de hombres armados y violentos actúen con violencia para generar disturbios si el resultado no se corresponde con lo que ellos consideran que debe ser. Y no se trata sólo de una cuestión aislada, individual o grupal, sino que el propio presidente Donald Trump ha lanzado y potenciado ese mensaje desde una masculinidad machista de la que ha hecho gala en el ejercicio de sus funciones para defender sus ideas, valores y la posición de poder que otorga privilegios a los hombres, entre ellos, como se aprecia, el ser “invisibles” ante la violencia y los disturbios. No por casualidad el núcleo de sus votantes está formado por “hombres blancos”.
Pero esta realidad no tiene porque ser así, es una construcción cultural que puede y se debe modificar a través de la educación, de la concienciación y de la crítica a ese tipo de conductas. No existe un determinismo violento para los hombres, igual que no existe una única masculinidad que tenga que permanecer unida a la violencia como argumento y estrategia. Esa identidad masculina es consecuencia de una cultura machista que se puede modificar, y dar lugar a otra masculinidad que acepte la convivencia basada en el respeto y la resolución de conflictos de manera pacífica.
Los disturbios no son un accidente, son la consecuencia del modelo androcéntrico de sociedad y masculinidad que tenemos.
Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/hombres-y-disturbios/
Qué apariencia tendría una ciudad feminista
Reseñas/Asia/India/elpais.com
Las figuras de los semáforos son solo el comienzo. Bombay ha cambiado las tradicionales siluetas masculinas de cientos de ellos por otras de mujeres. Y crecen estas iniciativas en otras ciudades, un pequeño paso en el camino hacia urbes más igualitarias
En India, los hombrecillos de los semáforos han experimentado un cambio de sexo. De repente, buena parte de las figuras que saludan a los habitantes de Bombay desde los pasos de cebra de las calles llevan falda. La metrópoli es la primera ciudad india que ha sustituido las siluetas masculinas por otras femeninas en, de momento, 240 de estos sistemas de señalización.
Se trata de un pequeño paso para fomentar la igualdad entre sexos, un gesto que indica que el espacio pertenece a todos, incluidas las niñas y las mujeres, que a menudo tienen la sensación de ser un objeto, una presa fácil en la jungla urbana.
Elsa Marie D’Silva también creció con las miradas, las manos ávidas y la inseguridad que forman parte de la cotidianeidad de las mujeres en este país [considerado el país más peligroso del mundo por la violencia de género en repetidas ocasiones]. «Cuando eres una chica joven o una mujer, te miran insistentemente. En los espacios o en los autobuses llenos tienes miedo de que los hombres te toquen, y cuando caminas por la calle, hacen comentarios sobre ti todo el tiempo», denuncia la fundadora de la Fundación Red Dot que lucha contra la violencia sexual.
D´Silva, de 46 años considera que la campaña de las figuras en los semáforos es una buena señal: «Representa un avance importante, porque no se habla lo suficiente de nosotras. No vemos suficientes símbolos de mujeres que inspiren valor».
En las ciudades de India, las mujeres desempeñan un papel secundario. Por ejemplo, hay pocas calles, edificios o monumentos que lleven el nombre de alguna destacada. «Las figuras de los semáforos», afirma, «representan a los habitantes de la ciudad de manera igualitaria y pueden lograr que aumente la sensibilidad, pero no bastan para que las mujeres se sientan a gusto y seguras en los espacios públicos».
Hecha por y para hombres
La seguridad que se siente en una ciudad o en un barrio suele estar estrechamente relacionada con aspectos básicos como la estructura urbana o el sistema de transporte. Sin embargo, en opinión de Leslie Kern, autora de Feminist City (ciudad feminista), las ciudades de todo el mundo han sido hechas exclusivamente por y para hombres. «Las experiencias de las mujeres en la vida urbana y sus necesidades específicas siempre se han contemplado a posteriori. La razón es que la mayoría de los urbanistas y los políticos eran y siguen siendo hombres, y no tienen las mismas experiencias que las mujeres», reflexiona Kern, profesora e investigadora de Geografía, Medio Ambiente y Estudios sobre la Mujer y de Género de la universidad canadiense Mount Allison.
Muchos hombres no pueden imaginar lo que se siente al ser acosada en cualquier momento, tener que apretujarse en el autobús estando embarazada, o coordinar el cuidado de los hijos, con las compras y el trabajo. La división de la ciudad en zonas residenciales, comerciales, de oficinas o industriales pasa por alto el día a día de las mujeres, que por lo general estan obligadas a compaginar su profesión con otras tareas, como el cuidado de los hijos, y con frecuencia deben recorrer grandes distancias entre su casa, el jardín de infancia, el parque, el colegio, los proveedores de servicios (como el médico) y su lugar de trabajo…
Además, ellas dependen más del transporte público que los hombres. Sin embargo, rara vez este medio las lleva directamente de un lugar a otro, lo cual no solo supone tiempo, sino que también afecta a la seguridad de las viajeras. Las ciudades suelen invertir más en construir vías céntricas que en calles peatonales y sistemas de transporte público.
Si bien algunas infraestructuras, como los pasos subterráneos, pueden facilitar el flujo del tráfico, para las mujeres estos túneles ocultos son desagradables, y en caso de agresión sexual se convierten en una ratonera. Además, sin ascensores o escaleras mecánicas, son una barrera para las madres con cochecitos de niño.
Cuenta Kern que, cuando vivía en Londres y se quedó embarazada de su hija, de la noche a la mañana todo se convirtió en una carrera de obstáculos. «De repente parecía que la ciudad me estuviese diciendo que yo no pertenecía a ella», recuerda. «Ya no cabía en el transporte público con el cochecito de bebé ni podía moverme fácilmente por la calle, y la gente me miraba como si no se me hubiese perdido nada en el espacio público».
La falta de ascensores y escaleras mecánicas, así como los escalones, las escaleras con giros demasiado bruscos, las puertas giratorias, las cuestas muy empinadas, las curvas cerradas, los aseos públicos demasiado pequeños, las plazas o las vías estrechas por las que circula un gran número de personas y en las que no queda sitio para los carritos de niño dificultan el tránsito de las madres por la ciudad.
La ciudad feminista
¿Cómo debería ser, entonces, una ciudad justa? «El urbanismo feminista sería aquel que reconociese y remunerase los cuidados no pagados, y en el que las necesidades de las mujeres se tomasen en consideración tanto en el diseño como en las decisiones presupuestarias», aclara Kern. Las ciudades que incorporan la perspectiva de género tienen en cuenta el efecto de cualquier proyecto sobre las circunstancias de la vida de las mujeres y de los hombres. Por igual. Esto incluye, por ejemplo, preguntar a las mujeres qué necesitan y qué quieren antes de ejecutar una obra.
Según Kern, habría que modificar y ampliar los sistemas de transporte público y crear más opciones de vivienda que incluyan alternativas a la familia nuclear tradicional. La co-vivienda, en la que varias familias monoparentales y nucleares viven en comunidad y comparten espacios colectivos turnándose en la cocina, el cuidado de los niños y otras tareas domésticas, ofrecen una posibilidad para aligerar la carga femenina.
De momento, la ciudad feminista es una utopía, pero muchos centros urbanos de todo el mundo están experimentando con pequeñas intervenciones, como baños para mujeres sin techo, equipos móviles contra la violencia de género o incluso esta de Bombay y otras, con figuras femeninas en los semáforos. «El paso hacia la ciudad feminista no vendrá sencillamente de arriba, de los urbanistas y los políticos», piensa Kern. A menudo son las mujeres, así como las organizaciones ciudadanas, las que impulsan estos cambios con sus iniciativas.
Lugares peligrosos
En el marco del proyecto Safer Cities for Girls (ciudades más seguras para las niñas), la ONG de ayuda a la infancia Plan Internacional hizo una encuesta a niñas y mujeres de grandes ciudades como Delhi, El Cairo, Hanoi, Kampala o Lima preguntándoles sobre sus experiencias con el acoso sexual, la discriminación y la violencia, y recogió ideas para hacer las ciudades más seguras.
En las llamadas marchas por la seguridad, las jóvenes recorrieron las calles de su barrio e hicieron fotografías de los lugares peligrosos y los puntos problemáticos, como la falta de alumbrado o los aseos públicos que no se pueden cerrar, y los señalaron en mapas digitales. La documentación digital tiene como fin contribuir a sensibilizar a la población, pero también exigir cambios concretos a la policía, el ayuntamiento o los gobiernos.
En los últimos meses, la organización ha pedido a las niñas y las mujeres de las grandes ciudades alemanas que compartan sus experiencias. En el mapa de Ciudades Seguras, las participantes han marcado, por ejemplo, carriles para ciclistas o paradas no iluminados, o puntos de encuentro de «grupos de hombres sospechosos» que merodean cerca de los bancos, en las plazas públicas o en las estaciones de metro.
Según Elsa Marie D’Silva, en India también sería importante rediseñar el transporte público para que sea más seguro para las mujeres. En los trenes y los autobuses ya hay asientos y compartimentos especiales para ellas, pero la activista denuncia que «fuera de esos espacios segregados nadie garantiza tu seguridad».
A finales de 2012, varios hombres violaron brutalmente a una joven en Nueva Delhi. La víctima murió a causa de las heridas. El caso desencadenó un debate nacional sobre la violencia sexual. D’Silva también quiso hacer algo y fundó con unas amigas la plataforma de microfinanciación Safecity con el objetivo de documentar y denunciar el alcance de las agresiones sexuales. Desde entonces, numerosas chicas y mujeres han aportado más de 13.000 historias que incluyen desde los comentarios de contenido sexual hasta las violaciones.
Cuando los datos indican un punto conflictivo, D’Silva, su equipo y las afectadas se reúnen con las autoridades, las empresas de transporte, la policía y los habitantes de la zona e intentan encontrar soluciones entre todos. Por ejemplo, se han organizado sesiones en las que las jóvenes han pintado murales en los aseos públicos, las calles o los colegios donde ha habido casos reiterados de acoso.
El año pasado, la fundación organizó miles de talleres en los que mujeres y hombres jóvenes hablaron de experiencias dolorosas. Además, los chicos aprendieron que el acoso no es una diversión, y que deben adoptar una postura activa contra la violencia sexual. Y es que los cambios físicos por sí solos no bastan para crear una ciudad en la que las niñas y las mujeres se sientan más seguras.
Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/10/05/planeta_futuro/1601906471_000087.html
La mujer pública
Por: Carolina Vásquez Araya
La historia nos ha enseñado la amarga verdad: el cuerpo femenino como un bien colectivo.
En días recientes Dawn Wooten, enfermera estadounidense, ha denunciado la práctica de esterilizaciones forzadas practicadas contra mujeres migrantes en el centro de detención del condado de Irwin, Georgia. Sus alegatos han levantado polvo: por un lado, acusaciones de quienes intentan desacreditar a la denunciante y, por otro, la exigencia –desde altas instancias en la Cámara de Representantes- de profundas y extensas investigaciones sobre estas posibles violaciones contra los derechos humanos de las víctimas.
Las esterilizaciones forzadas en los cuerpos de mujeres indígenas o de las capas más pobres de los países latinoamericanos y africanos no es novedad alguna. En la década de los años 60, los Cuerpos de Paz estadounidense actuaron como misioneros para imponer por la fuerza el control demográfico en nuestro continente, con la graciosa anuencia de los gobiernos locales. Esa práctica de una crueldad inaudita nunca mereció juicios ni condenas y las mujeres castradas de manera tan salvaje como injusta tampoco recibieron reparación alguna.
La perspectiva oficial generada desde los ámbitos políticos en relación con los derechos de las mujeres sobre su cuerpo, no ha cambiado. Las asambleas legislativas dominadas por el pensamiento hegemónico de una masculinidad mal entendida siguen imponiendo su agenda cargada de restricciones sobre más de la mitad de la población; y, de ese modo, se impide el ejercicio de ese derecho mediante castigos extremos. En la mayoría de nuestros países se condena a mujeres, niñas y adolescentes que buscan asistencia sanitaria para interrumpir embarazos o, simplemente, cuando se presentan en los hospitales con emergencias obstétricas. Es decir, se les veda no solo el derecho de recibir atención sino también de optar por una solución humanitaria a su situación crítica.
Las mujeres, por el hecho de haber nacido como tales, son así declaradas un bien público por sociedades regidas bajo códigos estrictamente patriarcales. Ya avanzado el siglo veintiuno se perciben retrocesos aberrantes en la perspectiva de género, como por ejemplo en Francia, en donde han comenzado a agredir en las calles a jóvenes mujeres por vestir falda. Actos de extremo salvajismo en un país supuestamente igualitario, avanzado, culto y en donde paradójicamente nació el pensamiento fundamental que consagra los derechos de la ciudadanía: Libertad, Igualdad, Fraternidad.
El retorno a prácticas misóginas en países que habían logrado superar esas barreras, dicen mucho de cómo ha persistido, a través de los siglos, esa super valoración de la masculinidad contra la visión de un sexo femenino asociado a la sumisión, la obediencia, la inferioridad y la función subordinada de aportar su cuerpo como instrumento de beneficio social por medio de la reproducción controlada. Los movimientos feministas han alcanzado grandes avances en términos prácticos, pero ni siquiera han llegado a rozar el núcleo mismo del sistema, cuya principal característica es un profundo temor al poder de las mujeres en ámbitos tradicionalmente masculinos como la política, la economía y la justicia.
Las mujeres gozan de iguales derechos y responsabilidades, de acuerdo con tratados y convenciones de efecto obligatorio. Sin embargo, derribar las barreras opuestas a su pleno desarrollo es todavía un tema pendiente que impide la evolución de la sociedad hacia estadios superiores de convivencia y, para ello, será necesario derribar los marcos valóricos obsoletos que nos rigen. A partir de ahí, comenzar de nuevo con una plataforma igualitaria, justa y de mutuo respeto.
El temor por el poder femenino es el mayor de los obstáculos.
Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/la-mujer-publica/