Organizaciones, radios comunitarias y centros de derechos humanos exigieron «el cese inmediato de los actos de intimidación y criminalización» contra la radio indígena comunitaria Radio Coatl, de la comunidad de Santa María Coapan en Tehuacán, Puebla.
El pasado 5 de septiembre, explicaron las organizaciones, se presentaron dos camionetas del Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) en Radio Coatl y fotografiaron al personal y las instalaciones, «permaneciendo dos horas frente a las instalaciones, generando temor y amedrentando a los radialistas».
Recordaron que por su labor comunicativa Radio Coatl ha sido objeto de amenazas y hostigamiento «por parte de autoridades municipales, la Fiscalía del Estado y actores vinculados a Morena y al Partido Verde», y que tan sólo en 2022 «el entonces auxiliar de Santa María Coapan, Antonio Dolores, orquestó un intento de linchamiento e incitó al desmantelamiento de la radio».
Desde su fundación en 2015, Radio Coatl forma parte de la red de radios indígenas y comunitarias del sureste mexicano que acompaña las luchas de los pueblos y comunidades en defensa de su territorio, como la del Comité de Bienes del Pueblo de Santa María Coapan, que logró la cancelación definitiva del basurero municipal de Tehuacán.
Los actos de intimidación contra la radio «buscan debilitar el trabajo de “Radio Coatl” en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, su autonomía y libre determinación. Así mismo nos preocupa profundamente que el próximo presidente municipal de Tehuacán, Alejandro Barroso, insista en buscar la reapertura del relleno sanitario, a pesar de la existencia de un mandato judicial de cancelación definitiva, motivó por el cual pueda Radio Coalt sufrir algún tipo de agresión», señalaron las radios y organizaciones solidarias.
A través de una carta, las radios, colectivos y centros exigieron que se detengan «de forma definitiva» los actos de intimidación y criminalización contra Radio Coatl y sus integrantes, así como protección legal y jurídica de los radialistas, una investigación de los actos de linchamiento y hostigamiento y respeto al derecho a la comunicación comunitaria e indígena.
A continuación la carta completa:
A las radios indígenas y comunitarias, medios libres y alternativos,
A la opinión pública nacional e internacional,
A las organizaciones de derechos humanos, sociales, democráticas y solidarias,
Al Congreso Nacional Indígena y al Consejo Indígena de Gobierno,
A los pueblos indígenas de México y el mundo.
Solidaridad y Exigencias ante el Hostigamiento contra Radio Coatl
Las organizaciones abajo firmantes, ante la campaña de hostigamiento y criminalización contra “Radio Coatl”, radio indígena comunitaria, ubicada en la comunidad indígena de Santa María Coapan, municipio de Tehuacán, Puebla, con ocho años de transmisión en el 98.3 FM, queremos expresar nuestra profunda preocupación y solidaridad. Exigimos el cese inmediato de los actos de intimidación y criminalización contra los medios de comunicación que defienden los derechos de los pueblos indígenas.
El pasado 5 de septiembre del 2024, alrededor del mediodía, dos camionetas de IFETEL se presentaron en las instalaciones de “Radio Coatl”, fotografiando tanto el domicilio como al personal, permaneciendo dos horas frente a las instalaciones, generando temor y amedrentando a los radialistas. Este proyecto de comunicación, que desde 2015 forma parte de la red de radios indígenas y comunitarias del sureste mexicano, ha acompañado importantes luchas, como la del “Comité de Bienes del Pueblo de Santa María Coapan”,que logró la cancelación definitiva del basurero municipal de Tehuacán.
Por su papel fundamental en la difusión de información, “Radio Coatl” ha sido objeto de amenazas y hostigamiento por parte de autoridades municipales, la Fiscalía del Estado y actores vinculados a Morena y al Partido Verde. En 2022, el entonces auxiliar de Santa María Coapan, Antonio Dolores, orquestó un intento de linchamiento e incitó al desmantelamiento de la radio.
Estos actos de intimidación buscan debilitar el trabajo de “Radio Coatl” en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, su autonomía y libre determinación. Así mismo nos preocupa profundamente que el próximo presidente municipal de Tehuacán, Alejandro Barroso, insista en buscar la reapertura del relleno sanitario, a pesar de la existencia de un mandato judicial de cancelación definitiva, motivó por el cual pueda radio Coalt sufrir algún tipo de agresión.
Exigimos:
Cese inmediato del hostigamiento: Que se detengan de forma definitiva todos los actos de intimidación y criminalización contra “Radio Coatl” y sus integrantes.
Protección legal para la radio y sus miembros: Solicitamos que se garantice la protección jurídica de los radialistas de “Radio Coatl” y que se respete su derecho a la libertad de expresión y comunicación.
Investigación de los actos de linchamiento y hostigamiento: Demandamos que se investiguen las acciones del Presidente Auxiliar Antonio Dolores y otros actores que promovieron la violencia contra “Radio Coatl” en 2022.
“Garantía del derecho a la comunicación comunitaria e indígena: Exigimos que el gobierno municipal y estatal reconozcan y respeten el papel de las radios comunitarias como parte fundamental de la defensa de los derechos indígenas.
Basta de regresión!
Basta de intimidar la labor de las radios comunitarias!
Alto a la campaña de persecución y hostigamiento!
Atentamente
Movimiento Agrario Indígena Zapatista.
Unión de Comunidades de la zona norte del Istmo.
Radio ecos de la Sal.
Radio Tlayoli.
Radio comunitaria Las Voces de los Pueblos 102.1 fm. Matias Romero oaxaca.
Iniciativas para el Desarrollo de la Mujer Oaxaqueña (IDEMO).
FPDTA-MPT.
Radio Comunitaria Zacatepec, Centro de derechos humanos de los pueblos del Sur de Veracruz Bety Cariño.
Radio comunitaria Altepetl Zoquitlan.
Cholollan Radio Comunitaria.
Corriente del Pueblo Sol Rojo,
Comité de Bienes del Pueblo y Vigilancia del Santa Maria Coapan,
Movimiento Tlaxcalchipac.
Laboratorio Popular de Medios Libres.
Noticias de abajo.
Grupo de Trabajo «Fronteras, Regionalización y Globalización» de CLACSO.
Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio.
Seminario Permanente de Estudios Chicanos y de Fronteras.
Resistencia Civil Luz y Fuerza del pueblo, Chiapas.
Servicios para una Educación Alternativa EDUCA.
Organizaciones Indias por los Derechos Humanos en Oaxaca. Oidho,
Red la Vida.
Centro de derechos humanos Rafael Ayala y Ayala.
Radio Zapatista.
COMPPA.
Radio Tuklik
Cargadores de la comunidad para la accion social y pastoral diocesis de tehuacan.
Radio Tekuani, Tatahuicapan de Juarez, Ver.
Radio Comunitaria Tsinaka.
Bety-ren lagunak (pais vasco)
Hijos de la Tierra,
Coordinadora Anarquista Tejiendo Libertad CATL,
Pueblos Unidos de la región cholulteca y de los volcanes.
Unión de pueblos y Fraccionamientos contra el relleno sanitario y en defensa del agua.
La arrogancia del conquistador matando saberes y mundos de vida se proyecta sobre el presente extractivista y amenaza con destruir otros futuros posibles. De la explotación del Potosí a las explotaciones de los salares y humedales para la extracción de litio. El sistema exige no parar de «producir», en territorios y cuerpos, con ritmos frenéticos, establecidos por financistas, administradores del poder y científicos. Apuntes breves para un diagnóstico sobre la época.
En el principio fue la «fiebre del oro». Desmató* los bosques y sus pueblos. La arrogante «Razón» imperial se consolidó sobre el epistemicidio originario. Su obra dilecta, nació infectada de indolencia congénita. La ciencia occidental se desentendió de la vida. Le cedió los suelos a los mercaderes y las aguas, a los ingenieros. Más tarde, confió la energía a los físicos y el gobierno de la vida en común a los especialistas en finanzas, dichos “economistas”. Y así nos fue.
Ahora, de esos suelos cosechamos hambrunas, pandemias y sindemias de todo tipo. Las aguas se revuelven en forma de sequías, tempestades e inundaciones crecientes. El agua y el alimento —bases de nuestras energías vitales, de nuestra salud y convivencialidad— han sido convertidos en vectores de contaminación, enfermedades, hostilidades y muerte.
Los físicos nos devolvieron la energía en forma de la más poderosa arma de destrucción masiva, incluso, con poder para exterminarnos a nosotros mismos. Y los financistas terminaron de crear los mecanismos que nos mantienen esclavizados a una maquinaria de producción destructiva presuntamente imparable. Se nos ha inculcado que esa maquinaria no se puede detener porque, en tal caso, “todo sería peor…”. Se nos dice que esa máquina tiene que seguir funcionando, creciendo y aumentando su velocidad para que, alguna vez, “resuelva” todos nuestros problemas y cure todos nuestros males. Producir, producir, producir.
A medida que esta maquinaria avanza, más nos hundimos en un pozo de impotencias, sufrimiento y desesperación. Finalmente, los financistas han logrado convencernos de que nuestra “libertad” es la sujeción a semejante maquinaria… Su mandato crece a expensas de nuestras capacidades y condiciones de autodeterminación (y felicidad). Hoy estamos buscando la “libertad” en los callejones más oscuros de lo que nos esclaviza y nos oprime.
La fiebre del oro, desde el principio de desmatamento, es el combustible originario que alimenta la maquinaria. Hoy sigue explotando más a fondo las entrañas del planeta y los cuerpos. Nos ha sumido a la voracidad insaciable de los “comedores de tierra” que están provocando la “caída del cielo”, como dice Davi Kopenawa.
Esta maquinaria no sólo está asfixiando el aire que respiramos. Está colapsando la gracia en nuestras vidas. No hay vida más penosa que una vida sin gracia… Pero si no la detenemos, va a acabar hasta con la gracia misma de vivir.
*Desmatar o desmatamento es un neologismo del idioma portugués. Significa desmontar/deforestar, pero es un juego de palabras que remite a matar. El maestro Carlos Walter Porto-Goncalves nos enseñó que «desmatar es matar».
Normalistas de Ayotzinapa reprocharon que el caso de sus 43 compañeros desaparecidos desde 2014 no se encuentre entre los 100 puntos del programa de trabajo de la presidenta electa Claudia Sheinbaum y que procurar justicia no sea una prioridad para la próxima administración.
En una protesta en el Antimonumento de los 43 en Guerrero, los normalistas exigieron a Sheinbaum que le dé continuidad a las investigaciones, pues en este sexenio no se cumplió la promesa del presidente Andrés Manuel López Obrador de procurar justicia en el caso y, por el contrario, “el gobierno protege a los que tuvieron que ver con la desaparición”.
Los estudiantes acusaron que a pesar de que ya se sostuvo una reunión entre padres y madres de los 43 y AMLO, el informe oficial sobre los avances de las investigaciones “sigue siendo el mismo” y aún no se entregan los folios pendientes a manos del ejército que contienen información sobre el paradero de los estudiantes.
“Al principio de su gobierno tuvo avances en las primeras investigaciones, hasta que llegó a toparse con el ejército mexicano”, señalaron los normalistas este martes en Guerrero, un día antes de que se cumplieran 117 meses de la desaparición de sus compañeros.
Durante el acto, los normalistas también criticaron que la próxima administración profundizará la militarización del país a través de la Guardia Nacional, y que los militares y actores políticos involucrados en el caso seguirán sus procesos en libertad.
Como cada mes, los normalistas de Ayotzinapa marcharán junto a los padres y madres de los 43 en la Ciudad de México rumbo al Zócalo capitalino para exigir al gobierno federal que cese la protección al ejército y cumpla con su compromiso de resolver la desaparición de los estudiantes en Iguala, Guerrero.
El empoderamiento es un concepto que se fundamenta en la capacidad de las mujeres para autodeterminarse, para tomar decisiones significativas sobre sus propias vidas y las de sus comunidades; implica un cambio en las relaciones de poder y permite que tengan un papel activo y decisivo en el desarrollo social, económico, político y cultural, aseguró la doctora Aleida Azamar Alonso, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La actividad congregó a personas que han acompañado propuestas de modelos productivos alternativos que fomentan el empoderamiento de las mujeres en comunidades indígenas, campesinas y rurales, cuyas condiciones históricas han sido muy difíciles debido a las carencias, el trabajo no remunerado y/o no reconocido y la falta de oportunidades.
En México, dijo la investigadora, el panorama laboral para la población femenina es complejo y desafiante; está caracterizado por una notable desigualdad de género y, a pesar de los avances significativos de incorporación que han tenido a diversos sectores económicos, aún persisten brechas importantes que limitan su plena participación y desarrollo profesional.
De hecho, la tasa de cooperación de ellas es considerablemente más baja que la masculina; sólo 40 por ciento de ellas puede acceder a un empleo formal, mientras que en el informal la cifra es de 54 por ciento. La disparidad salarial es otro indicador de este fenómeno, lo que afecta la independencia económica femenina.
Su empoderamiento económico es crucial para equilibrar las relaciones de poder dentro del hogar y la sociedad, y les permite tomar decisiones sustanciales para mejorar su posición social y política. Ejemplo de ello es el Centro de servicios comunitarios Mujeres en Lucha de San Miguel Topilejo, ubicado en una colectividad periurbana donde han creado un espacio seguro que brinda oportunidades de trabajo y de superación.
Recuperaron un sitio que estaba abandonado, un rastro, e hicieron un taller de diseño y producción textil, cuyos productos venden al gobierno de la Ciudad de México; instalaron un comedor que ofrece hasta 200 comidas para ayudar a los más necesitados, brindan servicios de asistencia social, dentistas, psicólogos; hay un taller de serigrafía, un gimnasio, un teatro que están tratando de hacer al aire libre, un pequeño huerto y captación de agua de lluvia.
Otro ejemplo es la Organización de Mujeres Masehual que se encuentra en la sierra norte de Puebla, en el cual han logrado crear canales de comercio seguro; producen shampoo, jabones miel y artesanías y también están procurando recolectar agua de lluvia.
La Cooperativa Masehual ha impulsado varios proyectos, como el Hotel Tazelotzin que es sustentable, puesto que al interior se utilizan diversas ecotecnias, desde estufas ecológicas para reducir el consumo de gas, implementación de celdas solares para reducir el consumo de energías fósiles. Además, incentivan a los huéspedes a que hagan un uso sustentable de los bienes naturales y ofrecen recorridos turísticos por la zona.
Gisela Illescas Palma, campesina, agroecóloga y feminista comunitaria, habló sobre su participación en diversos proyectos; uno es en la Alianza de Mujeres en Café de México, organización internacional dedicada a empoderar a las féminas en el sector cafetalero promoviendo su colaboración y reconocimiento en todo el mundo. También ha proyectado Vida, A.C., asociación campesina de base en Ixhuatlán del Café, Veracruz.
Vida, A.C. contribuye con familias, comunidades, redes y movimientos en busca de una soberanía alimentaria, una salud holística y una autonomía económica en armonía con la Madre Tierra, el feminismo y la agroecología.
Para el logro de una soberanía alimentaria, la organización promueve el rescate de la cocina tradicional y sus aportes al patrimonio biocultural, la promoción de los mercados campesinos y de trueque, cada año realizan la feria de la milpa para el intercambio de semillas, así como varias estrategias de diversificación de transformación artesanal de alimentos.
En lo que se refiere a la economía solidaria, desde hace 23 años han alentado los grupos en ahorro solidario, para fomentar la cultura del ahorro y ha logrado el empoderamiento económico de las mujeres. Ya se maneja una marca propia de café donde se controla desde la semilla hasta la taza en roda la cadena de valor.
Cuentan con un pequeño programa de turismo campesino que busca brindar la experiencia en el cafetal. En la parte de salud promueven círculos de autocuidado y salud emocional, y poseen con toda una línea de herbolaria. Practican la agroecología como un pilar fundamental para los cultivos del café y su diversificación.
En el evento intervino la doctora Silvia Eréndira Muñoz Ortiz, de la Universidad Iberoamericana, quien relató un paseo por los valles de Tehuacán y los centrales de Oaxaca, donde la investigación Acción Colaborativa estimula el dinamismo del patrimonio biocultural desde sus propios territorios en busca de un buen vivir, en armonía con su cosmovisión mediante modelos de empresas sociales y solidarias.
Asimismo, Aranzazú Díaz Fernández, directora de Acciones para el Desarrollo Comunitario (ADECO), A. C., presentó una serie de iniciativas para el progreso municipal, desde el proyecto de economías comunitarias hasta la experiencia de la autonomía financiera del grupo Tierra Viva, que está transformando vidas y colectividades.
Ciudad de México | Desinformémonos. Familiares, madres buscadoras y colectivos lanzaron la campaña «Vota por las personas desaparecidas», para visibilizar la crisis de desapariciones en el país «que se ha intentado invisibilizar en el proceso electoral».
«Si has tomado la decisión de anular tu voto en estas elecciones federal 2024 a la Presidencia de la República porque consideras que las opciones de los partidos políticos no representan una opción digna, te invitamos a que te sumes a nuestra campaña “Vota por las personas desaparecidas”», se lee en el sitio web habilitado para la campaña.
Para participar, se utilizará el apartado «candidatos no registrados» de las boletas electorales, ubicado al final con la leyenda «Si desea votar por algún/a candidato/a no registrado/a, escriba en este recuadro el nombre completo». Ahí deberá escribirse el nombre de la persona desaparecida que el ciudadano elegirá del listado de «candidaturas por la dignidad». Posteriormente, se puede tomar una fotografía y mandarla al correo votaxdesaparecidos@gmail.com o por medio de alguna de las redes sociales de los colectivos de búsqueda.
«La intención es hacer un conteo del ejercicio y publicar las boletas, lo cual se hará garantizando el anonimato de todas las personas», explicaron las familias. Añadieron que la razón de no colocar el nombre de la persona desaparecida en cualquier lugar de la boleta es que, a pesar de que los efectos prácticos entre anular el voto y votar por una persona candidata no registrada son los mismos, «la diferencia radica en que las personas funcionarias de casilla están obligadas a registrar los nombres de las candidaturas no registradas, es decir, los nombre de las personas desaparecidas aparecerán en los conteos oficiales haciendo que estas sean visibilizadas».
En el sitio habilitado para la campaña también se encuentran materiales gráficos y de difusión, con grabados, pancartas y fotos intervenidas para invitar a la población al #VotoDignamente.
En 1979 se publicó Language and Control, de Roger Fowler, Bob Hodge, Gunter Kress y Tony Trew, un libro muy importante en el estudio de las relaciones entre lengua y sociedad y para el desarrollo de lo que hoy conocemos, en los Estudios del Discurso, como el Análisis Crítico del Discurso.
Hay libros que marcan huella, que indican un nuevo camino, que nos hacen ver cosas que no habíamos advertido, ese es el caso de Language and Control. Entre otras cosas, señaló que el trabajo que se estaba haciendo en el análisis lingüístico y sociolingüístico se delimitaba a la descripción de la lengua y de las variaciones lingüísticas a nivel social, pero que eso no era suficiente, se podía hacer más, se podía ir más allá de la pura descripción de datos.
Las relaciones entre la lengua y la sociedad son más complejas de lo que podamos pensar. Por ejemplo, las diferentes formas en las que hablamos o escribimos dependen de la situación social en la que nos encontramos; no es lo mismo hablar a un amigo que a la policía, no es lo mismo redactar una noticia que escribir un correo electrónico; en cada caso adaptamos nuestro lenguaje, elegimos las palabras para dirigirnos a otras personas.
El hecho de adaptarnos a una situación social y comunicativa implica que, en mayor o menor medida, de manera consciente o inconsciente, aceptamos determinadas reglas o normas que son impuestas por la lengua y la sociedad. En general, esto es así. Sin embargo, Fowler, Hodge, Kress y Trew indicaron la importancia de revelar, en particular, la función que tiene el lenguaje en reproducir el control social.
Es decir, cuando nos dirigimos a un policía usamos palabras como “disculpe, oficial, ¿qué hora tiene?” o “perdone, agente, ¿me da la hora, por favor?”. Hablar así implica aceptar que el policía tiene un poder que nosotros, como simples ciudadanos, no tenemos, y que por eso lo debemos respetar, y el respeto se expresa en las palabras.
Pero no sólo pasa con la policía. Esto mismo ocurre entre padres e hijos, profesores y estudiantes, médicos y pacientes, jefes y trabajadores, periodistas y entrevistados, etc. Los primeros tienen un cierto poder que los segundos no tienen, y esta estructura de poder se expresa en el lenguaje, en las palabras que usamos para dirigirnos a las otras personas.
Así pues, el lenguaje contribuye a la reproducción de formas de poder y por lo tanto al control social: tenemos que respetar el rol que nos toca ejercer en la sociedad. Evidentemente, el respeto es fundamental para relacionarnos con los demás. Sin embargo, muchas veces el poder no quiere ser cuestionado ni tampoco quiere ser revocado.
Como bien sabemos, en muchas ocasiones, las personas que asumen un poder, o toman un poder (incluso con violencia), no sólo quieren respeto, quieren pleitesía, obediencia total, sin cuestionamientos ni quejas. Entonces el control social se convierte en abuso de poder, en desigualdad social.
Y el lenguaje sigue cumpliendo allí una función esencial. Hitler era el “führer” (el líder), Franco era “el generalísimo”. El policía es el “oficial” o “el agente”. Y quien altere o cambie la palabra por rebeldía, desacato o injuria, es amonestado o castigado. El lenguaje es poder. El lenguaje es control social.
En este sentido, los investigadores del lenguaje pueden aportar diversos conocimientos para explicar cuáles son los mecanismos que se usan en la lengua para reproducir el poder y el control social. Eso fue lo que señalaron los autores de Language and Control en 1979.
En esos años -como se anotó antes-, la Lingüística y la Sociolingüística estaban centradas en describir la estructura de la lengua y las variaciones lingüísticas a nivel social, pero no tomaban en cuenta funciones sociales del lenguaje que son fundamentales porque explican no sólo cómo nos comunicamos día a día, sino también cómo nos relacionamos en la vida social.
Debido a lo anterior, y para llenar ese hueco en el estudio de la lengua, Fowler y compañía propusieron crear el término Lingüística Crítica. Un campo de investigación centrada en “the unveiling of lingüistic practices which are instruments in social inequality and the concealment of truth” (es decir, en develar las prácticas lingüísticas que son instrumentos de la desigualdad social y el ocultamiento de la verdad), dicen los autores en la prólogo del libro.
Es verdad, han pasado muchos años desde la publicación de Language and Control. Pero es un libro clásico, un libro que abrió un nuevo camino en el estudio del lenguaje. Y siempre vale la pena volver a él porque muchos de sus planteamientos siguen vigentes.
Además, Language and Control es un antecedente del llamado Análisis Crítico del Discurso, que se desarrolló en años posteriores, una postura de investigación que heredó y continuó, hasta el día de hoy, un aspecto central del libro de Fowler y sus colegas: el análisis crítico.
Es decir, el análisis científico puede ir más allá de la mera descripción de un objeto de estudio, puede asumir una posición crítica, la cual significa, básicamente, denunciar cuando un objeto de estudio, como la lengua, puede reproducir problemas sociales como el poder, el control o la injusticia social. La labor científica es descriptiva, pero también puede ser crítica.
Para los lectores de habla hispana, Language and Control fue traducido y publicado al español en 1983. Actualmente, algunos de los autores del libro ya han fallecido, pero el espíritu crítico que heredaron al estudio del lenguaje sigue vivo y creciendo de la mano de los analistas críticos del discurso.
Luis Fernando Pumuy abre la llave del grifo que está fuera de su casa y moja casi todo su cuerpo para refrescarse del tremendo calor que hace en la comunidad indígena de Asunción del Quiquibey, donde confluyen las etnias mosetén y tsiname. El agua sale con buena presión a pesar de que las lluvias en este lugar, hasta diciembre de 2023, fueron solo una alegría pasajera. El agua escaseaba en muchas comunidades indígenas y los pueblos amazónicos sufrían por las sequías. Cuando las lluvias volvían el sufrimiento se debía a las inundaciones. Los pueblos indígenas amazónicos se debaten entre esos dos extremos, en la sequía es difícil encontrar agua para sobrevivir y en la época de fuertes lluvias, las crecidas del río amenazan con destrozar sus humildes casas.
Cuando el agua escasea o está contaminada, o cuando las personas tienen un acceso desigual o nulo, pueden aumentar las tensiones entre comunidades y países. Por eso, el lema que las Naciones Unidas estableció para el Día Mundial del Agua 2024 es “Agua para la paz”.
“Cuando cooperamos en materia de agua, creamos un efecto en cascada positivo, promoviendo la armonía, generando prosperidad y fomentando la resiliencia frente a los desafíos comunes”, argumenta Naciones Unidas en un comunicado.
Eso lo entendió muy bien Asunción del Quiquibey, que durante mucho tiempo sufrió por la falta de adaptación al entorno acuático que la rodea. Tuvo que trasladarse en cuatro ocasiones por las constantes crecidas del río Quiquibey que han azotado al pueblo en los últimos diez años. Esas desgracias dejaron a la comunidad sin escuela, sin posta de salud y sin casas. Hoy se reinventan y esperan no tener que soportar un traslado más. El último que hicieron fue solo hace dos años.
Las 36 familias de esta comunidad se han movido, poco a poco, a la zona más alta de su territorio, llevando en sus hombros sus pocas pertenencias, pero también la esperanza. A pesar de las desgracias, los comuneros no están tristes. El agua no es potable, pero valoran el líquido que llega a los grifos de cada una de sus humildes casas a través de tuberías desde una fuente de agua, localizada a hora y media de camino de esta localidad amazónica, que forma parte del municipio de Rurrenabaque, en el departamento de Beni.
Entre agosto y septiembre la sequía llega a su peor momento: las aguas están bajas y la navegación se hace complicada. Para llegar al lugar se debe abordar una embarcación en el centro poblado de Rurrenabaque y navegar durante tres horas entre remolinos, fuertes corrientes, varias lomas de arena y un paisaje biodiverso.
Alejandro Caimani es el corregidor de la comunidad, su máxima autoridad indígena y habla de los embates del agua en la época de lluvias. Muestra su pequeña casa, dice que es nueva y que es la cuarta vez que traslada sus cosas porque Asunción del Quiquibey estaba ubicada en una zona que no era la adecuada. El líder relata que en dos ocasiones la crecida del río destruyó las canchas de la comunidad y las escuelas. Las desgracias también sucedieron porque, según él, la tierra no perdona y va cayéndose a las aguas tranquilas del río Quiquibey.
“El agua es muy importante para nosotros y tenemos la dicha de poder disfrutarla. La cuidamos porque es parte de nuestra familia. Con el agua cocinamos, nos bañamos, la hacemos hervir para tomarla. Imagínate la vida sin agua, eso no queremos nosotros. El agua es vida y acá hay mucha vida”, dice Caimani sentado en el tinglado donde hacen las reuniones en Asunción del Quiquibey.
Aunque el agua llega en exceso con las lluvias, el acceso al líquido es una de las principales vulnerabilidades que conlleva el cuarto traslado que están haciendo. Es paulatino, ya que algunas familias todavía viven en la zona expuesta a la crecida del Quiquibey. La antigua toma de agua corría riesgo por la erosión del suelo causada por el río. “Cada vez que el río inunda, nos afecta en la pérdida de nuestro territorio. Como comunidad estamos trabajando para mover la comunidad una vez más y ponernos a salvo”, relata Caimani.
En medio de este panorama, la comunidad indígena ha puesto manos a la obra: realizaron mejoras al sistema de agua que tienen, el cual incluye un tanque de 5000 litros de agua, reconstruyeron la toma de agua con una tapa que evita el ingreso de tierra y lodos, mejoraron la red de aducción —con 934 metros lineales de tubería— hasta la nueva comunidad y reforzaron el paso de quebrada de 85 metros con un cable de acero.
La secuelas de una inundación
En poco más de dos meses Bolivia pasó de una dura sequía que redujo la superficie de los lagos y el caudal de los ríos, provocando inéditas olas de calor e incendios forestales, a un exceso de lluvias que, en febrero de 2024, superaron los registros normales de varias décadas. Las cifras oficiales dan cuenta de más de 40 fallecidos entre noviembre de 2023 y febrero de 2024, decenas de evacuados, pueblos inundados y cuantiosos daños a la infraestructura.
Ana Mendoza, del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (SENAMHI) de Bolivia, atribuye al cambio climático estos factores. La especialista explica que el fenómeno de El Niño normalmente trae sequía al occidente boliviano y parecía que se prolongaba, pero sucedió lo contrario. Es por eso que las lluvias, que generalmente llegan de la Amazonía brasileña, esta vez también llegaron de la Amazonía peruana y ecuatoriana, lo que no es habitual.
La historia de la comunidad Puerto Yumani, de la etnia tacana y que también pertenece al municipio de Rurrenabaque, es similar a la de Asunción del Quiquibey. Esta localidad, después de las inundaciones de 2015, decidió fortalecerse ante los eventos adversos del clima. Cada año sufren por las inundaciones y aunque hasta el momento no han tenido pérdidas humanas, han perdido sus sembradíos y animales. Por eso, en junio de 2023 construyeron un albergue en la altura. Esta localidad está a 274 metros sobre el nivel del mar y la infraestructura construida está cinco metros arriba del suelo.
Practical Action, una organización sin fines de lucro que tejió alianzas con comunidades indígenas de la Amazonía boliviana y la Alcaldía de Rurrenabaque, dieron los recursos para los materiales y la comunidad puso la mano de obra.
La construcción es conocida como el “Arca de Puerto Yumani” y su objetivo es poner a salvo a las 24 familias de la comunidad en caso de una nueva inundación, como la que los golpeó a inicios de 2015. Ese desastre natural los encontró muy vulnerables y les dejó hambre y enfermedades.
Óscar Cabrera, exviceministro de Defensa Civil de Bolivia en 2015, recuerda que en esa época las inundaciones dejaron más de 1 000 familias damnificadas, sobre todo en el área rural de la Amazonía boliviana.
En Puerto Yumani, el agua llega a cada casa, todas construidas con madera del lugar. Oscar Libay Chamairo, perteneciente a la etnia tacana, es el presidente del Comité de Agua de Puerto Yumani y explica cómo todos los habitantes lograron tener acceso al agua.
“Antes nos quitábamos el agua entre las familias. El agua que teníamos era del municipio, nos llegaba en cisternas. Nos la cortaron desde hace dos años y ahora estamos empezando a utilizar el agua que viene de bombeo. Se hizo un pozo para poder sacar agua, aunque no es potable, es agua que nos ayuda mucho para lavar ropa, cocinar o también para asearnos”, relata Libay.
El “Arca del Puerto de Yumani” se convirtió en centro de reunión de la comunidad. Es como un refugio ante cualquier emergencia. Ruti Chao, una anciana del poblado, no se distrae. Anota todo lo que puede. En frente están los expertos que les asesoran en caso de que sufran un nuevo desastre. Ruti está sentada y a su lado está su nieta, quien juega con piedras y tierra. La niña no desconcentra a la anciana. “No queremos sufrir como hace años (en 2014), cuando la inundación nos dejó sin casas, sin nuestras cositas, nos dejó sin nada. Fue un año muy difícil”, dice.
A finales de 2014 e inicios de 2015, Bolivia enfrentó una de las peores inundaciones de su historia reciente, la cual afectó, sobre todo, a las comunidades amazónicas. Muchas localidades quedaron bajo el agua debido a las crecidas de los ríos y los pobladores no tuvieron tiempo para reaccionar. Ahora, Practical Action y otras organizaciones aliadas instalaron alertas en varios de los ríos que llegan a estas comunidades, como Asunción del Quiquibey, Puerto Yumani y Altamarani. Son aparatos tecnológicos que avisan sobre las crecidas de los afluentes.
León Lizón Romano, jefe de Proyectos de Practical Action, le explica a Mongabay Latam que se instalaron pluviómetros en varios puntos de los ríos cercanos a las comunidades, para medir la cantidad de lluvia que cae y así poder advertir si los ríos enfrentarán crecidas o no. El experto detalla que esta es una medida de alerta temprana y que este trabajo también va de la mano con capacitaciones con las comunidades indígenas y varias obras, como el Arca del Puerto Yumani.
“Todo esto es un reto, es difícil, pero no imposible. Hay varios desafíos y los proyectos requieren varios ajustes. Nosotros estamos felices de lograr sinergia entre autoridades, comunidades y nosotros, y eso es un logro, ya que mientras más unión haya, los resultados serán más grandes”, explica Lizón.
Muchos de los comuneros esperaban lo peor para inicios de este 2024, ya que calculan que las inundaciones fuertes vienen cada diez años. Tanto en Asunción del Quiquibey, Altamarani y Puerto Yumani tienen la misma percepción. No quieren predecir el mal, pero siguen los conocimientos de sus ancestros. “Lo más seguro era que a principios de 2024 hubiera muchos problemas por nuevas inundaciones. Nosotros conocemos nuestros territorios, y parece que es el tiempo. Pero ahora estamos más preparados para enfrentar las desgracias que son parte del comportamiento de nuestra Madre Tierra”, dice Libay.
Jesús Rivera, director de la unidad de Gestión de Riesgos de la Alcaldía de Rurrenabaque, también tiene temor por las inundaciones por alertas de organismos especializados porque recuerda la de 2014, cuando en su municipio murieron 11 personas y se desplomaron cerros que están muy cerca de la localidad amazónica.
“Se perdió el sistema de agua potable, que viene de la serranía, por 28 días. La gente tomaba agua de la lluvia, de algunos arroyos y muchas personas se refugiaron en las unidades educativas. Entonces, en esta unidad educativa (Germán Busch) la hemos elegido para que sirva como refugio para que las personas que lleguen puedan utilizar el sistema de cosecha de agua, y por medio del tinglado podamos reutilizar el agua”, destaca Rivera.
El Fenómeno de El Niño causó inundaciones en Bolivia pero los indígenas amazónicos de estas comunidades se sienten satisfechos con los resultados de las acciones implementadas, ya que la época de lluvias intensas pasó sin causarles estragos. Esperan seguir teniendo el mismo éxito en el futuro.
El agua llegó a Altamarani
Altamarani también es una comunidad indígena de la Amazonía boliviana. Pertenece a la etnia tacana y al municipio de San Buenaventura del departamento de La Paz. En esta localidad, el agua también es un recurso preciado y cuidado. Norberto Buchapi es el presidente del Comité de Agua de la comunidad y recuerda que en su niñez y adolescencia no tenían acceso al líquido porque no había arroyos cerca. Sólo consumían agua del río Beni.
Hasta el 2005 utilizaron el agua del Beni para todas sus necesidades, a pesar de que estaban contaminadas. Sin embargo, un año después todo cambió: se instaló un tanque de agua elevado y se perforó un pozo de 26 metros de profundidad.
“Al principio el proyecto no funcionó. A los ocho metros de perforación se encontraron con terreno arcilloso. Tuvimos que parar. Pero luego se realizó una nueva perforación y tuvimos que profundizar para sacar buena agua, que no es potable, pero nos ayuda mucho”, relata Buchapi.
En Altamarani también se instalaron dosificadores de cloro para el mejoramiento de la calidad del agua. Además, se hizo seguimiento al trabajo del Comité de Agua, el cual está establecido dentro de la organización comunal y se encarga de la operación, mantenimiento, administración del sistema de agua y el consumo de cada usuario.
En esta comunidad también se instaló un sistema fotovoltaico para el bombeo del líquido y un biodigestor para el tratamiento de aguas negras de los baños de la escuela del pueblo. Practical Action, junto a otras organizaciones, desarrollaron estos proyectos.
“Después de realizar un análisis del agua en esta comunidad, descubrimos que las fuentes de agua contienen niveles altos de hierro y manganeso de origen natural. Esto era problemático para el consumo. Además, dañan los sistemas de distribución, como tuberías y grifos, a mediano y largo plazo”, remarca León Lizón Romano, jefe de Proyectos de Practical Action.
En Altamarani viven 25 familias, la mayoría se dedica a la agricultura y también tienen emprendimientos propios, como la producción de chocolate y harina de plátano. Roxana Áñez abre la llave del grifo que está fuera del centro de producción de harina. Lava su materia prima y también sus manos. Está feliz, es como si estuviera conociendo el agua por primera vez.
“Acá el agua nos sirve para todo. A mí me ayuda mucho para avanzar con el emprendimiento que tenemos con las mujeres de la comunidad. La familia también utiliza mucho el agua. Nos sirve para cocinar, para la higiene, para lavar ropa, la hervimos y sirve para tomar o para hacer una chicha (refresco). Tenemos la dicha de que nos organizamos y ahora podemos tener agua, no como antes, que teníamos que caminar al río Beni para tener un agua sucia y contaminada”, explica Áñez.
En la comunidad, 10 000 litros de agua duran tres días. Buchapi es el encargado de abrir la llave maestra para que el tanque vuelva a llenarse. Ese proceso, que antes duraba tres horas, hoy puede durar hasta cinco horas, lo que demuestra que cada vez es más difícil obtener agua para llenar el tanque. Cada familia de la comunidad paga por el servicio de agua, no más de 21 bolivianos (tres dólares). El dinero recaudado es utilizado para el mantenimiento del tanque y otros servicios que son parte del funcionamiento del sistema hídrico, como el pago de la energía eléctrica para que la bomba funcione.
Resiliencia es la palabra que ahora más se comprende en estos pueblos amazónicos. Las comunidades están superando las circunstancias traumáticas que vivieron debido al cambio climático, principalmente por la sequía y las riadas, fenómenos antagónicos que los han afectado por igual. Crecidas de ríos, desplazamientos, derrumbes, migración e inundaciones, son algunos de los desastres que sufrieron y que, paradójicamente, conllevaron a la escasez de agua. Buchapi recuerda que hace una década la crecida del río Beni dañó los sembradíos que tenían y algunas casas se derrumbaron. Nunca más volvieron a tener ese tipo de sufrimiento.
En la época de sequía la situación empeoraba y esto provocó la migración de muchos de los habitantes de Altamarani. Las familias se dispersaron y muchas decidieron irse a zonas urbanas a buscar una vida mejor. Los comuneros que se quedaron, después de mucho tiempo de esfuerzo, ahora tienen acceso al agua y tienen algunos emprendimientos que administran.
Michelle Vásquez, especialista en medio ambiente del Área de Gestión de Riesgos del Servicio de Hidrología y Meteorología (Senamhi) de Bolivia, explica que la sequía en la Amazonía no era un evento muy recurrente y que las inundaciones sí eran más frecuentes, pero en los últimos años, aproximadamente desde el 2016, las afectaciones por la falta de agua son más fuertes y recurrentes.
“En los próximos meses no tenemos un escenario favorable, las proyecciones que se tienen es que habrá menos precipitaciones, por tanto, es muy probable que la sequía continúe”, dice la especialista.
En las tres comunidades pasaron los meses más intensos del fenómeno de El Niño sin sobresaltos, a pesar de que Bolivia atraviesa un duro golpe por las intensas lluvias, lo que provocó desbordes de ríos e inundaciones. Desde Puerto Yumani, Altamarani y Asunción del Quiquibey no se escucharon desgracias, al contrario, midieron la resiliencia y también esperan enfrentar la crisis de la sequía con éxito, y más que con éxito, con agua propia.
*Imagen principal: Un niño de la comunidad Puerto Yumani bebe el agua que sale de un grifo. El recurso llega a los hogares gracias al trabajo de los comuneros. Foto: Iván Paredes.
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