26 de julio de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org
Por: Martha Lucía de la Cruz
El gran sueño es tan sencillo como complejo: despertar el amor por el campo recuperando sus tradiciones, la cultura y los saberes
En reciente entrevista, el Ministro de Hacienda decía que “el pesimismo es la criptonita de la economía, porque la debilita”. Difícil no estarlo cuando todos los días la mayoría de las noticias son sobre corrupción, violencia, politiquería… males que nos aquejan desde hace décadas y que no se resuelven.
Este sentimiento podría matizarse, sin ingenuidad por supuesto, si los medios registraran otras noticias. Por ejemplo las iniciativas de comunidades que, en contextos complejos y adversos, están haciendo transformaciones positivas y generando bienestar en lugares recónditos de nuestra geografía colombiana. Ahí está la energía para insistir y ser perseverante y la motivación para seguir hacia delante.
Un grupo de organizaciones tuvimos la fortuna de hacer una visita al corregimiento de Lomitas, en el municipio de la Cumbre, en el Valle del Cauca, donde la comunidad educativa del colegio María Auxiliadora y su rector, Rubén Darío Cárdenas, vienen liderando el proyecto “La Educación como proceso de transformación cultural”[1].
Lo primero que valoramos fue que rector, directivos, docentes y alumnos, hicieron caso omiso del paro, recientemente levantado. El domingo en la noche nos dieron la más cálida de las bienvenidas y compartieron con nosotros hasta bien entrada la noche. Y en los dos días siguientes, nos esperaron en cada una de las sedes para contarnos sus historias, las dificultades que cotidianamente tienen que enfrentar y también sus sueños.
Es imposible transmitir en este escrito la visión y proyección que tiene esta comunidad sobre el territorio y como la están haciendo realidad desde la educación. Un modelo que se sustenta en 5 apuestas institucionales: familia y comunidad; aguas y bosques; plantas y animales; deporte y recreación y transformación y comercialización.
A partir de éstas, se aprende haciendo, se investiga, se reflexiona, se experimenta, se coopera y se trabaja en equipo. Aquí todos aprendemos, los niños tienen muchos conocimientos, al igual que los padres de familia, comenta uno de los docentes.
Tenemos que saber de donde somos, conocer y valorar lo nuestro y también, proyectarnos al mundo. Queremos recuperar lo autóctono, la tierra, soñar con la posibilidad de ser campesinos y quedarnos aquí, pero con ciencia, con tecnología con innovación.
Pudimos conocer cómo lo hacen a partir del trabajo en las huertas escolares donde aprenden matemáticas, ciencias naturales, español, sociales, biología y experimentan con nutrientes y abonos; la panadería donde procesan harinas especiales y se inventan panes exquisitos de café, de piña con sábila y muffins de zapallo; los aceites esenciales de limoncillo, eucalipto o caléndula que hacen en el laboratorio y donde se reinventan los alambiques para ser más eficientes.
Manifiestan, eso si, la preocupación por un Estado ausente y políticas desconectadas de sus necesidades, sin pertinencia y soluciones que no llegan oportunamente. “Se contratan programas de capacitación que no necesitamos y para ejecutar a la carrera, finalizando el año cuando el tiempo hay que dedicarlo a otras actividades”.
Por esto han desarrollado una gran capacidad de gestión e innovación. Esto es diciendo y haciendo, dice el Rector. No podemos sentarnos a esperar que nos lleguen las soluciones. Los reconocimientos y premios que les han dado y los resultados de las pruebas SABER e ISCE son la evidencia de que lo están logrando.
El gran sueño es tan sencillo como complejo: despertar el amor por el campo recuperando sus tradiciones, la cultura y los saberes, pero pensando los desafíos que deben enfrentar en el siglo XXI, en una ruralidad anclada en el siglo XX.
Así como nosotros fuimos a conocerlos y escucharlos, con oídos grandes, hacemos la invitación a otros. Las comunidades conocen sus territorios y sus desafíos. Ellos han encontrado los cómos, a punta de ensayo y error. Hablan de Incentivar el turismo cultural, la gastronomía, crear una universidad del campo, ideas concretas y realizables.
Nuestro rol, es ser acompañantes respetuosos y contribuir a fortalecer sus recursos, potenciar sus capacidades y generar las condiciones para que puedan materializar sus sueños y seguir liderando sus procesos de transformación.
[1] Rubén Darío Cárdenas Gran Rector Premio Compartir 2016
Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/antidotos-para-el-pesimismo