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Cinco premios Nobel de la paz reclaman a la ONU saldar su deuda con Haití

Por: Adolfo Pérez Esquivel, et al. Alai. 28/04/2017

S.E. Antònio Guterres

Secretario General de la ONU

Nueva York, NY 10017

De nuestra mayor consideración,

Reciba en primer lugar un abrazo fraterno y nuestros mejores deseos para su gestión. Aprovechamos para expresarle nuestra disposición, ahora como siempre, para apoyar todo esfuerzo de las Naciones Unidas en bien de los derechos de las personas y los pueblos, los derechos de la naturaleza y el de todas/os a vivir en paz.

Es en este sentido que queremos señalarle nuestra profunda preocupación ante la falta total de justicia y una respuesta reparadora contundente e integral para las personas, familias y comunidades en Haití, que han sido las víctimas directas del balance catastrófico de la MINUSTAH en términos de derechos humanos.

Son miles las mujeres, niños y niñas violadas o explotadas sexualmente, muchas de ellas abandonadas con niños sin que los soldados de la Misión reconozcan su responsabilidad. El informe de la misma ONU, sobre “El nuevo enfoque frente al cólera”, reconoce que el número de personas muertas, tras la introducción de esta enfermedad por las tropas de la MINUSTAH, es muy probablemente 3 veces mayor que la cifra oficial de 9.483 hasta enero 2017.

La impunidad de estas violaciones a los derechos humanos, junto a la negación de responsabilidad de la ONU durante 6 largos años, siguen provocando estragos al pueblo de Haití. Repugnan además la conciencia de la humanidad, socavan los avances de la comunidad internacional en materia de protección humanitaria y comprometen gravemente la credibilidad y la capacidad de actuar de la ONU.

Su antecesor, antes de partir, hizo un reconocimiento público importante, aunque tardío y parcial, de la responsabilidad de la ONU. Lanzó un programa ambicioso para indemnizar a las víctimas, erradicar el cólera y lograr agua potable y saneamiento para el 80% de la población de Haití que hoy carece de acceso a este derecho humano básico. Ud. ha planteado con aún más fuerza, la obligación de la ONU de asumir su deber de reparación y de poner fin a la explotación sexual que se reconoce como sistémica entre las fuerzas llamadas de paz, junto a su impunidad. Aplaudimos este enfoque, así como el haber reconocido la necesidad de involucrar directamente a quienes han sufrido la violación a sus derechos humanos en el diseño y ejecución de las políticas reparadoras.

Ud. mismo denunció, sin embargo, en su Informe reciente sobre la MINUSTAH, la falta de compromisos para el financiamiento requerido. Es urgente revertir esta situación donde, conforme sus propios intereses, un puñado de países poderosos impulsa la creación de misiones llamadas de paz, se costean las mismas con cuotas obligatorias pero se deja que la reparación de sus daños corre por cuenta de eventuales aportes voluntarios.

Señor Secretario General, el pueblo de Haití tiene derecho al respeto y al respaldo de la ONU y del conjunto de la comunidad internacional, en su lucha por asegurar su soberanía, su autodeterminación y la vigencia de todos sus derechos incluyendo el control sobre los bienes comunes que hacen a su sobrevivencia y buen vivir. Por eso, aplaudimos la recomendación que Ud. ha formulado para poner fin a la MINUSTAH. Lo que Haití precisa es cooperación, no tutela ni menos ocupación.

Junto a numerosas organizaciones y movimientos de Haití, América latina, el Caribe y otras partes, desde sus inicios cuestionamos el sentido de la MINUSTAH, por entender que nunca fue una respuesta acorde a esos derechos sino más bien una continuidad de la ocupación centenaria estadounidense. Denunciamos que se afirmaba burlonamente que Haití constituía una amenaza para la seguridad hemisférica, a fin de justificar el despliegue de una misión que más bien se mostraba como peligro cierto para la seguridad del pueblo haitiano.

Ahora, con el fracaso de la MINUSTAH a la vista, a la luz de los objetivos planteados año tras año por el Consejo de Seguridad, y retrocesos que les llevarán años revertir al pueblo haitiano, denunciamos que cerrar la Misión sin reparar los daños provocados no es más que un anticipo de peores desastres.

Por lo que rechazamos la propuesta que se aplique el presupuesto remanente de la misión para prolongar durante seis meses el período de cierre, en vez de cubrir la obligación prioritaria de reparar las violaciones masivas a los derechos humanos por ella cometidas. Señor Secretario General, es urgente e indispensable que la ONU salde esta deuda con el pueblo de Haití, sobre todo en un contexto de agravación de la crisis sistémica que vive ese país.

Solicitamos encarecidamente que revea esta propuesta y que extreme las medidas para asegurar que Naciones Unidas, el conjunto de sus países miembros y sobre todo los que han impulsado esta misión y se han beneficiado de sus acciones, reparen al pueblo de Haití, a las víctimas directas, sus familias y comunidades, los daños y violaciones a los derechos humanos provocados por la MINUSTAH.  Por el bien de ellos, así como de todos los pueblos que conformamos las Naciones Unidas.

Sabemos que los desafíos que Ud. enfrenta son enormes y que las obligaciones pendientes corresponden colectivamente. El mundo entero precisa de líderes a la altura de las circunstancias, y esperamos de Ud. en especial, la sabiduría y el coraje necesarios para avanzar en este sentido. Solo cumpliendo con el verdadero deber de la organización y resolviendo una parte importante del desastre dejado en Haití, en especial a su población más vulnerabilizada, será posible recuperar los principios y valores que dan razón de ser a la ONU y abrir caminos de justicia y de paz.

Con el abrazo fraterno de Paz y Bien,

Adolfo Pérez Esquivel                                                                Jody Williams

Premio Nobel de la Paz 1980                                             Premio Nobel de la Paz 1997

Betty Williams                                    Shirin Ebadi                       Rigoberta Menchu Tum

Premio Nobel de la Paz 1976    Premio Nobel de la Paz 2003      Premio Nobel de la Paz 1992

Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/184769

Fotografía: Radio habana cuba

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El efecto Bob Dylan

Ilka Oliva Corado

Ayer fue un día raro, reí tanto. Reí porque me alegró el Nobel a Bob Dylan. Ustedes dirán, ¿y ésta mica cómo es que sabe de Dylan si ni hablar inglés puede? Pues es que curiosamente escuché sus canciones prácticamente todos los días en mis años de recién emigrada, en casa de una mujer anglosajona cuando trabajaba de empleada doméstica. Y tuve el privilegio de escucharlas en el silencio y la soledad de aquella mansión, acompañada de la aspiradora, el trapeador y el cepillo de lavar baños. ¡Qué panzazo! ¿Verdad? Ya ven pues, suerte tienen los que no se bañan.  Pero este texto no es para contar historias de mis días de mil oficios en este país en donde soy inquilina, es para reflexionar sobre el efecto que ha causado en la jauría de letrados que el Nobel de Literatura se le entregara a un cantante de composiciones populares.

El efecto fue el de una avalancha y el de un tizón encendido en el candelero: los emperifollados que nadan en títulos universitarios y doctorados, sintieron el galardón como una bofetada a su clasismo y a su mundillo de lisonjas y erudiciones apestosas a exclusión. Creen que todo les pertenece, que solo los de adentro del aro son y pueden. Creen que el talento solo pertenece a una clase social y es la de ellos, lo demás es imitación y porquería. Que sino es letrado no existe. Por esa razón menosprecian todo lo que no huela a naftalina y por el contrario tenga esencia y agallas. Rechazan los cisnes negros por su belleza y le temen a la fuerza de la tormenta, precisamente por su personalidad.

Se revolcaban en su propia bilis, se daban golpes de cabeza contra la pared, y ofrecían puñetazos al primero que celebrara frente de ellos el Nobel a Dylan. No solo, también sentían la potestad de dictar cátedra acerca de la Academia. Pues sí, ellos y su Academia, nadie se las está quitando, de verdad, que lo sepan; lo popular no busca absolutamente nada en la Academia, existe por sí mismo. Es algo muy sublime y original como para pretender dejar lo más por lo menos.

Junto con el Nobel a Dylan viene el reconocimiento a la poesía silvestre, a la que brota del humo de un cigarrillo de un niño huela pega, la que escurre sangre en los muslos de una niña recién violada. A la que nace del cantante callejero que toca en los autobuses sus propias composiciones. A la poesía que escribe un drogadicto agonizando en la soledad de sus infiernos. La que camina descalza en los pies de los jornaleros. La que nace de una bala y de una bomba en guerras planificadas para deshumanizar. A la poesía de un árbol arrancado desde la raíz para adorno de Navidad.

Es un reconocimiento a los que con hambre y sed sueñan con cambiar el mundo: esos locos de mierda, que no sirven de ni mierda al capitalismo, porque no anhelan   un título de la Academia para explotar a sus hermanos, sueñan nada más y nada menos que con cambiar el mundo.

Con el Nobel a Dylan se reconoce el talento de tantos poetas que con sus versos hicieron llorar de nostalgia las cuerdas de una guitarra, el corazón de un bandoneón y el alma herida de más de un soñador marginado. El alma de quien siente en carne propia el dolor ajero. A todo poeta que sabe que la poesía es más poderosa que una bomba atómica y que un verso puede hacer del infierno más amargo la oda más hermosa y la quimera más anhelada. Que acompaña la soledad de los inquebrantables y la magia del rocío de un amanecer otoñal en los ojos de quien está duerme en las calles.

El Nobel de Literatura a un poeta popular rompe paradigmas y sacude las telarañas de un galardón que pocas veces es justo. Hoy con Dylan vuelve al origen y estremece a aquellos que dieron todo por visto, dicho y hecho. Y que creen que por letrados la vida se trata solo de soplar y hacer botellas.

Con cierta tristeza, con el efecto Bob Dylan compruebo que la humanidad: egocentrista, mediocre y clasista, sigue a pasos acelerados hacia su autodestrucción. Que no hemos aprendido nada de la vida y de la historia. Que por más que nos muestren el horror no tenemos la capacidad de reacción. Que nos conformamos con vivir en nuestra burbuja para sentirnos a salvo y exentos de responsabilidades colectivas. Compruebo una vez más que somos la peor peste que ha habitado en la tierra. Y que sí, la Academia solo ayuda a que las personas muestren lo que realmente son.

Ya quisiera yo que así como sacudieron las redes sociales con sus pronunciamientos de ilustrados, de conocedores de literatura y de definiciones y conceptos, tuvieran las agallas para pronunciarse por el genocidio en Palestina, Yemen y Siria. Que Aleppo les pesara y les doliera más que Dylan. Que la imagen de los niños multados por los criminales que trafican con los Diamantes de Sangre, les escupiera en la cara, tal vez así la ofensa los hiciera reaccionar.

Que les hiciera tomar las calles la inhumanidad de la ablación de clítoris que viven miles de niñas alrededor del mundo. Que la bilis, que la espuma que les sale de la boca a borbotones, que la furia incontrolable les brotara de lo más profundo del alma por las violaciones sexuales de niñas, adolescentes y mujeres y por los feminicidios. Que la voz de trueno que pregonaron menospreciando el talento de Dylan la gritaran a los cuatro vientos por los miles de niños que mueren de hambruna alrededor del mundo.

Que lo letrado les sirviera para alfabetizar y que esos libros que tanto han leído los compartieran con los niños de las periferias y de los pueblos más remotos. Que los títulos les sirvan para darle la mano a quién lo necesita y que la mirada no sea altiva, de mente colonizada, por el contrario,   sea humilde y sincera: fiel y humana. Transformadora de una sociedad podrida en su codicia e ineptitud.

Ya quisiera yo que tuvieran coherencia por primera vez en sus vidas y dejaran la palabrería y las lisonjas y que esos títulos universitarios les sirvieran para cambiar patrones, para humanizarnos, para abrir caminos, crear oportunidades y cambiar el sistema putrefacto del que se benefician los holgazanes vividores.

Que se pronunciaran por el bloqueo a Cuba, por la invasión militar que prepara Estados Unidos en Venezuela, por esa terrible guerra económica. Por el Golpe en Brasil. Por las migraciones forzadas, por el genocidio de migrantes y refugiados. Por los niños que duermen en la calle, por el tráfico de personas con fines de explotación sexual, laboral y tráfico de órganos. Por las torturas y las desapariciones forzadas. Que exijan cárcel a los perpetradores de dictaduras y guerras.

Que se les encendiera la sangre por los ecocidios y las deforestaciones, por el abuso a los Pueblos Indígenas. Que las agallas las tuvieran para crear revoluciones que erradiquen el patriarcado, la misoginia y la violencia de género. La homofobia y el odio. Que de sus bocas salieran como en verso la palabra: igualdad social.

Que el efecto Bob Dylan no fuera solo para alardear sus perchas de títulos universitarios y sus libreras interminables en sus casas y oficinas. Que respetaran la palabra, con la misma integridad, conciencia y humanidad de la poesía que nace desde el averno más profundo de los locos que desean transformar el mundo.

Pero qué va, mucho inglés pueden saber, muchos libros pudieron haber leído, podrán tener docenas de títulos universitarios y reconocimientos y fotografías con personalidades del mundillo culeco de la Academia, pero les falta lo vital: arrestos, conciencia, dignidad y humanidad.

Es imposible pedirle a mediocres que entiendan una sola canción de Bob Dylan. Qué van a saber de poesía quienes leen por leer. Si las comprendieran estarían celebrando el Nobel y aplaudiendo esa nueva brecha de una posibilidad y el reconocimiento a la expresión más sublima que puede tener el alma de un ser humano.

Si comprendieran las letras de Dylan, este mundo sería otro. Pero ese otro mundo solo habita en las mentes de los locos que sueñan con quimeras, los incomprendidos. Los que nunca calzarán en conceptos retorcidos, y que se descarnan en los versos de un poema que se atreve a nombrar el horror de la insensibilidad y la ternura de la sonrisa de un niño de la calle. Lo demás, lo demás es solo Academia y ahí entre el chucho y el coche. La vida está en otro lugar.

Con amor.

Fuente del articulo:https://cronicasdeunainquilina.com/author/ilkaoliva/

Fuente de la imagen: http://ep02.epimg.net/cultura/imagenes/2016/10/13/actualidad/1476344926_683109_1476362431_noticia_fotograma.jp

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Si los alimentos transgénicos acaban con el hambre en el mundo te doy un Nobel

Por: Miguel Jara

109 premios Nobel de Medicina, Física o Química se han firmado una carta pidiendo a Greenpeace y a los gobiernos de todo el mundo que abandonen su oposición y sus campañas en contra de los organismos genéticamente modificados (OMG’s), los conocidos como alimentos transgénicos. El contenido y tono de la misma es algo apocalíptico-conspiranoico. Acusan a la organización ecologista de “crimen contra la Humanidad”.

Esperaba encontrar una respuesta científica a las críticas que sufre la biotecnología aplicada a la alimentación. Pero no es así, la opinión del centenar largo de premios Nobel se centra en algo pueril, que los transgénicos son la solución para acabar con el hambre en el mundo y que Greenpeace -y sólo esa organización cuando hay centenares de miles de asociaciones y opositores) es la máxima responsable de que al criticar esta tecnología alimentaria millones de personas en el mundo mueran por no acceder a comida transgénica.

En concreto, el texto arremete contra la organización ecologista y le exige que acabe con su campaña para impedir el cultivo del arroz dorado, una variedad transgénica modificada para reducir el déficit de vitamina A (DVA) y que, según la carta de los Nobel, tiene potencial para reducir muchas de las muertes y enfermedades causadas por la deficiencia de esa vitamina.

Un problema de salud que causa ceguera, mortalidad infantil y problemas durante la gestación y que tiene su mayor impacto sobre las poblaciones más pobres de África y del sudeste asiático.

La Organización Mundial de la Salud -dicen los Noble- estima que 250 millones de personas sufren la carencia de vitamina A, incluyendo el 40 por ciento de los niños menores de cinco años en el mundo en desarrollo. Sobre la base de estadísticas deUNICEF, un total de entre uno y dos millones de muertes prevenibles ocurren cada año como resultado del déficit, ya que compromete el sistema inmunológico y pone a los bebés y niños en gran riesgo”.

El arroz dorado es simbólico en esta batalla y Greenpeace considera que se trata de un caballo de Troya para abrir la puerta para la imposición de OMG por parte de grandes corporaciones interesadas en imponer su alimentación de patente.

Los transgénicos no son la solución del hambre en el mundo. En el mundo hay alimentos suficientes para todas las personas. El 30% de los alimentos producidos en el mundo terminan en la basura. Solo con esto tendríamos lo suficiente para alimentar a todas las personas que habitan la Tierra hoy día y los que podremos llegar a ser en 2050 (sin intensificar más la agricultura y sin utilizar cultivos transgénicos). El hambre es una cuestión compleja relacionada con guerras, migraciones, conflictos y no se soluciona con un cultivo transgénico”, contestan desde la asociación activista.

Lo cierto es que para los firmantes del texto parece que ya no vale con la agricultura tradicional y mucho menos con la ecológica. Ellos lo que promueven es un nuevo tipo denominado “agricultura mejorada”, en referencia a la biotecnológica, fabricada en laboratorios, cuyos impactos ambientales y en la salud de las personas no se conocen bien y eso sí, patentable para que resulte un buen negocio.

Lo de que hay muchas personas que mueren de hambre en el mundo sólo es una excusa, marketing del miedo; intentan hacernos creer que quien se oponga a ese tipo de progreso es responsable de ello, una especie de chantaje moral.

La última evaluación científica de Naciones Unidas sobre Ciencia Agrícola y Tecnología para el Desarrollo, llevada a cabo por más de 400 científicos de todo el mundo -indica Greenpeace- hace un balance de la situación actual en la agricultura mundial y concluye que la agricultura ecológica permite aliviar la pobreza y mejorar la seguridad alimentaria.

Por el contrario, cuestiona la agricultura con transgénicos por sus implicaciones sociales y ambientales y la descarta definitivamente como solución única al hambre”.

Bayer transgénicos biotecnologíaEl problema pues no es tanto la falta de alimentos como el modelo económico que están impulsando empresas como Monsanto, Dow, Syngenta, Bayer, Dupont y BASF, propietarias de casi todos los cultivos transgénicos que se comercializan en el mundo, y controlan el 76% del mercado agroquímico.

Eso significa que las empresas que producen las semillas transgénicas son las mismas que se enriquecen con la venta de los plaguicidas tóxicos adicionales necesarios para la agricultura “mejorada”.

De hecho, continúa Greenpeace, los principales productores de transgénicos eran originalmente empresas agroquímicas que ampliaron su negocio a la producción de semillas cuando surgieron las lucrativas oportunidades de las semillas patentadas. Esta lógica es contagiosa, y ahora las empresas de semillas están patentando plantas obtenidas de manera tradicional y creando nuevos monopolios en las semillas convencionales”.

El problema pues no es tampoco la biotecnología en sí, hay medicamentos loables que se hacen con ese tipo de técnicas y la agricultura ha sido mejorada desde su invención. El problema es que el actual modelo de producción de alimentos está controlado por el citado cartel que considera la alimentación una cuestión de inversiones y ventas más que un derecho humano. La industria no ha conseguido impulsar la comida transgénica en veinte años y cuando encuentre algo aún más rentable que los transgénicos abandonará estos.

Monsanto libroEs más sería indeseable que empresas tan cuestionadas como Bayer o Monsanto por su falta de escrúpulos y de respeto a los derechos humanos y que dominan la industrialización de la alimentación y nos han dejado niveles de contaminación de los campos como nunca, fueran las que alimentasen al mundo.

La idea central de la carta de los Nobel coincide con la línea ideológica propagandística del cartel transgénico: terminemos con el hambre en el mundo, que se titula un artículo escrito por uno de los directores de Monsanto.

Dijo Mark Twain que “es mas fácil engañar a una persona, que convencerla de que la han engañado” y por lo que observo, algo de esto hay, gente ideologizada que nunca reconocerán sus equivocaciones.

Resulta curioso también que se haya intentado describir a los ecologistas como parte de una religión, una especie de panteísmo donde el papel de Dios lo representa la Madre Naturaleza. Como apunta el médico y autor del excelente libro El autoritarismo científico, Javier Peteiro:Peteiro Autoritarismo científico ciencia pseudociencia

se da otra forma de religión tanto o más dañina (incluso para la propia ciencia), elcientificismo.

Referirse a ‘la voz de la mejor ciencia disponible’ [como hacen los citados Nobel- es no decir nada. Alguien recibe un premio Nobel por su contribución a un área de investigación científica, de creación literaria o de la paz.

La posesión de un Nobel, siendo extraordinariamente importante, no supone necesariamente un mayor aval a la hora de hablar de ética o de política, incluso de ética de ciencia aplicada, como en este caso.

Y el criterio cuantitativo no supone un cambio cualitativo, pues da lo mismo que ese artículo lo firme uno o cien; lo importante son los argumentos”.

Durante la época en que el nazismo dominaba Europa, Albert Einstein, a causa de ser de origen judío, debió soportar una guerra en su contra urdida por los nazis con el fin dedesprestigiar sus investigaciones.

Uno de estos intentos se dio cuando se publicó este libro: Cien autores en contra de Einstein. Es un texto en el que se compilaron las opiniones de 100 científicos que contradecían las de Einstein. Cuando le consultaron al interesado, respondió:

«¡Si yo estuviese equivocado, uno sólo habría sido suficiente!”.

*Articulo tomado de: http://www.migueljara.com/2016/07/07/si-los-alimentos-transgenicos-acaban-con-el-hambre-en-el-mundo-te-doy-un-nobel/

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