Sin consenso, avanza el plan de justicia del pueblo Yaqui

Por: Daliri Oropeza

El gobierno de mexicano planea pedir perdón al pueblo Yaqui y arrancar un plan de justicia en septiembre del 2021, con el territorio como eje. Sin embargo, uno de los ocho gobiernos tradicionales no participa y hay inconformidades. Hoy presentan los trabajos ante la ONU.

“La columna vertebral del Plan de Justicia para el Pueblo Yaqui es la demanda relacionada con la tierra y el territorio”, dijo Adelfo Regino Montes, titular del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), en enero de 2021 en Casa de la Niñez Indígena “General Lázaro Cárdenas” en Tórim, uno de los ocho pueblos yaquis.

Desde el inicio de los trabajos para realizar un plan de justicia, el territorio y el agua han estado en el centro del diálogo. Y en la memoria –tanto de las autoridades federales como del gobierno tradicional yaqui– está lo sucedido con el expresidente Lázaro Cárdenas del Río.

El INPI informa que tienen acuerdos sobre restitución del territorio, sobre la urgencia del agua, apoyos económicos, creación de universidades, bancos, vivienda, contralorías, carreteras y hasta un nuevo ordenamiento territorial ecológico le propusieron al pueblo Yaqui.

Pie de Página confirmó que de los ocho gobiernos tradicionales, siete participan en los trabajos de la comisión. El gobernador de Loma de Bacúm no. Este pueblo encabeza la defensa de la tierra ante la imposición de un gasoducto privado y hasta la fecha impide su construcción.

La ausencia de un gobernador tradicional repercute tanto en la legitimidad de los trabajos, así como en la información que llega a la tropa yaqui. Hay un desconocimiento de la tropa yaqui respecto a lo que han acordado sobre universidades, territorio, hasta un acueducto que acordaron construir.

Habitantes del pueblo yaqui denuncian la ausencia de la tropa yaqui en la totalidad de las reuniones que organizan para dar seguimiento al plan de justicia: “Sólo está en una cuantas manos y el grueso de la población está ajena a esta dinámica, por lo que es imposible generar consensos en los términos que la Tribu Yaqui acostumbra hacerlo históricamente”, denuncia una habitante que prefiere ser anónima por seguridad.

Las inconformidades de algunos pobladores se deben a que, en el arranque del proceso participaron los secretarios de Estado y ahora solo van suplentes que, dicen, les dan largas. Además, consideran que, hasta ahora, son nulos los avances de los acuerdos en el tema del territorio.

Para que sea un acuerdo de la nación Yaqui, se requiere que estén los ocho gobiernos tradicionales legítimos en consenso.

Fuente: piedepagina

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Renovar el espíritu: la Semana Santa Yaqui

Por: Daliri Oropeza

La Cuarejma yaqui, con la danza del venado y los cantos en latín, es la muestra de que este pueblo no pudo ser conquistado ni por la iglesia Católica

“Lo que hizo la Tribu Yaqui no fue resistir, ni venderse, 
es una ceremonia espiritual nueva. Hay un ala 
de los Yaquis que sueña con una organización 
como la de Cherán (…) muchos no creen
que los pueblos indígenas tengan un proyecto de nación,
hay que voltear a ver a los Yaquis,
dentro de esta autonomía que tienen” .
Raquel Padilla Ramos

LOMA DE GUAMUCHIL.- Danzas que imitan animales. Suenan capullos de mariposa atados a las piernas de quienes agitan y vuelan los pies del hombre-venado. Cantos de hombres y mujeres alimentan la música de violines. Mis pies están en un templo. Parece iglesia. Lo que sucede me hace pensar que no lo es. No es una semana santa católica.

El hombre-venado entra y sale corriendo a este templo cuando llega el domingo de resurrección.

La danza del venado aparece en la última parte de la Semana Santa, a partir del sábado de gloria. Surgió cuando los cazadores vieron una manada que se reunía para contarse la naturaleza y la vida que los rodea. Uno de los machos se paró en dos patas y las hizo vibrar como sonajas. El cazador vio este ritual y así lo retomaron para crear la danza del venado.

“Somos católicos a nuestra manera, a la usanza yaqui. Estamos hablando del surgimiento de una religión que no es católica ni es yaqui. Y cada año hacemos un recordatorio, un llamado a la conciencia de lo que somos”.

Esto me cuenta Juan Silverio Jaime León, promotor cultural yaqui en 2015. Mario Luna y Fernando Jimenez aún estaban en la cárcel por oponerse al acueducto independencia. Juan Silverio en ese entonces también se oponía, aún no era  funcionario público. Ni siquiera sabíamos de la pandemia que vivimos hoy y que después él enfermaría y moriría por covid. Para Silverio la Cuarejma es una ratificación de su existencia como pueblo yaqui.

Para poder ser un buen venado o Pascola (otra de las danzas practicadas por los yaquis), o para ser un buen músico es indispensable ir al desierto por tres días y pedir ahí ese don. Sólo a través del sueño entrarán los elegidos o destinados a estas labores sagradas.

La semana santa yaqui tiene diferencias radicales con las representaciones sobre la pasión de Cristo. Los yoemes (como se dice a sí mismo el pueblo yaqui) están conscientes de que la raíz y sentido de su celebración reside en la cosmovisión ancestral que heredan mediante la tradición oral. Gozan de una gran autonomía de la iglesia católica, así como del Estado.

Para el Pueblo Yaqui, los cargos de la semana santa no sólo tienen que ver con el tiempo de la Cuarejma. Son parte de la vida cotidiana y compartida de los ocho pueblos yaquis.

“Las danzas prehispánicas, fuera del yugo del sacerdote, se hacían a escondidas allá en la sierra. Después se integraron”, cuenta Juan Silverio.

Fotos: Daliri Oropeza

Jueves, viernes y sábado santos

Las voces de cinco mujeres suenan hacia lo alto del cielo en latín. Es jueves, acaban de salir de la iglesia. Resguardan la escultura de Jesús que sostienen cuatro niñas coronadas con flores bordadas. La figura lleva una capa roja. La comunidad se acerca; es hora del Konti (rodear en lengua hiaki), la procesión.

En cada paso se hacen escuchar los Chapayecas (fariseos que tienen su enramada o cuartel al lado de la iglesia). Piden con insistencia la muerte de Jesús, se burlan de haciendo ruidos. Resuena un cinturón de uñas de venado en su cintura. Llevan 40 días de oración, de sacrificio, previos.

Un día antes fueron azotados después de que apagaron las doce velas del candelabro frente a la imagen de Jesús. Reciben los golpes para cumplir un mandato de pureza y limpieza. Le llaman miércoles de tinieblas. En la oscuridad, simulaban un bosque emitiendo aullidos de coyotes, cantos de pájaros, ladridos.

Cada Chapayeca representa la maldad. Porta una máscara que puede ser de algún personaje como el Chavo del ocho o Memín Pinguín. La máscara cambia cuando ascienden en el cargo. Pasan a ser máscaras tradicionales. Tienen ese personaje desde que son niños. Cuando suenan el cinturón y sus espadas de madera, pintadas de rojo con azul, es porque piden la muerte de Jesús.

En el Konti, la comunidad camina alrededor del primer círculo del pueblo. Andan con oraciones, con peticiones malignas de los Chapayecas, pero también con el resguardo de los Caballeros, kabayeon o cabos. El Konti se realiza cada día, desde el miércoles de ceniza. Tiene una dedicatoria por día: a la comunidad, a José padre de Jesús, a los personajes durante la Cuarejma, o a las autoridades de cada uno de los ocho pueblos.

Al azar, eligen a 12 niños yaquis para que cenen por última vez junto a Jesús. Salen de la iglesia, seguidos por cabos y Chapayecas. Peregrinan hasta la enramada que está entre la cruz principal de la plaza y las tres cruces.

Los niños portan coronas de mezquite, como Jesús. La enramada de la cocina alimenta a todas las personas presentes. Espagueti, machaca, ejotes, queso, flor de calabaza, nopales, capirotada, arroz, repollo, chícharos, atole, calabazas y cientos de tortillas de harina con las que los niños se hacen burritos.

A la par del festín, entran a la enramada de dos en dos los Chapayecas. Suenan su cinturón, significa que llaman la muerte. Las mujeres cantan en latín, predominan los rezos. Las niñas vestidas de ángel comen también. Al centro de la mesa hay quelite y piloncillo. Atrás de Jesús hay siempre un jarrón de barro con agua. Suena una flauta que provoca angustia. El ritual de la cena es tan tétrico que los niños presentes que observan lloran de miedo.

En la cruz principal, en medio de la plaza, hay cinco kabayeon a caballo. El principal porta una capa negra adornada con estoperoles, representa a Poncio Pilatos. Los cinco tienen la cara cubierta de negro en su totalidad. Dan la vuelta al Konti a caballo y a gran velocidad.

La estatua de Jesús de capa roja se encuentra en las tres cruces. Pilatos da la espalda a la iglesia. Sostiene una lanza de madera con punta roja y una cruz pintadas. De la flecha descuelga una pequeña capa roja, los caballeros detrás hacen una formación rígida.

Al otro lado de las tres cruces cantan al cielo azul abierto las mujeres en latín. Los rezos que provocan un clima de tensión mientras los Chapayecas hacen sonar sus espadas de madera culpando a Jesús.

Fariseos y cabos dibujan círculos a lo largo de la plaza en formación de dos filas. Corren desde la iglesia hasta donde están los jinetes sin rostro en el centro de la plaza. En esa formación pasan varias veces frente a la figura de Jesús vestida de rojo. Hasta que la llevan a la Iglesia.

Después, Jesús de carne y no de estatua, huye de los Chapayecas corriendo en el círculo del konti mientras mujeres con ramas de mezquite golpean las piernas a los chapayecas. Les gritan «ave María purísima”.

Las mujeres de vestimenta colorida y tradicional, resguardan a la persona que representa Jesús, le dan agua. Mientras los Chapayecas las atacan y buscan arrebatar a Jesús. Lo trasladan hasta a la cruz principal frente a la iglesia, donde lo dejan tirado. Ahí postrado frente a la iglesia, colocan un plato de barro donde toda la comunidad arroja monedas. Del otro lado de la cruz hay tres Chapayecas que también piden dinero.

Jesucristo es ahora presa de los Chapayecas, quienes lo amarran del cuello y lo custodian en la iglesia. El viernes santo es el día de mayor maldad y tensión en los Kontis.  Los cabos resguardan a Jesús hasta el momento de su ejecución. Durante la noche, con gran ruido de cuetes, resucita.

El venado hace su primera aparición el viernes por la noche y durante la madrugada realiza constantemente la danza con la que busca la resurrección de Jesús.

Trascender junto al venado

Apenas sale el sol, cuando el venado emprende el paso rumbo a la iglesia. Pisa fuerte sobre un camino hecho de hojas de álamo que atraviesa desde el centro de la plaza hasta el centro del templo.

Recorre el mismo camino que minutos antes, vírgenes con coronas de flores caminaron con la estatua de María Magdalena. Después de ellas un cabo lo recorrió con la estatua de Juan el Bautista. Llega a la enramada en donde ya suena el corazón del venado (una percusión de agua, instrumento tradicional yaqui).

Las vírgenes agitan las banderas roja y azul (los colores que representan la armonía de la bandera yaqui junto al blanco que ahora portan los chapayecas, la bandera que parece la síntesis simbólica de la Semana Santa). El coro de cantoras alza los tonos en latín.

El venado entra a la iglesia. rígido y agitando las sonajas de sus manos. Avanza hasta el altar, que está cubierto de una cortina blanca (el cielo) que solo se abre cuando hay gloria. El venado es el que abre las puertas de la salvación, de la resurrección, vuelan por la iglesia flores de colores y confeti. Esto solo sucede tres veces.

Su danza es imponente, fluye. Los pascolas bailan con fuerza similar. Juntos parecen una corte de animales que celebrara la resurrección de Cristo. Suenan sus patas delanteras con sonajas. La música de su danza predomina sobre las voces que cantan alto en latín. El eco de la purificación, de la sanción, retumba en todas las paredes del templo. En ese estruendo el venado irrumpe contra toda lógica, pero con todo sentido.

Los chapayecas, antes pecadores, tienen ahora la oportunidad de arrepentirse y purificar su alma. Al contrario de los rituales de odio contra los fariseos, en la Cuarejma yaqui son perdonados.

Es representar la oportunidad que se nos da en la vida.

“Se da una renovación de nuestra espiritualidad, a las nueve o diez de la mañana se canta la flora, purificar del alma. Ahí se da el surgimiento de un nuevo yoeme, un nuevo ser humano”.

Por primera vez en todo el ritual de semana santa, la música no provoca angustia. Los sonidos de las guitarras se conjugan con el corazón del venado y los instrumentos tradicionales. Además de colorida y emotiva, es una ceremonia en la que predomina la danza.

La figura de Jesucristo ahora se encuentra vestida de blanco.

Resucitó.

Después de la fiesta de colores que es la gloria, los Chapayecas queman a Judas, envuelto en pirotécnica y explosivos, en la cruz principal. A su lado, los yaquis colocan las máscaras coloridas que portaron los últimos cuatro días. También las espadas con las que se pedían la muerte de Jesús.

Al atardecer de las ceremonias, el rojo del cenit del sol se pronuncia en las nubes alargadas entre el cielo azul profundo que predomina sobre la iglesia. Niños chapayecas juegan después de lo vivido.

Fuente e imagen: https://piedepagina.mx/renovar-el-espiritu-la-semana-santa-yaqui/

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Las lágrimas del Tata

Por: Daliri Oropeza

Los ocho pueblos yaquis viven un incremento de los contagios de covid-19 en su territorio. En plena emergencia, donde mueren en sus casas, llega AMLO a reunirse “con ocho gobernadores”. La Tribu Yaqui es reconocida por su capacidad para combinar su lucha por sus demandas ancestrales con la negociación.

“¿Te acuerdas, Tata, de las tierras, de los hospitales, de las escuelas que nos diste? Las tierras nos las han quitado los ricos, los hospitales se han convertido en cuarteles y las escuelas en cantinas.

Cárdenas lloró”.

En septiembre de 1940, cuando tata Lázaro Cárdenas era presidente, publicó un decreto de restitución de tierras a la Tribu Yaqui que duró menos de 20 años.

En la década de los 60, Cárdenas visitó el territorio a petición de los ocho gobernadores de los ocho pueblos yaquis. Lloró después de escuchar que esas tierras estaban (y siguen) en manos de descendientes de Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, generales y políticos de Sonora.

Este pasaje, narrado por el periodista e historiador Fernando Benitez en el tercer tomo de Lázaro Cárdenas y la Revolución Mexicana, sintetiza el pulso de los yoremes con los yoris.

No solo es un pleito por las tierras. En el decreto estipuló que el Pueblo Yaqui podría disponer durante cada año agrícola, de la mitad del caudal del Río Yaqui almacenado en la Presa “La Angostura”. Nunca se ha cumplido.  A los pocos años se construyeron dos presas más río abajo.

Tan importante es el decreto de Cárdenas, que el nombre que utilizan es “Tribu Yaqui” pues así les reconoce en el papel, asegura la historiadora Raquel Torua Padilla —aunque el término correcto sea pueblo, nación o etnia. Matiza que es incierto si se les restituyo un tercio o un quinto de su territorio original.

Qué caudaloso río alimentarían las lágrimas del Tata si se enterara de lo que sucede ahora.

El presidente Andrés Manuel López Obrador llega a territorio Yaqui este jueves en un momento de desesperación de sus habitantes. La pandemia provoca estragos. Las personas mueren diario en sus casas, sin atención médica. No hay hospitales. Solo hay tres clínicas rurales intermitentes. Los que tienen dinero contratan ambulancias para ir a los Hospitales en Obregón o Guaymas. A muchos los regresan porque no hay espacio.

López Obrador se refiere frecuentemente a Lázaro Cárdenas en sus conferencias. La semana pasada citó su decreto de restitución de tierras para anunciar su segunda visita durante su mandato. Informó que se reunirá con “los gobernadores de los ocho pueblos yaquis en Vicam”.

Esta vez arriba al territorio yoreme en un clima enrarecido, aseguran habitantes e investigadores. En un momento en el que la pandemia está desatada en los ocho pueblos: Loma de Guamúchil, Loma de Bácum, Tórim, Vicam, Pótam, Ráhum, Huirivis y Belem.

“Desafortunadamente no llegó el virus a la par que en los demás lugares. Cuando lo anunciaron, la gente no creía. Se preparó, se confinó, y cuando nadie se contagió, dijeron ‘es mentira’; creyeron las falsas noticias. Cuando comenzaron los contagios y las muertes tuvieron miedo de ir a los hospitales. El problema empezó con la industria maquiladora. 3 mil jóvenes yaquis salen de la tribu a trabajar en 3 turnos. Es terrible. Primero dejaron de pagarles su salario completo, sin ir a trabajar les daban el 60%. Pero llegó un momento en que las empresas ya no lo soportaron y es cuando obligaron a trabajar a la gente”, asegura Lorena, habitante de Loma de Guamúchil, que prefiere mantener el anonimato porque se siente insegura en este ambiente raro.

El clima enrarecido no solo tiene que ver con la pandemia. Se deriva de varios otros factores. Para Lorena, surge del anuncio de la presidenta municipal del ayuntamiento de Hermosillo de reactivar la operación y obras del Acueducto Independencia. Esta decisión lleva a habitantes de Loma de Guamúchil a bloquear la carretera para protestar contra el acueducto y demandar el pago por el uso de las vías en su territorio. Ante esto, grupos de choque (ligados a intereses empresariales en la región) bloquearon también la carretera. Adicionalmente, resurgen en la Tribu viejas demandas de restitución de tierras.

Todos estos factores se mezclan con la elección a gobernador de Sonora el siguiente año. Esto lo resalta el investigador del INAH-Sonora, José Luis Moctezuma Zamarrón. Para enrarecer más el clima, como ha documentado, durante la pandemia la empresa IENOVA reparte despensas en 7 pueblos Yaquis donde ya construyó el gasoducto. No reparten en Loma de Bacum, donde impidieron ola construcción y por el cual no se puede poner en operación. Moctezuma resalta que es la primera vez que se frena el tránsito del tren en la región, además de la carretera. En suma, los yaquis no han dicho nada públicamente sobre esta visita de AMLO.

AMLO prometió en su conferencia de prensa visitar este pueblo en resistencia, sin embargo, no lo ha hecho ni está en la agenda de esta gira.

Lorena hace un señalamiento sobre la próxima reunión:

“La tribu, en su ejercicio de autonomía, siempre busca hablar con los más altos niveles. Eso siempre se ha hecho. Lo que está ahorita replicándose, es lo que han hecho en otros sexenios priistas y panistas. Argumentan (los politicos) que se reúnen con los 8 gobernadores, pero se reúnen a sangre y fuego con los 8 sin importar si tienen legitimidad, o si son auténticas autoridades tradicionales”.

De acuerdo con la historiadora Raquel Torua Padilla, el pueblo Yaqui ha logrado acuerdos hasta con Virreyes.

“La primera rebelión de la que se tiene registro en el Yaqui, fue en 1740. Fue por el yugo de las autoridades coloniales y jesuitas, también contra el control de sus pueblos y sus recursos naturales. Se tiene evidencia de que en esos tiempos los capitanes de guerra de apellido Usacamea, alias el Muni (de Rahum), y Basoritimea (de Huírivis), marcharon hacia la ciudad de México. Ahí, entregaron al virrey Vizarrón un pliego petitorio. La demanda más importante fue con respecto a la intromisión de los jesuitas en sus formas de gobierno. Se lograron acuerdos con el virrey”.

La antropóloga y etnohistoriadora Raquel Padilla dejó un legado importante sobre la capacidad negociadora de la Tribu Yaqui en su libro Irredentos Parias. Ahí describe “Tanto la milicia como las autoridades civiles yaquis se han caracterizado por ser grandes negociadores y por saber entablar demandas ante los distintos poderes”.

Raquel Padilla narra en este libro las negociaciones entre los yaquis y Francisco I. Madero. “Una comisión de yaquis viajó hasta el centro y sur del país para presentarle a Madero demandas relacionadas con la tierra, la guerra, y la deportación de sus hermanos yaquis a Yucatán. A cambio, se proponía paz y apoyo político. Se firmó el tratado en la ciudad de México, en Tacubaya, el 1 de septiembre de 1911. Sólo quedó en promesa”.

Moctezuma Zamarrón afirma que los Yaquis se han reunido con todos los presidentes o secretarios de Estado. Resalta la reunión con el entonces presidente Ernesto Zedillo pues de ese encuentro surgieron conflictos de tierras que se arrastran hasta la fecha.

“En 97, después de que tuvieron la reunión con Zedillo, les quitan el territorio conocido como La Cuchilla. Dijeron que los Yaquis habían aceptado la venta. Gracias a los manejos que hace (Manlio Fabio) Beltrones, entonces gobernador, crearon un fideicomiso para la compra de la cuchilla por 40 millones. Los Yaquis inmediatamente se organizan y rechazan a los gobernadores que aceptaron. Así entran en una lucha jurídica que no pasa en México, y se va a la CIDH. Aún se está viendo esta cuestión”.

Esta capacidad negociadora, se debe al modo tradicional en que los ocho pueblos yaquis toman decisiones a través de las asambleas comunitarias. Esta basada en un sistema de cargos que es parte de su cosmoexistencia.

Su gobierno tradicional tiene tres órganos para la toma de decisiones: Civil, religioso y militar. Los tres son igual de importantes, y junto con la asamblea, donde participa toda la comunidad, trazan el rumbo de las decisiones de las comunidades. Sin la figura de pueblo mayor (o consejo de ancianos), sin las autoridades religiosas, sin los habitantes, no hay decisiones.

Los gobernadores tradicionales son portavoces, son “presidentes de la asamblea” y facilitadores de las decisiones. Ellos no deciden. “Lo que no les gusta a los yaquis es que el poder se concentre en una persona”, dice Torua Padilla.

Ante la visita del presidente, “la exigencia sería en el tono de no más violencia al derecho a decidir de los pueblos. Mientras ellos (4T) continúen con la estrategia de reunir 8 pueblos a modo y desconocer al resto, eso no va a llevar nada. En la tribu las decisiones se toman por consenso”, reafirma Lorena.

Aunque AMLO quiera hacer ver que su gobierno tiene diálogo con los pueblos indígenas, porque se sienta con los ocho gobernadores yaquis en plena pandemia, no hay consideración de las demandas en defensa del territorio contra el gasoducto, el acueducto, la presa, los trenes, las industrias, tanto en el Yaqui como en el país.

Después de su primera reunión, en octubre del 2019, el gobierno federal elabora un Plan de Justicia para la Tribu Yaqui y da seguimiento a una Comisión para atender sus demandas. No toca los temas que los defensores de la vida ponen sobre la mesa.

Lejos de solucionar los problemas del pueblo Yaqui, lo que hace el presidente con esta reunión es tender una mera cortina que oculta la continuación de los atropellos de los megaproyectos voraces contra los territorios y pueblos indígenas.

Fuente e imagen: https://piedepagina.mx/las-lagrimas-del-tata/

 

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