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Iglesia en Perú: «Nuestras cárceles son escuelas de criminalidad»

En tiempos de COVID-19 la Pastoral penitenciaria en Perú, a través del Padre Enrique Gonzales, Secretario ejecutivo de la Comisión de Acción Social, en una larga entrevista concedida a la Agencia de Prensa de los obispos revela las consecuencias de las precarias condiciones en que se encuentran las prisiones del país

Davide Dionisi  – Vatican News

Acompañamiento espiritual a las personas privadas de libertad y a sus familias. La pastoral penitenciaria promovida por la Comisión de Acción Social (CEAS) de los obispos peruanos continúa su valioso servicio, incluso en tiempos de pandemia. Las restricciones no impidieron que los voluntarios y capellanes entraran en los centros penitenciarios y asistieran a los huéspedes que, debido al COVID-19, padecen un doble sufrimiento: el estado de detención y la distancia de sus seres queridos.

Así lo revela el Padre Enrique Gonzales, Secretario Ejecutivo de la CEAS, en una larga entrevista con Ancep, la Agencia de Prensa de los obispos:

“Nuestras cárceles son auténticas escuelas del crimen y no lugares de reinserción social”

El Padre Gonzales añade que “las causas deben atribuirse al hacinamiento, a las precarias condiciones” en que se encuentran las prisiones, “a la falta de un trato digno de los huéspedes y, por último, al prejuicio generalizado de la opinión pública con respecto a las prisiones». Tras la propagación de la pandemia, la situación se ha desplomado como en el resto del mundo.

“Pero las cosas empeoraron aquí”

Cuatrocientas víctimas en las cárceles

El sacerdote continúa explicando que «la incapacidad de responder a las necesidades de los numerosos prisioneros los ha hecho más vulnerables”. Con el resultado de que “el número de contagiados ha sido muy alto” y, hasta ahora, han registrado 400 víctimas. Como resultado, se prohibieron las visitas y los detenidos ya no pudieron recibir alimentos y medicinas. “El trabajo también se ha detenido», continúa el Padre Gonzales. Ante un panorama desalentador, los agentes pastorales no se han dado por vencidos y han logrado «también gracias a su imaginación y espíritu de iniciativa» garantizar su presencia constante.

“Los capellanes no podían celebrar la misa, pero la oración y la reflexión sobre la Palabra nunca faltó”

Relanzamiento de los proyectos de pastoral carcelaria

El Secretario Ejecutivo de la CEAS también dijo que tomaron medidas para la distribución de medicamentos y mascarillas. “A través de llamadas telefónicas pudimos responder a las peticiones de los prisioneros». El Padre Gonzales anticipó, después, el relanzamiento de los proyectos de pastoral carcelaria a través de la creación de una «red nacional» dirigida por Monseñor Jorge Izaguirre, obispo de la prelatura de Chuquibamba y presidente del Ceas. El sacerdote observa con satisfacción:

“Las primeras reuniones de la red, todas online, han permitido una comparación fructífera entre los diversos equipos que trabajan en el sector en todas las diócesis”

Mientras por lo que respecta a la medida relativa a la liberación de los presos más vulnerables, el Padre Gonzales califica la decisión de «tardía». Y concluye:

“Muchos de nuestros hermanos y muchas de nuestras hermanas han muerto mientras tanto. A pesar de esto, lucharemos para que se aplique”

Fuente: https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2020-11/iglesia-en-peru-nuestras-carceles-son-escuelas-de-criminalidad.html

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Liberan a 32 niños soldados en Sudán del Sur con apoyo de Unicef

África/Sudán del sur/25 Julio 2019/Fuente: Prensa Latina

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) confirmó hoy la liberación de 32 niños reclutados por grupos insurgentes en Sudán del Sur.
Según el organismo internacional, la puesta en libertad de los menores ocurrió la víspera en el condado de Leer, en el norte de esta nación africana.

El comunicado de Unicef precisó que ‘se trata de la primera liberación formal en el estado de Unidad, una de las áreas más duramente golpeadas por el conflicto’ interno en el transcurso de varios años.

Todos los rescatados son varones de 13 a 17 años de edad, informó la fuente, que recordó el carácter ilegal de la incorporación de menores a las agrupaciones bélicas.

El representante de Unicef en Sudán del Sur, Mohamed Ag Ayoya, subrayó que se trata de seres humanos privados de su infancia, quienes ‘han visto cosas que nunca deberían haber presenciado’. No obstante, agregó, estamos a tiempo de darles un futuro.

De acuerdo con el reporte, los recién liberados fueron inscritos en un programa de reinserción social que les brindará educación y capacitación profesional, con el respaldo de Naciones Unidas.

Hasta el momento, Unicef apoyó la liberación de tres mil 143 niños soldados en este territorio africano a partir del estallido de la guerra civil en 2013.

Cálculos de la entidad señalan que unos 19 mil niños son utilizados actualmente por agrupaciones armadas en Sudán del Sur.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=293140&SEO=liberan-a-32-ninos-soldados-en-sudan-del-sur-con-apoyo-de-unicef
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El colegio colombiano que es ejemplo de paz y reconciliación

América del Sur/Colombia/23 Julio 2017/Fuente:aleteia /Autor:Pablo Cesio

Un lugar donde víctimas y victimarios se juntan para estudiar

Está ubicado en Medellín, una de las ciudades más conocidas y pobladas de Colombia. No surgió ahora, ya tiene más de una década, pero se ha transformado con el paso del tiempo un “laboratorio de paz”.

Se trata del Centro de Formación de Formación para la Paz y la Reconciliación (Cepar), un lugar donde es posible que afectados por el conflicto armado colombiano se puedan encontrar para juntarse a estudiar.

Un claro ejemplo de ello es Carlos Alberto Cano -un excombatiente vinculado a la organización paramilitar denominada Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)- que decidió dejar las armas hace años para empezar a dar clases de matemática.

Actualmente Carlos está en silla de ruedas, pero no es obstáculo para poder enseñar eso que más le apasiona. Del otro lado, sus alumnos, en su mayoría adultos de más de 30 años, también lo escuchan con atención y pasión.

Ellos también tienen un pasado removedor ya que en su mayoría han sido desmovilizados del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las propias Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Al principio no fue fácil y hubo una tarea de reforzar los vínculos de confianza. El propio Carlos recuerda que cuando llegó a dar el curso por primera vez tuvo que enfrentarse a un grupo de víctimas del conflicto armado colombiano, quienes al conocer su procedencia decidieron inmediatamente abandonar el salón, recuerda, reproduce El Tiempo, medio colombiano que a través de un reportaje reproduce la historia de este profesor y sus alumnos.

Luego, la situación fue cambiando y fue posible que Carlos pudiera desarrollar sus clases dando la cara y sin tapujos.  Una de las actuales alumnas tiene 54 años y ha sido víctimas de las propias AUC. Fue capaz de perdonar y ahora comparte su presente rodeada de libros y compañeros que también han sido excombatientes, otros exhabitantes de la calle y hasta con prostitutas.

“Hice mucho daño, pero ese hombre del pasado ya no existe, para desmovilizarse no solo hay que entregar las armas, también hay que desmovilizar el corazón y no mirar atrás, sino para el futuro”, afirma Carlos.

También reinserción social

El Cepar ha logrado convertirse en un modelo educativo y centro de formación de personas vulnerables. Lo que al comienzo había era un lugar destinado a excombatientes de las AUC, posteriormente incluyendo a desmovilizados de otras guerrillas colombianas.

El desafío no era sencillo y tras adaptación mediante hoy en día es posible afirmar que este centro es pionero en Colombia en cuanto a sus objetivos, entre otras cosas, lo significativo de ser el espacio donde víctimas y victimarios se vuelvan a mirar a los ojos para estrechar no solo lazos de aprendizaje, sino también de amistad.  

“Empecé a estudiar para demostrarle a la sociedad que era capaz de hacer cosas distintas a disparar un arma. Con el tiempo supe que era bueno para dar clases, para guiar a otros excombatientes y a víctimas. Este espacio, más que un colegio, es un laboratorio de paz”, concluye Carlos.

Por estos días el país sudamericano conmemora un nuevo aniversario de su Independencia y el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), monseñor Oscar Urbina Ortega, también hizo una reflexión acerca del perdón, la reconciliación y la paz.

“Así como hace 207 años hubo colombianos que se comprometieron con la libertad de nuestra patria, hoy los colombianos comprometámonos y demos el primer paso hacia la reconciliación con Dios, con nuestros hermanos y con la creación”, expresa.

Este centro de estudio, principalmente quienes lo integran en su día a día, parece estar en la misma sintonía y representa una muestra de que en Colombia también es posible estudiar al lado del victimario con una mirada a futuro a pesar del lastre del pasado y del dolor.

 

Fuente de la noticia: https://es.aleteia.org/2017/07/22/el-colegio-colombiano-que-es-ejemplo-de-paz-y-reconciliacion/

Fuente de la imagen: https://i2.wp.com/res.cloudinary.com/aleteia/image/fetch/c_fill,g_auto,w_620,h_310/https://aleteiaspanish.files.wordpress.com/2017/07/web3-medellin-co

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La vida después de un secuestro: la difícil reintegración en sociedad de una víctima de Boko Haram

Africa/Nigeria/ElMundo.es

El programa de rehabilitación incluye darles educación de calidad y acceso a salud reproductiva, entre otras medidas. Sin embargo, suelen estar estigmatizadas por sus vecinos o incluso sus propias familias

El pasado fin de semana Boko Haram liberaba a 82 mujeres que tres años antes había raptado en la aldea de Chibok. Eran parte de las 219 niñas que visibilizaron el conflicto en 2014: las Chibok Girls. La repercusión mediática entonces fue insólita, y a día de hoy su historia sigue siendo la cara visible de la lucha concentrada en el norte de Nigeria, y que ha traspasado las fronteras de sus vecinos Chad, Camerún y Níger. La noche del 14 de abril 276 escolares fueron secuestradas de su centro de educación laica localizada en una pequeña aldea del estado norteño de Borno. De ellas, 57 lograron escapar con vida y durante los últimos doce meses, 24 han sido devueltas a sus familias gracias a golpes de fortuna y a la mediación entre el gobierno y los insurgentes.

Pero esta no ha sido la llegada más numerosa de rehenes. En mayo de 2015 se produjo la primera liberación masiva de más de 200 niñas que habían sido utilizadas como esclavas sexuales, combatientes y forzadas a contraer matrimonio. Entonces, Amnistía Internacional estimaba en más de 2.000 las mujeres y niños secuestrados por Boko Haram. Pero a finales del año pasado, 1.880 civiles fueron rescatados en el norte de Nigeria, lo que hace temer que sea la punta de un iceberg de dimensiones desconocidas.

El mayor grupo terrorista de África, leal al autoproclamado Estado Islámico desde 2015, fue fundado en 2002, pero no fue hasta casi diez años después que sus acciones alcanzaron la repercusión necesaria como para que el Gobierno de Nigeria declarase el estado de emergencia. Desde 2009, se calcula que más de 20.000 personas han perdido la vida y dos millones se han visto forzadas a abandonar sus viviendas en busca de asilo. Y para agravar más la inestabilidad, el norte de Nigeria se encuentra en situación de alerta alimentaria que afecta a 4,7 millones de personas, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Protocolos diferentes

El caso de las niñas de Chibok es especial por el interés mediático que suscita y por la atención oficial que recibe. Las jóvenes son interrogadas por las autoridades con la esperanza de recabar información sobre el grupo terrorista, y posteriormente son recibidas por el presidente, Muhammadu Buhari. El encuentro es una fotografía necesaria para el currículo de Buhari, quien centró su campaña por la presidencia durante 2014 en que encontraría con vida a las colegialas, en un momento en que apenas había esperanza de hallarlas vivas.

La mayor parte de las organizaciones humanitarias coinciden en que el contacto con las familias es vital para facilitar a su rehabilitación. Sin embargo, a día de hoy las jóvenes que fueron liberadas en octubre aún no han regresado a sus hogares. «No se está dando el mismo tipo de rehabilitación a las niñas Chibok que cualquier otra víctima Boko Haram porque son mantenidas en lugares cerrados por funcionarios del gobierno», explica a EL MUNDO el Doctor Manasseh Allen, uno de los portavoces de la comunidad de Chibok. La ausencia informativa hace que nadie pueda conocer exactamente qué procesos se están utilizando en su rehabilitación. «Las primeras 21 han comenzado a recibir clases en las instalaciones del gobierno para mantenerlos alejados de los disturbios de los medios de comunicación», continúa.

El doctor traslada a este diario el desacuerdo de los padres ante los métodos aplicados por el gobierno, manteniendo a las chicas completamente alejadas de sus familias y amigos. «Sus familias están listas y deseosas de recibirlas, así como la comunidad está dispuesta a prestar su ayuda», asegura Allen. Sin embargo, su optimismo acerca de este entendimiento por parte de las comunidades no es compartido por otras organizaciones internacionales.

El director de Cooperación y Ayuda Humanitaria de la organización Save the Children en España, David del Campo, explicó en conversación telefónica a EL MUNDO algunos de los desafíos a los que se enfrentan tanto las chicas como sus familias. «No se sabe si las chicas podrán volver a sus lugares de origen, porque lo que habrá es un lógico rechazo por parte de los que se han quedado allí». Este estigma y desconfianza ha hecho que las comunidades queden marcadas y vean en ellas una amenaza, y ese es precisamente el objetivo que buscaban los terroristas. «Estas niñas están liberadas del secuestro de Boko Haram pero no son libres, están en una situación peor de la que estaban antes del secuestro, porque no saben qué va a ser de sus vidas y no saben el impacto que ha habido en sus familias y en las comunidades«, remarca del Campo.

«Kits de dignidad»

Esta presión y estigma es compartida por todas las víctimas del grupo terrorista. Si bien su reinserción no suscita tanto interés, los protocolos son parecidos. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU) en colaboración con el Ministerio Federal de Asuntos de la Mujer y Desarrollo Social de Nigeria, es una de las entidades que facilita apoyando a las mujeres y niñas víctimas de violencia sexual y de género. Desde octubre de 2016 su programa de rehabilitación consistente en dar a las jóvenes «kits de dignidad» que consisten en vestidos culturalmente apropiados y suministros de higiene femenina. Posteriormente, se les proporciona acceso «a una educación de calidad para salvar la brecha de aprendizaje creada durante el secuestro», además de «acceso a la salud reproductiva para su bienestar sexual, y un programa de adquisición de habilidades para facilitar su reintegración en su sociedad».

Para del Campo, uno de los problemas principales es la cruzada de Boko Haram hacia el sistema educativo. «Ellas fueron secuestradas para amenazar a las comunidades de que no debían llevar a sus hijas a las escuelas laicas». Boko Haram sabe que cuanta más educación haya, más débiles se convierten los argumentos terroristas, es por eso que se aprovecha de las áreas más rurales para perpetrar sus ataques y aterrorizar a las comunidades. «Nigeria es el principal productor de petróleo de la región pero aún no ha transmitido toda esa riqueza al sistema educativo, que sería la mejor forma de combatir el radicalismo», reivindica del Campo.

Se ha conocido que una de las jóvenes que iba a formar parte de este último grupo de liberadas rechazó la propuesta y prefirió quedarse con su marido, un combatiente del grupo, ya que «había encontrado la felicidad», alegan fuentes oficiales nigerianas. Este Síndrome de Estocolmo no es nuevo, sino que se repite en algunos de los casos, lamentan desde Save The Children. La primera liberada, Amina Ali Nkeki, también dijo semanas después de su secuestro que echaba de menos al hombre que se había convertido en su marido.

Durante una entrevista con la BBC publicada en abril de 2016, Zara John, de 17 años, contaba su terrible experiencia durante su secuestro. «Nos dieron dos opciones: o casarnos o ser esclavas. Yo decidí casarme», explica al principio de su relato. Tras ser liberada su familia se percató de su embarazo, lo que supuso un problema porque la mitad de la familia era cristiana y la otra mitad musulmana. «Ella era cristiana antes de ser secuestrada, pero al casarse con un combatiente de Boko Haram se convirtió en musulmana», explicó al medio británico el tío de la joven, Mohamed Umaru. Al nacer, el bebé tomó el nombre del padre, Usman, lo que provocó los ataques e insultos de sus vecinos. Días antes de la entrevista, una serpiente acabó con la vida del bebé, de nueve meses de edad, lo que provocó la alegría de parte de sus familiares. «Estaban felices de que la sangre de Boko Haram se hubiera ido de la familia», relataba entre lágrimas la joven.

El sentimiento de la joven, rechazada por su familia y estigmatizada por sus vecinos, la convierte en carne de cañón para perpetrar alguna misión suicida. A sus 17 años, como gran parte de las jóvenes que han sido secuestradas, su vida está rota y sus deseos son los de regresar al bosque donde permaneció secuestrada y único lugar donde se sentía protegida. Es por eso que el gobierno de Nigeria ha pedido expresamente a sus ciudadanos que traten de aceptar a las personas rescatas para garantizar su integración en la sociedad.

Según el FPNU, la actividad de Boko Haram en el noreste de Nigeria ha ocasionado que «seis de cada diez niñas haya experimentado alguna forma de violencia sexual». Cuando en 2015 más de 200 jóvenes fueron puestas en libertad la mayor parte de ellas estaban embarazadas. Actualmente el FPNU y sus asociados han prestado servicios directos de prevención y respuesta a 200.000 mujeres y niñas supervivientes o en riesgo de violencia de género.

Fuente: http://www.elmundo.es/internacional/2017/05/11/5914465c468aeb116b8b46c0.html

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España: Galicia pionera en la educación ambiental de los reclusos

España/01 diciembre 2016/Fuente: Ecoticias

La construcción de un invernadero con material reciclado fue uno de los primeros pasos a dar.

En declaraciones a Radio Líder, el Director de la Escuela de Adultos del Centro Penitenciario de Monterroso (Lugo), Pedro Cantero, explicó que la edición, por parte de la institución, del libro “El Huerto Ecológico”, en el que colaboró Sogama, constituía el broche a un proyecto medioambiental en el que participaron muchas personas, tanto profesionales como internos, y al que todos dedicaron muchas horas de trabajo. “La satisfacción con la labor realizada es para nosotros la mayor recompensa”, reconociendo que “la complicidad entre compañeros ha sido aquí fundamental”. Con humor, y a título anecdótico, narraba que “a veces nos desplazábamos a varios sitios con la manguera, lo llenábamos todo de tierra, molestábamos con las herramientas, y ya no se sabía si aquello era una escuela o una ferretería”.
La protección del entorno constituye en el penal monterrosino uno de los ingredientes fundamentales de su política de reinserción social. A través de actividades medioambientales diversas, los reclusos aprenden e interiorizan valores tan importantes para la vida como la solidaridad, el respeto, la amistad, la lealtad, la convivencia y la responsabilidad, de ahí que el centro haya instaurado un plan educativo en el que está muy presente la ecología, el medio natural y la vida saludable.
CERRAR EL CICLO DEL RECICLAJE
La construcción de un invernadero con material reciclado fue uno de los primeros pasos a dar. Para ello se emplearon 5.000 botellas plásticas de agua de 1,5 litros recogidas en el propio centro. A esta primera actuación, le siguieron otras, enmarcadas todas ellas en un proyecto europeo sobre desarrollo sostenible en el que el centro se integró junto a socios de otros países tales como Austria y Turquía.
Una de las acciones más destacables fue la puesta en marcha de un huerto ecológico, que dio lugar al libro que lleva el mismo nombre, presentado oficialmente el pasado mes de octubre en el ayuntamiento de Monterroso. Los interesados pueden descargarlo, en formato online, a través de la página web de Sogama.
El autocompostaje constituyó otra línea de actividad. El abono resultante, tal y como verificó la propia Universidad de Santiago de Compostela a través del correspondiente análisis científico, cuenta con todos los requisitos de calidad, pudiendo incluso ser aplicado en la agricultura con absolutas garantías y sin restricciones.
Pedro Cantero se muestra convencido de que el magnífico compost que se obtiene en el centro a través de 10 compostadores, repartidos estratégicamente entre varios módulos, se nota finalmente en la calidad de los productos, que destinan a autoconsumo. “Hemos tenido muy buena cosecha de tomates, calabacines y pimientos, que son artículos muy exigentes, y también de plantas aromáticas”, desveló. De todas formas, el Director de la Escuela de Adultos insistió en que “nuestro fin no es producir tomates, sino que el cultivo de los mismos constituya un medio de trabajo para que los internos sean conscientes de la importancia que tienen elementos tan básicos para la vida como es el agua, cuyo consumo debemos racionalizar porque es un bien escaso”.
FACILITAR LA REINSERCIÓN
En este sentido, sostiene que “nosotros no podemos reinsertar a las personas, pero sí darles pautas, consejos y abrirles puertas, porque son las propias personas las que deciden finalmente si quieren dar un giro a su vida e integrarse en una sociedad que, no olvidemos, tiene sus dificultades”. Cantero no conoce ningún otro centro penitenciario en España ni en Europa que esté llevando a cabo actividades similares. “No quiero ser pretencioso, pero creo que sí, que la palabra pioneros nos encaja”. La experiencia acumulada les ha llevado a construir un segundo invernadero cuya estructura metálica está conformada por restos de paneles viejos y un tejado montado con palos de escoba. “Todo muy rudimentario, pero efectivo”, resolvió.
Fuente: http://www.ecoticias.com/medio-ambiente/129771/Galicia-pionera-educacion-ambiental-reclusos
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México: Educación, factor clave para la reinserción social en penales

Michoacán / 09 de noviembre de 2016 / Por: Ernesto Hernández Doblas / Fuente: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/

» Este proyecto, a través de la Secretaría de Seguridad Pública, iniciar con el programa de licenciaturas de la UM en el Cereso de Morelia

También hay espacio para la educación y el desarrollo humano en el Centro de Reinserción Social Francisco J. Múgica, especialmente porque ambos aspectos forman parte de las herramientas que se ofrecen a quienes purgan una condena y a los cuales se busca ayudar por estos medios. La mañana de ayer, Cambio de Michoacán realizó una entrevista a cuatro de las personas que son responsables del área educativa, laboral y recreativa de un penal que cuenta con múltiples actividades al respecto. Rocío Érika Villaseñor Ramos es encargada del área educativa y coordinadora general de los programas de nivel básico, primaria y secundaria. Según informó a este diario, a partir de la semana pasada se ha implementado el bachillerato por medio del apoyo y asistencia del Colegio de Bachilleres (Cobaem). Asimismo “está en proyecto a través de la Secretaría de Seguridad Pública, iniciar con el programa de licenciaturas a través de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), que son Contabilidad, Administración y Derecho”. En estos momentos dicho proyecto está trabajándose en mesas de llevadas a cabo por las instituciones implicadas, según informa Rocío Érika Villaseñor. Parte de este trabajo tiene que ver con el conocimiento que solicita la máxima casa de estudios del número de personas que tendrían el perfil necesario para cursar las licenciaturas ofrecidas. “Se pretende que sea a través de nodos donde los internos tengan alcance a telemáticas nuevas, porque sería en línea, haciéndose uso de la videoconferencia. Aún no se ha concretado exactamente a partir de qué fecha darían inicio las clases”. María Isabel Soto Carbajal es encargada del área técnica, a la cual corresponde la parte de asesoramiento psicológico, trabajo social, apoyo médico y actividades deportivas para los internos. “Dentro de los ejes de reinserción están estos puntos, por ejemplo, en la parte del deporte hay un encargado del mismo, quien se ocupa de gestionar para que se vengan a dar cursos deportivos, así como ir con los internos para hacer actividades físicas, como basquetbol, volibol, un torneo de futbol y ajedrez, todo esto como parte de su tratamiento de reinserción”. Es importante decir que todas estas actividades son de libre acceso, es decir, no tienen carácter obligatorio y precisamente parte de los esfuerzos de quienes las coordinan se encaminan a promover y motivar a las personas que se encuentran cumpliendo una condena con el fin de que formen parte de esta estrategia de reinserción de acuerdo con las necesidades y perfiles que plantean. El porcentaje aproximado de internos que aceptan estas ofertas institucionales es de un 60 por ciento. Moisés Hernández Sánchez es quien se encarga de las actividades laborales, es decir, de dotar a los internos de diversos talleres que en un momento determinado puedan servirles para enfrentar la vida después de la cárcel. “Estas actividades constituyen un eje rector que establece la Constitución en materia de reinserción social. Todo esto va en el entendido del irrestricto respeto a los derechos humanos y estamos hablando de capacitación para el trabajo, salud y deporte”. En algún momento dado, comenta Moisés Hernández, estas labores forman parte de una especie de terapia ocupacional, pero en otro, se convierten en verdaderas herramientas de reinserción social. Hay que decir que, de acuerdo con la ley, estos talleres (carpintería, encalado, talabartería y otros) son obligatorios, siempre atendiendo a los perfiles de quienes acceden a ellos. Imelda Figueroa Farías es la directora del área educativa del penal mencionado y cuenta con 33 años laborando en la misma. “Vienen muchos analfabetas aquí, de los lugares lejanos de todo el estado, por eso contamos también con un programa de alfabetización. Algo muy importante es que se cuidó que su certificado de estudios no diga que estuvieron en un centro de readaptación social, para que cuando ellos salgan no les cueste trabajo conseguir un lugar dónde laborar, para que no los etiqueten”. En cuanto a los egresados de los distintos niveles educativos, es decir, los que comienzan sus estudios y logran concluirlos, la directora del área educativa comenta: “Tenemos un gran problema, y es que a veces los internos no cuentan con su documentación en orden. Entonces, aquí con nosotros sí logran avanzar, pero ya en cuanto a los trámites en la Secretaría (de Educación) ya se complica porque muchos no tienen sus papeles. Por ejemplo, sus actas de nacimiento, ya sea porque son de otros municipios o porque se les perdieron o porque muchas veces se trata de personas desintegradas de lo social”. Este año se ha llevado a cabo una actividad cívica todos los lunes a las 09:00 horas, que consiste en hacer honores a la Bandera, con una escolta y banda de guerra conformada por internos. El yoga es otra de las actividades de este 2017, taller de inglés y mecánica, entre otras, estando en puerta los talleres de danza, música y literatura por medio de una solicitud ante la Secretaría de Cultura de Michoacán.

Fuente noticia: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/nota-n13420

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Presos en Kenia practican yoga para facilitar su rehabilitación

Kenia/07 de Noviembre de 2016/El Nuevo Día

Les invade una sensación de paz y libertad cuando levantan los brazos, respiran profundo y buscan el cielo con la mirada, pero su pijama de rayas, la alambrada de espino que rodea el patio y los guardias que vigilan celosamente sus clases de yoga les recuerdan que siguen entre rejas.

En la cárcel masculina de Athi River, a unos 30 kilómetros al sur de Nairobi, un grupo presos sigue con atención las instrucciones de su profesora Irene Auma, que dos veces por semana acude para impartir clases de yoga como parte de uno de los programas de rehabilitación con los que cuenta el centro.

«Todos necesitamos una segunda oportunidad en nuestra vida. Por eso empecé a dar clases de yoga en la prisión, para traerles la paz interior», explica a Efe esta joven keniana que, con su iniciativa «Peace Within Prisons» (Paz en las prisiones, en inglés), lleva esta práctica milenaria a varios centros penitenciarios de Kenia.

Todos en círculo y ataviados con su uniforme de rayas blancas y negras, trabajan la fuerza y la flexibilidad a través de posturas que les permiten eliminar el estrés y la tensión que acumulan en sus músculos. No son solo ejercicios físicos; también les ayudan a mantener la mente «en forma».

 

«Estoy muy contento de practicar yoga. Me aporta mucha energía y armonía», comenta George, a quien el yoga le ha cambiado la forma de ver la vida en prisión, donde cumple una condena de 10 años por «asalto indecente», según explica.

Tras experimentar los beneficios de esta práctica, asegura que le gustaría ser un ejemplo para otras personas que afrontan problemas en su vida.

«Cuando salgamos, nosotros enseñaremos a otra gente. A aquellos con problemas con las drogas, les rescataremos para que hagan yoga», dice entusiasmado.

Uno de los objetivos de esta iniciativa es facilitar a los presos su reinserción en la sociedad, donde habitualmente suelen ser rechazados cuando regresan tras cumplir su condena.

«Les estamos dando herramientas que les permitan entender la sociedad de la que proceden. Una vez lo hacen, es más fácil para ellos volver y reintegrarse», explica a Efe el responsable de la prisión, el agente Bison Madegwa.

Es importante, insiste, que los reclusos tengan su propio tiempo de reflexión para mirar hacia atrás e intentar cambiar los errores que cometieron en el pasado.

Algunos lo hacen a través del yoga, pero el centro también mantiene las tradicionales actividades ideadas para este mismo objetivo: clases de educación secundaria, talleres de carpintería o actuaciones musicales, por ejemplo.

En Athi River, muchos cumplen condena por delitos de abusos sexuales. El respeto y la admiración de los presos hacia Auma -la única presencia femenina junto a unas pocas guardias- es síntoma de que no son las mismas personas que hace años entraron por la puerta de la cárcel, aseguran.

«Este no es un buen sitio, pero cuando tenemos este momento (de yoga), podemos pasarlo bien y sentir que estamos en otro sitio. Soy muy feliz ahora», dice David, que en febrero saldrá de prisión tras pasar siete años encerrado por robo.

Una vez consiga su ansiada libertad, asegura, contactará con su profesora para poder continuar con estas clases que le han brindado la energía necesaria para seguir adelante.

Todos coinciden en que estas sesiones les han proporcionado bienestar físico y mental. «Me siento mucho mejor ahora. Nos gusta. El yoga nos está ayudando a reducir el estrés y a encontrarnos con nosotros mismos», dice otro preso.

El yoga despierta cada vez más el interés entre los cerca de 900 reclusos de este centro penitenciario, donde poco a poco el número de yoguis va aumentando.

Algunos presos no habían escuchado hablar del yoga hasta ahora, y observan desde lejos con curiosidad los ejercicios que realizan sus compañeros.

Sin esterillas, directamente sobre la hierba que crece tímidamente en el suelo, algunos de ellos se atreven con acrobacias más complicadas. No aguantan el equilibrio y caen en medio de las risas del resto, pero no se rinden y lo intentan de nuevo.

Fuente: http://www.elnuevodia.com/noticias/internacionales/nota/presosenkeniapracticanyogaparafacilitarsurehabilitacion-2258081/

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