Es hora de volver a las aulas de clase

Es hora de volver a las aulas de clase

Sandra García

Un nuevo aplazamiento

El pasado 28 de diciembre, la alcaldesa Claudia López anunció que los colegios públicos de Bogotá volverían a abrir sus puertas el 25 de enero. En su cuenta de Twitter publicó el siguiente trino: “Nadie hizo un sacrificio más grande que los niños y niñas de Bogotá, el otro año todos tenemos que sacrificarnos un poquito para que ellos puedan volver a sus colegios”.

Esas palabras me llenaron de tranquilidad porque reconocían —por primera vez—que los niños, niñas y adolescentes quedaron de últimas en la lista de prioridades del 2020.

Pero la tranquilidad duró poco porque el 12 de enero la Alcaldía anunció que los colegios públicos retomarán las clases de forma virtual y los colegios privados, cuyo calendario escolar empieza más temprano, no podrán tener clases presenciales mientras la alerta roja esté vigente en la ciudad.

Dado que la ocupación de UCI está cerca del 95% en Bogotá, es entendible que la Alcaldía haya decidido posponer las clases presenciales. Sin embargo, esta medida debe ser levantada cuando la curva de contagios disminuya, porque no podemos permitir que se repita uno de los grandes errores del 2020, cuando se le dio prioridad al comercio sobre los colegios. Este año tenemos que reconocer que la educación es un servicio esencial para el presente y el futuro de la sociedad.

Los costos de la virtualidad

Como señalé en un artículo anterior de Razón Pública, los costos económicos y sociales de cerrar los colegios son excesivamente altos.

Esta semana, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) afirmó que no podemos permitirnos otro año sin escuela porque las consecuencias serían devastadoras: deserción escolar, pérdidas de aprendizaje, deterioro de la salud física y mental, mayores índices de pobreza y perdidas del crecimiento económico en el mediano y en el largo plazo.

Una simulación realizada por Nora Lusting, Guido Neidhöfer y Mariano Tommasi indica que prolongar el cierre de las escuelas en Latinoamérica podría ocasionar el retorno a los índices de escolaridad de los años sesenta.

Los retos de las clases presenciales

Abrir los colegios es una decisión difícil que implica tres grandes retos:

  1. Adecuar la infraestructura de las instituciones educativas y adquirir los implementos necesarios para garantizar el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad;
  2. Desarrollar estrategias pedagógicas para que los estudiantes sigan aprendiendo a pesar de la incertidumbre y las múltiples prohibiciones;
  3. Motivar a los docentes y a los padres de familia para que apoyen el regreso de las clases presenciales. Eso implica divulgar información confiable sobre el comportamiento del virus en el contexto escolar y promover las medidas para reducir el contagio.

El peligro no es tan alto

Sobre el último punto importa señalar que cada vez hay más evidencia en el sentido de que los colegios no son fuentes importantes de contagio, cuando se cumplen los protocolos de bioseguridad.

Por ejemplo, un estudio publicado en Pediatrics, muestra que nueve semanas después de que los colegios volvieran a funcionar presencialmente en Carolina del Norte (donde participaron cerca de 100.000 estudiantes, profesores y personal), el índice de contagios en dichas instituciones fue mucho más bajo que las tasas de contagio en la comunidad.

«Prolongar el cierre de las escuelas en Latinoamérica podría ocasionar el retorno a los índices de escolaridad de los años sesenta.»

Así mismo, sabemos cuáles medidas son indispensables en los contextos escolares. En el estudio sobre Carolina del Norte, los colegios siguieron la regla “3W” por sus siglas en inglés: wear a mask, wait 6 feet, wash hands. En español, la regla sería: uso del tapabocas, distanciamiento físico de dos metros y lavado de manos. Adicionalmente, los expertos en salud insisten en la importancia del reporte de síntomas, el rastreo de casos y la ventilación para reducir el número de casos.

¿Qué debemos hacer?

En resumen, para volver a abrir los colegios es necesario cumplir con 5 condiciones: uso adecuado de tapabocas, distanciamiento físico, lavado de manos frecuente, buena ventilación y reporte temprano de síntomas. Se trata de medidas sencillas que podrían cumplir la mayoría de los colegios de Bogotá y del resto del país.

Naturalmente, el gobierno debe destinar recursos para los colegios que no cuentan con la infraestructura necesaria para mantener el distanciamiento físico o proveer el lavado de manos. Incluso las comunidades pueden proponer soluciones sencillas y creativas para que los niños y adolescentes puedan volver a clase. Algunos ejemplos son los lavamanos portátiles que se abastecen del agua almacenada en tanques, los tapabocas de tela, la ampliación de ventanas y el uso de espacios al aire libre.

Cada vez hay más evidencia en el sentido de que los colegios no son fuentes importantes de contagio, cuando se cumplen los protocolos de bioseguridad

Como sociedad, debemos hacer todo lo posible para que niñas y niños puedan regresar a las aulas de clase. Indudablemente, los profesores y el personal de apoyo de los colegios deben ser considerados trabajadores esenciales, como el personal de salud y las personas que trabajan en la producción y comercialización de alimentos.

Es hora de aplaudir y agradecer el trabajo y la entrega de miles de maestras y maestros en los últimos meses. La mayoría ha decidido trabajar más horas para brindar educación de calidad a sus alumnos. Tengo la certeza de que, al igual que yo, muchas personas que trabajan en educación añoran regresar a las aulas. Es hora de recuperar el tiempo perdido y evitar que el daño causado por la pandemia sea irreversible.

*Ingeniera Industrial de la Universidad de los Andes, magíster en Administración Pública de la Universidad de Columbia, PhD. en Política Social de la Universidad de Columbia, y profesora de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes.

Fuente de la Información: https://razonpublica.com/hora-volver-las-aulas-clase/

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