24 de enero de 2017/Fuente: 20 minutos
Para los expertos, este sistema tradicional debe cambiar y los alumnos deben demostrar resolver problemas con los conocimientos adquiridos. Los pedagogos también piden que los profesores «aprendan a evaluar» y «plantear exámenes que fomenten el sentido crítico».
Los universitarios no ven la evaluación como una herramienta útil, sino como fin de poner una nota.
Los exámenes como evaluadores de conocimientos en su sentido tradicional y memorístico no son útiles para el aprendizaje y deben cambiar su enfoque hacia sistemas en que los alumnos demuestren que son capaces de resolver problemas con sus conocimientos, ha dicho el doctor en Pedagogía Jordi Viladrosa. La mayoría de los estudiantes están estos días inmersos en procesos de exámenes o de recuperaciones tradicionales, un sistema de evaluación que, según el pedagogo, «debería reenfocarse y convivir con otros métodos de valoración de conocimientos». «No todo el conocimiento ponderado de una materia puede depender de la evaluación a partir de un único examen», defiende Viladrosa, que también es vocal de la Junta de Gobierno del Colegio de Pedagogos de Cataluña. «¿Tiene sentido en la Facultad de Derecho elaborar un examen en el que los alumnos demuestren que han memorizado el Código Penal o es mejor exponer un caso en el que demuestren que son capaces de aplicar las leyes para resolverlo?», se ha preguntado el pedagogo.
Si se pretende fomentar una educación competencial, «está claro que es más importante saber valorar conocimientos y contar con una memoria aplicada que limitarnos a memorizarlos», aunque algunos datos «inevitablemente deben aprenderse», según el experto. Viladrosa considera que el examen «es una buena herramienta» para valorar conocimientos, pero que debe tener «una acepción distinta a la tradicional, con una finalidad y un enfoque ligado a la metodología», y se debe combinar con otros sistemas de evaluación. Es este sentido, propone que los profesores «aprendan a evaluar» y aconseja que «la autoevaluación y la evaluación en equipo, el trabajo por proyectos o la resolución de casos prácticos» sean «otras herramientas que ayuden a saber si se han conseguido los objetivos propuestos en la asignatura y si los alumnos son capaces de aplicar sus conocimientos».
Viladrosa considera que el error «tiene valor pedagógico y forma parte de un proceso de aprendizaje», en el que «es básico poder identificar el error y plantear exámenes que fomenten el sentido crítico de los estudiantes». Para el experto, a partir de las nuevas tecnologías, los estudiantes cuentan con muchas más fuentes de información que antes, cuya aplicación «deben poder evaluar con criterio». La profesora de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, Modesta Pousada, asegura que «absorber todo el contenido, estudiar duro para repetir o verter no es un aprendizaje significativo», y que el conocimiento debe «servir para resolver situaciones reales».
Para la investigadora, «la evaluación debe de ser una herramienta útil para mejorar, un instrumento que establezca un diálogo entre el profesor y el estudiante, que a lo largo del proceso vaya viendo qué va aprendiendo y qué debe rectificar». Los alumnos universitarios «no ven la evaluación como una herramienta útil para mejorar, sino que está más vinculada con el fin de poner una nota», según un estudio elaborado por el Ministerio de Economía, que analiza el impacto de los métodos de evaluación educativa en la universidad, en cuya elaboración ha participado la doctora en Tecnología y Educación de la UOC Nati Cabrebra. Para esta investigadora, «los maratones y los esprints de última hora para aprobar los exámenes que hacen los alumnos cada vez tienen menos sentido».
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