¡Chao Piñera!

América del Sur/Chile/Autor(a):  Manuel Cabieses Donoso/Fuente: www.prensa-latina.cu

Por: Manuel Cabieses Donoso

 El gobierno del presidente Sebastián Piñera está acabado. La calle revocó su mandato y exige su renuncia. En adelante la función de este gobierno se reduciría al gotario de concesiones que intentan calmar la indignación popular.

En el ofertón hacen fila los aumentos de salarios y pensiones, la reducción de los ingresos de parlamentarios, ministros y altos funcionarios públicos, la rebaja de precios de las medicinas, la congelación de las tarifas de electricidad, agua y peaje de las autopistas, y un rosario de otros parches curita para atacar el tumor maligno del modelo neoliberal.

La oligarquía, temerosa de perder sus privilegios, no quiere verse arrastrada por el descalabro del gobierno.

Alfonso Swett, presidente de la poderosa Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) que gobierna Chile desde 1973, ya levantó bandera blanca para pedir una tregua.

Y a nombre del comité ejecutivo de la CPC dijo: ‘Tenemos que agrandar nuestros corazones con generosidad. Sabemos que tenemos que agrandar nuestras manos y meternos las manos al bolsillo y que duela…’.

Añadió que los empresarios llevarán a cabo diálogos con sus trabajadores para atender sus demandas tanto en materia de salarios como del endeudamiento de sus familias.

Cabe señalar que el endeudamiento es uno de los problemas más graves que afectan a los chilenos. Compromete el 73,3 por ciento del ingreso familiar. Los morosos superan los cuatro y medio millones. Una moratoria general y condonar las deudas usurarias con la banca será, sin duda, la prioridad de un próximo gobierno.

Si el presidente Piñera, representante de una derecha liberal crítica del terrorismo de Estado, quisiera aliviar la crisis que vive el país y facilitar el tránsito pacífico a una democracia con justicia social, debería abdicar. Su renuncia es una de las demandas principales que hace el pueblo junto con la Asamblea Constituyente.

Un gobierno provisorio podría de inmediato llamar a plebiscito para convocar a una Asamblea Constituyente, elegida por los ciudadanos, que elabore la Constitución democrática. La jugarreta en curso para dejar en manos del Congreso el poder constituyente, es una astracanada que el país no soportará.

Sin embargo, no todo es coser y cantar. El modelo moribundo aún tiene recursos para tratar de desmoralizar y frustrar la protesta. Una de sus mañas es dar largas al conflicto y llevarlo al agotamiento. El cambio de gabinete y la batería de concesiones obedecen a esta estrategia.

Otra maniobra en desarrollo es la guerra sicológica para crear miedo en vastos sectores ante los incendios y saqueos de bandas criminales que actúan con beneplácito policial.

Se busca aislar al núcleo fundamental del movimiento: trabajadores, jubilados y clases medias.

Casi cuatro millones de obreros constituyen la población activa (42 por ciento) que junto con las clases medias, funcionarios públicos y servidumbre doméstica, alcanzan una mayoría de casi el 70 por ciento.

Pero si esa enorme fuerza no permanece unida y no se dota de una dirección respetada, el funeral del neoliberalismo puede prolongarse. La lucha debe entenderse hoy como el enfrentamiento de todos contra el uno por ciento que ha saqueado el país durante 30 años.

La estrategia del cambio requiere gran amplitud y cohesión social.

Tenemos por delante una enorme tarea de construcción de fuerza social y política. El espacio de la cultura y las artes juega un rol vital en este reencuentro con la democracia.

Requerimos una revolución cultural para construir una sociedad distinta que respete los valores esenciales de la democracia perdida en 1973 y que sea capaz de dimensionarla a la nueva época de la humanidad.

La ejemplar y maravillosa reacción del pueblo contra los abusos y corrupción del sistema, exige soluciones de calado mayor. Nunca hemos estado tan cerca del cambio que nos permita alcanzar la democracia, igualdad y justicia por tanto tiempo postergadas..

Fuente e Imagen: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=317087&SEO=chao-pinera
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Humanismo urgente

Por: Fernando Buen Abad Dominguez

Una revolución cultural llamada humanismo
Contra las desesperanzas y las depresiones, urge un humanismo renovado en su carácter emancipador y movilizador. Urge en las consignas supremas de las luchas sociales, como Marx lo pensaba, a la luz de la historia e indivisible en el contenido consciente insuflado por las fuerzas sociales en sus luchas. Humanismo de “nuevo género” como solución posible para las fuerzas que se fundamentan en la democracia participativa. Humanismo, hoy más necesario que nunca, para no sucumbir al mercantilismo extremo y la opresión ideológica más feroz en la sustracción de plusvalía. Humanismo contra el capitalismo salvaje “per se”, que no se detiene ante nada, que devora a la naturaleza, que destruye el patrimonio cultural financiando a los negocios de las guerras, de los bancos y de los “mass media”.

Piensan muchos, no sin razón, que toda lucha que ponga por prioridad suprema el desarrollo de sociedades emancipadas (sin opresores ni oprimidos) ya contiene la idea de humanismo. Que, en cualquier caso, invocar al humanismo exige actualizarlo contra toda emboscada ideológica que lo reduzca al individualismo. Que el humanismo necesario, a estas alturas de la historia, debe ser un programa concreto de acción directa que no sirva para esconder la lucha de clases y tampoco eclipse la, también urgente, tarea de salvar al planeta. En todo caso un humanismo antitético del capitalismo. Aunque haya quienes creen que es un tanto “cursi” eso de hablar de humanismo, es preciso ratificar lo que mil voces han propuesto para un humanismo de nuevo género, sin ilusionismos ni idealismos.

¿Quién hubiera imaginado que la especie humana, al mirarse al borde del abismo neoliberal, se inspiraría para iniciar su propia transformación y convertirse, a sí misma, en una Revolución Cultural? Tenemos una historia latinoamericana sobre un humanismo nuestro (Guadarrama) desprendido de las luchas contra el colonialismo, la alienación y la exclusión, historia que posee herencias extraordinarias cocinadas entre vapores de combate (Fidel) como proyecto de los pueblos irredentos. Pero el humanismo no acepta sectarismos territoriales. Herencia plena de posiciones anticapitalistas, pronunciándose abiertamente por la necesidad de encontrar paz con identidad y dignidad para todos y en todo el orbe (Martí). Un humanismo que también es de paz, sin abandonar una sola de sus armas (Fernández Retamar).

La historia nos exige ratificación del humanismo, como proyecto emancipador, porque es necesario y útil no sólo para una crítica “relowded” contra el capitalismo, sino porque impone una ruta certera para no extraviarnos en emboscadas ideológicas. Y eso implica también una Guerrilla Semiótica en el corazón del humanismo, sus herencias, las desfiguraciones infligidas, las esclavitudes a que ha sido sometido al antojo de verborreas filantrópico escapistas, disímbolas. Para la construcción o consolidación de tal humanismo, para reforzar su capacidad movilizadora de las masas, requerimos un humanismo objetivo, como programa que asciende a la práctica de forma inconfundible y convertido en carne de la lucha hasta alcanzar su punto de no retorno en lo inmediato (Chávez).

Tal humanismo entraña la conciencia de su deseabilidad, su posibilidad y sus realización (lo deseable, lo posible y lo realizable: Sánchez Vázquez) porque hace evidentes los valores que dignifican a la especie humana que renueva su moral de lucha, es decir revolucionario, que es su más alto peldaño (Ché) y pone al alcance de toda comprensión el valor de su consolidación inmediata. Irrefutable y valioso porque justifica su naturaleza axiológica en la superioridad de sus valores contra todo sistema opresor y explotador. Porque moviliza a todos hacia una meta que puede ser alcanzada si saldamos nuestras deudas por la unidad y la organización de los pueblos (Perón, Puiggros, Jaramillo).

No se trata de un humanismo reformista o anestésico ni decorativo, de lo que se trata es de transformar el mundo existente y no de conservarlo o de conciliarse con él (Mondolfo). Entonces se trata de un humanismo como programa de lo inmediato capaz de elevar la conciencia, con reivindicaciones de libertad, igualdad, justicia y democracia hasta pasar de los buenos deseos a su realización concreta. Humanismo para cambiar el modo de producción y las relaciones de producción. Humanismo para no perder las esperanzas de luchar contra las tergiversaciones y para ampliar las libertades, la igualdad y justicia social. Humanismo, democrático y pleno, de seres humanos libres y creadores (Althuser).

Insistamos. Se trata de una concepción del humanismo ligada a la crítica social. No un humanismo abstracto o filantrópico burgués, no reducido a punto de vista gnoseológico, sino activado como una acción social transformadora. Humanismo real “recargado”. Humanismo de una nueva (renovada) integridad moral, ética y estética necesariamente históricas y sociales para la acción en el corazón, la panza y el cerebro de las relaciones sociales. Humanismo de un tiempo y un lugar concretos para la Revolución cultural y científica que permita asumir la realidad en términos de significación, esta vez, transformadora del mundo (Mészáros).

Expresión crítica de la historia, sus procesos políticos y económicos… la ideología de la clase dominante. Humanismo como la medida que refunda la fe objetiva en mundo humano, capaz de humanizar cuanto toque. O en otros términos, humanismo donde la potencia de lo humano sea creación que se despliega renovada e ilimitadamente. Humanismo expresión de libertad, de espiritualidad concreta, de lo verdaderamente creador y proyectil contra la mediocridad, el vacío espiritual y el “gusto” banal… humanismo para elevar la conciencia de la realidad con sus propios medios colectivos.

Humanismo atento a la dialéctica cultural de las luchas entre las clases sociales y sensible a la dialéctica, realmente existente, del internacionalismo y los sentimientos nacionales. Humanismo por la vida y contra todo los que la corroe, la destruye o la deprime. Humanismo como ética de la resistencia. También.

La esencia humana reclama su emancipación revolucionando las relaciones sociales. Eso requiere un humanismo producto de su propia praxis transformándose también en sus propias circunstancias. Humanismo pleno, histórico y creador. Tal humanismo no pudo nacer sino en el corazón mismo de la barbarie capitalista, es su contradicción más aguda. Está llamado a ser fuerza emergente superadora de una etapa histórica mayormente “deshumanizada”, vergonzosa y macabra. Humanismo que debe recoger lo mejor de los seres humanos para hacerse nuevo en nosotros y con nosotros. Humanismo como una concepción lógica de la política y como ética de lo colectivo. Una idea de lo humano que, por tanto, al no echar la filosofía por la borda, permite distinguir con claridad los territorios de sus luchas más concretas e inmediatas. De lo que se trata es de acrisolarlo en la praxis. Estamos a tiempo.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=260354

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La audacia en el pensamiento marxista de Samir Amín

Por: Marco A. Gandásegui h.

El gran pensador social, Samir Amín, ha fallecido. Las ciencias sociales han perdido tres figuras insustituibles en el presente año. Primero, el brasileño Theotonio dos Santos, quien inspiró a muchos a estudiar el sistema mundial desde una perspectiva radical. Le siguió Aníbal Quijano, el peruano, quien planteó la ‘revolución cultural’ para darles a los pueblos de la región latinoamericana su propia identidad. Samir Amín era egipcio pero se encontraba muy cómodo trabajando con los sociólogos latinoamericanos.

 

Antes de su muerte, Samir Amín fue entrevistado por Rubén Ramboer. De esa entrevista queremos rescatar tres líneas sobre las cuales desarrolla su obra Samir. En primer lugar, el papel de la audacia en el trabajo de los científicos sociales. En realidad, la audacia tiene que estar presente en toda iniciativa que pretende ser significativa. Más aun, la audacia es un ingrediente imprescindible para superar las contradicciones sociales.

 

Samir Amín se identifica como marxista. ¿Qué es ser marxista teniendo en cuenta que Carlos Marx escribió sus grandes obras hace 150 años? Según Samir, “ser marxista, es partir de dos grandes contribuciones elaboradas por Marx. En primer lugar, la crítica de la realidad. Pero la realidad situada en su época”. Es decir, en la actualidad. No podemos criticar algo que ya pasó o que se sitúa en un futuro desconocido. Señala, además, que “aunque el capitalismo ya no es lo que era, sigue siendo fundamental la crítica del capitalismo”. En segundo lugar, “la crítica de la imagen ideológica del capitalismo. Es decir, de la teoría económica y del economismo”. La ideología de los capitalistas ha creado un conocimiento falso de la realidad: el economismo que proclama el ‘fin de la historia’ y la existencia para siempre de relaciones sociales de esclavitud (asalariada).

 

Sobre estas dos grandes contribuciones elaboradas por Marx, hay casi un consenso sobre la definición actual del marxismo. Samir Amín da un paso adicional que asusta a no-marxistas y neomarxistas. Dice que “ser marxista significa necesariamente ser comunista. Marx no disociaba la teoría de la práctica, de la participación en la lucha por la emancipación de los trabajadores y los pueblos. También significa ser un comunista internacionalista. No es posible cambiar el mundo olvidando a la mayoría de los pueblos, especialmente a los de la periferia”. No queda claro que es ser comunista. Samir Amín aclara que significa estar dispuesto a ‘cambiar el mundo’. Inmensa tarea.

 

Samir habla de ser “neo-marxista”, algo que está de moda en algunos círculos. ¿Se puede ser un nuevo marxista, con nuevas ideas tomadas del pensador alemán del siglo XIX? Los neo-marxistas, dice Samir, “quieren romper con el marxismo histórico. Quieren ir más allá de Marx. (No soy neo-marxista), tampoco me considero “paleomarxista”, es decir, alguien que sostiene de manera incondicional el marxismo histórico, alguien que se convierte en sacerdote del marxismo, que sólo conoce los textos sagrados y los comenta sin fin. Leyendo entre líneas, tratan de encontrar respuestas a los problemas actuales que no se planteaban en aquel momento.

 

Samir Amín también se refiere a China y su aparición en el escenario mundial como nueva potencia industrial. La presencia explosiva del viejo Imperio Celestial ha trastocado la correlación de fuerzas internacional. Poco a poco, ha trasladado el centro del sistema capitalista mundial del Atlántico norte hacia la cuenca del Pacífico.

 

Según Samir, “estamos en un momento histórico en el que la izquierda radical debe ser audaz. Me refiero a la izquierda que está convencida de que el sistema capitalista debe ser superado en su esencia. En el Norte, existen las condiciones objetivas para aislar el capital monopolista, que ejerce su poder también gracias a su clero político y mediático. Esto podría comenzar por una alianza política – no una alianza electoral – y social, que incluyese a la gran mayoría. En las periferias, la audacia consistiría en la formación de un bloque histórico alternativo anticomprador” (anti-rentista).

 

En este punto, Samir se sitúa en el medio del gran debate sobre China. Estará Pekín contribuyendo a la construcción de un mundo nuevo o se estará integrando a la visión global de los centros financieros de Occidente. Según Samir, “los países emergentes, especialmente China, están en el proceso de de-construir los monopolios. Para hacer frente a esto los chinos han escogido financiar la muerte lenta de EEUU apoyando a su déficit. La muerte repentina de un animal de este tipo sería demasiado peligrosa”.

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/195168

 

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Las venas abiertas de Nicaragua

Autor: Boaventura de Sousa Santos

Pertenezco a la generación de los que en los años 80 vibraron con la revolución sandinista y la apoyaron activamente. El impulso progresista reanimado por la revolución cubana de 1959 se había estancado en gran medida por la intervención imperialista de Estados Unidos. La imposición de la dictadura militar en Brasil en 1964 y en Argentina en 1976, la muerte del Che Guevara en 1967 en Bolivia y el golpe de Augusto Pinochet en Chile contra Salvador Allende en 1973 fueron los signos más sobresalientes de que el subcontinente americano estaba condenado a ser el patio trasero de Estados Unidos, sometido a la dominación de las grandes empresas multinacionales y de las élites nacionales conniventes con ellas. Estaba, en síntesis, impedido de pensarse como conjunto de sociedades inclusivas centradas en los intereses de las grandes mayorías empobrecidas.

La revolución sandinista significaba el surgimiento de una contracorriente auspiciosa. Su significado resultaba no sólo de las transformaciones concretas que protagonizaba (participación popular sin precedente, reforma agraria, campaña de alfabetización que mereció el premio de la Unesco, revolución cultural, creación de servicio público de salud, etcétera), sino también del hecho de que todo esto se realizó en condiciones difíciles debido al cerco extremadamente agresivo de Estados Unidos con Ronald Reagan, que supuso el embargo económico y la infame financiación de los contras nicaragüenses (la guerrilla contrarrevolucionaria) y el fomento de la guerra civil. Igualmente significativo fue el hecho de que el gobierno sandinista mantuviera el régimen democrático, lo que en 1990 dictó el fin de la revolución con la victoria del bloque opositor, del que, además, formaba parte el Partido Comunista de Nicaragua.

En los años siguientes, el Frente Sandinista, siempre liderado por Daniel Ortega, perdió tres elecciones, hasta que en 2006 reconquistó el poder, manteniéndolo hasta hoy. Sin embargo, Nicaragua, como por lo demás toda Centroamérica, estuvo fuera del radar de la opinión pública internacional y de la propia izquierda latinoamericana. Hasta que el pasado abril las protestas sociales y la violenta represión llamaron la atención del mundo. Pueden contarse ya muchas decenas de muertes causadas por las fuerzas policiales y por milicias adeptas al partido en el poder. Las protestas, protagonizadas inicialmente por estudiantes universitarios, apuntaban a la displicencia del gobierno ante la catástrofe ecológica en la Reserva Biológica Indio Maíz, causada por un incendio y por la deforestación e invasión ilegales. Se sucedieron después las protestas contra la reforma del sistema de seguridad social, que imponía recortes drásticos en las pensiones y gravámenes adicionales a los trabajadores y los patrones. A los estudiantes se unieron los sindicatos y demás organizaciones de la sociedad civil.

Ante las protestas, el gobierno retiró la propuesta, pero el país estaba ya incendiado por la indignación contra la violencia y la represión y por la repulsa causada por muchas otras facetas sombrías del gobierno sandinista, que entretanto empezaron a ser más conocidas y abiertamente criticadas. La Iglesia católica, que desde 2003 se reconcilió con el sandinismo, volvió a tomar sus distancias y aceptó mediar en el conflicto social y político con condiciones. El mismo distanciamiento ocurrió con la burguesía empresarial nicaragüense, a la que Ortega ofreció sustanciosos negocios y condiciones privilegiadas de actuación a cambio de lealtad política.

El futuro es incierto y no puede excluirse la posibilidad de que este país, tan masacrado por la violencia, vuelva a sufrir un baño de sangre. La oposición al orteguismo cubre todo el espectro político y, tal como ha ocurrido en otros países (Venezuela y Brasil), sólo muestra unidad para derribar el régimen, pero no para crear una alternativa democrática. Todo lleva a creer que no habrá solución pacífica sin la renuncia de la pareja presidencial Ortega-Murillo y la convocatoria de elecciones anticipadas libres y transparentes.

Los demócratas, en general, y las fuerzas políticas de izquierda, en particular, tienen razones para estar perplejos. Pero tienen sobre todo el deber de rexaminar las opciones recientes de gobiernos considerados de izquierda en muchos países del continente y de cuestionar su silencio ante tanto atropello de ideales políticos durante tanto tiempo. Por esta razón, este texto no deja de ser, en parte, una autocrítica. ¿Qué lecciones se pueden extraer de lo que pasa en Nicaragua? Ponderar las duras lecciones que a continuación enumero será la mejor forma de solidarizarse con el pueblo nicaragüense y de manifestarle respeto por su dignidad.

Primera lección: espontaneidad y organización. Durante mucho tiempo las protestas sociales y la represión violenta ocurrieron en las zonas rurales sin que la opinión pública nacional e internacional se manifestara. Cuando las protestas irrumpieron en Managua, la sorpresa fue general. El movimiento era espontáneo y recurría a las redes sociales que el gobierno había promovido con el acceso gratuito a Internet en los parques del país. Los jóvenes universitarios, nietos de la revolución sandinista, que hasta hace poco parecían alienados y políticamente apáticos, se movilizaron para reclamar justicia y democracia. La alianza entre el campo y la ciudad, hasta entonces impensable, surgió casi naturalmente y la revolución cívica salió a la calle asentada en marchas pacíficas y barricadas que llegaron a alcanzar 70 por ciento de las carreteras del país. ¿Cómo es que las tensiones sociales se acumulan sin que se noten y su explosión repentina toma a todos por sorpresa? Ciertamente, no por las mismas razones por las que los volcanes no avisan. ¿Puede esperarse que las fuerzas conservadoras nacionales e internacionales no se aprovechen de los errores cometidos por los gobiernos de izquierda? ¿Cuál será el punto de explosión de las tensiones sociales en otros países del continente causadas por gobiernos de derecha, por ejemplo Brasil y Argentina?

Segunda lección: los límites del pragmatismo político y de las alianzas con la derecha. El Frente Sandinista perdió tres elecciones después de haber sido derrotado en 1990. Una facción del frente, liderada por Ortega, entendió que la única manera de retornar al poder era haciendo alianzas con sus adversarios, incluso con aquellos que más visceralmente habían hostilizado al sandinismo, como la Iglesia católica y los grandes empresarios.

Con la Iglesia católica la aproximación comenzó a principios de la década de 2000. El cardenal Miguel Obando y Bravo fue durante buena parte del periodo revolucionario un opositor agresivo al gobierno sandinista y activo aliado de los contras, llamando a Ortega víbora moribunda durante toda la década de los 90. Pese a ello, Ortega no tuvo pudor en aproximarse al cardenal al punto de pedirle en 2005 que oficiase el matrimonio con su compañera de muchos años, Rosario Murillo, actual vicepresidenta del país.

Entre muchas otras concesiones a la iglesia, una de las primeras en 2006 fue aprobar la ley de prohibición total del aborto, incluso en casos de violación o de peligro para la vida de la mujer. Esto, en un país con alta incidencia de violencia contra mujeres y niños.

Por otra parte, la aproximación a las élites económicas se produjo por la sumisión del programa sandinista al neoliberalismo, con la desregulación de la economía, la suscripción de tratados de libre comercio y la creación de sociedades público-privadas que garantizaban jugosos negocios al sector privado capitalista a costa del erario público. Se produjo también un acuerdo con el ex presidente Arnoldo Alemán, considerado uno de los jefes de Estado más corruptos del mundo.

Estas alianzas garantizaron cierta paz social. Debe destacarse que en 2006 el país estaba al borde de la quiebra y las políticas adoptadas por Ortega permitieron el crecimiento económico. Se trató, sin embargo, del crecimiento típico de la receta neoliberal: gran concentración de riqueza, total dependencia a los precios internacionales de los productos de exportación (en particular café y carne), autoritarismo creciente ante el conflicto social causado por la extensión de la frontera agrícola y por los megaproyectos (por ejemplo, el gran canal interoceánico, con financiamiento chino), aumento desordenado de la corrupción, empezando por la élite política en el gobierno.

La crisis social sólo fue atenuada debido a la generosa ayuda de Venezuela (donaciones e inversiones) que llegó a ser una parte importante del presupuesto del Estado y permitió algunas políticas sociales compensatorias. La situación tendría que estallar cuando los precios internacionales bajasen, hubiese cambio de política económica en el principal destino de las exportaciones (Estados Unidos) o se evaporase el apoyo de Venezuela. Todo eso ocurrió en los pasados dos años. Mientras tanto, terminada la orgía de favores, las élites económicas tomaron sus distancias y Ortega quedó cada vez más aislado. ¿Puede un gobierno continuar denominándose de izquierda (y hasta revolucionario) a pesar de seguir todo el ideario del capitalismo neoliberal con las condiciones que este impone y las consecuencias que genera? ¿Hasta qué punto las alianzas tácticas con el enemigo se transforman en la segunda naturaleza de quien las protagoniza? ¿Por qué las alianzas con las diferentes fuerzas de izquierda parecen siempre más difíciles que las alianzas entre la izquierda hegemónica y las fuerzas de derecha?

Tercera lección: autoritarismo político, corrupción y desdemocratización. Las políticas adoptadas por Daniel Ortega y su facción crearon divisiones importantes en el seno del Frente Sandinista, y oposición en otras fuerzas políticas y en las organizaciones de la sociedad civil que habían encontrado en el sandinismo de los años 80 su matriz ideológica y social y su voluntad de resistencia. Las organizaciones de mujeres tuvieron un protagonismo especial. Es sabido que el neoliberalismo, al agravar las desigualdades sociales y generar privilegios injustos, sólo se puede mantener por la vía autoritaria y represiva. Fue eso lo que hizo Ortega. Por todos los medios, incluyendo cooptación, supresión de la oposición interna y externa, monopolización de los medios masivos, reformas constitucionales que garantizan la relección indefinida, instrumentalización del sistema judicial y creación de fuerzas represivas paramilitares. Las elecciones de 2016 fueron el claro retrato de todo esto, y la victoria del eslogan Una Nicaragua cristiana, socialista y solidaria encubría mal las profundas fracturas en la sociedad.

De un modo casi patético, pero quizás previsible, el autoritarismo político fue acompañado por la creciente patrimonialización del Estado. La familia Ortega acumuló riqueza y mostró su deseo de perpetuarse en el poder. ¿La tentación autoritaria y la corrupción son una desviación o son constitutivas de los gobiernos de matriz económica neoliberal? ¿Qué intereses imperiales explican la ambigüedad de la OEA frente al orteguismo, en contraste con su radical oposición al chavismo? ¿Por qué buena parte de la izquierda latinoamericana y mundial mantuvo (y continúa haciéndolo) el mismo silencio cómplice? ¿Por cuánto tiempo la memoria de las conquistas revolucionarias opaca la capacidad de denunciar las perversiones que le siguen al punto de que la denuncia llega casi siempre demasiado tarde?

Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez

Coímbra, 5 julio de 2018

Fuente: http://www.jornada.com.mx/2018/07/07/mundo/022a1mun
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La revolución es cultural y florecerá en los páramos y arrabales

Por: Ilka Oliva Corado

Uno puede tener esa idea de amor romántico con América Latina, y hablar del torrente de sus ríos, de la frondosidad de sus selvas tropicales, del colorido del folclore; uno puede enamorarse perdidamente de los celajes de otoño y de la niebla de primavera, pero a Latinoamérica además de sentirla también hay que pensarla desde el análisis sociopolítico y cultural. Una América Latina que la sintamos en cada poro de la piel pero también en la corteza cerebral.

Y para eso tenemos que perder el miedo a cuestionar, tenemos que responsabilizarnos con el análisis y la lectura, con la duda; porque dudar nos empuja a investigar a indagar y a buscar respuestas. A romper con el cerco mediático que nos ha tenido manipulados y excluidos de la Memoria Histórica y de la geopolítica latinoamericana.

Pero eso implica dejar la pereza, la comodidad y la indiferencia. Latinoamérica es rescatable con una revolución cultural que es la más poderosa de las revoluciones porque una mente informada jamás podrá ser manipulada. Por esa razón vemos el ataque mediático que nos descarga minuto a minuto toneladas de desinformación con la que pretenden adormecernos y mantenernos alejados de toda resistencia política.

Tenemos que armarnos de agallas y salir de las redes sociales, dejar de ser revolucionarios de redes sociales y serlo en el día a día en cualquier ámbito donde nos desenvolvamos. La revolución cultural es monumental y comienza con trabajo de hormiga. La revolución cultural debe llevar el mismo proceso que el de bambú, que primero crece 7 años hacia abajo, ahondando sus raíces para fortalecerse en el centro de la tierra para luego crecer hacia arriba y resistir a cualquier embate del tiempo.

Nuestra revolución cultural debe ahondarse en los arrabales, en los pueblos inhóspitos, entre candiles y tinajas de agua, entre calles enlodadas y botes de huele pega. En la exclusión y el abandono, en los violentados del sistema, en los que desconocen y tienen hambre y sed y se atreven a soñar. Esa revolución debe tener sus cimientos en la raíz marginada para volverla el corazón indómito de la resistencia de la Patria Grande.

Amar a Latinoamérica es jugarse la vida, no entre metrallas, es honrarla dando la mano, compartiendo el conocimiento, despertando en el otro la llama de la inquietud, del análisis. Es pasar la estafeta y lanzar semilla por doquier sin pensar en la fertilidad de la tierra, si no con la certeza que florecerá entre los páramos más secos y olvidados.

Y para eso quienes han tenido la oportunidad de acceder a otro tipo de conocimiento, tienen que tener la humildad de dejar de andar por las alturas creyéndose intelectuales e iluminados donde lo importante es el codeo y las menciones honoríficas, las fotos y los viajes; para bajar a donde son necesitados sin fotos, sin codeos, sin viajes y sin menciones honoríficas pero donde su conocimiento será valorado y donde su condición de ser humano finalmente valdrá la pena. Porque es así, entre mayor conocimiento es mayor la responsabilidad con los pueblos.

A Latinoamérica hay que sentirla, sí pero en las manos rajadas de los abuelos campesinos, en las espaldas encorvadas de los obreros, en los sueños de los niños que trabajan en las fincas tapiscando y que jamás han asistido a la escuela. En los vientres de las niñas violadas y embarazadas, en las laderas de los arrabales violentados con la limpieza social, en las miradas perdidas de quienes se ven obligados a migrar.

Y la forma de amarla es analizando, luchando y resistiendo, desde el lugar en donde estamos; porque la Patria Grande no tiene fronteras la hacemos todos los que creemos en la libertad de los pueblos. La revolución la hacemos todos, porque somos el núcleo de la célula, el ecosistema, la lava del volcán, la fuerza de la tormenta, el arcoíris del escampe y la raíz del bambú.

Cada vez que digamos que amamos a América Latina preguntémonos si es verdad o si solo son patadas de ahogados. Si es verdad, unámonos a la revolución cultural y hagámosla florecer en los páramos y arrabales.

Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com

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El legado del educador brasileño Paulo Freire en la historia

Brasil/05 de Mayo de 2018/Telesur.

Freire es recordado por defender una concepción de la educación que favorece al estudiante y lo estimula a desarrollar una conciencia crítica.

Este miércoles se cumplen 21 años del fallecimiento del educador y pedagogo brasileño Paulo Freire, quien fue uno de los teóricos más influyente en el ámbito de la educación durante el siglo XX.

El educador brasileño será recordado principalmente por su obra Pedagogía del Oprimido (1968), en la que defendía una concepción de la educación en favor de la liberación de los desfavorecidos a través de una revolución cultural.

Entre sus trabajos destacan Pedagogía de la esperanza y Pedagogía de la autonomía. Sus investigaciones han sido traducidas a 35 idiomas, y se ha convertido en un referente educacional en el mundo.

Teorías educativas y pedagógicas

Freire impulsó su propio método de alfabetización, que tuvo influencia en las renovaciones pedagógicas de América Latina, África y Europa durante la segunda mitad del siglo XX y se ha seguido utilizando en la actualidad en muchas sociedades del mundo.

«Mi visión de la alfabetización va más allá del mero ba, be,bo, bu, porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado», indicó Freire en una ocasión.

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El método Freiriano se opone al sistema unidireccional de educación, que es concebido como un instrumento de opresión, y plantea la generación de un nuevo vínculo entre profesores y alumnos.

De acuerdo con lo expuesto en su libro “Pedagogía del oprimido” (1968), existen dos tipos de educación, la domesticadora y la libertadora, que se contraponen directamente.

En la primera, se posiciona al profesor como figura central del proceso de enseñanza, por lo que el docente posee el monopolio del conocimiento y es responsable de imponer el saber al alumno, mientras este adopta una postura pasiva y se limita a memorizar mecanicamente la información suministrada.

La educación libertadora fue la propuesta de Freire a la primera opción, con la intención de destruir la pasividad de estos últimos y estimularlos a transformar su realidad. En este contexto, el dialogo cobra una gran importancia, ya que funciona como instrumento de liberación y construcción de la conciencia crítica de los alumnos.

El método de enseñanza de la alfabetización que propone Paulo Freire consiste, inicialmente, en el estudio del contexto, para determinar y registrar el vocabulario utilizado en el medio cultural de los alumnos.

Posteriormente, se seleccionan palabras “generadoras” o “generativas” entre el vocabulario descubierto. Es decir, aquellas que poseen mayor contenido emocional, y que además, son capaces de generar otras.

Finalmente, ocurre el proceso real de alfabetización, que para Freire ocurre, inicialmente, en sesiones de motivación (para estimular debates entre ambas partes), el desarrollo de materiales de aprendizaje y la decodificación, en la que los alumnos promueven nuevas combinaciones a partir de las palabras “generadoras”.

Contraste con el modelo actual

Desde que el mandatario de facto Michel Temer asumió las riendas de la nación suramericana, acometió una serie de reformas y regulaciones en diversos sectores como la salud y la educación, principalmente abocadas al recorte de presupuesto público, lo que repercute en este rubro.

En 2016, tomando una de sus decisiones mas controversiales, Temer decidió eliminar la obligatoriedad de enseñar en escuelas secundarias asignaturas como educación física, filosofía, artes y sociología, al tiempo que dio prioridad a la enseñanza del inglés sobre el español.

Las decisiones tomadas con respecto a las asignaturas contrastan con el modelo de Freire, que siempre buscó promover una educación humanista que generara la transformación total de la sociedad, a través de la liberación del individuo y el desarrollo de su conciencia crítica, por lo que exalta la promoción de materias como filosofía o artes para el desarrollo integral del individuo.

Desde Brasil vislumbran la reforma educativa de Temer como una amenaza para la construcción progresista que se han construido desde hace décadas y de la que Freire fue uno de los principales impulsores.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/legado-educador-brasileno-paulo-freire-historia-20180501-0041.html

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Venezuela: Una nueva cultura del carnaval resurge en los espacios públicos de Caracas.

América del Sur/Venezuela/28.02.2017/Autor y Fuente: http://www.avn.info.ve/

La Revolución Bolivariana ha promovido en los ciudadanos y ciudadanas una renovada concepción de la cultura del Carnaval, como una fiesta popular en los espacios públicos recuperados de la ciudad, destacó el presidente de la Fundación para la Cultura y las Artes (Fundarte), Freddy Ñáñez, en entrevista por Venezolana de Televisión este sábado.

«En revolución, la cultura es el derecho esencial de todos los derechos porque nos sensibiliza, nos profundiza el pensamiento y el lema en estos carnavales es defender la alegría, es un derecho. Celebrar los Carnavales es recuperar las condiciones para ese ejercicio democrático en los espacios públicos que es el lugar de convocatoria de la comunidad y de festejo de la ciudad», afirmó.

En el caso central de Caracas, las fiestas se iniciaron este viernes con el llamado Grito del Carnaval para  niños, jóvenes y adultos. Ñáñez invitó al poder popular a sumarse a las demás actividades que se realizarán durante este fin de semana, lunes y martes, que incluyen comparsas en las comunidades, elección de madrina del Carnaval, conciertos a cargo de agrupaciones de música latina nacionales y también internacionales, así como recitales de música llanera en el Paseo de la Nacionalidad en Los Próceres, y para el cierre, el próximo martes reafirmó la realización del acostumbrado desfile de carrozas y comparsas.

Ñañez también invitó a la colectividad a asistir este sábado en la tarde al Teatro Bolívar, ubicado en la plaza del mismo nombre, casco central de Caracas, para apreciar una puesta en escena en honor a los carnavales de El Callao, tradición con arraigo en el estado Bolívar con más de 120 años de antigüedad, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Hizo la salvedad de que la Casa de la Diversidad Cultural, del Ministerio para la Cultura, seguirá masificando esta tradición a través de su programa especial para el resguardo y preservación de esta memoria viva.

«Hoy en día nos debemos sentir orgullosos de todas las manifestaciones culturales que hacen parte de la pluralidad cultural de la que hablamos en la Constitución, y como Caracas se ha construido con un éxodo de pueblo que viene de distintos lugares, también estas manifestaciones hacen parte de la identidad del caraqueño», puntualizó Ñáñez.

Fuente: http://www.avn.info.ve/contenido/%C3%B1%C3%A1%C3%B1ez-comunidades-han-asumido-carnaval-como-una-fiesta-popular-espacio-p%C3%BAblico
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