América del Norte / México / 09 se octubre de 2016 / Por: Leah Muñoz @DanmunozDan
Se trata de Itzel Durán Castellanos, una mujer trans que fue asesinada al interior de su domicilio en el barrio Guadalupe de Comitán, en la ciudad de Comitán, Chiapas.
Se trata de Itzel Durán Castellanos, una mujer trans que fue asesinada al interior de su domicilio en el barrio Guadalupe de Comitán, en la ciudad de Comitán, Chiapas.
Con tal sólo19 años de edad, la violencia transfóbica le ha quitado la vida a Itzel. Según los vecinos- quienes llamaron al 911 tras escuchar gritos- una o dos personas salieron del domicilio de la chica.
La policía tardó media hora en llegar ya que, aparentemente, el 911 les reportó un choque y no un asesinato. Para cuando llegó la Cruz Roja ya era demasiado tarde, Itzel había muerto.
Al lugar arribaron agentes del Ministerio Público- quienes llevan la investigación del caso- y peritos de la Fiscalía Sierra Fronterizo.
Violencia transfóbica, violencia feminicida
Con apenas poco más de una semana de haberse cometido el transfeminicidio de Paola Ledezma en la Ciudad de México, la violencia transfóbica ya ha cobrado la vida de otra mujer trans.
Los crímenes de odio por transfobia no son casos aislados, son la expresión última y más cruda de una larga cadena de violencia, discriminación y opresión sobre la vida, cuerpos y deseos de las personas trans.
Los crímenes de odio a personas trans ocurren de forma extendida a lo largo de todo el país. Según los datos, por cada crimen por transfobia documentado dos no son reportados.
De acuerdo con el secretario general de Diana Sacayán A.C., la violencia en contra de la diversidad sexogenérica en Chiapas– en especial a quienes se dedican al trabajo sexual-ha ido en aumento a raíz de las movilizaciones del Frente Nacional por la Familia.
Este discurso de odio que ha venido promoviendo la Iglesia y el FNF en contra del matrimonio igualitario y la diversidad sexual solamente ha significado que la ola de violencia homolesbitransfóbica en todo el país se incremente.
Chiapas: quinto lugar en crímenes de odio
Este estado sureño tiene el quinto lugar en crímenes de odio, según Letra S, y de acuerdo con datos del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) ocho de cada diez casos de crímenes de odio en Chiapas son contra personas trans.
En los últimos dos años en Chiapas, bajo la administración de Manuel Velasco Coello del Partido Verde Ecologista, los crímenes de odio han ido en aumento, registrándose 40, que se mantienen en la impunidad.
El discurso de odio de la Iglesia y el FNF en contra de las vidas trans- que nos señala como “antinaturales”-, la posición de distintos medios de comunicación que niegan nuestras identidades femeninas- y nos anuncian en masculino, como “hombres vestidos de mujer” o niegan nuestros nombres elegidos en pos de un “nombre verdadero”-, lanzan el mensaje de que nuestras vidas no importan.
Tanto en el caso de Paola Ledezma como en el de Itzel Durán- y como en muchos feminicidios que ocurren a lo largo del país- los responsables están libres. En un país en donde el mismo régimen es responsable de miles de muertes y desapariciones, no podemos esperar que la justicia venga de las mismas autoridades que nos violentan, nos extorsionan y nos matan.
Seguimos luchando por plenos derechos para la comunidad sexogenérica y repudiamos los transfeminicidios de Paola Ledezma e Itzel Durán, y de los cientos de crímenes de odios a personas de la comunidad LGBTTTIQ.
¡Justicia para Itzel Durán!
¡Justicia para Paola Ledezma!
¡Basta de transfobia!
Fuente: http://www.laizquierdadiario.mx/Asesinan-a-otra-mujer-trans-esta-vez-en-Chiapas-Justicia-para-Itzel?id_rubrique=1714
Cuando tenía 13 años y cursaba 8vo grado en un barrio de Cagua —fuera de Caracas—, una de las reglas del colegio era tener cabello corto si eras “niño”. Esas fibras que salen de tu cuero pueden determinar qué tan cerca o lejos estés de los modelos normativos de género: qué tan niño, qué tan niña, qué tan “rarx” eres. Siempre me rehusé a cortarme el cabello y las profesoras me colocaban en la fila de las niñas como castigo. Al ver que nunca fue un castigo para mí, el aparato disciplinador escolar y la ortopedia de los géneros me cortaron el cabello a la fuerza. Delante de todo el liceo, como gesto aleccionador. Pero la lección fue: no le hagas caso a la institucionalidad domesticadora.
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