El indignante nuevo sistema de acreditación para el profesorado universitario

Por: Enrique Díez

Es necesario un sistema que valore los méritos académicos de unos profesionales universitarios que están realizando un trabajo encomiable en medio de unas políticas neoliberales de brutales recortes y precarización.

Mi compañero Vicente es profesor titular en la Universidad de León desde hace 14 años. Hace dos años solicitó acreditarse como catedrático y se quedó a muy poco de conseguirlo. Le faltaban unos pocos méritos de investigación y algo más de docencia que hubiera podido lograr en estos dos años. Pero con el nuevo sistema de acreditación que acaba de implantar la ANECA (agencia externa que evalúa los méritos del profesorado universitario), prevé que ahora tardará por lo menos otros 10 años en cumplir las nuevas condiciones, pero cree que nunca llegará porque antes se jubila.

Se está levantando una ola de indignación entre el profesorado universitario que considera desproporcionadas, desorbitadas e inalcanzables las nuevas condiciones de acreditación. Recordemos que la acreditación (proceso de evaluación externa del currículum) es solo un requisito previo al concurso público necesario para acceder a cualquier puesto de profesorado universitario. Por eso, este repentino e injustificado cambio de los criterios de la ANECA, multiplicando los requisitos y haciéndolo inaccesible incluso para muchos que actualmente lo son, se ha tildado de “ANECAZO”.

En el contexto actual de recortes y de desinversión en Educación Superior, el “ANECAZO” entierra definitivamente las perspectivas de estabilidad y de promoción de buena parte del profesorado universitario, a la vez que consolida el control ideológico y político en la Universidad, orientándola más que nunca al servicio de los intereses de mercado.
El ANECAZO probablemente expulsará de la carrera académica a muchas personas que, habiendo cumplido sobradamente con lo que se les exigía para pasar a ser estables, han visto frenada su posibilidad de estabilidad laboral por el estrangulamiento de la Universidad Pública, debido al recorte de plantilla de profesorado decretado por el gobierno Rajoy desde 2012 y estando, además, sin posibilidad de recursos para poder continuar sus investigaciones, también debido a los recortes presupuestarios. De esta forma el ANECAZO se convierte en un ERE encubierto que precariza aún más la Universidad Pública.

Por eso buena parte de la comunidad universitaria lamenta estos dos años perdidos, con el sistema de acreditación paralizado, que sólo han servido para que el Ministerio y la ANECA impongan los criterios ya publicados hace tiempo, incumpliendo el compromiso que ambos adquirieron de revisarlos para hacerlos más racionales, adaptados a la realidad, y similares en cuanto a exigencia a los anteriores.

El endurecimiento de los requisitos es tal que en diversas áreas las exigencias máximas del anterior sistema se han transformado en requerimientos mínimos en el actual modelo. Estos criterios son además generadores de desigualdad y frustración entre el profesorado universitario puesto que algunos de los méritos son prácticamente imposibles de alcanzar en algunas áreas, bloqueando así las aspiraciones legítimas de desarrollo en su trayectoria académica y de promoción de quienes están en el inicio de su carrera docente e investigadora.

En el sistema anterior, en Educación, en la práctica no hacía falta haber publicado en el Journal Citation Reports (JCR) para ser catedrático o catedrática. Ahora, se exigen al menos cuatro publicaciones en lo que se denomina “primer cuartil” (el nivel más restringido) del JCR y otras ocho en otros niveles no tan exigentes, cuando en Educación hay muy pocos profesores y profesoras con estos méritos, ni siquiera en la comisión que ha aprobado esta nueva norma. Los sindicatos estiman que, con los requisitos de ahora, serían suspendidos para catedráticos y titulares más del 80% de los que actualmente desempeñan sus funciones en estos puestos, incluyendo a los recién acreditados.

No solo se exige un exagerado número de publicaciones en revistas de impacto mundial, sino también autorías preferentes (cuando los artículos suelen estar vinculados a proyectos y ser de autoría múltiple), lo cual es especialmente lesivo para el profesorado no permanente o contratado doctor, pues no puede haber sido investigador principal en dos proyectos competitivos, requisito para cumplir esas condiciones. Estos méritos para acceder a un puesto estable son imposibles de lograr para el profesorado con contrato temporal y precario, pues están ligados precisamente a tener un contrato estable. Se convierte así en un círculo vicioso imposible: para dejar de tener un contrato precario, se exigen aportar méritos que solo se pueden conseguir con un contrato estable.

La evaluación en forma de acreditación del profesorado universitario debe ser un proceso transparente, sin criterios que den lugar a la subjetividad, autoevaluable y adecuado a la realidad docente e investigadora de cada área de conocimiento. No puede ni debe fijar máximos, sino los mínimos necesarios para que se pueda acceder a un concurso en el que, como en cualquier oposición, el tribunal sí establezca cuales son aquellos candidatos o candidatas que alcanzan la máxima puntuación con sus méritos.

Lo que se esconde detrás de este nuevo sistema de acreditación es implantar un modelo de corte profundamente neoliberal, competitivo y de hiperproductividad en las condiciones de trabajo del profesorado universitario, que olvida intencionalmente la interdisciplinaridad (especialmente en investigación), impulsando modelos de competencia individual que no se corresponde con el modelo de cooperación científica que hace avanzar la ciencia y el conocimiento.

Reorienta la universidad hacia un modelo gerencial, de corte neoliberal, que privilegia y premia la gestión, como si la Universidad fuera una empresa. El peso que da a la permanencia en determinados cargos universitarios, es claramente desproporcionado. Supuesto “mérito”, que puede ser valorado con el máximo en investigación, como si fuera una actividad científica. Mientras minimiza la valoración positiva de la investigación.

El problema de fondo es que el Ministerio no ha querido sentarse con los agentes sociales para acordar, de una vez por todas, las bases de lo que debe ser un profesor o profesora universitaria, ni establecer, si es necesario, un modelo de carrera profesional académica, a través del Estatuto del Personal Docente e Investigador de las Universidades Públicas Españolas (contemplado ya en la LOM-LOU 4/2007).

Por lo tanto, esta imposición sin proceso de negociación colectiva y sin justificación del cambio de criterios (no se conocen informes, análisis previos y estudios que lo avalen y justifiquen), se suma a las medidas “de ajuste” implantadas con el RDL 14/2012 que, no solo recortaron la plantilla universitaria, sino que además aumentaron la docencia de gran parte del profesorado y la convirtieron en una suerte de “castigo” o “imposición” a quien no consiguiera acreditarse. Así como los recortes en las ayudas destinadas a investigación. Es decir, una escalada en el desmantelamiento de la Universidad Pública y su precarización, mcdonalización y “gerencialización”.

Nadie está en contra de que haya más y mejor docencia e investigación en la Universidad. Pero elevar los requisitos “de manera desproporcionada”, lo que realmente empuja es a centrarse exclusivamente en la loca carrera por “publicar o perecer”, buscando obtener esos “puntos ANECA” como sea y a cualquier precio, investigando en temas “vendibles”, dejando de lado otras tareas esenciales de la Universidad. Además, que el número de publicaciones no acredita ni el acierto en la investigación, ni las posibilidades de su aplicación ni la correlación con una mejor docencia. El objetivo de la vida académica en la Universidad no puede ser conseguir “puntos Aneca”, sino generar y compartir conocimiento.

Por eso es crucial apoyar la demanda de los sindicatos para que se derogue el RD 415/2015, se habilite el anterior sistema de acreditación (RD 1312/2007) transitoriamente y se negocie un nuevo sistema de acreditación consensuado con la comunidad académica que sea transparente, permita la autoevaluación de los candidatos y valore los méritos académicos objetivamente. Un sistema que valore los méritos académicos de unos profesionales universitarios que están realizando un trabajo encomiable en medio de unas políticas neoliberales de brutales recortes y precarización, centradas en rescatar bancos mientras dejan en la ruina la financiación universitaria. Un sistema que asegure la estabilidad y dignidad del profesorado y blinde la Universidad Pública contra la privatización y los recortes.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/11/22/el-indignante-nuevo-sistema-de-acreditacion-para-el-profesorado-universitario/

Comparte este contenido:

Bolivia: Las ‘U’ del país, con baja acreditación al Mercosur

América del sur/Bolivia/29 Julio 2017/Fuente: El deber

De 1.661 carreras apenas 48 tienen aval internacional. En Santa Cruz hay 10 acreditadas de seis universidades. La mayoría de ellas están en la Uagrm 

La certeza de que hay un rezago en materia de acreditación internacional está latente en el sistema universitario nacional. Lo reconocen los rectores de universidades públicas, privadas, indígenas y de régimen especial. Lo reconocen también en el Ministerio de Educación, por lo que declararon prioritaria la creación de la Agencia Plurinacional de Evaluación y Acreditación de Educación Superior Universitaria (Apeasu).

No es para menos. En Bolivia de las 1.661 carreras que se ofertan en las 55 universidades avaladas por el Ministerio de Educación, solo 48 carreras accedieron al sistema de acreditación para el reconocimiento regional de la calidad académica en el Mercosur (Arcu-sur). Es decir, apenas el 2,8 % del total.

Por universidades

Desglosado por universidad, cuentan con titulación internacional: Mayor de San Andrés (UMSA), Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA), Privada Del Valle, Mayor de San Simón (UMSS), Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca, Gabriel René Moreno (Uagrm), Juan Misael Saracho, Autónoma de Pando, Universidad Privada Boliviana, Tecnológica Privada de Santa Cruz (Utepsa), Técnica de Oruro (UTO), Evangélica Boliviana (UEB), Cristiana de Bolivia (Ucebol), Aquino de Bolivia (Udabol) y Técnica Cosmos.

Por carreras

Las carreras que cuentan con titulación regional del Mercosur junto a la cantidad de universidades que la ofertan son: Arquitectura (5), Agronomía (5), Enfermería (3), Veterinaria (1), Ingeniería Civil (5), Ingeniería Industrial (5), Ingeniería Mecánica (2), Ingeniería Eléctrica (2), Ingeniería Electrónica (4), Ingeniería Química (3), Medicina (7), Odontología (6).

Para Luis Vargas, profesional de acreditación de la Dirección de Educación Superior del Ministerio de Educación, “quedó claro” que la creación de la Apeasu es una necesidad. Estimó que hasta fin de año el número de carreras acreditadas por el Mercosur subiría a 100.

Fuente: http://www.eldeber.com.bo/tendencias/En-Bolivia-solo-el-28-de-las-universidades-se-acredito-por-el-Mercosur-20170726-0087.html

 

Comparte este contenido:

Educación: abismo entre mensaje y proyecto

Por: Mariana Zegers

El Pacto Internacional de Derechos Económico, Sociales y Culturales establece en su artículo número 13 que la educación superior “debe hacerse igualmente accesible a todos, sobre la base de la capacidad de cada uno, por cuantos medios sean apropiados, y en particular por la implantación progresiva de la enseñanza gratuita”. En esta dirección, en teoría, camina la reforma a la educación superior, tan anunciada por el gobierno de Michelle Bachelet y la Nueva Mayoría. Luego de ser postergada en varias ocasiones, fue ingresada al Congreso recientemente, el 4 de julio de este año.

Una de las reformas más esperadas de este segundo mandato de la actual Presidenta ingresó al Parlamento con más detractores que defensores. Ha sido fuertemente criticada por los movimientos sociales que han luchado por una educación universitaria gratuita y de calidad, por los dirigentes estudiantiles y el resto de los principales actores de la educación superior, incluidos los rectores de universidades públicas y privadas. Ni siquiera contó con la venia del oficialismo.

El proyecto de Reforma a la Educación Superior, tal como aparece en la sección introductoria, manifiesta claramente entre sus lineamientos principales la importancia de buscar permanentemente la equidad e inclusión, vía implantación de la gratuidad; la calidad y, finalmente, la mantención de un vínculo estrecho entre la educación universitaria y las necesidades nacionales y regionales.

¿Cuál es la fórmula económica de la gratuidad universitaria? Durante este y el año que viene se asegura gratuidad para estudiantes del 50% más pobre del país que ingresen a universidades estatales o privadas que no lucren y estén acreditadas por cuatro años o más, para avanzar al 2020 al 60 por ciento de cobertura. Luego, la gratuidad aumenta solo si los ingresos estructurales del país (aquellos que recibe el fisco por recaudación tributaria, de Codelco y Enap), corresponden al menos al 23,5 por ciento del PIB tendencial y si la economía se mantiene en los promedios que se estima. La gratuidad universal, entonces, queda subordinada a variables económicas. Mientras, se mantiene el financiamiento mediante becas y créditos (ver infografía sobre gratuidad universal Educación 2020).

Los dirigentes estudiantiles alegan que esta reforma no cumple lo prometido; que, muy por el contrario, se consolida el actual sistema neoliberal en la educación. Los rectores de las universidades estatales, por medio de una carta publicada en El Mercurio, tampoco tardaron en pronunciarse. Celebran que se establezca el objetivo de cambiar los fundamentos del actual sistema universitario, que se defienda la educación pública y se asuma la incidencia del actual sistema de mercado en la inequidad y la baja calidad. Señalan, sin embargo, que en la implementación del proyecto el Estado sigue siendo un mero proveedor de educación, y que su tarea consiste en regular la oferta y calidad, aumentando incluso el financiamiento a privadas. Asimismo, lamentan la mantención de mecanismos de financiamiento desacreditados por los estudiantes y criticados por diversos sectores, ya que favorecen a instituciones bajo sospecha de lucro y calidad deficiente.

Con el cuestionamiento de los principales sectores interesados en el cumplimiento de los compromisos programáticos adquiridos por el Gobierno esta reforma hace su entrada, no tan triunfal, al Parlamento. Si bien, tal como han señalado los rectores, tal cumplimiento puede requerir una implementación gradual, “el horizonte ha de ser la construcción de una sociedad más democrática y más equitativa. Por el contrario, este proyecto puede terminar conservando estructuralmente los efectos sociales del actual modelo. A partir de la promesa de fortalecer la educación pública, se podría consolidar definitivamente la cobertura privada”.

También hay quienes critican los mecanismos diseñados para garantizar que no se lucre. Uno de ellos es el Contralor general de la República, encargado de fiscalizar el gasto público, quien afirma que el proyecto de educación superior “lejos de establecer controles de los recursos públicos, lo que hace es quitarlos”. Respecto de la destinación de fondos públicos a privadas, el rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, señala: “las universidades privadas viven paraísos fiscales dentro del país,  (…) ellos reciben dinero por lo cual no tienen que dar cuenta para nada.”

La Superintendencia de Educación Superior será la garante de que los recursos entregados por el Estado a las instituciones de educación sean íntegramente utilizados para el desarrollo de docencia, investigación, innovación y vinculación con el medio. El proyecto enviado en julio establece como sanción por el desvío de recursos la devolución de dichos capitales y el pago de una multa que asciende al 50% del dinero apropiado. Solo de hacer caso omiso a dicha sanción, se configura el delito de apropiación indebida, con una pena máxima de 5 años de cárcel.

En este contexto, no olvidemos los gravísimos problemas de desregulación y abusos del sistema privado de educación superior. Investigadores de Educación 2020 insisten en que no basta con crear una Superintendencia de Educación Superior o perfeccionar el sistema de acreditación, sino que es preciso un cambio drástico en el marco regulatorio.

A meses de enviado el proyecto, se mantienen los cuestionamientos, a pesar de que la ministra de educación Adriana Delpiano anunciara el ingreso de indicaciones sustitutivas, desconocidas hasta el momento. Es importante mencionar que estas indicaciones solo se pueden presentar una vez que una comisión en el Parlamento apruebe en general el proyecto y entre a una discusión particular. Por ello, se entiende que el Ejecutivo buscará llegar a un trato con los parlamentarios, asegurando las modificaciones necesarias para obtener el voto a favor de legislar.

En medio de la crisis de legitimidad de los políticos, el grueso de la población ya no confía en las decisiones tomadas a puerta cerrada por los parlamentarios. A los que se oponen a este proyecto, debemos sumar a aquellos que desconocen su contenido y que, en realidad, rechazan que cualquier iniciativa importante como esta sea elaborada, modificada y aprobada entre cuatro paredes.

Es sin duda preocupante que esta reforma, tan anunciada y comprometida por el Gobierno de Bachelet, sea rechazada por buena parte de los actores sociales implicados. Alarmante es que se dé a conocer en medio de una serie de sucesos y declaraciones, a lo menos, desafortunados: las denuncias del Cruch por montos impagos en el marco del traspaso de recursos de gratuidad, la destitución de Roxana Pey por falta de lineamiento con planteamientos efectuados por el Gobierno en materia de educación superior, los alegatos de no escucha por parte de los actores sociales afectados por este nuevo diseño, las críticas de las universidades estatales y públicas respecto del financiamiento estatal al mercado privado de la educación y de la no consagración a las instituciones estatales como prioritarias para el sistema, los reproches de las universidades privadas, que aseguran que se les margina del sistema, y de las universidades regionales, que alegan centralismo y falta de estímulos para el fortalecimiento de sus instituciones. Es de esperar que el resguardo de la calidad, el fortalecimiento de la educación pública y la implantación gradual de la gratuidad sean algo más que lineamientos discursivos, partiendo por el reconocimiento de la educación como un derecho y no como un bien de consumo.

Tomado de: http://radio.uchile.cl/2016/09/28/educacion-el-abismo-entre-el-mensaje-y-el-proyecto/

Comparte este contenido: