Venezuela: Plantas en el techo de la UCAB, un aula abierta para la ecología

Redacción: El Nacional

La azotea del edificio de postgrado de la casa de estudios resalta porque crecen centenar de pequeñas plantas que sirven para bajar hasta seis grados centígrados a la sensación térmica dentro de la edificación.

En vez de pupitres, plantas; en lugar de paredes, aire fresco; un techo pasó a ser suelo y se convirtió en la primera aula abierta para la ecología de Venezuela, un espacio para aprender sobre emergencia climática que pretende ser un crisol de ideas verdes para revertir la crisis ambiental.

La magia ocurre en la azotea del edificio de posgrado de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en el oeste de Caracas, un lugar que resalta hoy por su color esperanza y a la vez se muestra con reverencia a la barriada de Antímano, una colina abarrotada por gente mayoritariamente pobre.

En ese techo del campus, a unos 15 metros de la tierra, crecen ahora un centenar de pequeñas plantas que además de dar oxígeno y limpiar el aire con sus procesos naturales, sirve para bajar hasta seis grados centígrados la sensación térmica dentro de la edificación.

 

Reducir el consumo eléctrico

La sola materialización del espacio es una batalla ganada al cambio climático, pues la UCAB tuvo que elegir entre asumir el gasto de instalar aires acondicionados para optimizar la temperatura de una planta del postgrado, donde hay una decena de aulas, o refrescar sus salones con el efecto de las cubiertas ajardinadas.

Una vez tomada la decisión verde, su puesta en marcha supone ahora un ahorro en consumo de electricidad, lo que en Venezuela, que cuenta con una de las tarifas de energías más baratas del mundo, no pareciera una recompensa financiera pero que para la universidad es una victoria en su apuesta por el desarrollo sostenible.

Sensibilización medioambiental

Además de los 440 metros cuadrados de áreas verdes, el techo tiene caminos de paseo, bancos y está pensado para acoger cada año a miles de estudiantes de la UCAB y de otras instituciones, así como a visitantes guiados, con el fin de explicar los beneficios del sitio, donde se espera que germinen, también, nuevas ambiciones ecologistas.

«El principal aporte es formativo, de sensibilización», dijo Joaquín Benítez, director de sustentabilidad ambiental de la UCAB, convencido del valor pedagógico y del efecto sensibilizador que conlleva la creación de espacios innovadores en Venezuela, aun en medio de su más devastadora crisis económica.

El espacio, explica el profesor, busca sensibilizar a la población «sobre problemas relacionados con el cambio climático», en el país con las mayores reservas probadas de petróleo, y hacer entender cómo a través de la construcción sostenible se pueden implementar soluciones para estos desafíos.

Más oxígeno

El proyecto surgió en noviembre de 2013, en una tesis universitaria de dos jóvenes que aspiraban con ello obtener el título de ingeniero civil en la UCAB. Seis años más tarde, los ahora profesionales forman parte del éxodo de cinco millones de venezolanos que abandonaron el país huyendo de una crisis que se mantiene.

Ahora, aunque los padres de la criatura no están para ver reverdecer su idea, el alcance de esta propuesta se empieza a medir en beneficios tan necesarios como un aire más limpio.

Según los cálculos manejados por los ingenieros, un metro cuadrado de césped genera el oxígeno requerido por una persona en todo el año. Así, el techo verde ayuda hoy a unas 400 personas a respirar, además, sin los 57 kilogramos de polvo que atrapan las hojas de este jardín en las alturas.

Control hídrico

Y como si fuera poco, la obra también disminuye, aunque modestamente, el caudal de descarga de aguas pluviales en el techo del edificio y retiene la mayoría del líquido caído de las precipitaciones entre las plantaciones.

«No contribuimos con flujos tormentosos de drenaje de la ciudad», prosigue Benítez, quien insiste en que la iniciativa está «conectada» con Caracas y «en términos de inversión, es perfectamente asimilable».

La rentabilidad, aclara, radica en lo energético, pues se desecha la posibilidad de utilizar aires acondicionados, unos artefactos que según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía se convertirán en el año 2050 en los segundos demandantes mundiales de electricidad.

«Estas cosas también, a pesar de la crisis, son pertinentes hacerlas», insiste el profesor.

Se trata, en definitiva, de un espacio similar al de una cancha de baloncesto en el que no hay equipos contrarios sino una solución inteligente por la que todos pueden cantar victoria.

 Fuente: https://www.elnacional.com/venezuela/plantas-en-el-techo-de-la-ucab-un-aula-abierta-para-la-ecologia/
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Panamá: La ciencia y la innovación necesita más apoyo económico

Panamá/11 de Junio de 2016/La Prensa

Ante una posible disminución del presupuesto para los proyectos de investigación y desarrollo de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, el gremio científico teme no contar en 2017 con los fondos necesarios para continuar sus iniciativas, lo que podría conllevar que investigadores locales busquen otras oportunidades en el extranjero.

Mientras que Panamá está a dos semanas de que se inaugure su Canal ampliado —una obra de envergadura tecnológica cuyo costo ha requerido una inversión de 5 mil 250 millones de dólares—, la comunidad científica local se enfrenta al hecho de una posible disminución de su presupuesto para los proyectos de Investigación y Desarrollo (I+D).

Para el 2017, la Dirección de Presupuesto de la Nación del Ministerio de Economía y Finanzas recomendó mediante una nota dirigida a Jorge Motta, secretario de la Secretaría Nacional Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) un presupuesto de 33 millones 391 mil 598 dólares mientras que en 2013 fue de 44 millones 627 mil 775 dólares. La inversión en esta materia ha mermado desde 2014 hasta la fecha. De acuerdo al Banco Mundial, un promedio de 0.20% del producto interno bruto (PIB) ha invertido Panamá cada año en iniciativas vinculadas con I+D entre 2005 y 2012, uno de los montos más bajos registrados en América si se toma en cuenta que Costa Rica apuesta 0.48% de PIB, mientras que Estados Unidos invierte 2.79%.

La ciencia es una herramienta fundamental tanto en el desarrollo del individuo como en las sociedades modernas, explica Motta. Por ello, considera que el hecho de contar con un bajo presupuesto para los menesteres de ciencia, tecnología e innovación es un detonante que podría motivar a los científicos panameños —muchos de los cuales han sido beneficiados con becas de la Senacyt para especializarse en carreras vinculadas con la ciencia en el extranjero— a buscar oportunidades de trabajo en otros países.En este sentido, la fuga de cerebros sería un retroceso en lo poco que se ha hecho en estos últimos años para el avance de la ciencia, plantea Mahabir Gupta, secretario de la Asociación Panameña para el Avance de la Ciencia. “Necesitamos darles facilidades [a los científicos locales] para que puedan trabajar en el país. Países que no han cuidado este aspecto han perdido talento y valores difíciles de formar y mantener, y como resultado una disminución de la competitividad”, argumenta.Bajo las condiciones actuales, el país no puede pensar en convertirse en un hub de ciencias, recalca Gupta. Y añade: “Es ambicioso plantearse a Panamá como un ‘ hub de ciencia’.

Los países más desarrollados dedican entre 2% y 3.5% de su PIB para investigación, desarrollo e innovación, mientras que Panamá dedica bastante menos del 0.2%. Se calcula que los países deben invertir alrededor del 1% de su PIB para poder estimular al sector productivo a invertir significativamente en la búsqueda y el uso de nuevo conocimiento, para que innove y para que sea competitivo”.

Cuando innovar cuesta

La economía de un país no es autosostenible si no tiene la capacidad de desarrollar o conocer sobre las tecnologías que necesita para mejorar día a día en todos sus sectores, ya sea educación, salud, agricultura, vivienda, industria, etc.

De ahí el valor de la apuesta por la ciencia, plantea Mahabir Gupta, secretario de la Asociación Panameña para el Avance de la Ciencia (Apanac).Está probado que la ciencia y la tecnología son esenciales en los procesos de desarrollo científico y tecnológico de los países. “Sin ellos, es impensable la inserción de nuestro país en las dinámicas globales de desarrollo. La producción de bienes de muy alta tecnología, el desarrollo de nuevos conocimientos y con ellos la generación de información, son los insumos más importantes de la economía de primer mundo”.De acuerdo con Gupta, es importante buscar soluciones a problemas sociales y económicos, pero también “tenemos que invertir en ciencia, ya que esto nos generará nuevos conocimientos, los cuales continuamente harán que la tecnología siga avanzando para poder contribuir al desarrollo tecnológico en nuestro país”.

En palabras del también científico y director Centro de Investigaciones Farmacognósticas de la Flora Panameña de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Panamá, si no se invierte lo necesario en ciencia, se continuará siendo un país dependiente. “Panamá seguirá adquiriendo y dependiendo de expertos internacionales y productos y servicios extranjeros para resolver nuestros problemas”, afirma.Por ello, la Apanac ha planteado que se lleve la inversión nacional en ciencia, desarrollo e innovación de la actual 0.2% a 0.6% del producto interno bruto, que se priorice la ciencia y la tecnología como tema de Estado, y que se fortalezca el recurso humano en ciencia y tecnología, entre otras metas.

 Apoyo a científicos

Pese a que Panamá registra un bajo índice de científicos —0.14 por mil habitantes— y que aún no se cuenta con una masa crítica de investigadores, tanto los científicos nóveles como los experimentados con los que cuenta el país “se esfuerzan por realizar investigaciones de nivel en Panamá, logrando en muchos casos visibilidad y reconocimiento internacional y nacional”, recalca.

Estos investigadores se destacan muy especialmente en los campos de biotecnología, neurociencia, enfermedades tropicales y aprovechamiento de biodiversidad. La fructificación de las líneas de investigación de los científicos, que se traduce en artículos publicados en revistas internacionales, requiere de un seguimiento y mantenimiento continuo para lo cual es necesaria una inversión, explica Omar López, secretario técnico del Sistema Nacional de Investigación (SNI).
En este sentido, el SNI, como una herramienta que fomenta la divulgación científica en el país, que también requiere apoyo económico.El SNI, al ser un sistema de excelencia científico-académica, le exige a sus miembros mantener una alta productividad científica, la cual es medida por publicaciones en revistas científicas de impacto internacional. “Este simple hecho hace que la investigación realizada en Panamá sea parte del rejuego de ideas y acervo mundial de conocimiento científico, lo cual ayuda a nuestra visibilidad y competitividad como país”, plantea López.
El grueso de dicha inversión viene de los fondos concursales que provee la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) a través de sus convocatorias en Investigación y Desarrollo (I+D) y de fondos internacionales.“Si embargo, ante la disminución del presupuesto para inversión en I+D, nuestros investigadores se verán ‘asfixiados’ científicamente y no podrán darle el mejor seguimiento y culminación a sus proyectos y líneas de investigación. Si no es posible mantener tu equipo de investigación, ¿cómo vas a poder producir ciencia de alto nivel? De igual manera, para poder optar por fondos internacionales es necesario que los investigadores mantengan un buen nivel de excelencia, medido de igual manera por publicaciones, y otros parámetros, pero, ¿cómo los investigadores van a lograr ciencia de buen nivel si no tienen los insumos necesarios para realizar la labor?

Esto trae como resultado una merma en la calidad de la ciencia que se produce”, reflexiona López, quien es investigador asociado al Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología y al Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.En los últimos dos años, científicos miembros del SNI han producido entre 60 y 70 artículos publicados por año.

 Frutos de la ciencia

Uno de los principales aportes de la investigación científica es el inmediato fortalecimiento de las capacidades técnicas y científicas del país, considera López.

Esto, a su juicio, permite ampliar el frente de acción a la identificación de necesidades de investigación para la solución de los problemas.

“Los problemas que aquejan el país, dícese seguridad alimentaria, seguridad hídrica, enfermedades emergentes e infecciosas, sostenibilidad, biodiversidad, por mencionar algunos, requieren de acercamientos multidisciplinarios. Entonces, a medida que se amplía la base científica del país, mejora nuestra capacidad para poder atacar dichos problemas con soluciones integrales”.

Así mismo, Gupta reflexiona que la ciencia, la tecnología y la innovación son “indispensables para continuar desarrollando la economía de nuestro país a un nivel similar al desarrollo de los países líderes del mundo, crear empresas que compitan a nivel mundial, enfrentar situaciones críticas e imprevistas de salud y ser más innovadores en los sectores social, salud, educativo y económico”.

Fuente: http://www.prensa.com/salud_y_ciencia/ciencia-innovacion-necesita-apoyo-economico_0_4504049645.html

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