Por: Gustavo Yamada
Casi todas las semanas encontramos en la prensa especializada artículos pesimistas sobre el futuro del empleo. La mayoría predice que, al ritmo que avanzan la robótica y la inteligencia artificial, casi todos los trabajadores manuales e intelectuales nos veríamos algún día reemplazados por máquinas y dispositivos más eficientes, productivos y con menos márgenes de error que los humanos. Por ello, muchos de nuestros empleos se perderán para siempre.
Así, un estudio del Foro Económico Mundial asegura que para el 2020 las máquinas desplazarán a más de 5 millones de personas de sus empleos. Otro reporte de McKinsey postula que los avances tecnológicos amenazan con automatizar por completo más del 40% de las actividades remuneradas actuales en un futuro no muy lejano.
Y en los últimos días se ha viralizado un video que muestra la construcción de una casa completa de concreto de 38 m2 en Rusia, impresa totalmente con tecnología 3D. Solo tomó 24 horas, ¡y a un costo imbatible de 10.000 dólares! Felizmente, hacia el final del video se observa mano de obra humana en acción, que todavía tiene a su cargo los acabados.
¿Estamos condenados a la redundancia casi definitiva de la mano de obra humana? No necesariamente. Esta cuarta revolución industrial fue antecedida por otras tres grandes revoluciones industriales que, en su momento, provocaron miedos y visiones apocalípticas de reemplazos de trabajadores por máquinas. El caso histórico más famoso fue el de los artesanos luditas que destruían equipos textiles para impedir su utilización durante la primera revolución industrial en Inglaterra.
No obstante, 200 años después tenemos una situación de casi pleno empleo en muchos países y no se verifica que el progreso tecnológico haya provocado un rampante desempleo estructural. Más bien, los saltos en la productividad que ha generado posibilitaron inmensos aumentos en el bienestar de la población, que ha ido empleándose en nuevas y más variadas actividades: se pasó de la agricultura a la industria y de esta a los servicios. De hecho, con menor esfuerzo y fatiga física y mental.
El futuro no tendría que ser diferente. Es muy probable que la humanidad encuentre nuevas formas de emplear su tiempo creativa y productivamente, dejando para los dispositivos automáticos las otras actividades rutinarias que ya no estaremos necesitados de hacer. Por supuesto que si bien a nivel macro las cosas pueden encontrar su propio equilibrio dinámico, en el ámbito individual y sectorial habrá posiciones e industrias que sufrirán más de esta ola.
¿Qué actitud tomar frente a ella para que no nos agarre desprotegidos? Desde la formación educativa temprana, y durante nuestra vida laboral y productiva, debemos seguir aprendiendo y actualizándonos, enfocándonos en labores poco reemplazables por los robots, como el pensamiento creativo, multidisciplinario, crítico y siempre disruptivo.
No necesitamos asustarnos tanto por una visión derrotista en esta carrera contra las máquinas. Sin embargo, es recomendable estar siempre un par de pasos delante de ellas.
Fuente: http://elcomercio.pe/economia/opinion/carrera-robots-gustavo-yamada-407078