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Educación y tecnología en tiempos de crisis

Por: Noel Aguirre Ledezma*

A raíz de las últimas determinaciones del Ministerio de Educación de Bolivia, una temática estará de moda en el próximo año: “currículo”. Nos referimos concretamente al “Currículo Actualizado del Sistema Educativo Plurinacional” que, según las disposiciones oficiales, será implementado desde la gestión 2023. Ya verá usted, los temas referidos al currículo serán motivo de debate público. Es bueno que sea así, siempre y cuando se cuente con opiniones cuya base son análisis sistemáticos, argumentaciones bien planteadas y propuestas factibles. Es de esperar que el currículo no sea reducido a adhesiones y rechazos “en automático” y por pura actitud reactiva.

La temática da para amplias y profundas reflexiones, me hago parte de ello con unos primeros temas que pretenden contribuir a comprender de qué estamos hablando.

Para comenzar, como señalan Abraham Magendzo (1987) y otros estudiosos, el currículo es el “resultado de un proceso de seleccionar y organizar la cultura”. Si cultura es básicamente toda expresión del quehacer humano, cuando se formula el currículo se toman decisiones acerca de qué expresiones son prioritarias. Por tanto, la selección de la cultura no es un proceso azaroso y neutro, sino intencional, que compromete una visión de educación, ser humano y sociedad. Supone “un proceso de búsqueda, negociación, valoración, crecimiento y confrontación entre la cultura universal y la cultura de la cotidianidad… entre la cultura de dominación y la cultura dominada” (Magendzo, 2019). El currículo, al ser selección de la cultura, es el posicionamiento ante los problemas que aquejan a nuestra sociedad en el presente y que, posiblemente, se agudizarán aún más en el futuro, se traduce en el dilema: ¿adecuarse o transformar la realidad? La respuesta a este dilema, por supuesto, dará sentido al currículo.

Por otro lado, el currículo debe ser entendido desde su enfoque integral-holístico. En principio, el currículo vincula la política educativa con la práctica educativa; las determinaciones de los documentos normativos- constitutivos, la concepción de educación y el modelo educativo con los procesos que ocurren en las unidades educativas y el aula; así como la pedagogía con la didáctica. El currículo no es un fin en sí mismo, responde a una concepción de educación, ser humano y sociedad. Los educadores además de ser diseñadores y aplicadores del currículo fundamentalmente son pedagogos. Asimismo, los componentes del currículo (principalmente: objetivos, contenidos, metodología y evaluación) deben tener armonía en sus enfoques, por ejemplo, si la metodología es activa y participativa, la evaluación no puede ser un proceso pasivo que apenas involucra a los estudiantes en la toma de decisiones. Entonces no es suficiente discutir contenidos o temas, es necesario analizar la coherencia con la orientación y características del resto de los componentes.

El enfoque integral-holístico del currículo también nos recuerda que el éxito o fracaso del currículo está directa y recíprocamente vinculado con otros elementos que le son complementarios. De no existir, entre otros aspectos: una buena lectura de la situación de la realidad actual y futura, así como sobre la lógica de la construcción de los conocimientos; una clara definición de la concepción de educación, ser humano y sociedad; el acompañamiento y el aporte en los procesos formativos de las familias y otros miembros de la comunidad educativa; coherencia con las normas constitutivas y los planes de desarrollo; valoración de la identidad cultural y comprensión de las condiciones de la población; maestros debidamente formados y comprometidos con los cambios; el diseño y desarrollo del currículo —aun si están bien redactados— al final de cuentas, no mejorará los aprendizajes. Entonces, si bien hay que cuidar del diseño y desarrollo del currículo, simultáneamente hay que prestar atención a los demás elementos, con prioridad a la formación y desempeño de los maestros, puesto que, desde el punto de vista metodológico, son actores clave para la transformación del currículo.

Finalmente, asumiendo que los cambios tienen que seguir el ritmo de las transformaciones que se producen en la realidad, el currículo debe ser ajustado en un tiempo máximo de cinco años. Por esas razones, ya mismo, se debe constituir una comisión que prevea futuros ajustes en el currículo, en este caso, no solo para actualizar sino para transformar el currículo.

*Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial.

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Colombia: Historias de cinco mujeres que luchan contra el Covid-19 en Cali

Redacción: El País

Las guerras han sido a lo largo de la historia la muestra del lado más oscuro de la humanidad; quienes exponen sus vidas son unos pocos y otros tantos dirigen elaborando las estrategias para atacar. Al final algunos se levantan y otros no vuelven a ver la luz del día.

La guerra que se libra hoy no es contra un enemigo de carne y hueso y los valientes no son soldados, o eso es lo que parece; el primero no tiene cara pero es tan mortal como el disparo que sale de un fusil, los segundos son profesionales que han consagrado su vida al servicio. Ahora la lucha es contra un virus y los que intentan vencer con pocas armas son quienes integran el cuerpo de salud.

Para Lina, María del Socorro, Nathaly, Adriana y Nancy, los guantes, batas, mascarillas y gafas, son su escudo contra un ser que se observa por microscopio, pero que ha tenido la capacidad de aterrar al mundo, los pensamientos se cubren de los ‘Yo puedo’. Ha sido toda una experiencia para estas 5 mujeres, que son ahora capitanas de una guerra que esperan ganar batalla por batalla.

A pesar de sus diferentes edades, (oscilan entre 23 y los 47) sus rutinas logran coincidir en varios aspectos. Antes de que salga el sol empiezan su jornada; llegan a su trabajo en pirata, bus, o ambos, y con algo más de suerte, en carro particular. Los días empiezan con el desayuno apresurado, recibir turno y actualizarse de las novedades. “Hay que procurar comer antes de entrar porque sí el turno se complica, a duras penas hay espacios para ir al baño”, comenta Socorro.

La preocupación al transitar por los pasillos de las instituciones de salud, es inevitable. Lina, practicante de internado flexible, dice que es inevitable no sentir miedo al pasar cerca de la unidad de cuidado intensivo de los pacientes positivos de Covid-19, de ir en su subir al ascensor, o de ir a urgencias.

“En mi caso vivo con mi familia, es complejo trabajar en una institución en la que debo estar en contacto con enfermos y sí he sentido un poco de rechazo, basados en el miedo de contagiarse. Al inicio era difícil llegar a casa y no abrazar a nadie, quitarse zapatos, ropa, bañarse y luego de un rato compartir con mis papás, en el caso de mi abuela ella está completamente aislada y por ejemplo, no veo casi a mis hermanos y sobrinos”, cuenta.

Para Nathaly, practicante de internado flexible, resulta complejo renunciar a las demostraciones de afecto que recargan, luego de una jornada ardua. Dice que no se cubre para hacerle frente al enemigo y salvarse, lo hace para defender a otros.

¡La vida!, eso es lo que ni más ni menos comprometen los profesionales de la salud, dentro de los primeros párrafos del juramento hipocrático: “En el momento de ser admitido entre los miembros de la profesión médica, me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de la humanidad. Conservaré a mis maestros el respeto y el reconocimiento a que son acreedores. Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad. La salud y la vida de mi enfermo será la primera de mis preocupaciones.” Sus pacientes se convierten en lo primero y último que pasa por el pensamiento de estas profesionales; saben que se enfrentan a una guerra en la que las posibilidades de perderla son altas, pues no solo la debilidad de sus trajes las acompañan, también la de toda una red hospitalaria que no da a basto.

Para Lina, practicante de internado flexible, la realidad da un fuerte golpe, cuando es la vida misma la que está en riesgo, y no hay recursos suficientes para protegerla: “El sistema de salud no está preparado para esta contingencia, si antes de que el Covid apareciera los hospitales ya estaban colapsados y luchando contra un sistema que no tiene cobertura para todos y para los que la tiene es pobre, jamás estaríamos preparados para enfrentar una pandemia, no hay suficientes pruebas rápidas, camas UCI en todas las instituciones, elementos de bioseguridad, dinero para invertir en toda la educación que se necesita para capacitar el personal.” ¿Cómo ganar esta guerra sin la armadura necesaria? Esa es la pregunta que les ronda la mente.

Adriana, bacterióloga de profesión y quien trabaja en uno de los laboratorios que en la ciudad procesan las pruebas de coronavirus, coincide: “Al Estado le falta mucho en la regulación de los profesionales en salud y también con las ARL porque ellos deben disponer los elementos de protección y le están delegando la responsabilidad a los trabajadores, y eso no tiene por qué salir del bolsillo de ellos porque tú estás expuesto por tu relación laboral no por tu vida personal.”

Lejos de casa

El alivio de estas mujeres en la primera línea de batalla, tras un día atareado de cargas y dificultades era llegar a casa, pero ahora hay un miedo inherente, no solo de contagiarse sino de afectar a los que te quieren.

Nancy, encargada de atención al usuario de uno de los centros médicos en Palmira, ciudad que en el Valle del Cauca alberga la segunda mayor cantidad de casos, cuenta: “Es un cambio psicológico y emocional porque es enfrentar una nueva realidad de vida y de cómo hacer las cosas; enfrentarnos a desapegos emocionales, porque muchos de los trabajadores de la salud no estamos con nuestros hijos y eso nos hace mucha falta, en mi caso puntual ya llevo 4 semanas sin verlos.”

Otra historia es la de María del Socorro, tecnóloga en Imágenes Diagnosticas, quien de sus 47 años, lleva 20 dedicada a su profesión. Cuenta que hace varias semanas no ve a su mamá, que es con quien vive, y a la que considera su mejor amiga. Y que desde siempre su profesión la ha hecho enfrentarse a travesías; ella como muchos otros del personal de la salud, viven lejos de su lugar de trabajo, casi toda su vida ha sido residente de Cali, pero por la situación debió tomar decisiones drásticas.

“Me vine a vivir sola a Palmira y ser mujer independiente en un país como el nuestro es un riesgo, amo esta ciudad porque aquí está mi trabajo pero este no es mi hogar. Una cama, unos cuantos muebles y un televisor no hacen una casa. Mi casa la ha hecho mi gente. Me falta mi familia, y por ellos es que hago esto… Pero yo soy una enamorada de mi trabajo y a pesar de estar ejerciendo mi profesión en medio de una pandemia, a mi la pasión no me la quita ningún virus.”

Pasión por el servicio

Las estadísticas son preocupantes, los casos aumentan y el Valle del Cauca tiene un alto porcentaje de los más de 21.000 contagiados del país. Y los esfuerzos gubernamentales a veces parecen insuficientes contra un virus que ya se propuso cambiarlo todo. Sin embargo, sin importar las noticias, el clima, o el estado emocional por el que el personal médico esté pasando, su vocación de servicio y su innegable pasión por lo que hacen, no les permite renunciar a la difícil tarea diaria de salvar vidas.

“Yo siempre he sido una enamorada de mi trabajo, y me siento supremamente orgullosa de mí y de las mujeres y hombres que hacen parte de mi equipo, porque sé que lo estamos haciendo bien”, expresa María del Socorro, al agregar que esa es la certeza que la mantiene de pie, saber que le sirve a otros.

Tiempo de crisis y de reflexión

Hay una sensación colectiva de esperanza, a la cual es necesaria añadirle una dosis de realidad. Adriana, desde su experiencia trabajando directamente con las pruebas de los pacientes, comenta: “El virus se queda, es algo que no se va a acabar en unos meses y es necesario un cambio en el comportamiento, es una transformación a nivel mundial de todos los aspectos sociales, económicos y culturales”.

En ese llamado de atención la acompaña Lina: “Es una oportunidad de tomar conciencia acerca de la vulnerabilidad del ser humano y de aprender de esta situación”.

Al final, estas cinco mujeres, a pesar de trabajar en diferentes áreas del sector salud, están viviendo la misma historia, compartiendo rutinas, luchando contra el mismo enemigo y alimentándose del mismo cariño por su profesión, por su gente.

Ellas no son más que la muestra de que este virus hace ver lo similares que son los seres humanos en los aspectos más fundamentales de la vida, y desde su labor diaria luchan como guerreras de una batalla, a la que hay que abalanzarse desde todos los frentes, con estrategias tácticas, la correcta investidura y equipos capacitados, pero sobre todo, como guerreras valerosas, con la certeza en el corazón de esperar un mañana mejor.

Sin brechas

Estas cinco mujeres, como tantas otras en el país y el mundo, que hoy son abanderadas dentro de su sector, no solo por su género sino por su capacidad de respuesta, su profesionalismo y su indudable pasión, son la viva evidencia de que esta pandemia se derrota actuando.

Aunque siguen siendo minoría, frente a sus colegas hombres, la brecha entre los unos y los otros se cierra en este ámbito, el espacio de la salud no da cabida a una diferenciación de géneros, Socorro comenta: “En el campo y en la vida todos somos colegas, iguales, nos damos apoyo mutuo, porque nos necesitamos hombres y mujeres… esa es una discusión que no se debería ni tener, yo soy excelente en mi trabajo porque me he capacitado y ser mujer no debería influir mi capacidad para ejecutarlo… si algo me permite ser más humana, sensible y presta a trabajar por y para los demás”.

Las secretarías de Salud de Cali y el Valle en este momento están lideradas por mujeres: Miyerlandi Torres y María Cristina Lesmes.

Fuente: https://www.elpais.com.co/cali/historias-de-cinco-mujeres-que-luchan-contra-el-covid-19-en.html

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La importancia de narrar la historia en tiempo de crisis: La guerra de Catherine (vídeo)

Redacción: Revista Babar

Basado en una novela juvenil que la escritora y profesora de arte francesa Julia Billet publicó en el año 2012, La guerra de Catherine(Premio al Mejor Cómic Juvenil del Festival de Angoulême) reescribe las experiencias ficticias de una adolescente judía en la Francia de la Segunda Guerra Mundial marcada por el Holocausto o la persecución a los judíos. Sus padres son conscientes del peligro que corre y la dejan en un internado cercano a Francia que acoge a niños semitas, pero no será el único lugar donde busque refugio porque en tiempos de guerra es difícil estar a salvo. En este cómic publicado en Francia el año 2017 se hace más evidente la importancia del arte y de la narración, en este caso en imágenes, para acercarnos a la historia.

La guerra de Catherine vio la luz por primera vez el año 2012 con una única imagen en la portada y con muchas páginas más. Fue seleccionado por el Ministère d’Education Nationale y se leyó en las aulas de estudiantes secundaria franceses -la prescripción lectora se convierte muchas veces en una bendición- y muy pronto pasó a ser un superventas dentro y fuera de Francia.

Se trata de una historia que mezcla realidad y ficción a partes iguales. Por ejemplo, la madre de la autora fue una entusiasta de la fotografía que de pequeña estuvo internada en la Maison d’Enfants de Sèvres, la misma donde se refugió Catherine. La escuela se ubicaba en una gran propiedad rodeada de bosques que antes de la Segunda Guerra Mundial estuvo al servicio de una comunidad religiosa. Más tarde, fue el hogar de niños que no tenían aseguradas sus necesidades mínimas por motivos de orfandad, abandono o pobreza extrema.

Tras la ocupación nazi y por expreso deseo de su directora, Yvonne Hagnauer, o Goéland, el socorro se extendió a la acogida clandestina de niños judíos. Su propósito era evitar su deportación y logró salvar a muchos de ellos. El resto de personajes y sus historias son ficticias, pero muy similares a testimonios reales de aquel tiempo.

El entorno espectacular que rodeaba la escuela ayudaba a incentivar la creatividad y sensibilidad de los niños: “Nada es comparable al crepúsculo cuando el día se difumina poca a poco”, dice Catherine. A pesar de que la joven protagonista cuenta los días que hace que no ve a su familia intenta disfrutar de todo lo bueno que la rodea: los paseos por el bosque, su cargo como responsable del taller de fotografía, los enfrentamientos con la presidenta de La Pequeña Sociedad, el periódico escolar con el que colabora con las fotografías de la Rolleiflex que le presta Pingouin, el marido de Goéland, sus amigos Sarah y Jeannot, etc.

Es a través del arte de la fotografía el mejor camino para intentar entender todo lo que ocurre a su alrededor sin juzgar, solamente con el objetivo de la cámara como filtro. Desde unas bailarinas que ensayan en el bosque que rodea el internado, hasta las caras de los compañeros y profesores que no verá jamás y tantos otros héroes como la resistencia. También el rostro de su amada Alice, una niñita a la que tiene que convencer de que lo mejor que les puede pasar es separarse para reencontrarse tras la guerra más mayores, más fuertes y sabias pero con las mismas ilusiones de cuando se conocieron.

Goéland y l’École Nouvelle

Goéland y su marido Pingouin (Roger Hagnauer) son dos personajes fundamentales en la obra y dos figuras claves en la educación y labor humanitaria. Goéland aparece como una entrañable mujer de pelo gris de carácter vivaz y resolutivo que se preocupa por educación y la seguridad de los niños. Por su parte, Pingouin es el que ofrece a Catherine la cámara fotográfica que será el instrumento para representar el mundo y contar su historia. Según Catherine: “Pingouin, el marido de la directora, me prestó una Rolleiflex cuando me nombró responsable del taller de foto” y añade: “Desde entonces no me separo de ella”. Llama la atención que Pingouin colabore en el proceso de revelado de fotos, pero que nunca tome la cámara entre las manos. Tiene una explicación que Catherine conoce, Pingouin es incapaz de hacer fotos desde que fue prisionero al inicio de la guerra y Catherine sospecha que pertenece a la red de la Resistencia.

Goéland y Pingouint fueron dos maestros laicos y defensores de los derechos humanos que formaron un buen equipo en La Casa de los Niños de Sèvres. Además de no hacer diferencias entre los niños y no imponerles llevar la estrella amarilla, distintivo de los judíos que según mandato nazi debían llevar cosida a la ropa, pusieron en marcha una pedagogía innovadora inspirada en l’École Nouvelle. En las imágenes del libro se puede observar la distribución de las mesas en forma de u y las oportunidades de los alumnos de expresar su opinión de forma abierta. Además, se les permite descubrir y explotar sus habilidades al organizar clases de música, baile, escritura, canto, etc.

Catherine es consciente de las bondades de la educación que recibe: “Los alumnos eligen cómo emplear su tiempo. Los profesores nos animan a buscar en los libros y a aprender por nosotros mismos”. Según ella, en esta escuela cada alumno es responsable de su propio proceso de enseñanza-aprendizaje y los libros sirven para indagar según el grado de curiosidad. Los profesores, por su parte son los guías que alientan su pensamiento crítico y autonomía. Una representación de los principios de la Escuela Nueva, l’École Nouvelle, cuyo principal precursor fue Comenius, que consideraba a los niños como seres humanos completos capaces de pensar, expresarse y percibir.

A lo largo de su huida por toda Francia Catherine experimentará otros métodos pedagógicos que no comprueba que no son tan eficaces como el que recibe en la Maison de Sèvres, pero los métodos de Goéland y su equipo han conseguido transformarla hasta el punto que es capaz de poner en práctica lo aprendido como profesora.

Los conflictos y el arte

Es evidente que en situaciones de crisis y conflicto el ser humano se queda bloqueado y sin posibilidad de reaccionar de forma coherente. El arte, en cualquiera de sus manifestaciones, opera un estímulo capaz de dar la vuelta a todo. Ana Frank fue una adolescente judía que se refugió en la escritura de su diario para soportar su encierro en la casa de atrás: “No pienso en la miseria sino en la belleza que aún permanece” y la firmeza que mostraba en esta otra frase: “Me gustaría seguir viviendo incluso después de mi muerte”. Un deseo hecho realidad a través de la escritura que también se confirma con Catherine a través de la fotografía, porque ella construye historias, no con palabras, sino con imágenes fijas capaces de captar instantes irrepetibles que transcienden más allá de su estatismo y que el punto de vista de la fotógrafa les da un sentido único y personal.

El propósito de Catherine es retratar su mundo y todos los que forman parte de él. En un principio se limita al entorno natural que rodea la Casa de los Niños y los profesores, compañeros y amigos que conviven con ella. Cuando el peligro es inminente decide representar su guerra”, hacer acopio de sus experiencias personales que se convierten en parte de la memoria histórica. En relación a la apropiación de los espacios a través de su representación por medio del arte, la socióloga y antropóloga francesa Michèle Petit afirma que:

«Para que el espacio sea representable y habitable, para que podamos inscribirnos en él, debe contar historias, tener todo un espesor simbólico, imaginario, legendario. Sin relatos — aunque más no sea una mitología familiar, algunos recuerdos—, el mundo permanecería allí, indiferenciado; no nos sería de ninguna ayuda para habitar los lugares en los que vivimos y construir nuestra morada interior».
Leer el mundo, Michèle Petit (Fondo de Cultura Económica, 2015)

Catherine es una contadora de historias, tal como leemos en Petit, y por eso su paso en el mundo está más que justificado; a pesar del miedo, las renuncias, las pérdidas y la incertidumbre.

Algunos pensadores que sobrevivieron a la persecución nazi y a los campos de concentración fueron Primo Levi, Bruno Bettelheim y Victor Frank. Los tres tienen en común el afán por trasladar en sus obras la esperanza en la bondad y la salvación del hombre gracias a la cultura, la historia y el arte. Dos de ellos, Primo Levi y Bettelheim pusieron fin a su vida y destaca Bettelheim -el escritor y psiquiatra autor de Psicoanálisis de los cuentos de hadas– que tomó esa decisión a los 86 años. No es el mismo caso que Victor Frank -considerado el padre de la logoterapia o el estudio del significado y sentido de la existencia humana- que aprendió a pilotar aviones cuando estaba a punto de cumplir los setenta años. Una de las frases que mejor resume su pensamiento dice así: “El hombre que no ha pasado por circunstancias adversas, realmente no se conoce bien”.

El viaje del héroe

La primera medida de seguridad que Goéland y su equipo les recomiendan en su nuevo hogar a todos los niños de origen judío es cambiarse de nombre y no utilizar jamás el anterior. Es una alternativa a la estrella de David que, por el contrario, no los señala ni delata. De este modo, Rachel pasa a ser Catherine; Samuel, Sylvain, y Sarah, Sabine. Bajo una nueva identidad el temor de los niños es que sus padres lo tendrán muy difícil para encontrarlos. La importancia del nombre dado por los progenitores es fundamental para el crecimiento personal y la percepción de uno mismo. Así ocurre en diferentes culturas y un ejemplo de ello es el inicio de este cuento:

«El nombre que me dio mi padre es Walimai, que en la lengua de nuestros hermanos del norte quiere decir viento. Puedo contártelo, porque ahora eres como mi propia hija y tienes mi permiso para nombrarme, aunque sólo cuando estemos en familia. Se debe tener mucho cuidado con los nombres de las personas y de los seres vivos, porque al pronunciarlos se toca su corazón y entramos dentro de su fuerza vital. Así nos saludamos como parientes de sangre».
“Walimai” en Cuentos de Eva Luna, Isabel Allende (Plaza y Janés, 1989)

Como el cambio de nombre no es suficiente, el próximo paso es dejar el hogar que les da cobijo y comida. Es a partir de ese momento cuando Catherine se hace una promesa a ella misma: “Regresaré para contar mi guerra en imágenes” y empieza el periplo de una heroína que llega a reconocer el buen sabor de la carne de cerdo que su religión les prohíbe probar.

Catherine deja el internado y es acogida por diferentes personas. El monasterio de Saint-Eustache cuyos rígidos métodos pedagógicos contrastan fuertemente con los de Goéland y el resto de profesores. La granja cercana a Limoges donde conocerá la bondad de una modesta y cariñosa familia donde la pequeña Alice descubre la dicotomía entre amar y comer los animales y la sólida formación de Catherine se hace evidente en la escuela rural. El orfanato al pie de los Pirineos donde Catherine imparte clases inspirada en los métodos de la Casa de Sèvres y convierte la biblioteca en su refugio. La convivencia con una joven de la Resistencia que enfoca sus habilidades hacia la cocina y el bricolaje. Hasta el fin de la guerra y la liberación de París de manos de los alemanes que todos los franceses celebran con júbilo.

El regreso al hogar

Este peregrinaje de Catherine por diferentes regiones de toda Francia se equiparan con el obligado camino que deber recorrer el héroe, en este caso heroína, para su formación vital que le ayuden a madurar a través del viaje, las aventuras y el paso del tiempo. Se puede considerar La guerra de Catherine como un bildungsroman, es decir, una novela de formación o aprendizaje donde, en este caso, la maduración va aparejada a la supervivencia y el auxilio de los mayores es la esperanza de la “construcción” entendida como la salvación de un peligro real que asoló gran parte de Europa en el siglo pasado.

El libro termina con la victoria de los aliados y la caída del régimen nazi. Una Catherine ya bastante más crecida que cuando se inició la historia trata de reencontrarse con su pasado. La visita a la Casa de Sèvres es obligatoria porque, a diferencia de su hogar materno donde no la espera nadie, allí se encuentran sus amigos y profesores. En el sitio donde fue feliz lejos de los suyos es capaz de llegar a un conclusión terrible: “¿Mis padres están muertos? Es la primera vez que me atrevo a pronunciar estas palabras en mi cabeza”. Lo único que le queda es su pasión por la fotografía y los recuerdos que debe modelar de forma consciente, ya que como advirtió Primo Levi: “Un recuerdo evocado demasiado a menudo y expresado en forma de historia tiende a convertirse en un estereotipo cristalizado, perfeccionado, adornado, instalándose en sí mismo en el lugar de la memoria pura y dura, creciendo a sus expensas”.

El holocausto es todavía hoy un tema recurrente en la literatura. No sabe de tendencias ni se limita a unos pocos géneros, también es apto para cualquier edad y condición. Con La guerra de Catherine nos encontramos con una joven que se ve obligada a huir a toda prisa de forma constante. Muchas veces lo único que consigue llevarse con ella es la cámara de hacer fotos que constituye su forma de mirar, de expresarse y también de recordar su pasado.

Conociendo la predilección de los franceses por la bande dessinéeera de esperar que se adaptase en imágenes en formato cómic, hecho que ocurrió en mayo de 2017. Un año más tarde se ha traducido a otros idiomas, como el español que publica la editorial Astronave, el sello juvenil y crossover de Norma Editorial con las maravillosas imágenes de Claire Fauvel. Ahora el próximo paso es la adaptación en pequeña o gran pantalla.

Fuente: http://revistababar.com/wp/la-importancia-de-narrar-la-historia-en-tiempo-de-crisis-la-guerra-de-catherine/

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Educar en tiempos de crisis: herramientas para innovar en la educación superior

Por: Miguel Ángel Morffe Peraza/ Observatorio de Innovación Educativa

La educación ha formado parte de la historia de la humanidad, vinculándose a orientaciones filosóficas, culturales, sociales y políticas que han propiciado el proceso de inserción del ser humano en la sociedad a fin de contribuir con el progreso y el desarrollo. Cuando prevalece la crisis económica y política en un país como en el caso de Venezuela, esta situación merece ser considerada por el impacto negativo y las graves consecuencias sociales, además del deterioro constante que la educación sufre en todos sus niveles. Aún inmersos en esta realidad, es necesario impulsar la creatividad y la innovación como estrategias que permitan apoyar el esfuerzo de los estudiantes en su preparación profesional.

En este contexto la educación superior ha transitado durante la última década por complicaciones que lejos de mejorar muestran rasgos preocupantes. Desde cifras que generan alarma en cuanto al abandono escolar por parte de los jóvenes que emigran hacia otros países en búsqueda de oportunidades, hasta las reducidas opciones que tienen las instituciones de educación superior para solventar la crisis presupuestaria.

 

«Proporcionar educación en un escenario desfavorable como es la crisis, se ha convertido en un reto para quienes tienen el deber de educar y una experiencia que mide su entereza, profesionalismo y capacidad de adaptar las estrategias pedagógicas a las nuevas realidades.»

 

Según cifras de la Encuesta de Condiciones de Vida 2017, realizada por la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Católica Andrés Bello y la Universidad Simón Bolívar, durante el año 2017, el 60% de los estudiantes universitarios han abandonado sus estudios para irse a trabajar y tan solo la mitad de quienes egresan de la educación media logran ingresar a la universidad. De igual manera, de acuerdo al Dr. Nicolás Bianco, Vicerrector Académico de la Universidad Central de Venezuela, las universidades venezolanas están a punto de colapsar debido al abandono por parte de muchos docentes. A esta realidad se suma la ausencia de recursos para la investigación y el equipamiento de las infraestructuras y herramientas tecnológicas.

Ante este escenario adverso, la motivación y la creatividad forman parte de las estrategias que deben considerar quienes aún permanecen cumpliendo roles ya sea de educador o de estudiante. Las acciones de motivación están enfocadas a reducir el impacto de la crisis que se refleja en la no asistencia a clase y la desmotivación, buscando superar los obstáculos que representan la falta de transporte público y la necesidad de trabajar para cubrir los costos de la hiperinflación.

Estas acciones sugieren actividades flexibles y colaborativas donde la creatividad esté presente. Gran parte de estas actividades se realizan a través de las redes sociales y en comunidades de Google+, las cuales permiten que los estudiantes participen dada su facilidad para ingresar e interactuar en la plataforma, sin los inconvenientes propios de las debilidades del Internet en Venezuela.

El uso de estas herramientas tecnológicas como alternativa a los recursos tradicionales, se debe a que el servidor que utiliza la universidad falla debido a los constantes cortes de luz que se producen en esta región del país. La dinámica que seguimos en la comunidad de Google+ es que se establecen debates sobre temas previamente indicados por el profesor, reflexiones sobre lecturas y videos, así como asignaciones de las aportaciones que deberán realizar los estudiantes.

“Educar en crisis involucra realizar cambios pedagógicos, instrumentales y de pensamiento para afrontar las adversidades y promover la creatividad en el espacio universitario.”

 

Buscando cumplir con el programa, se aplica la modalidad de aula invertida junto a foros virtuales en los que estudiantes y el docente discuten sobre diversos temas. Además los alumnos realizan representaciones sobre un tema designado previamente en un documental o vídeo en el que manifiesten y planteen sus argumentos sin restricciones de tiempo, aplicaciones o medios utilizados. En algunos casos, para expresar sus ideas han utilizado grafitis, que son otro medio más para valorar su creatividad e imaginación. Estas estrategias permiten mantener la cohesión en el grupo y extraer muchas ideas y propuestas que tienen los alumnos muchas veces reprimidas y en las que desahogan gran parte de sus frustraciones.

La implementación de aula invertida permite utilizar de mejor manera el tiempo en el que asisten los estudiantes de forma presencial a la universidad, en actividades para reforzar y complementar su aprendizaje.

En cuanto al rendimiento y la participación de los alumnos, los resultados han sido satisfactorios. Muestra de ello es la culminación de un 75% del total de los estudiantes decididos a continuar sus estudios en el siguiente ciclo escolar.

Educar en crisis se ha convertido en un reto para quienes tienen el deber de educar y una experiencia que mide su entereza, profesionalismo y su capacidad de adaptar las estrategias pedagógicas a las nuevas realidades. Para los millones de jóvenes que anhelan superarse, la crisis se ha convertido en su principal reto. Implementar acciones fuera de los rígidos parámetros de la educación en Venezuela es una práctica que los ayudará a mejorar sus capacidades y habilidades, desarrollando sus competencias con sacrificio, pero con mucha creatividad.

La implementación del binomio motivación-creatividad es una acción que constantemente está en cambio y que comparto con el resto de los docentes y autoridades que buscan reducir el impacto de la crisis en las aulas de clase. Cualquier aporte será bienvenido, así como las interrogantes que se pudieran presentar.

 Fuente: https://observatorio.itesm.mx/edu-bits-blog/educar-en-tiempos-de-crisis

 

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