Europa/ Escocia / 03.12.2018/ Fuente: magnet.xataka.com.
Apenas treinta años después de la última pieza legislativa que censuraba la «promoción» de la homosexualidad en la esfera pública, Escocia ha hecho historia. El país será el primero en introducir material escolar dedicado en su integridad al colectivo LGBT, su historia, terminología y derechos. Es un hito que llega tras años de intenso activismo por parte de Time for Inclusive Education (TIE) y que aún no tiene fecha de entrada en los colegios.
El timing. El anuncio ha llegado de la mano de John Swinney, segundo de Nicola Sturgeon en el gabinete escocés y responsable de las cuestiones educativas. El gobierno aún no tiene fecha concreta para la implantación del currículo, o un plan de estudios debidamente estudiado y estructurado. Sí quiere comenzar a trabajar «de inmediato» en el mismo para introducirlo en las escuelas más pronto que tarde.
¿Por que? En gran medida, gracias a TIE. La organización ha trabajado durante el último lustro en una serie de recomendaciones a tener en cuenta por las autoridades educativas. El clima social es favorable en Escocia, muy tolerante con los derechos LGBT, y el signo político del gobierno (el SNP es de carácter nacionalista, pero escorado hacia posiciones progresistas) también. Swinney tan sólo ha recogido y aceptado las ideas planteadas por TIE.
¿Cuáles? Pese a la ausencia de currículo, la educación LGBT rotará en torno a vectores conocidos: por un lado, se marcará como objetivo combatir la intolerancia y la homofobia; por otro, tendrá un tono didáctico, explicando las diversas terminologías, conceptos y corrientes en el seno del movimiento; y por último, versará sobre la historia del colectivo, sus luchas y sus conquistas. TIE lo define como «educación inclusiva».
Las palabras de Swinney: «Nuestro sistema educativo debe apoyar a todos para alcanzar su pleno potencial. Por ello es vital que el currículo sea tan diverso como las personas que lo aprenden en nuestras escuelas (…) Las recomendaciones no sólo mejorarán la experiencia de aprendizaje de las jóvenes personas LGBT, sino que invitarán a todos los alumnos a celebrar sus diferencias, promover el entendimiento y apoyar la inclusión».
¿Hay consenso? Sí (el SNP es mayoritario en Escocia) pero también resistencias. El Instituto Cristiano de Escocia ha criticado la decisión del gobierno, recalcando que «las lecciones de matemáticas deben ser de matemáticas, no de políticas LGBT (…) Muchas familias, religiosas o no, estarán preocupadas sobre cómo de lejos va a llegar esto» (en referencia a la creciente presencia de la cuestión LGBT en las escuelas).
El contexto. La decisión de Escocia llega en pleno debate sobre la importancia de la representatividad de colectivos minoritarios (e históricamente perseguidos) en la esfera pública. Es probable que otros gobiernos progresistas sigan su ejemplo. El cambio ha sido abrupto: en 1988 el gobierno británico implementaba la «Sección 28«, célebre por censurar en la práctica la exposición pública de los homosexuales o de su ideario.
En el año 2000 el parlamento escocés repelió la cláusula, de carácter discriminatorio y estigmatizante. Menos de veinte años después, las tornas han cambiado por completo. De la exclusión social a la introducción en la escuela.
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