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Acceso a tierra, una vía para que campesinas salgan de la pobreza en Honduras

Facilitar el acceso a la tierra para producir alimentos podría ayudar a miles de mujeres rurales en Honduras a salir de la pobreza y la discriminación en un país que arrastra problemas estructurales de desigualdad, dijo este jueves a EFE la portavoz de la Articulación de Mujeres de la Vía Campesina, Wendy Cruz.

Solo el 14 % de las mujeres que viven en el área rural, unas 280.000, tiene acceso a tierra, muchas de ellas porque han comprado o heredado de sus padres, señaló Cruz en una entrevista con EFE.

«Se trata de un problema estructural en el área rural, por lo que hemos planteado la necesidad de definir bases sólidas para ir disminuyendo esas brechas de desigualdad», subrayó la también portavoz del Consejo para el Desarrollo Integral de la Mujer Campesina.

En la zona rural viven más de 4 millones de personas, el 50 % son mujeres, de ellas el 86 % no posee títulos de tierras y un gran porcentaje de éstas padecen hambre, añadió.

TITULACIÓN DE TIERRAS, UNA DEUDA HISTÓRICA

Cruz indicó que la titulación de tierras es una «deuda histórica» con los campesinos y una herramienta para que las mujeres puedan combatir la pobreza y garantizar la seguridad alimentaria de sus familias.

Solo el 11 % de los campesinos tiene acceso a fondos destinados a créditos agrícolas, denunció la activista, quien lamentó que las mujeres no tienen apoyo financiero debido a que no son dueñas de la tierra.

«Las mujeres no tienen acceso al crédito porque no tienen una garantía, es un tema bastante difícil para ellas y las pone en bastante precariedad», enfatizó.

Las campesinas también exigen al Gobierno que ponga en marcha un programa de financiación para las mujeres rurales y les garantice el derecho a ser propietarias de la tierra.

Cruz afirmó que el 90 % de las familias del área rural viven en pobreza debido a que «no tienen acceso a los bienes productivos, empleo ni educación de calidad».

Las familias necesitan tener acceso a servicios básicos, como educación y salud, para «mejorar su condición de vida» y no caer en una «situación de vulnerabilidad» que las «condene a la pobreza», añadió.

«La tierra está vinculada al acceso a una vivienda digna, a producir sus propios alimentos y, por ende, tener acceso a la tierra, tendrían mayor oportunidad de salir de esas condiciones de pobreza», subrayó la activista.

VOLVER LA MIRADA AL CAMPO

Honduras requiere una política pública integral y volver la mirada al campo para conservar la seguridad alimentaria, precisó Cruz, quien lamentó que muchas familias campesinas se ven obligadas a emigrar de sus tierras por la falta de oportunidades.

«Las familias están obligadas a emigrar porque no encuentran oportunidades para mejorar sus condiciones de vida porque hay un Estado ausente totalmente», enfatizó.

En su opinión, el Gobierno debe priorizar la elaboración de políticas que permitan sentar las bases para satisfacer las necesidades básicas de la población, especialmente en el área rural.

Las mujeres también consideran importante colocar el tema de la mujer rural en la agenda política y en el presupuesto general de Honduras.

«Necesitamos tener un presupuesto general que atienda las necesidades básicas de las poblaciones más vulnerables y que han sido colocadas en mayor discriminación», dijo la portavoz del Consejo para el Desarrollo Integral de la Mujer Campesina.

El Gobierno debe además priorizar la inversión en el campo, especialmente hacia las mujeres, lo cual «nos daría una gran oportunidad de luchar contra la pobreza y la discriminación», enfatizó.

Fuente: https://www.swissinfo.ch/spa/honduras-mujeres_acceso-a-tierra–una-v%C3%ADa-para-que-campesinas-salgan-de-la-pobreza-en-honduras/48183308

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Mujeres rurales salvadoreñas se empoderan con sistema de ahorro comunitario

Mientras deshierbaban la maleza en una parcela agrícola, varias campesinas salvadoreñas destacaron el empoderamiento económico que les ha traído un sistema de ahorro comunitario, con el que se volvieron más independientes financieramente y también más solidarias.

“La idea es poder ayudarnos entre todas, si necesitan un crédito, una nunca les dice que no”, explicó a IPS la presidenta del grupo de ahorro de la finca La Reforma, Enemesia Portillo.

Ese colectivo, conformado por 62 mujeres, fue creado en 2017 por campesinas que laboran en esa finca, que es a su vez parte de la Cooperativa El Espino, productora de café, ubicada en las faldas del volcán de San Salvador, en el municipio de Antiguo Cuscatlán, vecino a la capital salvadoreña.

La iniciativa busca que mujeres rurales se empoderen económicamente a través de estos grupos de ahorro comunitarios, y sean ellas quienes forjen su propio destino, una idea que está siendo impulsada desde 2012, gracias al apoyo de la organización humanitaria internacional Oxfam.

En ese esfuerzo también participan organizaciones locales, como la Federación de Cooperativas de la Reforma Agraria de la Región Central (Fecoracen), que desde 2017 ha aprovechado la red organizativa que tiene en varias zonas del país para promover esos grupos de ahorro.

“Casi todas son madres solteras, luchadoras, y no creo que se dejen dominar ya, el patriarcado aquí ya va quedando abajo”, agregó Portillo, de 53 años, casada, madre de cuatro hijos, varones y hembras.

Actualmente hay 104 grupos de ahorro en 11 municipios del departamento de La Libertad, y en tres de San Salvador.

En total participan 1700 mujeres y se benefician igual número de familias considerando que cada mujer representa a un grupo familiar.

Esas familias campesinas pueden tener acceso a un pequeño crédito de corto plazo, algo muy difícil de lograr en el sistema financiero nacional.

El monto de los créditos ronda los 150 dólares, a una tasa de interés de 10 %, en general, aunque el grupo de la finca La Reforma es de 20 %. Cada mes, el grupo otorga préstamos por unos 1000 dólares.

En general los préstamos se destinan para gastos en salud, compra de ropa, útiles escolares o electrodomésticos, entre otros, y tienen un plazo de un mes, aunque pueden otorgarse prorrogas.

“Recibir un préstamo en el sistema bancario es complicado, hay que presentar documentos como constancia de salarios, y nosotras como mujeres campesinas no tenemos esos beneficios”, explicó la secretaria del grupo, María Elsa Meléndez, durante una charla con IPS tras concluir la faena del día, en la que participaron otras cinco mujeres.

Su amiga y compañera Portillo, agregó: “Así como son las condiciones de nuestras asociadas, no nos prestaran en el banco. Por eso esta iniciativa sí funciona sobre todo en la zona rural”.

En este pequeño país centroamericano de 6,7 millones de habitantes, únicamente 30 % de la población tiene acceso a la banca, y solo 12 %, a un crédito, según reportó en 2019 uno de los principales bancos del país. La población rural alcanza a 38,3 por ciento del total, según el censo de 2019, y se estima que es la que está menos bancarizada.

Parte del grupo de 62 mujeres rurales que participan del grupo de ahorro de la finca La Reforma, en la jurisdicción de Antiguo Cuscatlán, en el departamento de La Libertad, en el centro de El Salvador. Ese sistema de ahorro comunitario les permite obtener pequeños créditos que de otra forma no podrían recibir en el sistema financiero nacional. En conjunto esos colectivos logran ahorrar unos 200 000 dólares anualmente. Foto: Edgardo Ayala / IPS

 

Tanto Meléndez como Portillo, al igual que el resto de campesinas que conforman el grupo y la cooperativa, laboran en las faenas agrícolas, sobre todo las vinculadas a la producción de café.

Meléndez, una madre soltera de 40 años, también se dedica a la costura, haciendo remiendos de ropa, que le genera un pequeño ingreso extra para la economía de su familia, compuesta por su hija de ocho años y su madre.

La capacidad de ahorro anual de los colectivos de mujeres, en conjunto, es de 200 000 dólares en promedio.

Esfuerzo colectivo

Estos grupos están conformados por entre cinco y 26 mujeres, aunque los hay como el de la finca La Reforma, con 62 participantes, uno de los más numerosos, y por eso mismo, uno de los que más ahorros ha colectado: 14 000 dólares.

Son las propias participantes quienes ponen las reglas sobre el funcionamiento de su grupo en particular, de forma autónoma, que puede variar entre los grupos de ahorro.

Ellas establecen, por ejemplo, el rango de los montos que cada quien va a aportar, que en general va desde uno a 300 dólares.

También deciden el interés a cobrar por los créditos otorgados, que en promedio es de 10 %, una tasa más alta que la del sistema financiero, e incluso se definen temas como las multas que se imponen a las personas que lleguen tarde o no llegue a las reuniones.

Que la tasa de interés sea más alta que la cobrada por los bancos del país no es del todo una desventaja, porque al final del periodo, que va de enero a diciembre, se distribuye lo recaudado ese año entre todas las participantes del grupo, de forma equitativa.

También se redistribuyen otros ingresos, como los cobros de las multas y los obtenidos con actividades extras, como la venta de comidas o la realización de rifas.

“El interés obtenido junto a los otros ingresos es un bienestar para todas, se divide entre todas”, afirmó Portillo.

Sandra Elizabeth Mejía, de 60 años, muestra la pequeña caja metálica donde las mujeres del grupo de ahorro de la finca La Reforma, ubicada en la falda del volcán de San Salvador, depositan sus aportes. Esta iniciativa comunitaria busca empoderar económicamente a mujeres campesinas salvadoreñas al darles independencia financiera. Foto: Edgardo Ayala / IPS

 

Esos encuentros se suelen realizar dos veces al mes, y ahí las participantes realizan sus aportes, que se van guardando en una pequeña caja metálica manejada por la tesorera del grupo.

Pero la llave para abrirla y cerrarla la posee otra persona, para dar confianza de que los fondos están debidamente protegidos.

En las reuniones también se aprueban los préstamos solicitados, y cada participante tiene una libretita para registrar esos datos, al igual que sus aportaciones personales.

Luchadoras mujeres campesinas

La idea de que mujeres rurales ahorren colectivamente ha tenido un buen desarrollo en el caserío La Esperanza, del cantón Mizata, del municipio de Teotepeque, también en el departamento de La Libertad, una comunidad asentada al borde del océano Pacifico.

Ahí Marta Nidia Menjívar, de 36 años, es una de las más entusiastas en los dos grupos de ahorro en los que participa, a los que dedica parte de su escaso tiempo.

Ella cosecha vegetales y hortalizas, como yuca, caña, camote (Ipomea batatas) y chile (pimiento) jalapeño, entre otros, todo orgánico, que cultiva en una pequeña parcela rentada y que vende en su comunidad.

También cría pollos y gallinas y cosecha más yuca en una cooperativa de la que también es socia.

Pero aún le alcanza el tiempo para generar otros ingresos, que suma al pequeño excedente que ahorra en los dos grupos.

“Hago de todo un poco, porque además de la parte agrícola hago pedicura, manicura, masajes y bisutería”, contó Menjívar a IPS, en el patio de su casa, durante un encuentro en que también participaron algunas de sus compañeras del grupo.

Ella trabaja la tierra junto a su esposo, con quien tiene dos hijos, de 13 y 17 años.

Calle principal del asentamiento localizado en la finca La Reforma, en la jurisdicción de Antiguo Cuscatlán, en el departamento de La Libertad, en el centro de El Salvador, en donde un grupo de mujeres campesinas impulsa un programa de ahorro comunitario, que les da independencia económica. Foto: Edgardo Ayala / IPS

 

Mientras, Nancy Guzmán hace lo propio en el cantón San Sebastián Asuchillo, del municipio de Zaragoza, también en el departamento de La Libertad.

Aquí se han desarrollado cuatro grupos de ahorro, en uno de los cuales participa Guzmán, de 32 años, madre de un niño de 5 años.

“Todas tenemos que prestar 150 dólares, para tener derecho a la misma ganancia, pero si alguien quiere prestar más, se puede”, dijo Guzmán a IPS.

Su esposo trabaja en una fábrica, cerca de San Salvador, pero para generar más ingresos ella produce jaleas, sobre todo de fresa, las que vende en pequeños frascos, a dos dólares cada uno, en la comunidad y en un pequeño negocio de comidas en la capital salvadoreña.

“Ahora estoy pensando en desarrollar mi marca de jaleas”, precisó Guzmán, lo cual piensa lograr con el apoyo de una institución estatal que promueve el trabajo de los pequeños y medianos empresarios.

Por supuesto que también trabaja la tierra: produce pepinos y berenjenas, una actividad en la que la apoya su esposo cuando no está en la fábrica.

El propietario de la parcela donde trabajan no les cobra por el uso de la tierra, sino que le basta con que se mantenga limpia de malezas y sea productiva.

Con los 119 dólares que recibió como dividendos en 2020 por el grupo de ahorro al que pertenece, Guzmán y su esposo tuvieron para comprar una cama nueva.

Ahora se han fijado como meta obtener un dividendos 1000 dólares al final de 2021,un  dinero con el que pretenden ayudarse para comprar una motocicleta.

El objetivo es que su esposo pueda desplazarse sin problemas de transporte del trabajo a la casa. De ese modo él pueda estar más vinculado al trabajo agrícola que ambos desarrollan.

“Tenemos la esperanza de que lo vamos a lograr, ese es nuestro objetivo este año”, finalizó convencida de que su meta es realizable.

ED: EG

Este artículo integra la cobertura de IPS sobre el Día Internacional de las Mujeres Rurales, el 15 de octubre, que este año tiene como tema: “Las mujeres rurales cultivan alimentos de calidad para todas las personas.

Fuente: https://ipsnoticias.net/2021/10/mujeres-rurales-salvadorenas-se-empoderan-con-sistema-de-ahorro-comunitario/

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Conoce películas que abordan problemática indígena en Latinoamérica

El 22 de marzo de 1895, los hermanos Lumière proyectaron los 46 segundos más importantes de la historia del cine.

Este lunes 22 de febrero, se cumple en Francia los 123 años de la primera exhibición de una película por parte de los hermanos Lumière, dando pie al nacimiento del cine a nivel mundial.

Los hermanos proyectaron los 46 segundos más importantes de la historia del cine. Nacía un nuevo género de comunicación y de arte que apasionaría a los espectadores-

Por otra parte, el cine es uno de los medios por el que se expresa la riqueza cultural de los pueblos indígenas y, por fortuna, tenemos plataformas donde podemos ver películas que hablan sobre ello.

A continuación te presentados cintas cinematrográficas realizadas en países latinoamericanas que abordan la problemática indígena desde diferentes perspectivas.

Waapa

El documental propone una inmersión inédita en la infancia, y los cuidados hasta su crecimiento, del pueblo Yudja, en el Parque Indígena del Xingú. El juego, la vida comunitaria y la influencia de una relación espiritual con la naturaleza se revelan como elementos que estructuran el cuerpo-alma de estos niños y niñas.

O Brasil grande e os índios gigantes (El gran Brasil y los indios gigantes)

El documental de Michiles narra la saga del pueblo Krenakarore y retrata el violento cambio de destino de los indígenas tras su contacto con el “hombre blanco”. Incluye entrevistas con el antropólogo Darcy Ribeiro, el economista Roberto Campos, el expresidente de la Fundación Nacional del Indio (Funai) Ismarth de Araújo, con indigenistas y periodistas.

Sueño en otra idioma

El mexicano Ernesto Contreras dirige esta película que cuenta la historia de Martín, un joven lingüista que viaja a un pueblo en Veracruz, México, para entrevistar a los últimos hablantes de una lengua indígena: el zikril.

Sin embargo, Isauro y Evaristo, las únicas dos personas que hablan la lengua, son dos viejos amigos que están peleados por algo que pasó hace 50 años. Martín y Lluvia, la nieta de Evaristo, harán todo lo posible por la preservación del zikril, incluso hacer que Evaristo e Isauro se reconcilien.

Granito: Cómo atrapar a un dictador

Durante 30 años, un pueblo luchó para llevar a la justicia a un exdictador por crímenes de lesa humanidad.
Pamela Yates cuenta la historia de cómo Efraín Ríos Montt fue acusado por un tribunal guatemalteco de crímenes de lesa humanidad.

Décadas después de los acontecimientos, Ríos Montt fue acusado de cometer genocidio contra los mayas de Guatemala en la década de 1980, convirtiéndose en el primer exjefe de Estado en ser juzgado en su propio país por genocidio.

Pájaros de Verano

Cristina Gallego y Ciro Guerra, ganador de un premio Oscar por su trabajo en El Abrazo de la Serpiente, dirigen Pájaros de Verano.

En el contexto de la Bonanza Marimbera -periodo entre 1975 y 1985 donde entraron grandes cantidades de dinero a Colombia luego del florecimiento del narcotráfico hacia Estados Unidos-, una familia wayuu en la Guajira vivirá las consecuencias de la guerra por el control de uno de los negocios ilícitos más lucrativos del mundo.

Su cultura, sus tradiciones y sus propias vidas se verán atentadas por un conflicto entre hermanos como consecuencia de la avaricia y sed de poder.

La Nación Clandestina

Del director Jorge Sanjinés, el argumento plantea como tema de discusión la identidad cultural de una nación, la nación boliviana. Sebastián Mamani, un campesino llegado a la ciudad, trata de integrarse a la sociedad, negando su origen se cambia de apellido para ser parte de una sociedad que discrimina y humilla por el origen aymara o por el apellido.

Aún así el color de la piel hace que el siga siendo en el fondo un indio, tenga el nombre que tenga. Al no encajar en la sociedad citadina, se enrola como esbirro paramilitar que reprime a su propia gente.

Sembradoras de vida

El documental, drigido por Alvaro y Diego Sarmiento, acompaña a cinco mujeres de los Andes peruanos en su lucha diaria por mantener una forma tradicional y orgánica de trabajar la tierra. En la cosmovisión andina, las mujeres y la tierra están fuertemente interrelacionadas. Tanto el cuerpo de la mujer como la tierra son capaces de dar vida.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/conoce-peliculas-tema-indigena-20210222-0022.html

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