La educación en Brasil está bajo ataque

América del Sur/ Brasil/ 01.07.2019/ Fuente: www.clarin.com.

El presidente Jair Bolsonaro no cree en el valor del aprendizaje. 

Según el presidente Jair Bolsonaro, la educación brasileña deja mucho qué desear. “Todo se va cada vez más en picada”, dijo en mayo a periodistas durante un viaje a Dallas. “Queremos salvar la educación”.

Este parecería un comentario razonable si Bolsonaro estuviera anunciando, por ejemplo, un nuevo plan de educación o un aumento sustancial en el gasto para las escuelas públicas. Pero en lugar de ello estaba aludiendo a un “congelamiento” de 1,5 mil millones de dólares al presupuesto para educación en Brasil (el gobierno insiste en llamarlo así, en vez del recorte que es; en teoría, los fondos quedarán disponibles cuando mejore la economía). Estos recortes representan el 30 por ciento de los presupuestos discrecionales —que cubren pagos de servicios, becas, limpieza, mantenimiento y seguridad, entre otras cosas— para todas las universidades federales.

Los recortes podrían tener impactos concretos muy pronto. Una de las universidades más antiguas del país, la Universidad Federal de Paraná, tiene un plazo de sólo 100 días antes de que se vea obligada a cerrar sus puertas porque no puede pagar el agua ni la electricidad. El gobierno también suspendió todas las subvenciones futuras para investigación a nivel maestría y doctorado.

El recorte no se limita a la educación superior: el financiamiento para secundarios, educación primaria e incluso jardines de infantes también se ha visto muy afectado.

Pero la situación es más extrema para las universidades federales, que en las últimas décadas se han ganado un lugar respetable dentro de la educación brasileña al ofrecer cursos de alta calidad sin costo para más de un millón de estudiantes. En otras palabras, el primer paso en el plan de rescate de Bolsonaro es lanzar a unos cuantos sobrevivientes por la borda.

Sin embargo, ese es tan sólo un ejemplo de la lógica absurda del presidente. En la misma ocasión en Dallas, se le preguntó a Bolsonaro sobre las decenas de miles de brasileños, muchos de ellos estudiantes, que se habían reunido para protestar contra los recortes a la educación. Los llamó “imbéciles e idiotas útiles”, agregando que no tenían nada en la cabeza. “Si les preguntan cuál es la fórmula del agua, no la saben”.

Esto lo dice un hombre que alguna vez confesó nunca haber leído una novela en su vida (para ser justos, esto lo comentó en una entrevista hace veintinueve años, después de ser electo al Congreso). Este mismo hombre también declaró, después de su visita al monumento conmemorativo oficial del Holocausto en Israel, que el nazismo era un movimiento de izquierda, pues el Partido Nazi tenía la palabra “socialista” en su nombre.

Para Bolsonaro, como para muchos líderes políticos de la actualidad, un “imbécil” es cualquier pensador poco práctico. Dentro de este grupo se encuentran toda clase de idealistas —socialistas, ambientalistas, pacifistas— y también aquellas personas con ocupaciones que no producen nada tangible o rentable, como los profesores de Humanidades o los artistas.

Dicho y hecho, en abril Bolsonaro tuiteó que el gobierno estaba considerando retirar el financiamiento público a los cursos de filosofía y sociología. En cambio, iba a concentrar su gasto en áreas que crean “ganancias inmediatas para los contribuyentes”, como veterinaria, ingeniería y medicina.

Tal desdén por las humanidades es un error craso. Si alguien necesita cursos básicos de retórica y filosofía, es el presidente, quien, frente a los reporteros, parece incapaz de cumplir los más mínimos estándares de razonamiento.

A menudo, responde sus preguntas con perogrulladas sin ton ni son, de manera tan confusa como quien está leyendo un apuntador electrónico borroso y lejano. Luego, invoca un pasaje de la Biblia (“Y conocerán la verdad y la verdad os hará libres” es una de sus favoritas) o algún dato fuera de lugar que no tiene casi nada qué ver con el tema a tratar (el que el Estado de Texas no recaude impuesto sobre la renta es repetitivo). Si todo lo demás no funciona, desacredita la pregunta, al medio informativo e incluso al periodista.

Uno podría preguntarse, ¿cuál es la formación de este hombre? En 1977, Bolsonaro se graduó de la Academia Militar das Agulhas Negras, la cual ofrece una “sólida formación en ciencias exactas, con un grado de complejidad similar al de un título de Ingeniería”, de acuerdo con una página de su biografía en el sitio oficial del gobierno.

Sin embargo, el plan de estudios actual de la academia, según una tesis reciente de maestría, no incluye cursos de física ni cálculo. Lo que sí incluye son muchas horas de filosofía, sociología, derecho, geopolítica, psicología e historia militar. Cuando critica a las humanidades, el presidente socava las disciplinas integrales de su propia educación en las ciencias militares.

Jair Bolsonaro prefiere realzar la capacitación práctica que recibió en la academia por encima de esas inútiles clases de ética o todas esas tonterías del derecho penal militar. En una transmisión de Facebook Live de abril, Bolsonaro alabó un curso de reparación de heladeras y televisores que tomó como teniente del Ejército hace décadas. “Si practicara esa profesión en la actualidad, ganaría más, mucho más, que la gente con un título universitario”.

El ministro de Educación estuvo de acuerdo y agregó que la meta principal del gobierno es impartir las habilidades básicas a los niños, como lectura, escritura y aritmética.

Luego enseñarán una actividad que pueda generar ingresos para el estudiante y su familia.

Basta de filosofía, sciología, literatura y las humanidades. ¿Quién necesita el razonamiento cuando, sin él, nuestros hijos aún pueden llegar a ser los futuros presidentes de Brasil?

Fuente de la noticia: https://www.clarin.com/new-york-times-international-weekly/educacion-brasil-ataque_0_qy-q-2cjML.html

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Evaluación continua: el camino para valorar progresivamente el aprendizaje.

27 de septiembre de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org

Por: Robinson Conde Carmona

El educador no sólo debe evaluar al final del proceso de aprendizaje el desarrollo de las competencias por parte de los educandos, sino que proponer actividades. 

Evaluación continua es una forma de entender la evaluación educativa. Es un proceso que se debe llevar a cabo durante todas las etapas de aprendizaje del educando. Ésta se entiende como un proceso fundamental para la enseñanza que aumenta la probabilidad de que sea efectiva para el aprendizaje de los educando. La evaluación continua permite al educador manejar las diferencias entre los educandos en un aula de clases, y por lo tanto también se entiende como una práctica inclusiva.

La evaluación continua incluye la evaluación de tipo diagnóstico, formativa y sumativa.

En nuestro contexto educativo, tradicionalmente, la evaluación se ha centrado en la etapa final del aprendizaje y se ha concebido, de forma general, para aprobar más que para aprender; por otro lado, el educando enfoca su aprendizaje en función del tipo de evaluación seguida.

No obstante, el educador no sólo debe evaluar al final del proceso de aprendizaje el desarrollo de las competencias por parte de los educandos, sino que a lo largo del curso, debe proponer con cierta periodicidad actividades, de carácter evaluable, que faciliten la asimilación y el desarrollo progresivos de los contenidos de la asignatura y de las competencias que deben alcanzarse, respectivamente.

De esta forma, la evaluación se convierte en continua o progresiva, y el educador puede realizar un mayor y mejor seguimiento del progreso en el aprendizaje del estudiante, ya que permite una valoración integral. Se trata en definitiva, de apostar por un aprendizaje significativo.

Para que se evidencie la evaluación continua en las aulas de clases es necesario que los educadores planifiquen sus unidades de aprendizaje, pero que al mismo tiempo la modifiquen clase a clase tomando en cuenta los aprendizajes obtenidos por los educandos. Para esto los educadores deben seguir los siguientes pasos de un ciclo de evaluación, según (Miranda, 2010):

  1. Definición de objetivo de aprendizaje: establecer un objetivo de aprendizaje tomando en cuenta los conocimientos previos de los estudiantes evidenciados en una evaluación diagnóstica previa.
  2. Construcción de indicadores y criterios: estos indicadores y criterios deben guiarse por el objetivo de aprendizaje establecido anteriormente y deben ser observables. El nivel de logro de los indicadores establecerá el cumplimiento o no del objetivo de aprendizaje propuesto.
  3. Construcción del instrumento y de la actividad de evaluación: evaluar, elegir y modificar tareas y textos en función de una meta de aprendizaje específica. El instrumento debe evaluar la actividad planificada y debe cumplir con los indicadores y criterios propuestos anteriormente.
  1. Implementación de la clase: realizar la clase aplicando la actividad de evaluación diseñada para ella. De esta forma se evalúan los aprendizajes de la clase implementada y se generan evidencias observables del nivel de logro de los indicadores de evaluación propuestos.
  2. Aplicación del instrumento y/o recolección de evidencias de aprendizaje: recoger las evidencias de aprendizaje de los estudiantes y aplicar el instrumento diseñado, el cual nos permitirá sistematizar el nivel de logro según indicador de los estudiantes.
  3. Sistematización de las evidencias: sistematizar todas las evidencias recogidas en tablas y analizar los resultados.
  4. Toma de decisiones: a partir de los resultados analizados y del nivel de logro de los indicadores alcanzado, tomar decisiones en relación a la planificación y adecuar los objetivos de aprendizaje según las necesidades observadas en las evidencias.

Si miramos detenidamente cada paso, podemos notar que estos tienen una relación estrecha con los que se propone en la evaluación integral, que a fin de cuenta lo que nos propone, es que saquemos la información del contexto en que vamos a trabajar, y a partir de los datos que obtengamos del mismos, hagamos una valoración que nos permita tomar decisiones, para diseñar y/o rediseñar nuestro plan a seguir en un comienzo, luego esté puede ir siendo modificado durante el proceso, dependiendo de los resultados y de las necesidades del contexto en circunstancias puntuales, y no en medio de la generalidad, ya que en ella pueden pasar desapercibidas muchas situaciones que podrían ser causales para que el educando no avance significativamente en su procesos de aprendizaje.

Por lo anterior,  Zabalza (2003) propone, debemos encadenar los siguientes procesos para completar efectivamente la evaluación continua.

  • Plantear.
  • Ejecuta
  • Evaluar
  • Reajustar

Debido a que el proceso debe acomodarse con las modificaciones realizadas con la toma de decisiones de los cambios con la evaluación.

Por otra parte, para Delgado (2006) la evaluación continua tiene por objetivo la valoración del grado de aprendizaje conseguido por el educando, la evaluación adquiere una nueva dimensión al girar el aprendizaje en torno al educando. En este sentido, debe estar correctamente diseñada para que permita valorar si el estudiante ha alcanzado el objetivo, no sólo los conocimientos sino también las competencias previamente definidas por el educador para una materia concreta.

Por ello, el sistema de evaluación continua ofrece sin lugar a dudas, ventajas de parte y parte; tanto para el educando, como para el educador. Dado que aquellos educandos que participan en una evaluación continua tienen mayores garantías para aprender, crecer, mejorar progresivamente su propio techo, por otra parte, también de superar el reto; que es superar la materia en curso.

En efecto, porque de forma gradual y progresiva van desarrollando las competencias de la asignatura, y en segunda porque conocen la manera de valorar del educador, es decir, se ven involucrados en el proceso. En tercera, el educando recibe información de su propio ritmo de aprendizaje, y es capaz de autorregularse para corregir sus errores y vicisitudes, llegando a tal punto que pueda él solo, reorientar su proceso de aprendizaje; ser autosuficiente y autónomo.

Todo para que a fin de cuenta sea capaz de autoevaluarse, que es un proceso que poco a poco va tomando mayor importancia. Según San Martín (2014) la autoevaluación es básica para tener autonomía o para lo que denominamos aprender a aprender. Es fundamental darse cuenta de si estás haciendo las cosas bien y de apoyarte en los soportes necesarios para mejorar. Las personas que se autoevalúan son las que aprenden, las que no, sólo repiten.

Para finalizar, debemos apuntar que, si la evaluación continua está bien diseñada, debería superar la asignatura sin la necesidad de hacer una prueba final; en definitiva y en resumen a la hora de diseñar una evaluación continua podemos resaltar tres elementos claves; en primer lugar, su planificación, en segundo lugar, su información al educando (objetivos, criterios de evaluación, número de actividades, periodicidad, esfuerzo…), y en tercer lugar, las actividades concretas de evaluación (tipología, criterios de corrección, dedicación horaria, temas abordado (Delgado, 2006).

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/evaluacion-continua-el-camino-para-valorar-progresivamente-el-aprendizaje

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