Chupinazo y barbarie

Por: Lidia Falcón

Se difunde una consigna pidiendo a las mujeres que asistan a los Sanfermines vestidas de negro para mostrar su duelo por las violaciones que sufrió la víctima a manos de La Manada. Otras se oponen alegando que lo tradicional es ir vestidas de blanco con el pañuelo rojo y que por tanto hay que ser fiel a las tradiciones, que la calle es tan suya como de los hombres y que se pueden solidarizar con la víctima portando una enseña determinada.

Para entrar en esta discusión y tomar partido me llama la televisión y mi interlocutora se sorprende de que le diga que ni yo ni el Partido feminista apoyamos ni una ni otra acción. Que a los Sanfermines no hay que ir, simplemente. Que es la fiesta de la barbarie.

No opino esto ahora, a consecuencia de las agresiones cometidas por los mozos -no sólo los de La Manada han violado, abusado, agredido, manoseado y humillado a muchas de las mujeres que asisten. La llamada fiesta de los toros, en sus diversas variantes, es una de las reminiscencias del salvajismo antiguo que pervive en nuestro país. Y las de Sanfermin en Pamplona constituyen el culmen del mismo.

Hace mucho tiempo ya me granjeé la enemistad de los amantes de la fiesta escribiendo contra ella, y recibí multitud de mensajes, cartas por correo incluidas, en tono amenazador e incluso insultante para demostrarme la cultura de los que así se comunicaban conmigo. La cultura que aseguraban les avalaba citándome a Picasso, a Bergamín y a Hemingway como popes indiscutibles de su apoyo a la milenaria fiesta torera.

Pero como al paso de los años muchas más personas sensibles y buenas se han unido a la lucha contra el maltrato animal e incluso se han organizado en el partido PACMA, difundiendo eficazmente su reclamación, no he insistido tanto en el mensaje. Pero no puedo soportar que se pretenda que asistir a esa fiesta de barbarie es feminista.

Los espúreos argumentos que se utilizan para defender la participación de las mujeres en los encierros y las corridas, seguidas de borracheras, vomitonas, imprecaciones soeces y obscenas que enardecen a violadores y maltratadores, y a los que estas chicas abducidas por la cultura machista imitan, son inaceptables. Esa es la fiesta propicia para que los machos se atrevan a todas las agresiones, como se está demostrando.

El feminismo no pretende la igualdad entre hombres y mujeres para todo, incluida la maldad. El feminismo es una ideología liberadora de las explotaciones y opresiones humanas. El movimiento feminista ha luchado bravamente, durante más de dos siglos por implantar un poco de libertad y justicia en este planeta. El feminismo como movimiento social, como ideología filosófica, como programa político, lucha por alcanzar un mundo libre de toda clase de opresiones, de clase, de sexo, de raza, de pueblos, de animales, de depredación del planeta.

El feminismo no se puede entender, con esa interpretación reduccionista, como la reivindicación de que las mujeres imiten a los hombres en todos los órdenes de la vida, incluso los más detestables, los que han convertido el planeta en un espacio de violencia, guerras y destrucción.

Esa ridícula imitación de las agresivas y crueles conductas masculinas que lleva a algunas mujeres a practicar la lucha libre, boxear, ser toreras o banderilleras, ingresar en el Ejército y portarse como los machitos más provocadores y agresivos no tiene nada que ver con el feminismo. Que por sí mismo es pacifista.

Hoy se presenta en la Asamblea de Madrid la petición de que se prohíba la asistencia de menores a las corridas, porque todavía, en este 2018, los niños y niñas españoles pueden ser instruidos y socializados en la afición a la fiesta. Como si no hubiese transcurrido un siglo desde que se constituyera la Liga Protectora de Animales y Plantas de la que mi abuela, Regina de Lamo, fue creadora. Y que tras muchos años de lucha logró que se le pusieran petos de cuero a los caballos en las corridas, para impedir que el toro los desventrara en plena fiesta, esparciendo los intestinos en la arena.

Y a ese espectáculo tan pedagógico y aleccionador hay familias que llevan a los menores sin que todavía se les prohíba.

La fiesta de los Sanfermines es la culminación de la barbarie masculina, y no hay espectáculo más patético que ver a las mujeres corriendo el encierro en la calle Estafeta, empujándose, golpeando al toro, cayéndose en los adoquines, sudorosas y contentas de ser una más en la tarea de torturar al animal. Y de allí a la plaza a aplaudir “la faena” de los profesionales dedicados a la complicada tarea de clavarle al toro banderillas y picas, de marearle y estresarle con “las suertes” que le aplican, para acabar clavándole un espadón en la cerviz.

Quienes defienden semejante diversión mantienen el nivel de barbarie de los siglos pasados. Otras fiestas igualmente crueles y repugnantes se mantienen en nuestro suelo, para disfrute de españoles y turistas instalados en la crueldad. Se lanza una cabra desde un campanario, se le arranca la cabeza a un ganso, se acosa a vaquillas, pinchándolas y persiguiéndolas, se le prende fuego a los cuernos de un toro, se acosa a otro astado durante kilómetros hasta lanzarlo al agua, en representación actual de la tradición cruel que rigió nuestro país durante siglos.

Pero si tan penoso era aceptar que de momento esas horribles diversiones no se iban a eliminar, al menos las teníamos clasificadas como una expresión más del machismo imperante en un país atrasado. Si había que soportar esa horrible fiesta y ver cómo se hacía propaganda de ella, al menos que fuera exclusivamente masculina. Si hay que apalear, pinchar, perseguir, torturar y matar toros, que lo hagan los hombres. No había que participar y apoyar una cultura machista como esa.

Lo inaceptable ahora es que mujeres, que además se reivindican feministas, se unan a las huestes de maltratadores asegurando que la igualdad consiste en esto. Aceptando esta perversión del discurso de la igualdad, las mujeres se harán también torturadoras y verdugas. Ya vimos la penosa actuación de una soldada del Ejército estadounidense arrastrando a un prisionero de la guerra de Irak, atado e inerme. ¿Es esa la igualdad que queremos? ¿Para alcanzar ese grado de sensibilidad y civilidad hemos luchado y sufrido tanto las feministas durante dos siglos?

Por ello, que toda la acción de repulsa de la violación de la Manada sea vestirse de negro o ponerse una pegatina, resulta absolutamente ridículo. Sería más decente que se diera la consigna de no ir a esas celebraciones. Resultaría también mucho más denunciador.

Nuestro país no progresará en moral y conciencia social hasta que no suprima todo maltrato animal y prohíba las fiestas que lo practican.

Pero el feminismo tampoco progresará hasta que todas las tendencias y movimientos comprendan que no se persigue la igualdad para que las mujeres sean tan bárbaras como los peores hombres sino para que todos, hombres y mujeres alcancemos un nivel superior de sensibilidad y solidaridad con todos los seres vivos.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2018/07/05/chupinazo-y-barbarie/

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Educación contra la Violencia de Género

Por: Susana Reina

Noviembre es el mes contra la Violencia de Género, específicamente el día 25, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, decretado por Naciones Unidas en 1999. El naranja o el violeta son los colores emblemáticos que más se asocian a este terrible flagelo que muchas sociedades estamos viviendo. Lamentable oír y ver en prensa historias terribles sobre mujeres que son asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas, y si no llegan a matarlas, el sufrimiento físico proporcionado puede llegar a ser enorme.

Muchas organizaciones y personas a nivel mundial han elevado su voz contra este fenómeno, y muchos están trabajando activamente para hacer que las leyes que regulan la materia no sean letra muerta, para que se aplique justicia y para que la penalización sea efectiva y ejemplarizante.

Las estadísticas de mujeres asesinadas van en ascenso en muchos países.

Sin embargo, hay mucha frustración entre esas ONGs y expertos conocedores de la materia por los resultados obtenidos a la fecha. Las estadísticas de mujeres asesinadas van en ascenso en muchos países. La misoginia, el machismo, el acoso callejero, acoso sexual y otras formas de discriminación parecen no solo no tener fin, sino que cogen aire y se afianzan. ¿No es un contrasentido esto de que mientras más avanzadas y modernas son nuestras sociedades en términos tecnológicos y científicos, estas conductas de barbarie pervivan y florezcan?

Aquí en Venezuela, Magdymar León, de Avesa (Asociación Venezolana para una sexualidad alternativa) ofrece un panorama nada alentador que da cuenta de la dimensión del problema de la Violencia de Género en nuestro país, que nos ayuda a contextualizar posibles acciones en la materia a futuro: La violencia contra las mujeres es el segundo delito más denunciado en el país, según cifras del Ministerio Público; poseemos altas cifras de impunidad y grandes debilidades en el acceso a la justicia de las mujeres; las mujeres sufren la victimización secundaria de muchos de los delitos ocurridos en el país.

A pesar de contar con una Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LODMVLV), un Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género, una Defensoría Nacional de la Mujer, con defensoras estatales y municipales y una Defensoría Delegada Especial desde la Defensoría del Pueblo sobre los Derechos de la Mujer, Institutos regionales, estatales y municipales en materia de mujer a nivel nacional, una Subcomisión de la Mujer, adscrita a la Comisión de Desarrollo Social, a pesar de todo ello, siguen los obstáculos para enfrentar el problema de raíz.

La implementación de la LODMVLV, no se ha traducido en verdadero acceso de las mujeres a la Justicia, ni en prevención de la violencia

La implementación de la LODMVLV, no se ha traducido en verdadero acceso de las mujeres a la Justicia, ni en prevención de la violencia, por lo que se siguen vulnerando los derechos de las mujeres a una vida libre de violencia. Para que existan cambios reales y una disminución de la violencia contra las mujeres, es necesario impartir programas educativos en igualdad de género y cultura de derechos humanos; el abordaje no puede ser solo jurídico. Es necesario desmontar los valores y creencias que sostienen la inequidad de género en nuestro país”, concluye Magdymar León.

De todas las posibles salidas que pueden contribuir a enfrentar la violencia de género, nos quedamos con la educación como estrategia clave. Educación que comienza en casa con madres y padres no machistas, educación para la paz en su sentido más amplio, educación para tolerar las diferencias de criterio y creencias, educación para entender que el poder se pelea en el plano de las ideas y no de la tortura y el acoso físico o psicológico, educación para aprender a controlar impulsos, educación para saber hacer uso de la fuerza con fines constructivos, educación en valores para la convivencia.

Educación para aprender a expresar en vez de dar puños, reclamar asertivamente en lugar de lanzar patadas

Educación dirigida a ambos, niños y niñas, mujeres y hombres. Educación formal en aulas e informal en la calle, en los medios, en los clubes y asociaciones. Educación para niños, jóvenes y viejos. Educación para aprender a expresar en vez de dar puños, reclamar asertivamente en lugar de lanzar patadas, llorar y no insultar, perdonar para no sufrir y hacer sufrir.

Educación para que cada vez más mujeres se atrevan a denunciar a su agresor, o para que otras mujeres y hombres, cuando veamos el sufrimiento en una compañera, amiga, familiar o vecina, lo hagamos por ellas. Educación para entender que esto es un asunto público y que debiera ser prioridad para los Estados. Educación para saber identificar a tiempo las señales de violencia institucional, obstétrica, sexual, familiar, económica, mediática y todas las 21 formas tipificadas en la Ley.

Sensibilizar a todos sobre la forma de identificar violencia a tiempo y poner límites, debiera ser una de las lecciones más básicas en nuestro proceso de formación. Las feministas vivimos señalándolo aún a riesgo de que nos digan exageradas o paranoicas, lo cual es a su modo una forma más de violencia, pero lo seguiremos haciendo. Únete a las actividades que a nivel nacional se están organizando para que esto pare de una vez. Sigue las etiquetas #RedNaranja #Niunamenos #dianaranja #VivasNosQueremos #MachismoMata. Prevenir para no seguir lamentándonos.

Fuente: http://efectococuyo.com/opinion/educacion-contra-la-violencia-de-genero

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