Adolescentes ante cambio climático: «No solo criticamos, buscamos soluciones»

En el marco de la COP26 de Glasgow, este miércoles se ha realizado un evento paralelo dirigido a escuchar las opiniones de los adolescentes sobre el cambio climático y en el que algunos de los jóvenes ponentes afirman que ellos no solo se limitan a criticar, sino que buscan soluciones.

«Los jóvenes no se limitan a criticar, nos centramos en las soluciones, las soluciones deben estar conectadas», ha dicho una de las participantes, Julieta Martínez, fundadora de la organización Tremendas, plataforma que visibiliza y conecta a niñas y jóvenes que usan sus talentos para apoyar causas de impacto social.

El evento, denominado «Incrementando la resiliencia adolescente al cambio climático», ha sido organizado por Partnership for Maternal, Newborn and Child Health (PMNCH), alianza para la salud y el bienestar de las mujeres, los niños y los adolescentes.

El objetivo del panel fue discutir la forma de lograr que los adolescentes puedan adaptarse de mejor manera y combatir la crisis climática.

Durante las exposiciones, se ha expuesto que el cambio climático tiene tres pilares: económico, social y medioambiental y se concluye que es necesario financiamiento, tecnología y un proceso de planificación adaptado a los adolescentes dirigido por cada territorio y país, ya que no hay una solución mágica global.

Otra de las ponentes, Heeta Lakhani, directora de la organización «Youth Partnerships», una organización de voluntariado juvenil internacional, se ha referido a algunas de las dificultades que existen para conseguir que los jóvenes participen en la acción climática a nivel nacional y de asegurar que los jóvenes se comprometan de forma significativa.

También se ha discutido sobre educación y cómo este apartado puede reducir el impacto ambiental.

«Si damos a todas las niñas del mundo acceso a la educación podemos reducir hasta 105 gigatoneladas de CO2 para 2050», ha sostenido Martínez.

PMNCH cuenta con más de 1.000 organizaciones asociadas, perteneciente a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y su visión es la de un mundo en el que todas las mujeres, niños y adolescentes puedan ejercer su derecho a la salud y al bienestar, sin dejar a nadie atrás.

En la organización del evento colaboraron también la Federación Internacional de Asociaciones de Estudiantes de Medicina (IFMSA), YOUNGO y la plataforma Tremendas.

La cumbre del clima COP26, que se desarrolla desde la semana pasada en la ciudad de Glasgow (Reino Unido), ha entrado en su etapa final con la negociación de los aspectos más técnicos entre los países.

La COP26 persigue confirmar que se puede evitar que las temperaturas suban más de 1,5 ºC a final de siglo respecto a los valores preindustriales.

Fuente: https://www.swissinfo.ch/spa/cumbre-clima_adolescentes-ante-cambio-clim%C3%A1tico—no-solo-criticamos–buscamos-soluciones-/47100812

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Cop26 | Gobiernos de América Latina se comprometieron a reducir la deforestación y las emisiones

COP26: varios acuerdos y América latina posicionada como acreedora ambiental

Por Laura Rocha

El tercer día de la cumbre de cambio climático, COP26, arrancó con acuerdos y la reafirmación de los países de América latina como acreedores ambientales. Los dos logros que se destacan son el compromiso de terminar con la deforestación en ocho años y conseguir reducir las emisiones de metano, ambos con el apoyo de unos 100 países.

Este lunes, el primer ministro británico, Boris Johnson, fue el encargado de anunciar el acuerdo global para frenar la deforestación, con el respaldo de los principales países forestales, como Brasil, Indonesia y la República del Congo. Las cifras son grandes. Se trata de 100 países que representan el 85% de los bosques del mundo: 12.000 millones de dólares en fondos públicos para los bosques y más de 7.000 millones en inversiones público-privadas.

Hay 30 instituciones financieras con más de 8,7 billones de dólares de activos mundiales que se comprometen a eliminar las inversiones en actividades relacionadas con la deforestación. Argentina, que comparte con Paraguay y Bolivia un ecosistema único como el Gran Chaco, firmó luego del anuncio y de que hablara el presidente Alberto Fernández ante el plenario de Naciones Unidas.

En su discurso, Fernández volvió a hablar de canje de deuda por naturaleza y de la potencialidad del país de alimentar al mundo con los recursos naturales. El Presidente no anunció nuevos compromisos y no entregó la Estrategia a Largo Plazo que su Gobierno prometió que estaría lista para esta reunión, pero propuso la creación de un comité político y técnico sobre financiación climática para averiguar “cómo movilizar el fondo necesario, reconociendo las responsabilidades comunes pero diferenciadas”.

La posición de Argentina está alineada con la de otros países latinoamericanos, como Brasil, Colombia, Bolivia, México y Colombia. La región se mantiene en gran medida detrás de la línea de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, lo que podría dificultar una acción más ambiciosa por su parte.

Enrique Maurtua Konstantinidis, asesor principal de política climática de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), opinó: “El discurso de la presidencia argentina es contradictorio en muchos aspectos. No se mencionó una transición justa hacia las energías renovables. Por el contrario, el gobierno dio a conocer un plan energético que no está en línea con la neutralidad de carbono. Estamos de acuerdo en que la financiación climática es una prioridad, pero países como Argentina deben mostrar algo más que exigencias en estas reuniones”.

Máximo Mazzocco, líder de la organización juvenil argentina EcoHouse, sostuvo: “Me llama la atención que el Presidente mencionó la posibilidad de crear pagos por servicios ecosistémicos y canjes de deuda por naturaleza, con la biodiversidad como moneda de cambio. Es decir que parece valorar la biodiversidad pero no hace nada con el ecocidio que significa la deforestación. Claramente, el gobierno argentino tiene un gran quiebre con los temas socioambientales y el horizonte de cualquier tipo de estrategia vinculada a la sustentabilidad”.

Paraguay, por caso, llevó como posición oficial que “la producción orgánica es más cara” y que “son sistemas productivos de bajo rendimiento los que aumentan la pobreza”. La coalición de organizaciones #PorLosBosques, que incluye a WWF Paraguay, Guyra Paraguay, Altervida y la Federación por la Autodeterminación de los Pueblos Indígenas, cuestiona esas premisas. Para la coalición, la posición del gobierno “son expresiones sin base en datos”, ya que la agricultura familiar “es la base de producción de alimentos del país, según muestran los propios censos agropecuarios”. Las organizaciones señalan que la producción orgánica y la agroecológica son herramientas comprobadas para reducir la desigualdad.

El Estado paraguayo ante la COP 26 también niega el impacto de la ganadería en la crisis climática al aducir que “se cuestiona la producción de carne por su impacto ambiental, pero se debe considerar el equilibrio entre la emisión y el secuestro de gases de efecto invernadero en los diferentes esquemas de producción”, según citan medios paraguayos.

Pero, ¿de qué se trata el canje de deuda por naturaleza? Por ahora, es solo una premisa. El planteo también fue realizado por Iván Duque, presidente de Colombia. Los canjes de deuda por naturaleza suelen ser una transacción voluntaria en la que un acreedor cancela o reduce el importe de la deuda de un país en desarrollo a cambio de que el deudor se comprometa financieramente con la conservación.

Los canjes suelen implicar a países con problemas financieros y que tienen dificultades para reembolsar la deuda externa. Los ingresos generados por los canjes suelen ser administrados por fondos fiduciarios locales para la conservación o el medio ambiente.

En 1984, cuando América Latina atravesaba una profunda crisis de deuda, Thomas Lovejoy, antiguo científico del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, ahora conocido como Fondo Mundial para la Naturaleza), escribió un artículo para The New York Times titulado “Aid Debtor Nations’ Ecology”, considerado como el origen intelectual de los canjes de deuda por naturaleza.

“En los años 70′ y principios de los 80′, que se conocieron como la “década perdida” del desarrollo de América Latina, muchos gobiernos de la región obtuvieron cuantiosos préstamos de bancos comerciales o gobiernos extranjeros. Crecía la preocupación de que gran parte de la deuda nunca sería devuelta en su totalidad y, por tanto, su valor era menor”, explican Robert Soutar y Fermin Koop, en la publicación Diálogo Chino. Sin embargo, por ahora no está claro el mecanismo por el cual se podría volver a intentar este tipo de intercambio.

Un paso importante en esta cumbre fue la presentación de los objetivos de la India, uno de los grandes contaminadores mundiales. Narendra Modi, primer ministro de ese país, fijó un objetivo de reducción de emisiones para 2070 que se ajustaría a 2ºC sí incluye el CO2 y a 1,5ºC si incluye todos los gases de efecto invernadero. En términos generales, son buenas noticias: el IPCC dice que para 1,5ºC se necesita un CO2 neto cero para 2050 y un GEI neto cero para 2070. La mitad de la energía procedería de las energías renovables en 2030, mientras que otras políticas reducirían mil millones de toneladas de CO2 en 2030.

El compromiso de la India significa que los 10 principales países productores de carbón del mundo se han comprometido a alcanzar el objetivo de cero emisiones, lo que demuestra un progreso o que los objetivos a largo plazo no están provocando cambios a corto plazo. “El carbón tendrá que acabar una, dos o incluso tres décadas antes de las fechas de cero neto que se han establecido”, afirmó Dave Jones, de los analistas de carbón Ember. Por ahora, eso no sucederá.

Infobae

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COP26: Basta de blablablá, sólo la lucha pagará

Por: DANIEL TANURO

El creciente número de catástrofes climáticas en todo el mundo es el resultado de un calentamiento de apenas 1,1° a 1,2° C en comparación con la era preindustrial. De la lectura del informe especial del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Clima) sobre 1,5°C[1], cualquier lector razonable concluirá que hay que hacer todo, absolutamente todo, para mantener la Tierra muy por debajo de este nivel de calentamiento. Más allá de eso, los riesgos aumentan muy rápidamente[2]. Existe incluso la posibilidad creciente de que una cascada de retroalimentaciones positivas provoque un cambio irreversible en el planeta hacia un régimen que acabe provocando un incremento del nivel del mar en trece metros o incluso varias decenas de metros más alto que el actual[3]. Una distopía inimaginable… ¡ciertamente incompatible con la existencia de siete mil millones de seres humanos en la Tierra!

Dado el tiempo perdido desde la Cumbre de la Tierra (Río, 1992) -y desde París-, no es seguro que el límite de 1,5°C pueda seguir respetándose: al ritmo actual de emisiones, se superará en… ¡2030! Sin embargo, lo que es absolutamente cierto es que la carrera hacia el abismo no puede detenerse sin salir del productivismo inherente a la economía de mercado. Como bien dijo Greta Thunberg, «la crisis climática y ecológica simplemente no puede resolverse dentro de los sistemas políticos y económicos actuales. No es una opinión, es simplemente una cuestión de matemáticas»[4]. Dado que la COP26 se mantiene «en el marco de los sistemas económicos y políticos actuales», el pronóstico es claro: la conferencia de Glasgow no detendrá la catástrofe más que las anteriores.

¿Significa esto que podemos ignorar lo que ocurrirá en Escocia? No, en la agenda de la cumbre hay temas importantes. Por ejemplo: ¿cuántos países aumentarán el nivel de sus ambiciones climáticas[5]?, ¿hasta qué punto se reducirá la diferencia entre los compromisos de los países y lo que debería hacerse a nivel mundial para salvar el clima?[6] en los compromisos de los principales contaminadores, ¿cuál será la proporción respectiva de las reducciones reales de emisiones nacionales, la «compensación de carbono» mediante sumideros forestales, la captura y el secuestro, y las llamadas inversiones limpias en el Sur?,  ¿se aplicará, y cómo, el «nuevo mecanismo de mercado» para el carbono adoptado en la COP21[7]? ¿Se adoptará un precio global para el carbono, o los países ricos lo impondrán de facto a través de un impuesto sobre el carbono en las fronteras[8]? ¿Cumplirán por fin estos países su promesa de pagar cien mil millones de dólares anuales al Fondo del Clima, para ayudar al Sur global a afrontar el reto climático? Etc.

Estas cuestiones serán objeto de fuertes disputas entre los representantes de los Estados, en función de sus intereses económicos y rivalidades geoestratégicas. Todo esto tendrá que ser analizado en detalle para sacar lecciones sobre el estado del capitalismo y la agudeza de su crisis sistémica. Sin olvidar que, en ciertos puntos y hasta cierto punto, las movilizaciones de los movimientos sociales pueden pesar en el resultado. Esto no carece de importancia. Por ejemplo, no está de más poner obstáculos a la «compensación de carbono», y si se pudiera prohibir este sistema, sería una victoria importante. Sin embargo, no debemos hacernos ilusiones: en general, la COP26 se mantendrá «dentro de los sistemas políticos y económicos actuales», como dice Greta Thunberg. Así que podemos ser categóricos: básicamente, Glasgow no resolverá NADA.

Más energías renovables… y emisiones

A este punto de vista radical, a veces se objeta que la irrupción de las renovables podría ofrecer una salida a la crisis. Este avance es realmente real, principalmente en el sector de la generación de energía. En los últimos veinte años, la proporción de las energías renovables en mix energético mundial ha aumentado una media anual del 13,2%. El precio del kWh verde se ha vuelto muy ventajoso (especialmente en la eólica terrestre y la fotovoltaica). Según la AIE (Agencia Internacional de Energía), en la próxima década, más del 80% de las inversiones en el sector eléctrico se destinarán a las energías renovables. Pero es completamente erróneo concluir que «el proceso mundial de abandono de los combustibles fósiles está muy avanzado», como escribió recientemente la Comisión Europea[9]. De hecho, esta afirmación es una gran mentira. En diez años, la cuota de los combustibles fósiles en el mix energético mundial ha disminuido solo de forma imperceptible: del 80,3% en 2009 al 80,2% en 2019[10]; en veinte años, solo la cuota del carbón ha disminuido, pero muy ligeramente (-0,3% de media anual); la del gas natural ha aumentado un 2,6% y la del petróleo un 1,5% (de 2014 a 2019). ¡No existe el menor indicio de que se haya iniciado un “proceso mundial para abandonar” los combustibles fósiles! Por ello, las emisiones mundiales de CO2 siguen aumentando inexorablemente (salvo durante la crisis de 2008 y la pandemia de 2020).

¿Por qué hay más renovables y más emisiones fósiles al mismo tiempo? Porque las renovables no sustituyen a los combustibles fósiles: sólo cubren una parte creciente del consumo energético mundial. Este consumo sigue creciendo al mismo ritmo que la acumulación de capital (en particular, la creciente digitalización y mayor complejidad de las cadenas de valor internacionales, son dos dinámicas muy intensivas en energía[11]). Así pues,la política climática burguesa tiene dos caras, como Jano. Por una parte, los gobiernos capitalistas compiten entre sí con bonitas declaraciones sobre la transición energética y la neutralidad del carbono inspirada en la mejor ciencia. Pero sus compromisos están más orientados a favorecer a las empresas que se lanzan al mercado de las tecnologías verdes que a salvar el clima. Por eso, esta es la otra cara, estos mismos gobiernos tiran del freno de la transición cada vez que es necesario para mantener el crecimiento del PIB. Así, la ley del beneficio prevalece sobre las leyes de la mejor ciencia de la física. Esto es lo que han puesto de manifiesto las tensiones sobre el suministro energético de China.

Cuando los precios de la energía suben en el taller del mundo…

Conocemos el contexto: la naciente potencia china pretende imponerse como líder geoestratégico mundial. Esta ambición se ha vuelto inseparable de una política climática responsable, como es el capitalismo verde. Por eso Xi Jiping prometió en Davos que las emisiones de su país empezarían a bajar antes de 2030; un poco más tarde, incluso añadió que China dejaría de construir centrales eléctricas de carbón en el extranjero. Hasta aquí lo que se dice de cara a la galería. En la práctica, aún no se había secado la tinta de los periódicos que informaban de estas declaraciones cuando Pekín aumentó la producción de carbón en Mongolia Interior en un 10%. Esta decisión es fruto de la combinación de unos objetivos climáticos más ambiciosos y la recuperación posterior a la crisis del COVID. Los pedidos de productos fabricados en China llegan a raudales, lo que provoca una relativa escasez de electricidad. Las exportaciones rusas de combustibles fósiles -especialmente de gas, que también es una carga para Europa- son insuficientes para cubrir la escasez, así que los precios están subiendo… lo que amenaza la recuperación mundial. La estanflación es una amenaza. Por ello, Pekín está reactivando sus minas de carbón.

El análisis del Financial Times sobre esta situación es claro: «China, al igual que otros mercados energéticos que se enfrentan a la escasez, debe realizar un acto de equilibrio: utilizar el carbón para mantener el negocio y, al mismo tiempo, mostrar su compromiso con los objetivos de descarbonización. En vísperas de la COP26, esto suena incómodo (¡sic!) pero la realidad a corto plazo es que China y muchos otros no tienen más remedio que aumentar el consumo de carbón para satisfacer la demanda eléctrica[12].

Cabe destacar que Estados Unidos y Europa se cuidaron de criticar la decisión china. Por una razón obvia: una subida incontrolada del precio de la energía en el taller del mundo capitalista tendría consecuencias en cascada en todo el mundo. Los dirigentes chinos también son muy pragmáticos: aunque han impuesto un embargo al carbón australiano -para castigar a Canberra por su postura respecto a Taiwán, Hong Kong y otras cuestiones-, hacen la vista gorda cuando los cargueros australianos descargan su carbón en los puertos chinos… Conclusión: no te fíes de las promesas climáticas de los políticos capitalistas, aunque se cubran con la bandera del comunism». Al final, es el capital el que tendrá la última palabra, no el clima. Tanto en la República Popular China, como en otros lugares.

… ¡se consumen más fósiles en nombre de la transición ecológica!

Estas tensiones en el mercado energético ponen de manifiesto las contradicciones insolubles de la transición energética capitalista. De hecho, China es el principal proveedor mundial de paneles fotovoltaicos (la mayoría de los cuales se fabrican en Xinjiang, con trabajo forzado). También es el principal productor de esas tierras raras cuya explotación y transformación requieren grandes cantidades de energía y que son indispensables para muchas tecnologías verdes… Mientras la humanidad está al borde del abismo climático, la lógica capitalista del beneficio lleva así a este absurdo evidente: hay que quemar más carbón, y por tanto emitir más CO2… para mantener los beneficios… ¡de los que depende la transición a las renovables!

Como China es el taller del mundo, el problema deviene global. ¿Cómo afectará esto a la política climática en general? Se supone que la COP26 debe ser más ambiciosa. Esto puede hacerse sobre el papel, para convencer a la gente de que la situación está bajo control, pero hay un largo camino por recorrer. Sin ir más lejos, un reciente informe de la ONU señala que 15 países (entre ellos Estados Unidos, Noruega y Rusia) proyectan que la producción de combustibles fósiles en 2030 ¡será más del doble del límite compatible con el Acuerdo de París! En total, en 2030 se superaría el límite en un 240% en el caso del carbón, un 57% en el del petróleo y un 71% en el del gas. [13]

A preguntas del Financial Times, una experta no cree que «la escasez de carbón y la subida de los precios de la energía sean un problema cíclico y a corto plazo en China». Más bien, dice, este episodio pone de relieve «los retos estructurales a largo plazo de la transición a sistemas energéticos más limpios». La experta tiene razón. El reto estructural es el siguiente: no hay más margen de maniobra, las emisiones tienen que reducirse inmediatamente, de forma radical. Por tanto, no basta con decir que las renovables podrían sustituir a los combustibles fósiles. Hay que decir cómo se van a compensar las emisiones adicionales derivadas del hecho de que haya que utilizar combustibles fósiles para fabricar los convertidores de energía renovable, sobre todo al principio. Técnicamente, este reto sólo puede ser superado reduciendo la producción y el transporte a nivel global[14]. Socialmente, esta solución técnica sólo puede plantearse si se reparte masivamente el trabajo, el tiempo y la riqueza necesarios. Volveremos sobre ello en la conclusión, pero está claro que las dos ramas -técnica y social- de la solución son totalmente incompatibles con la lógica capitalista de la competencia en el mercado. Es en este contexto donde hay que examinar las promesas de neutralidad del carbono.

La verdadera cara de la neutralidad de carbono y los acuerdos verdes

Desde que Trump cedió el testigo a Biden, los principales contaminadores del mundo declararon su intención de lograr la neutralidad de carbono para 2050 (2060 para Rusia y China) aplicando distintas variantes de acuerdos verdes. Pero, en la práctica, esta neutralidad de carbono es un señuelo. En teoría, el concepto se basa en la idea de que es imposible eliminar por completo todas las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero, por lo que habrá que compensar el remanente eliminando el carbono de la atmósfera. Pero en la práctica, los capitalistas y sus representantes políticos llegan a la conclusión de que pueden enviar al infierno las drásticas reducciones de emisiones que se necesitan urgentemente, porque un día en el futuro, un deus ex machina tecnológico eliminará cada año de la atmósfera no un remanente sino 5, 10, incluso 20Gt de CO2. En consecuencia, mientras que la Unión Europea y Estados Unidos deberían reducir sus emisiones al menos en un 65% en 2030 (para mantenerse por debajo de 1,5°C y cumplir con sus responsabilidades históricas), sus compromisos en el marco de la neutralidad de carbono sólo consisten en reducirlas en un 55% y en un 50 o 52% respectivamente[15].

En esta estrategia subyace un escenario completamente descabellado, el llamado «rebasamiento temporal. Un escenario que contempla que el mercurio suba por encima de 1,5ºC y se aposta a que, más tarde, la Ciencia enfriará la Tierra con «tecnologías de emisiones negativas» (TNE)[16]. Sin embargo, (1) la mayoría de estos TEN sólo están en fase de prototipo o prueba; (2) estamos muy cerca del punto de inflexión de la capa de hielo de Groenlandia, que contiene suficiente hielo como para elevar el nivel del mar en siete metros[17]; y (3) por lo tanto, suponiendo que los TEN funcionen, es muy posible que se desplieguen después de que haya comenzado un proceso masivo deshielo. En ese caso, el daño será evidente: el rebasamiento temporal habrá provocado un cataclismo permanente…

Supongamos, sin embargo, que el rebasamiento temporal sigue siendo muy limitado (lo que exigiría, en cualquier caso, reducciones de emisiones mucho más severas que las que se están discutiendo): en ese caso, cataclismo aparte, ¿cómo sería el mundo sometido a una estrategia de crecimiento basada en la neutralidad de carbono?

Podemos hacernos una idea de ello a partir de las propuestas de la Agencia Internacional de la Energía (AIE)[18]. Son edificantes. De hecho, según la AIE, para poder alcanzar cero emisiones netas en 2050 necesitaríamos duplicar el número de centrales nucleares; aceptar que una quinta parte de la energía mundial siga procediendo de la combustión de combustibles fósiles (que emiten 7,6Gt de CO2/año); capturar y almacenar esas 7,6Gt de CO bajo tierra cada 2año en depósitos geológicos (cuya estanqueidad no puede garantizarse); dedicar 410 millones de hectáreas a monocultivos industriales de biomasa energética (¡esto representa un tercio de la superficie agrícola en cultivo permanente!); utilizar esta biomasa en lugar de combustibles fósiles en las centrales eléctricas y otras instalaciones de combustión (de nuevo capturando el CO2 emitido y almacenándolo bajo tierra); producir hidrógeno azul a partir del carbón (¡de nuevo capturando el CO2!) esperando que más adelante la electrólisis industrial del agua permita producir hidrógeno verde a un precio competitivo; duplicar el número de grandes presas; y… seguir destruyendo todo -incluso la Luna- para acaparar las tierras raras indispensables para las gigantescas inversiones que se harán en tecnologías verdes» ¿Quién quiere vivir en ese mundo?

Políticas de mercado, catástrofes sociales y ecológicas aseguradas

La AIE tiene un plan, otros también tienen planes, pero nadie se plantea la planificación. El neoliberalismo dicta que el mercado debe coordinar la evolución hacia la neutralidad de carbono mediante impuestos, incentivos y un sistema generalizado de derechos de emisión intercambiables. La Unión Europea está en primera línea con su plan Fit for 55. Pionera en la aplicación de los derechos de emisión en sus principales sectores industriales, la UE los extenderá a los sectores de la construcción, la agricultura y la movilidad. Cuanto peor aislada esté la vivienda o más contaminante sea el vehículo, mayor será el aumento de precio para los consumidores. Las rentas bajas se verán penalizadas. Las economías del Sur también se verán penalizadas -y a través de ellas, sus poblaciones- mediante la compensación de carbono y los impuestos fronterizos sobre el carbono[19]. Y todo ello por un plan que (a no ser que hagamos trampas) ni siquiera alcanzará su objetivo insuficiente, que no se puede alcanzar por los mecanismos del mercado.

Reducir las emisiones en un 52% o 55% es mejor que nada, dirán ustedes. Pero, en contra de lo que dicen incluso algunos expertos[20], planes como Fit for 55 no «van por el buen camino». Desde el punto de vista climático, no nos sitúan en la senda de permanecer por debajo de los 1,5 grados de calentamiento: hay una brecha importante entre la senda del 55% y la del 65% de reducción para 2030, y esta brecha no puede cerrarse después, ya que el COse acumula en la atmósfera. Socialmente, planes como Fit for 55 tampoco van en la buena dirección, ya que suponen una acentuación de los mecanismos coloniales de dominación, la mercantilización de la naturaleza y políticas neoliberales a costa de las clases trabajadoras. Así pues, no hay tiempo para cometer el mínimo de los errores. Para ir por el buen camino«, tenemos que fijar el rumbo correcto desde el primer paso.

Sí, es una simple cuestión de matemáticas

Volvamos a la cita de Greta Thunberg al principio de este artículo. La joven activista sueca tiene mucha razón al decir que es «una simple cuestión de matemáticas». Las cifras de la ecuación climática son perfectamente claras: 1°) mantenerse por debajo de 1,5°C requiere una reducción de las emisiones globales netas de CO del 59% para 2030 y del 100% para 2050[21]; 2°) el 80,2% de estas emisiones se deben a la quema de combustibles fósiles; 3°) en 2019, los combustibles fósiles seguían cubriendo el 84,3% de las necesidades energéticas de la humanidad (se sabe desde hace años que 9/10 partes de las reservas se deberían quedar en el subsuelo, ¡pero la explotación y la exploración continúan como si nada!); 4°) las infraestructuras fósiles (minas, oleoductos, refinerías, terminales de gas, centrales eléctricas, etc.), cuya construcción no se ralentiza, ¡o apenas!, constituyen inversiones a largo plazo (40, 50 años) del capital; 5°) el valor del sistema energético de los combustibles fósiles se evalúa en 1/5 del PIB mundial, pero, amortizado o no, este sistema debe ser desechado, ya que las renovables requieren otro.

Así pues, con tres mil millones de personas que carecen de lo básico y el 10% más rico de la población que emite más del 50% del COmundial, la «simple cuestión matemática» conduce a una serie de implicaciones políticas sucesivas:

  • Dejar los fósiles bajo tierra y cambiar el sistema energético manteniéndose por debajo de 1,5°C y dedicando más energía a satisfacer los derechos legítimos de los pobres es estrictamente incompatible con la perpetuación de la acumulación capitalista;
  • La catástrofe sólo se puede ser detener por un doble movimiento planificado, que reduzca la producción mundial y la reoriente al servicio de las necesidades humanas reales y democráticamente determinadas, respetando los límites naturales;
  • Este doble movimiento pasa necesariamente por la supresión de la producción inútil o nociva y del transporte superfluo, y por la expropiación de los monopolios de la energía, las finanzas y la agroindustria;
  • Obviamente, los capitalistas no lo quieren: según ellos, es criminal destruir el capital, incluso para evitar un monstruoso cataclismo humano y ecológico;
  • Así pues, la alternativa es dramáticamente sencilla: o bien una revolución permite a la humanidad liquidar el capitalismo para reapropiarse de las condiciones de producción de su existencia, o bien el capitalismo liquidará a millones de inocentes para seguir su curso bárbaro en un planeta mutilado y tal vez invivible.

Estas implicaciones estratégicas no significan que podamos repetir simplemente la solución, la revolución. Quieren decir que no hay nada que esperar de los gobiernos neoliberales, de sus COP, de su sistema y de sus leyes. Durante más de treinta años, los responsables políticos vienen afirmando haber comprendido la amenaza ecológica, pero no han hecho casi nada. O, mejor dicho, han hecho mucho: sus políticas de austeridad, privatización, desregulación, ayudas para maximizar los beneficios de las multinacionales y apoyo al agronegocio han fragmentado las conciencias, erosionado la solidaridad, arruinado la biodiversidad y desfigurado los ecosistemas, al tiempo que nos han empujado al borde del abismo climático. Estos políticos no son más que gestores al servicio de la lógica mortuoria del capital. Es inútil esperar convencerlos de otra política: en el mejor de los casos, sólo pueden retroceder en función de la relación de fuerzas.

La esperanza está en las luchas

Es necesaria una alternativa y, por tanto, un programa reivindicativo. No existe una solución llave en mano, sino que hay que elaborarla paso a paso, partiendo del movimiento real. Para lograrlo, no debemos preocuparnos principalmente por el nivel de conciencia de las clases trabajadoras, sino por proponer (el inicio de) una respuesta global coherente con la situación objetiva diagnosticada por la física del clima. En resumen: necesitamos un plan para mantenernos por debajo de 1,5°C de calentamiento dejando los fósiles en el suelo, sin rebasamiento temporal, sin compensación de carbono y salvando la biodiversidad; un plan que excluya las tecnologías peligrosas como la BECCS y la nuclear; un plan que desarrolle la democracia, difunda la paz, respete la justicia social y climática (principio de responsabilidades y capacidades diferenciadas); un plan que fortalezca el sector público; un plan que haga que el 1% pague por producir menos, transportar menos y compartir más: trabajo, riqueza y recursos. Este plan debe eliminar la producción innecesaria y perjudicial, garantizando al mismo tiempo la reconversión colectiva de los trabajadores en actividades útiles, sin pérdida de salario; debe, en particular, sacarnos de la agroindustria y de la industria cárnica y llevarnos a la agroecología. Es evidente que se trata de un plan anticapitalista. Pero su fuerza radica en que es vital, en el sentido literal de la palabra: es esencial para salvar la vida.

No tiene sentido negarlo: hoy estamos lejos de ese plan. Se necesitará mucha determinación y empeño para convencer, superando la dificultad de las derrotas sufridas por nuestro campo social. Por desgracia, los obstáculos a superar son numerosos. En una situación así, no se puede descartar el riesgo de una desesperación masiva. Pero la estupefacción melancólica no resuelve nada. Como decía Gramsci, sólo se puede predecir la lucha, no su resultado. No olvidemos las terribles lecciones del siglo XX: bajo el capitalismo, lo peor siempre es posible. Así que debemos seguir repitiendo: sólo la lucha colectiva puede invertir la tendencia y nunca es demasiado tarde para luchar. Por supuesto, lo que se pierde se pierde, y las especies extinguidas no volverán. Pero por mucho que nos adentremos en la catástrofe, la lucha siempre puede reabrir el camino de la esperanza.

Para luchar, debemos ser conscientes no sólo de los terribles peligros, sino también de lo que puede reforzar la alternativa. La mera magnitud del peligro puede fortalecernos, siempre que veamos en él la posibilidad de un cambio revolucionario necesario. La asombrosa crisis de legitimidad del sistema y de sus representantes nos refuerza: han dejado crecer la catástrofe ecológica sin hacer nada, aunque estaban informados. Los diagnósticos de la ciencia del cambio climático nos refuerzan: argumentan objetivamente a favor de un plan como el expuesto. La creciente movilización de la juventud internacional nos fortalece: se levantan contra la destrucción del mundo en el que tendrán que vivir mañana. La nueva ola feminista nos fortalece: su lucha contra la violencia difunde una cultura del cuidado, lo contrario de la mercantilización de los humanos. La admirable resistencia de los pueblos indígenas nos fortalece: su visión del mundo puede ayudarnos a establecer otras relaciones con la naturaleza. Las luchas de los campesinos nos fortalecen: al decir no al agronegocio, ponen en práctica cada día modos de producción alternativos. Podemos ganar la batalla ética y levantar montañas.

Se trata de articular y hacer converger las luchas contra todas las formas de explotación y opresión y de hacer circular los conocimientos que las acompañan. Esta confluencia es decisiva. Es la única manera de poner en marcha un movimiento tan masivo que permita vislumbrar de nuevo la posibilidad concreta de un cambio profundo en la sociedad, que sea a la vez ecológico, social, feminista y ético. Sin duda, en el contexto actual, será indispensable una poderosa corriente social para que el mundo del trabajo y sus organizaciones rompan el compromiso productivista con el crecimiento capitalista, que les está mutilando. En cualquier caso, esta ruptura es un reto importante: no ganaremos la batalla por la Tierra si las y los productores no se levantan contra el productivismo. Tenemos que prepararnos para este levantamiento. A través de discursos y reivindicaciones que combinen lo rojo y lo verde (en particular la reducción masiva de la jornada laboral sin pérdida de salario), pero esto no es suficiente: hay que multiplicar las iniciativas concretas para reunir y poner en red a las izquierdas sindicales, ecologistas, feministas, campesinas e indígenas.

En este contexto, hay que prestar especial atención a las luchas territoriales contra los megaproyectos productivistas que destruyen la naturaleza y las personas. Es aquí donde lo social y lo medioambiental se enfrentan al reto de superar las barreras que el capital levanta entre ellos. Naomi Klein, en su libro sobre la crisis climática, ha propuesto llamar a estas luchas con el término general de Blockadia[22]. Es en el crisol de esta Blockadia ecológica, y en su convergencia con una Blockadia social del tipo de los Chalecos Amarillos, donde surgirá una alternativa a la apisonadora del Capital: un proyecto ecosocialista para vivir bien en esta Tierra, limpiarla de las manchas del capital, y nosotros con ella.

26/10/2021

https://puntodevistainternacional.org/cop26-basta-de-blablabla-solo-la-lucha-pagara/

Escrita para el sitio web de la IV Internacional, esta contribución incluye algunos extractos de la introducción del libro Luttes écologiques et sociales dans le monde. Le rouge s’allie au vert, editado por Daniel Tanuro y Michael Löwy, a publicar por Textuel.

Notas:

[1] IPCC, Informe Especial 1,5°C, https://www.ipcc.ch/sr15/

[2] Entre ellos: el riesgo de fenómenos meteorológicos extremos, el riesgo de que grandes ciudades de la civilización desaparezcan bajo el mar y el riesgo de que grandes zonas queden inhabitables por una combinación de calor y humedad.

[3] STEFFEN, Will et al, «Trajectories of the Earth System in the Anthropocene», PNAS, agosto de 2018

[4] https://twitter.com/gretathunberg/status/1274618877247455233?lang=en

[5] En la actualidad, diecisiete países, además de la Unión Europea, han aumentado sus ambiciones. https://www.nytimes.com/article/what-is-cop26-climate-change-summit.html#link-67cd21b3

[6] Sobre la base de las «contribuciones determinadas a nivel nacional» (planes climáticos de los países), el calentamiento será de entre 2,7 y 3,5°C en 2100.

[7] Este «nuevo mecanismo de mercado» sustituirá y englobará los distintos sistemas aplicados anteriormente en el marco del Protocolo de Kioto. Sus modalidades determinarán en gran medida las posibilidades de eludir las obligaciones nacionales de reducción de emisiones. Las negociaciones sobre este tema condujeron al fracaso de la COP25.

[8] La tasa fronteriza forma parte de la estrategia «Fit for 55» propuesta por la Comisión Europea.

[9] Comisión Europea, Comunicación «Fit for 55».

[10] https://www.reuters.com/business/environment/global-fossil-fuel-use-similar-decade-ago-energy-mix-report-says-2021-06-14/?fbclid=IwAR15kFNSqXJwwGhq-DRb0NxE63mywyNp0L9Y5nPxP-c00W6BbLb_kCTdlQU

[11] Como  recordatorio: las emisiones de la aviación y el transporte marítimo se disparan, pero no se atribuyen a ningún estado

[12] Financial Times, 8/10/2021.

[13] ¿https://www.nytimes.com/2021/10/20/climate/fossil-fuel-drilling-pledges.html?campaign_id=51&emc=edit_mbe_20211021&instance_id=43401&nl=morning-briefing%3A-europe-edition&regi_id=85183110&segment_id=72245&te=1&user_id=2144565f4536aa0319f5ecec544291d4&fbclid=IwAR2vps6dZIGD516Iw5tF7TYFeJXwis-acimoYRyzKqstG9FhTLqUP3Q6H54

[14] Ya lo señalé en El imposible capitalismo verde  (La Oveja Roja-viento sur, 2011). Como dice Smil Vaclav en «Energía y civilización, una historia» (Rústica, 2018), es una «ley fundamental»: «toda transición a una nueva forma de suministro de energía debe ser alimentada por el despliegue intensivo de las energías existentes y los motores clave…»: la transición de la madera al carbón tuvo que ser energizada por el músculo humano, la quema de carbón alimentó el desarrollo del petróleo, y las células solares fotovoltaicas y las turbinas eólicas actuales son encarnaciones de los combustibles fósiles necesarios para fundir los metales requeridos, sintetizar los plásticos necesarios y procesar otros materiales que requieren altos insumos de energía. »

[15] «El término reducir se utiliza en cursiva, ya que los acuerdos verdes de Europa y Estados Unidos hacen un amplio uso de mecanismos alternativos a la reducción de emisiones nacionales, como la plantación de árboles y la compra de créditos de carbono’

[16] Las RTE eliminan el CO2 de la atmósfera, la geoingeniería (hasta ahora desaconsejada por el IPCC) devuelve al espacio una fracción de la radiación solar. el uso de la energía nuclear («tecnología de bajo carbono», como se denomina ahora).

[17] Según el informe del IPCC sobre los 1,5 °C, el punto de inflexión para la capa de hielo de Groenlandia se sitúa entre 1,5 y 2 °C más caliente que en el periodo preindustrial.

[18] https://www.iea.org/reports/net-zero-by-2050

[19] Se presta muy poca atención al hecho de que el impuesto fronterizo impondrá el precio del carbono en el Norte a los países del Sur global. Por tanto, contraviene el principio de responsabilidades y capacidades diferenciadas consagrado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

[20] Por ejemplo, François Gemenne (profesor de la Universidad de Lieja y de Sciences Po, entrevista en Le Soir, 18 de julio de 2021) y Jean-Pascal van Ypersele (antiguo vicepresidente del IPCC, profesor de la Universidad Católica de Lovaina, entrevista en RTBF): https://www.rtbf.be/info/societe/detail_ des-inondations-extremes-le-giec-les-annoncait-en-1990-rappelle-jean-pascal- van-ypersele?id=10804972)

[21]  IPCC, informe sobre 1,5°C. Las emisiones netas se obtienen deduciendo de las emisiones de COlos aumentos de las eliminaciones por parte de los bosques y los suelos, siempre que estos aumentos sean inducidos deliberadamente. El 59% es un objetivo global. Teniendo en cuenta las diferentes responsabilidades del Norte y del Sur, los países desarrollados deberían reducir sus emisiones de forma mucho más drástica (en el caso de la UE: al menos un 65%) para 2030, y alcanzar las «emisiones netas cero» mucho antes de 2050.

[22] Naomi Klein, Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima, Paidós, 2015.

https://vientosur.info/cop26-basta-de-blablabla-solo-la-lucha-pagara/

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Mundo: El cambio climático sin pausa durante pandemia de Covid-19

Mundo/05-03-2021/Autor(a) y Fuente: www.prensa-latina.cu

La Covid-19 no estableció pausas para el cambio climático y la gestión para combatirlo debe ser una tarea diaria, afirmó hoy aquí el presidente de la próxima Cumbre del Clima COP26, Alok Sharma.

Durante un encuentro virtual organizado por la embajada de Reino Unido en la capital española para abordar detalles sobre el evento internacional, Sharma enfatizó que hacer frente al calentamiento global es algo en lo cual ‘todos tenemos un papel para desempeñar’.

También puntualizó los principales pilares en los que se sustentará la COP26, prevista entre el 1 y 12 de noviembre en la ciudad de Glasgow, Escocia.

Entre los objetivos de esta cita internacional está llegar a más acuerdos para reducir las emisiones de gases a la atmósfera, reforzar la adaptación al cambio climático, así como lograr financiación para los países más vulnerables y afianzar el libro de las normas del Acuerdo de París sobre cambio climático.

En la reunión acompañaron a Sharma, Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico de España, país que acogió la COP25, y el ministro de Medio Ambiente de Italia, Roberto Cingolani.

Ribera, destacó la importancia de robustecer la resiliencia social, natural y económica del planeta con vistas a la cumbre de Glasgow.

Aseguró que 2021 es un año crucial en el cual deben ‘hacerse aportaciones precisas’ para alcanzar el Acuerdo de París.

‘Resulta dramático ver ya los efectos del cambio climático en amplias zonas del mundo … El planeta afronta una agenda climática cargada de contenidos apasionantes, muy transversal, compatibles con la preservación de la biodiversidad, el desarrollo y la prosperidad’, expresó.

Sharma felicitó el trabajo realizado por España en los últimos meses en cuestiones de transición ecológica y dijo que el éxito de la futura conferencia climática de la Organización de Naciones Unidas (ONU) está centrado en sentar las bases de un crecimiento verde y limpio para todos.

Recientemente, el secretario general de la ONU, António Guterres, pidió a la comunidad internacional mostrar más ambición de cara a la Conferencia sobre el Cambio Climático.

‘Debemos detener cuanto antes el asalto al planeta y hacer todo lo que sea necesario para garantizar el futuro de nuestros hijos y nietos’, ratificó.

mgt/cdg

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=433256&SEO=el-cambio-climatico-sin-pausa-durante-pandemia-de-covid-19
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Documento: La unidad mundial es primordial para combatir el cambio climático

Al quedar Estados Unidos oficialmente fuera del Acuerdo de París; el resto de los países miembros China, Francia, Italia, el Reino Unido junto a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático emitieron una declaración conjunta llamando a todos los líderes a trabajar en conjunto aunando esfuerzos para reducir los efectos del calentamiento global.

Detener el cambio climático requiere de los esfuerzos en conjunto de todos los líderes mundiales. El comunicado emitido por los países miembros del Acuerdo de París recuerda la responsabilidad de proteger al planeta y a sus habitantes de la amenaza que supone el cambio climático. “La ciencia de hoy en día es clara. Debemos intensificar urgentemente la acción y trabajar juntos para reducir los efectos del calentamiento mundial y asegurar así un futuro más verde y resiliente para todo el mundo”, señala el mensaje que también recuerda que el marco para conseguir este objetivo es el Acuerdo de París.

Del mismo modo, los firmantes reafirmaron la necesidad de dar un apoyo sólido a los países y comunidades “que se encuentran en la primera línea que sufrirá los efectos del cambio climático”, así como de lograr “mantener el aumento de la temperatura muy por debajo de 2 grados centígrados” y de actuar para limitar el calentamiento a 1,5 grados con respecto a los niveles preindustriales.

A poco más de un mes de cumplirse el quinto aniversario del Acuerdo de París -el próximo 12 de diciembre-, los participantes en la declaración “observaron con pesar” la retirada estadounidense que cobró vigencia el día de hoy 5 de noviembre.

El mes de noviembre del año pasado el gobierno de Estados Unidos emitió un comunicado donde confirmó el inicio del proceso para retirarse del Acuerdo de París por parte de la nación norteamericana. Según los términos del tratado, Estados Unidos notificó oficialmente su retirada a las Naciones Unidas, que se hace efectiva un año después de la entrega del aviso. La decisión de retirarse del Acuerdo se debe, según las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump el 1 de junio de 2017, “a la injusta carga económica impuesta a los trabajadores, empresas y contribuyentes estadounidenses en virtud de las contribuciones hechas por Estados Unidos en el marco del Acuerdo”.

Pese a la retirada del gigante estadounidense, el resto de los países miembros continuarán su importante tarea en la lucha contra el cambio climático. “Conforme miramos hacia la COP26 (Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) en Glasgow, seguimos comprometidos a trabajar con todos los interesados y asociados de Estados Unidos en todo el mundo para acelerar la acción climática, y con todos los signatarios para asegurar la plena aplicación del Acuerdo de París”, finaliza el documento.

Fuente: https://diarioresponsable.com/noticias/30182-la-unidad-mundial-es-primordial-para-combatir-el-cambio-climatico

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