Pablo Imen
Este año se cumplen diez años de vida de Telesur, para alegría de las almas libres de Nuestra América. Esta herramienta comunicacional ha sido una de las primeras voces que se alzó contra la dictadura mediática impuesta durante más de un cuarto de siglo de neoliberalismo duro y puro.
Su existencia sería incomprensible sin el impulso creador de Hugo Chávez Frías, cuya persona resume quinientos años de lucha colectiva anticolonial, igualitarista, sustancialmente democrática y liberadora.
Desde que esta parte del mundo fue hollada en nombre del Rey y de la Cruz, la América Morena no ha cesado de resistir contra el genocidio y latrocinio que son su marca de origen, que nos unen en una historia común y un proyecto emancipador compartido.
La gesta libertadora de Bolívar y San Martín han sido la cristalización de tres siglos de tenaz batalla, y la emergencia de los gobiernos populares de este período iniciado en 1998 en Venezuela marcan los desafíos de esta época de cambio para Nuestra América y para el mundo.
¿Qué significa la segunda independencia en este tormentoso siglo XXI?
El capitalismo ha desplegado sus más aberrantes formas de acumulación de riquezas, tanto por la vía expedita de la especulación financiera como de un modelo de desarrollo predatorio. Las relaciones entre bloques sociales y entre países expresa un orden que reproduce de modo ampliado la injusticia social: el 1% más rico se apropia del 48% de la riqueza mundial.
La ley del más fuerte parece ser la regla que rige las relaciones entre EEUU y el resto del planeta; y las fórmulas ensayadas por el Consenso de Washington – a pesar del catastrófico resultado en términos de su viabilidad histórica, social, política, ecológica y cultural- siguen dominando el escenario mundial.
La primera década del siglo XXI ha sido, para Nuestra América, pródiga en novedades que condensan luchas centenarias.
Si en los procesos revolucionarios del siglo XX la violencia directa ha sido la norma en materia de prácticas restauradoras en la actual coyuntura latinoamericana la reacción no puede manejarse con las mismas armas. Los golpes militares y sus concomitantes dictaduras sangrientas sólo tienen un margen acotado en los países cuya tradición dictatorial está más presente: así ocurrió con Honduras y Paraguay. Entre las nuevas armas para combatir los procesos democráticos y transformadores el papel de los medios de comunicación resulta fundamental. Ellos contribuyen a la creación y difusión de un sentido común funcional a la crítica salvaje de los gobiernos populares y sus políticas. Las medidas reparadoras frente a la herencia neoliberal-conservadora; la ampliación de derechos, las aspiraciones francamente revolucionarias y las inspiraciones de nuevos proyectos civilizatorios son objeto de encarnizada crítica de los medios hegemónicos que funcionan como una cadena unificada universal.
A la par que se difunde las 24 horas por día toda noticia que contribuya a esmerilar a los gobiernos nacionales populares y/o revolucionarios, se difunden por las diversas vías los valores a la reproducción ampliada del capitalismo. En el nombre de la seguridad se estimula la crucifixión de los jóvenes pobres, y se exacerban las más terroríficas inclinaciones a órdenes punitivos y excluyentes.
Las cadenas comunicacionales hegemónicas invisibilizan, ocultan o distorsionan las luchas populares; justifican actos de vandalismo y terror perpetrado por EEUU; promueven lecturas de la realidad mundial en las cuales la barbarie se presenta a la vista sin sujetos, sin responsables, sin causas ni razones.
Es en este contexto en el que debe valorarse el aporte cultural gigantesco de Telesur como la voz de los que no tienen voz; la denuncia de los crímenes sin nombre y el reconocimiento en el avance de la lucha de pueblos y nuevos gobiernos por construir un mundo más justo y humano.
La apuesta de Telesur es amplia y extensa por sus intenciones y sus logros.
En primer lugar, se convierte en un espacio propio de construcción de la noticia, visto con lentes nuestroamericanos, a partir de los intereses y las necesidades de nuestros pueblos. Un periodismo del sur y desde el sur que asume su perspectiva sin falsos neutralismos.
Segundo, esta propuesta comunicacional ha sido complemento y motor de otras – como Russia Today- que objetivamente contribuyan a la democratización de voces que leen y cuentan el mundo de manera diferente a la de las grandes empresas mediáticas.
Tercero, la mirada de Telesur resulta una garantía del “derecho a la información”, burlada por los medios hegemónicos en nombre de la “libertad de expresión” (de ellos). Frente a las políticas comunicacionales de medias verdades o mentiras totales para resguardar los intereses de las minorías del privilegio emerge, como una alternativa informativa, Telesur. Así, el modo de construir la noticia, de revelar la realidad, de interpelar a los sujetos que protagonizan procesos relevantes iluminan aspectos de la vida social negados u ocultados por las cadenas mediáticas apologéticas capitalistas.
En cuarto lugar, Telesur construye una perspectiva democrática al convocar a múltiples actores para comunicar puntos de vista y distintos niveles de aquellas noticias que resultan fundamentales para leer la coyuntura actual que expresa – al decir del presidente Rafael Correa- más un cambio de época que una época de cambios.
Quinto, Telesur contiene en su dilatada programación una amplitud de tópicos a través de dispositivos que complementan la mirada actual del mundo con el recorrido crítico del pasado. También incorpora y difunde acervos de la cultura de nuestros pueblos como elemento central para comprender nuestra realidad. Historia y Cultura, dos ingredientes fundamentales para asumir nuestra identidad y nuestro proyecto superando la enajenación eurocéntrica y el exotismo sectario. Reconocernos como parte de un mundo con pueblos y poderes en conflicto ha sido parte de los atributos de Telesur.
Como educadores no podemos ni queremos soslaya el papel pedagógico de Telesur como un espacio para aprender a leer el mundo a partir de la cual podemos intervenir para transformarlo en un sentido de justicia e igualdad.
En el modo de producir y difundir la información hay, de modo implícito, un modelo pedagógico. Referir, describir, preguntarse, mostrar, analizar, denunciar y anunciar son plataforma de un aprendizaje cognitivo imbricado con una dimensión ético-política y estética, al enseñar a pensar con cabeza propia, abiertos a los múltiples puntos de vista.
Al asumir expresamente su perspectiva emancipadora y nuestroamericanista dan cuenta de un modelo comunicacional valioso pues educa en la toma de posición, en la honestidad intelectual, en la batalla frontal contra la indiferencia frente a la injusticia.
¿Es que Telesur ha llegado a su “Fin de la Historia”?¿No hay nada que mejorar? Seguramente sí, pero este momento es de celebraciones y orgullos. Por lo conquistado y por lo pendiente. El 24 de julio de 2005, fecha oficial de creación de Telesur, se cumplían 222 años del nacimiento del Libertador Simón Bolívar. Hacedor de muchas nuevas realidades, recordamos una sentencia del fundador de nuestra primera Libertad. Dijo que «Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción».
Telesur, atento a este peligro, ha sido, es y será una poderosa herramienta pedagógica para comprender los desafíos del presente, contribuyendo a construir un futuro de dignidad y justicia, sin inadmisibles exclusiones ni intolerables exclusivismos. ¡Feliz Aniversario, Telesur!