Por: Javier Tourón
Las escuelas y sus profesores ven aparecer, de cuando en cuando, ciertas modas o enfoques pedagógicos que prometen ser revolucionarios y resolver todos los problemas existentes en las aulas de los colegios o de las universidades. La mayor parte de las veces estas modas son pasajeras, pues nacen fuera de las aulas, otras veces el escaso valor pedagógico de las mismas u otros intereses ajenos a lo educativo hacen que no progresen mucho más allá de los titulares de la prensa.
Parece una obviedad decir que la escuela y el sistema educativo necesitan un cambio. Esto es debido a diversas razones. Una, no menor, es que no es posible alcanzar los objetivos que requiere un aprendizaje profundo (dominio de las materias, capacidad de resolución de problemas, pensamiento creativo, trabajo en equipo, producción de contenidos, etc.) con un modelo basado en la transmisión de conocimientos por parte de los profesores y ello, entre otras razones, porque las citadas competencias —y tantas otras— solo pueden lograrse a través de la acción del que aprende y no a partir de la actividad del que enseña. Por ello es preciso volverse hacia el alumno, convertirlo de sujeto paciente a sujeto agente. El profesor, por su parte, debe transformarse en un orientador, en un facilitador del aprendizaje que ayude a cada alumno en sus necesidades particulares y que estimule a cada uno en razón de su capacidad y competencia.
Es decir, hay que darle la vuelta a la escuela. Un enfoque que permite hacer esto es el Flipped Classroom. ¿Por qué? Porque siendo nuevo está enraizado en principios universales de larga tradición pedagógica y didáctica. Se trata de poner al alumno en el centro de su aprendizaje, haciéndolo responsable del mismo. ¿Es esto nuevo? Pretende que el profesor sea un facilitador del aprendizaje más que un transmisor de conocimientos. ¿No era así ya?
Por otra parte, se pretende personalizar el aprendizaje, pero ¿no buscaban ya esto los enfoques clásicos de la Pedagogía Diferencial o los programas de enseñanza adaptativa? ¿Y qué decir de los programas como el ‘Mastery Learning’, el ‘Personalize System of Instruction’ de Keller y tantos otros de esta corriente?
¿Qué es Flipped Learning?
La definición oficial dice así: “El aprendizaje inverso (Flipped Learning) es un enfoque pedagógico en el que la instrucción directa se desplaza, del espacio del aprendizaje en grupo, al espacio del aprendizaje individual, como resultado de ello, el espacio del grupo se transforma en un ambiente de aprendizaje dinámico e interactivo, en el que el educador guía a los estudiantes mientras estos aplican los conceptos y se implican creativamente en la materia”.
Se trata, como se ha dicho, de un enfoque activo en el que el alumno es el protagonista de su aprendizaje (¿podría ser de otro modo?) y el profesor una ayuda necesaria. Así, profesores y alumnos se convierten en aliados en una aventura conjunta. El profesor no tiene que enseñar, tiene que lograr que sus alumnos aprendan.
Este modo de entender la escuela está próximo a toda la corriente de personalización del aprendizaje, del enfoque basado en competencias y del uso de la tecnología para hacerlo posible. Precisamente por estas razones entiendo que el Flipped Learning está aquí para quedarse, si somos capaces de implantarlo de manera correcta, con objetivos de aprendizaje valiosos.
Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/javier-touron-profesor-no-ensenar-lograr-alumnos-aprendan/39786.html