Mayo de 2017/Fuente: Tendencias 21
El agua fósil también está amenazada por la contaminación humana
Una investigación ha descubierto restos de un isotopo radiactivo en el agua subterránea acumulada en pozos de todo el mundo, que se usa para consumo humano y el riego de cultivos. Esta contaminación amenaza también al agua fósil, almacenada a más de 250 metros de la superficie terrestre durante más de 12.000 años, donde han encontrado rastros del agua de lluvia actual.
El estudio, dirigido por el hidrogeólogo Scott Jasechko, de la Universidad de Calgary, se ha publicado en Nature Geoscience, según informa la citada universidad en un comunicado.
Este descubrimiento señala que la lluvia contaminada y la nieve derretida pueden mezclarse con las aguas subterráneas fósiles y contaminar potencialmente el agua antigua, que hasta ahora se consideraba a salvo de la influencia humana.
El agua más reciente contiene más carbono radioactivo por haber estado expuesta a la atmósfera terrestre y al suelo contaminado por los ensayos nucleares del siglo pasado. Las aguas fósiles se han mantenido aisladas bajo tierra durante mucho tiempo, sin que la actividad humana las afecte.
Sin embargo, aunque se encuentran a más de 250 metros de la superficie terrestre, las aguas fósiles, que tienen más de 12.000 años de antigüedad, presentan ahora rastros de agua de lluvia actual, lo que las vuelve vulnerables a los contaminantes derivados de actividades modernas en la superficie, según los investigadores.
El agua de los mamuts
Bajo la superficie terrestre se encuentra una parte importante de la masa de agua presente en los continentes, llamada agua subterránea. Se trata de agua de lluvia o procedente del deshielo que se filtra a través de las capas rocosas superiores de la Tierra para acumularse en acuíferos subterráneos, un proceso que puede llevar miles o incluso millones de años.
El agua subterránea llega a la superficie a través de pozos profundos destinados al consumo humano o la irrigación y abastece cerca de un tercio de las necesidades humanas, incluyendo agua potable destinada a miles de millones de personas.
La mayor parte del agua subterránea del mundo que es accesible a través de pozos profundos es el agua subterránea fósil. Los investigadores dataron las aguas subterráneas de más de los 6.000 pozos de todo el mundo. Y descubrieron que la mayoría de las aguas subterráneas de la Tierra son probablemente aguas subterráneas fósiles, derivadas de la lluvia y la nieve que cayó hace más de 12.000 años.
Los investigadores han determinado que el agua subterránea fósil representa entre el 42 y el 85 por ciento del total de agua fresca y sin congelar que se encuentra en el kilómetro superior de la corteza terrestre.
Según los investigadores, una gran parte del agua dulce del mundo es fósil y sólo una pequeña parte de las aguas subterráneas es reciente, de sólo unos años o décadas. El agua fósil se remonta a la época de los mamuts y casi duplica el volumen de agua reciente. Los pozos actuales, cuando extraen agua a más de 250 metros de profundidad, extraen sustancialmente agua fósil.
Lo sorprendente es que esta agua subterránea fósil presenta rastros de agua de lluvia actual, precisa el estudio. Hasta ahora, la comunidad científica había creído que esta agua subterránea fósil estaba a salvo de la contaminación moderna.
«El hallazgo es desafortunado porque, aunque los pozos profundos bombean la mayor parte de las aguas subterráneas fósiles, muchas todavía contienen una lluvia reciente y la nieve derretida, que es vulnerable a la contaminación moderna,» dice Jasechko. «Nuestros resultados implican que la calidad del agua en pozos profundos puede verse afectada por las decisiones de gestión de tierras que tomamos hoy».
Para explicar lo que está pasando, Jasechko usa la analogía de los nietos visitando a sus abuelos. «Imagínense que las aguas subterráneas fósiles son los abuelos y que las aguas subterráneas más jóvenes son los nietos. Nosotros estamos descubriendo que los nietos de las aguas subterráneas visitan a menudo a los abuelos de las aguas subterráneas en el subsuelo y, desafortunadamente, impactan el agua subterránea profunda (fósil), considerada inmune a la contaminación moderna. »
Eso significa que los pozos de agua fósil, y probablemente los acuíferos de los cuales forman parte, «son más vulnerables a los contaminantes modernos de lo que se pensaba anteriormente». Esa contaminación podría provenir de los pozos humanos o de sus filtraciones.
El descubrimiento tiene importantes consecuencias que deberían influir en la forma en que los humanos gestionamos las aguas subterráneas, dice Jasechko.
«El resultado es que cuando usamos las aguas subterráneas fósiles debemos considerar el riesgo de la calidad del agua, además del uso sostenible», dice. «Debemos hacer planes de gestión de tierras que protejan las aguas subterráneas fósiles de los contaminantes, para que estos recursos estén disponibles para el generaciones futuras».