Salvador Paiz
Me gusta mucho ver películas, sobre todo aquellas con las que nos podemos relacionar, que nos muestran los dilemas complejos de la vida y que, de una u otra forma, nos dejan alguna enseñanza. Una de ellas es el Profesor Holland, una película de 1995, con Richard Dreyfus
En todo nuestro país hay más de 250 mil maestros que enseñan en más de 48 mil establecimientos educativos (oficiales y privados). Estoy seguro que, la mayoría, con la misma entrega, dedicación y retos del maestro Holland. Muchos de ellos, en especial los del sector público, encaran desafíos inimaginables en su día a día, tales como falta de infraestructura, recursos y demás. A pesar de tales dificultades, le hacen frente a la responsabilidad de formar y educar a sus alumnos, y no se trata únicamente de dar una “sencilla” lección de aritmética o de ortografía, se trata también de dotar a sus estudiantes con las habilidades blandas que necesitarán para enfrentar el mundo y de ayudarlos a que se descubran a sí mismos. Llevar a cabo esa labor no es fácil pero, ¿quién dota a los maestros de los conocimientos necesarios para lograr esto? ¿quién los ayuda a empoderarse de su profesión? Una parte importante de la respuesta a estas incógnitas está en la formación docente.
Por eso me parece sumamente positivo que el Mineduc haya dado un paso hacia la dirección correcta. Hace unos días esta entidad publicó el Acuerdo Gubernativo 247-2017, el cual le da sustento jurídico a la formación inicial docente a nivel superior. Tras su publicación se hace obligatorio que los aspirantes a docentes de primaria cursen la carrera a nivel universitario. De esta manera tanto la carrera de magisterio como la de bachillerato con orientación en educación permanecerán vigentes. Se legitima el diversificado especializado en pedagogía (el cual ha sido controversial) y se eleva la carrera de magisterio a nivel universitario.
Este es un primer paso hacia la reforma educativa que tanto necesitamos, pero no es el único. Es indiscutible que las competencias del maestro son altamente incidentes en el nivel de aprendizaje de los alumnos. Pero estas competencias dependen de una serie de factores, tales como poder atraer y retener a los mejores talentos como docentes, que dichos talentos reciban una formación inicial del mejor nivel posible, que se implementen esquemas de formación continua y de retroalimentación de prácticas en el aula. Por ello es indispensable revisar el pensum de formación docente, fortalecerlo, actualizarlo y vincular la parte de teórica con la parte prácticas, para que aquellos que quieran convertirse en maestros ejecuten las estrategias de enseñanza aprendidas y las fortalezcan según sus propias habilidades. Recordemos que Guatemala está muy lejos de tener las mejores políticas de formación docente en el mundo. En el 2016 solo el 36 por ciento de los docentes optantes a plaza aprobaron el examen de matemáticas, 49 por ciento en lectura y 52 por ciento en estrategias de enseñanza. Ello deja muy claro que su formación es deficiente.
Si queremos terminar de una vez por todas con el ciclo de pobreza que tanto daño le hace a nuestro país, es imprescindible que elevemos la calidad educativa, por ende, que fortalezcamos las capacidades docentes. Ello pasa por abrir un diálogo técnico hacia la dignificación de esta importante profesión. Recordemos que de ellos depende la formación de todos nuestros niños y jóvenes y, con ello, el futuro del país entero.
www.salvadorpaiz.com
facebook.com/salvadorpaiz.gt
twitter.com/salva_paiz
Fuente: https://elperiodico.com.gt/opinion/2017/11/30/maestros-mejor-preparados/