El cerebro en la vida

Por. Eduardo Calixto

El cerebro órgano es un maravilloso cuyo peso promedio es de 1.4 Kg, crece y madura, pero gradualmente se modifica después de cumplir 40 años; toma mejores decisiones y tal parece que poco a poco disminuye su volumen; estos cambios son semejantes en todos los seres humanos, independientemente de la cultura, la geografía y la etnia.

Después de los 35 años, en promedio, todos los días mueren entre 10 mil a 50 mil neuronas.

Nacemos con 100 mil millones de neuronas en nuestro cerebro, éstas gradualmente cambian sus conexiones para dar paso a redes neuronales especializadas que nos hacen emocionarnos, recordar, aburrirnos, odiar, llorar… entre muchas otras emociones. Después de los 35 años, en promedio, todos los días mueren entre 10 mil a 50 mil neuronas, esta pérdida es mayor si nos develamos, estamos estresados, no comemos o bebemos alcohol en exceso. Es decir, el cerebro cambia, se transforma.

Nuestro cerebro gradualmente integra exitosamente más información y la utiliza eficientemente, pero progresivamente va cambiando; recordamos con énfasis eventos pasados, significativos y llenos de emociones y, sin embargo, solemos olvidar lo que comimos ayer, a veces no recordamos el pago de la tarjeta, dejamos de lado una cita o borramos el nombre de una persona.

Reímos menos y nos preocupamos más en la medida que maduramos.

CEREBRO SOCIAL Y SU PAGO

Ser sociables, vivir en lugares cerrados y tener las comodidades de la vida cotidiana tuvo algunas consecuencias en la evolución. Por ejemplo, los mamíferos que viven cazando, con estímulos de lucha violentos y peligros constantes, tienen más redes neuronales que cuando viven en cautiverio, en donde todo se les proporciona y no sufren por obtener su alimento. Los humanos, entre más comodidades tienen, menos se esfuerzan por lograr un beneficio y sufren más en condiciones de estrés.

En nuestra vida cotidiana una amenaza vehicular, un problema con la pareja, correr el riesgo de un negocio o tomar decisiones en la escuela es un símil de evitar el ataque de un depredador a nuestros antepasados de las cavernas, nuestro cerebro esta diseñado para sufrir y al mismo tiempo para evitar peligros, para huir, luchar o adaptarnos. Las circunstancias de una vida cómoda han hecho que algunas estructuras como el giro del cíngulo, la amígdala cerebral, la ínsula, no se utilicen con frecuencia, modifiquen la secuencia de activación o disminuya la evaluación de riesgos o peligros y, en consecuencia, disminuya la capacidad de afrontar y resolver desavenencias, es decir: a más comodidades las neuronas se hacen flojas. No es malo tener problemas, estos nos ayudan a activarnos y sacarnos de la zona de confort. Es necesario ubicar el problema y la solución del mismo.

No hacer ejercicio por utilizar escaleras eléctricas, estar sentado manejando por tres horas o mantener una actividad en un escritorio por más de ocho horas al día, asociado a comer alimentos refinados evitando los integrales, desvelarnos sin motivos como leer el celular en la cama, enojarnos fácilmente sin meditar la causa de nuestra molestia, generalmente tienen consecuencias negativas neuronales: disminuye la velocidad del pensamiento, se reduce la masa muscular, se altera la liberación de hormonas que promueven la ganancia de peso y se genera una tendencia a procurar ser menos activos en el día. Seguir esta tendencia puede contribuir a cambios en la talla corporal asociado a cerebros pequeños en el futuro de la especie humana.

Las grandes ciudades además de contribuir poco a que sus pobladores hagan ejercicio, la información social predominante esta en función pensar menos y obtener mejores beneficios a expensas de un menor gasto de energía: entregas a domicilio, comidas inmediatas o núcleos comerciales que integran lo necesario para la obtención inmediata de beneficios: cine, juegos, compras, etc.

¡MOVERSE ES FUNDAMENTAL PARA EL CEREBRO!

Hacer ejercicio, caminar, movernos, pensar rápido ayuda a recibir más oxígeno al organismo, agiliza la actividad muscular, regula mejor la presión arterial, favorece la actividad inmunológica e incluso ayuda a tomar mejores decisiones. Tener dinamismo en el día activa redes neuronales, se modifica positivamente la neuroquímica cerebral, se sonríe más, se adapta más rápido a un problema e incluso, la tristeza suele pasar más rápido y sobre todo vivir puede ser un placer.

Un cerebro con metabolismo activo favorece la salud mental.

Tal vez no podamos detener algunos cambios del cerebro, consecuencia de un nivel evolutivo, pero se puede aprender a cuidarlo mejor. Leer, abrazar, manifestar nuestros sentimientos, ver fotografías, dormir adecuadamente, una sana actividad de ejercicio corporal de 30 minutos al día, dos tazas de café diariamente y sobre todo, sabernos parte de una familia, núcleo social, hacen que nuestro cerebro pueda estar mejor en la senectud.

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/blog/neurociencias-en-la-vida-cotidiana/el-cerebro-en-la-vida/1102916

Imagen: www.excelsior.com.mx/media/styles/imagen-embed-nota/public/cereb1.jpg

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