El cerebro de mamá

26 de octubre de 2016 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx/

Por: Eduardo Calixto

Tener un hijo cambia de forma irreversible la forma de pensar, de ver la vida, de analizar problemas. Ser madre promueve un proceso de maduración cerebral. Cuando una mujer se embaraza, tiene un parto y abraza a su hijo, sin saberlo esta remodelando áreas cerebrales y modificando conexiones neuronales.

Una mujer antes de tener un hijo se ocupa de ser atractiva a los demás, en especial al sexo opuesto. Su conducta oscila entre ser egoísta, pasando por la vanidad hasta la obsesión de conseguir la atención.  Esto cambia cuando una mujer se embaraza y tiene un hijo. Un bebé incrementa la memoria de su madre, aumenta la resistencia al estrés, favorece la agudeza en atención en el periodo postparto, hace más solidaria a su mamá ante el dolor emocional y aumenta la audacia de ella al planear soluciones ante problemas relacionados con la salud de su hijo.

HORMONAS PARA EL CEREBRO DE MAMÁ

Una mujer que desea a su hijo, que sabe que su aumento de peso es en beneficio de su bebé, su cerebro gradualmente libera oxitocina, una hormona que induce conducta de apego, solidaridad, amor y fidelidad ¡Los cambios en su cuerpo valen la pena por dar una vida!

El cerebro de mamá incrementa la producción de prolactina que la prepara para amamantar a su hijo. Disminuyendo el deseo sexual y aumentando la sensación de placer al contacto físico entre personas. Los niveles de beta endorfinas son elevados, produciendo con ello placer por sentir movimientos de su hijo en el vientre o ante la cercanía de conocerlo.

Paradójicamente, entre el mes 3 al 9 de embarazo la futura madre, se hace más vulnerable emocionalmente, llora con facilidad y se duerme más fácil, esto se debe a los niveles ascendentes de la hormona progesterona; asimismo, esta hormona hace que mamá gane peso, disminuya su presión arterial, su intestino trabaje lentamente, su corazón va cambiando la forma de bombear la sangre y su riñón se hace más eficiente al depurar sustancias toxicas del cuerpo.

Todo tiene un principio biológico: el bebé en formación debe tener condiciones intrauterinas perfectas para desarrollarse y madurar.

Los estrógenos favorecen que en el embarazo una mujer recuerde detalles emocionales con más fuerza, ya que permiten el crecimiento de dendritas, una parte de la neurona que al conectarse más le permite poner más atención y mejorar la memoria. Entre la semana 5 a la 12 del embarazo, una madre siente náuseas y en ocasiones el vómito la traiciona. Esto se debe a que sus sistema inmunológico disminuye su función y unas hormonas responsables de la formación y función de la placenta, conocidas como gonadotrofinas coriónicas, que en forma alterna favorece que el cerebro sobredimensione olores y sabores previniendo de venenos, alimentos en mal estado y por ello una futura madre puede pasarla mal ante olores de comida o ver alimentos grasosos o probar alimentos condimentados.

UN REGALO PARA EL CEREBRO DE UNA MADRE

La llegada a la vida de un hijo, es un mundo de estímulos al cerebro de la madre, que antes no había atendido y ahora aprende, interpreta y evalúa de forma inmediata. Áreas cerebrales como la corteza prefrontal, el hipocampo y giro del cíngulo se conectan con más eficiencia: es decir, una madre primeriza incrementa conexiones de sus neuronas que favorecen los recuerdos, interpretar emociones y tomar mejores decisiones. Inmediatamente después de nacer el bebé, el cerebro de la madre inicia a generar nuevas neuronas, en especial en los lóbulos frontal y parietal. El hipotálamo incrementan los receptores a opiáceos, lo cual cambia el umbral al dolor. En el nervio olfatorio se desarrolla la división neuronal, incrementando la capacidad olfatoria. Un recién nacido atrae siempre la atención de su madre. El olor, el contacto con la piel y el encuentro de la mirada con su bebé jamás se olvidan.

Una madre ama a su hijo por sobre todas las cosas, su cariño es innegociable. Una madre ve a su hijo como el más hermoso, el más inteligente y el mejor. Así debe ser, su oxitocina y dopamina le quitan objetividad y al mismo tiempo este proceso hará que toda la vida el vinculo este presente entre ambos. Sin saberlo, ella al besarlo, abrazarlo, amamantarlo y hablarle, también su hijo libera oxitocina en su pequeño cerebro, lo que hará más profundo el apego.

Los humanos somos una especie gregaria, que necesita del cuidado social para vivir. Es la madre quien otorga inicialmente estas estrategias biológicas asociadas al entorno psicológico y social. Una mujer, al ser madre cambia para siempre su cerebro. Sin duda, el primer regalo de la vida que una mamá tiene es reorganizar y reconectar su cerebro, un regalo que es dual tanto para ella y como para su hijo, un futuro adulto que no debe olvidar las primeras enseñanzas de amor que le otorgo su madre.

@ecalixto

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/blog/neurociencias-en-la-vida-cotidiana/el-cerebro-de-mama/1091624

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¿Quién enseña a un cerebro infantil a odiar?

05 de octubre de 2016 / Por: Eduardo Calixto / Fuente: http://www.excelsior.com.mx/

El cerebro humano inicia las conductas de temer, odiar o percibir socialmente el rechazo en la infancia; específicamente, estos procesos se inician a los tres años y se agudiza su aprendizaje entre los ocho y 12 años de edad.

¿Quién le enseña estos procesos al cerebro humano? La respuesta es muy simple, la influencia de los padres, maestros, compañeros, familia y medios de comunicación hacen que el cerebro interiorice actitudes discriminatorias y la búsqueda de generar inmediatas respuesta ante su enojo: el castigo.

A los tres años de edad, el cerebro ya tiene consciencia racial e inicia a detonar sus primeros prejuicios. El rechazo a la piel, a actitudes que no son consideradas como aceptables e incluso la forma distinta de pensar e interpretar el entorno, ya es motivo de separación y encono. No explicar los procesos sociales a un niño, evitar reglas sociales o posponer los frenos sociales necesarios que ayudan a la educación cívica, son los elementos que paulatinamente van quedándose en la memoria y el inicio de conductas que en el humano joven o maduro llegan a detonar odios y decisiones de auto-justicia que, en ocasiones, extrañan por la forma violenta que acompañan a muchos de sus actos y las consecuencias.

Con la segregación, el señalamiento, la violencia sesgada o ignorar voluntariamente la presencia de alguien, lo que busca en realidad el cerebro prejuicioso es calificar para que a partir de esta evaluación el (los) otro (s) sean inferiores ante su pensamiento. Es decir, ante la conducta social de actos violentos, lo que está detrás de esto es un proceso biológico de búsqueda permanente de superioridad; evento que el cerebro inicia desde la infancia, cuyo proceso es favorecido por el entorno familiar-social ejecutor de pensamientos intolerantes, racistas u homofóbicos. Lo que el adulto repite, en la mayoría de las veces, lo aprendió en la infancia.

Odiar, repudiar; disgusto, aversión, enemistad, tienen el mismo sustrato de circuitería neuronal. La amígdala cerebral, el hipocampo y el giro del cíngulo son estructuras que inician conductas, las recuerdan y evalúan sus consecuencias ante el entorno social. Ante actos de violencia, abandono o humillación, estas estructuras cerebrales cambian su conexión, toleran la violencia y se aprende a ser permisivo al no tener retroalimentación de los frenos sociales. Un cerebro que no tiene frenos o no evalúa adecuadamente sus actos está condenado a cometer actos antisociales en forma repetida, los cuales pueden generar gradualmente agrado y motivación para volverlos a realizar. Esta es una de los máximas expresiones de cómo el entorno social sí puede modificar las conexiones anatómicas del cerebro y los sustratos neuroquímicos de muchas emociones. El cerebro no necesariamente debe estar enfermo para hacer locuras. Si desconocemos las circunstancias sociales que motivan nuestros actos, estos pueden aparecer en un contexto negativo.

Un cerebro infantil copia inmediatamente lo que considera aceptado, y si es de un adulto, el proceso ingresa sin cuestionamientos, con mayor facilidad. Estos lineamientos quedan en el procesamiento de memoria y la elaboración de conductas. Un individuo antisocial, intolerante, prejuicioso, discriminador, racista tiene en común un aprendizaje crítico en la primer infancia de estas conductas que no tuvieron retroalimentación cognitiva adecuada, sin filtros apropiados, los prejuicios se aprenden y se hacen comunes. Sin límites, las conductas negativas se repiten. Sin una adecuada explicación se puede aprender a ser hipersensible ante una sociedad.

El resultado, una respuesta neuronal de búsqueda constante de generar placer por sentirse superior.

El ser humano es un ser social, su biología y psicología apuntan a ese hecho. Lejos de que esta nota sea determinista y catastrofista, busca la reflexión de sentirnos parte de los problemas y buscar la mejor solución de los mismos a través de una mejor explicación a los hechos y enseñando a las nuevas generaciones desde los 3 años de edad las estrategias adecuadas para entender su entorno. Otorgando los filtros sociales, explicaciones y argumentos que le den a ese futuro cerebro condiciones anatómicas para adaptarse mejor.

@ecalixto

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/blog/neurociencias-en-la-vida-cotidiana/quien-ensena-a-un-cerebro-infantil-a-odiar/1100014

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Hormonas, cerebro y conducta

Por Eduardo Calixto

¿Qué órgano del cerebro cambia los impulsos nerviosos en información hormonal? El hipotálamo, el cual discretamente más grande en el varón.  Tiene centro reguladores para el hambre, sed, saciedad, conducta sexual, movimiento intestinal, cardiaco, presión arterial. Lleva a cabo los ciclos circádicos (luz oscuridad). El hipotálamo regula la actividad de la hipófisis, que está debajo de él. La hipófisis es la glándula maestra del organismo.Junto con los páncreas, adrenales, tiroides y gónadas, son las principales glándulas del cuerpo.

¿Por qué despertamos del sueño profundo?

Por efecto del cortisol, activamos la sustancia reticular ascendente, disminución de la anandamida,  incremento de histamina y activación del hipotálamo.

6:40 AM

Los rayos de sol (o la luz del foco de tu cuarto) incrementan los niveles de serotonina e inhiben la liberación de melatonina.  Nos activan,  ¡hora de salir de la cama! Después de levantarte en promedio, tenemos de 20 a 40 minutos sin ganas de comer, gradualmente, vamos teniendo hambre por disminución de nuestros niveles de glucosa (80-100 mg/dl), el hipotálamo libera orexinas y tenemos ¡hambre!, los niveles de glucagón aumentan para evitar una hipoglicemia severa.

¿El baño? Te bañas por acción sinérgica de tu corteza cerebral y ganglios basales, sabes también en donde están las llaves del agua y el jabón, no te toma poner atención puedes pensar en otras cosas el mismo tiempo.  El agua caliente, libera más TRH y hormona tiroidea, una mayor liberación de neurotransmisores está asegurada por esta ducha, el placer del baño se debe a la dopamina liberada en el sistema de recompensa en el cerebro.

7:00 AM

El sistema límbico, ¡pide comer! y ¡puede enojarse si no desayunamos! Es especial la amígdala cerebral que recibe información del nervio vago (ruidos gástricos y movimientos intestinales), se libera más hormona TRH, para que a su vez se libere hormona tiroidea para activar el metabolismo, la acetilcolina permite un mejor movimiento intestinal y a nivel del hipocampo nos permite recordar y asociar la hora de salida.

Tomar alimentos con características de lácteos es majestuoso para el intestino, nos da placer –el cerebro recuerda la 1er infancia, existe una comunicación entre estómago y cerebro a través de hormonas como la gastrina, grelina leptina, adiponectina y reducción de orexinas- los niveles de glucosa regresan a 90 mg/dl por efecto también de la insulina, la glucosa llega a todo el cuerpo y sonreímos.

Un abrazo, un caricia, una sonrisa, hacen que se libere oxitocina, la conducta de apego se inicia en el día.

7:05 AM

¡Corre porque llegamos tarde otra vez! El giro del cíngulo etiqueta con emoción el beso de despedida de un ser querido, la serotonina se incrementa, la oxitocina reduce el estrés y permite una remodelación neuronal de hipotálamo.

7:20 AM

La espera del autobús (metro) y el tráfico nos hace impacientarnos. Los niveles de adrenalina inician a elevarse, el sistema límbico se activa más. La pupila se dilata, los músculos se tensan, es fácil en caer en provocaciones, la amígdala se vuelve activar, pero ahora somos competitivos, agresivos, listos para correr. La temperatura aumenta, los niveles de hormona tiroidea, nos hace sentirnos con calor.

9 :00 AM

Llegar a la oficina, después de correr y el calor, nos hace sentir sed, el hipotálamo reacciona, necesitamos agua.  Sin saberlo, bebemos casi 500 ml,  20 minutos después la osmolaridad plasmática ha sido detectada por el hipotálamo, liberamos vasopresina, hormona también llamada antidiurética. El riñón tiene receptores para esta hormona, por ello, al liberarse, generamos una mayor filtración renal, el resultado, orinar para liberar la vejiga: no orinar nos pone nerviosos, nos quita atención, nos genera una respuesta del sistema nervioso simpático, es tanta la necesidad, que la presión arterial aumenta y sudamos. Por fin, al realizar la micción (ahora se activa el sistema nervioso parasimpático) permite liberar la orina, la vejiga se relaja, el hipotálamo detecta esto y nos tranquiliza físicamente. Entre más te tardes en ir al baño, se reducen los aspectos inteligentes cerebrales.

13:00

El estómago está vacío (estuvo con comida, las orexinas y glucagón vuelven a elevarse, hambre de medio día, la cual es mayor, y evidentemente se acompaña de una mayor actividad cortical para obtener un alimento. La corteza cerebral libera glutamato y GABA, proponiendo poner atención en lo necesario, pero entre más hambre hay: menos atención se mantiene. Comer genera placer. La dopamina se incrementa, bebemos agua, disminuimos la osmolaridad. El intestino libera gastrina, secretina, colecistocinina, PIV, resultado: digestión, HCl, nos da ¡sueño! La marea alcalina se presenta, y al mismo tiempo se genera el reflejo gastrocólico: es decir por eso es necesario evacuar después de comer. Los intestinos tienen en ese momento tanta sangre y el pH sanguíneo se hace alcalino. Conductualmente, hay una mezcla de placer, sueño y calma.  El picante de la comida (chile) con la capsacicina (su principio activo), genera liberación de endorfinas, placer asegurado: entre más picante, el cerebro responde con más endorfina, más placer. Comer te incrementa la liberación de hormona calcitonina, más si comes una buena fuente de calcio.

16:00

El trabajo nos genera cansancio. Nuestra atención dura de 20 a 30 min, necesitamos reírnos para romper ciclos. Movernos para no aburrirnos.  Una adecuada red social nos permite liberar oxitocina, sentirnos parte de un equipo o un grupo. Los apegos al grupo, a la empresa, nos hacen solidarios, reactivos a las necesidades de nuestros compañeros. Un fuerte apretón de manos, una palmada en la espalda, ¡un bien hecho!! Garantiza la solidaridad un buen ambiente de trabajo. Tan fácil y tan lejos en algunos trabajos.

Las bromas, las risas permiten una mejor condición para este efecto.

22:00 H

Pretendes dormir, en la cama ver la televisión o el teléfono reduce el sueño: la luz disminuye la liberación de melatonina. No obstante, al apagar la luz, el cansancio te gana, la anandamida se libera, se reduce la liberación de histamina, el GABA se incrementa, las orexinas se reducen, el metabolismo cerebral se reduce. En la noches estás listo para liberar hormona de crecimiento, que repare tejidos, procese cicatrización y te genere una mejor piel.  Dormir mejor entre las 12 h a las 3 am, te permite soñar, tener memoria y descansar. Las 5 am, inicia el día, liberando nuevamente cortisol. El inicio de un nuevo día.

@ecalixto

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/blog/neurociencias-en-la-vida-cotidiana/hormonas-cerebro-y-conducta/1105756

Imagen tomada de: http://www.saudecompleta.com/media/catalog/category/NEURONIOS.jpg

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El estrés y el cerebro

Por Eduardo Calixto

Tener estrés no es malo, un desencadenante de tensión promueve un estado inmediato para poner atención, el corazón late con más fuerza y rápido para alimentar a nuestro cerebro y músculos, podemos correr más rápido, pensar en detalles quitándonos objetividad.  La sensación de que el tiempo puede pasar más rápido es común, y aparece una frecuente tensión emocional de tratar de encontrar salidas, respuestas o ideas para evitar las emociones negativas al evento que lo desencadena. Es decir, el estrés agudo prepara un cerebro para un mejor rendimiento. Sin embargo, el problema radica cuando este estrés dura más de ocho horas, lo cual indica que fallamos para adaptarnos al proceso.

EL ESTRÉS CRÓNICO, UN PROBLEMA DE SALUD

El estrés nos predispone a padecer desde diarreas o cuadros gripales, hasta con el inicio y agravamiento del cáncer. 

De 10 personas que acuden a una consulta médica, 8 tienen un problema de salud relacionado directa o indirectamente con el manejo inadecuado del estrés crónico. El estrés nos predispone a padecer desde diarreas o cuadros gripales, hasta con el inicio y agravamiento del cáncer. El nivel elevado de cortisol es el marcador de un estrés crónico. Este exceso hormonal es el responsable de dolores de cabeza repetitivos, relacionado a la obesidad reactiva, que se genera por comer mucho ante problemas; osteoporosis o pérdida de hueso que es muy grave en personas con menopausia; colitis o inflamación del intestino grueso lo cual es común en personas que se preocupan demasiado. Algunos signos del estrés es el frecuente mal humor, agotamiento constante, perder la concentración de lo que se hace hasta olvidar cosas. Estos datos asociados a tensión emocional y preocupaciones incontrolables. Incluso, el estrés se ha asociado al inicio de padecimientos como esquizofrenia, trastorno bipolar y el inicio de adicciones a sustancias.

¿QUÉ SUCEDE EN EL CEREBRO CUANDO ESTAMOS EN UN ESTRÉS CRÓNICO?

El resultado de elevar el cortisol en la sangre es incrementar los niveles de glucosa para todo el cuerpo, para que todos los órganos trabajen con mayor eficiencia, lo cual es adecuado en tiempos cortos y no por horas y menos por días.

El estrés es una respuesta fisiológica que otorgamos ante lo inesperado o ante condiciones que nos resulta peligrosas en la vida. El cerebro es el órgano que inicia, lo mantiene y lo hace crónico. Son varias estructuras neuronales que están involucradas con el estrés: el hipotálamo detecta cuando comemos, dormimos, inicia el reflejo de tener sed. Es nuestro reloj interno y al mismo tiempo el generador de las sensaciones de deseo sexual y necesidad de descanso. El hipocampo, estructura que memoriza y ayuda al aprendizaje, compara nuestras experiencias y contrasta lo que analizamos. La amígdala cerebral que genera las emociones que amplifican señales y al mismo tiempo disminuyen nuestros procesos inteligentes. El giro del cíngulo que se la pasa analizando las emociones de quien está frente a nosotros y una estructura denominada Ínsula que analiza por sí sola el dolor y su interpretación conductual.  Cuando estas estructuras detectan algo anormal, se envía una señal a la hipófisis que a su vez activa por vía hormonal a unas glándulas que están arriba de los riñones, las cuales se denominan glándulas suprarrenales. Éstas responden liberando la hormona llamada cortisol, la cual es un activador a mediano largo plazo de nuestro organismo.  El resultado de elevar el cortisol en la sangre es incrementar los niveles de glucosa para todo el cuerpo, para que todos los órganos trabajen con mayor eficiencia, lo cual es adecuado en tiempos cortos y no por horas y menos por días. Por ejemplo, esto genera indirectamente que el cerebro quede sobre-activado y no pueda dormir en la madrugada (cuando nos despierte cualquier sonido) ya que estamos sobre-alertados, la mayoría de las cosas se interpretarán como peligro o amenazas. Si esto dura semanas o meses, el cerebro comienza a cambiar: el cortisol puede matar neuronas del hipocampo, disminuyendo la capacidad de memorizar. Los primeros resultados adversos de tener un estrés crónico es disminuir la memoria. Además, el estrés crónico disminuye la respuesta inmunológica cuya consecuencia es predisponer a enfermedades infecciosas o auto-inmunes. Una huella biológica del estrés es que este puede cambiar algunos genes y que estos se vean afectados en futuras generaciones predisponiendo a nuestros futuros hijos a padecer con mayor facilidad el estrés.

 

Estudios en cerebros de personas que estuvieron en los campos de concentración nazi en la segunda guerra mundial demostraron que el común denominador era el estrés crónico. En todos, sin excepción, se demostró que las neuronas del hipocampo mueren repercutiendo negativamente en la memoria. En consecuencia, la persona con estrés crónico se hace olvidadiza con emociones están a flor de piel: es fácil llorar o enojarse ante pequeños detonantes.

En el estrés crónico gradualmente la protección del cerebro se va perdiendo. La barrera hematoencefálica y las células que protegen a las neuronas conocidas como glía, con el estrés disminuyen, las neuronas son, en estas condiciones, vulnerables a ataques nocivos de toxinas y sustancias inflamatorias. Este proceso es el inicio de tumores, infecciones cerebrales o enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple.

MUERTE DE NEURONAS Y OTRAS CÉLULAS POR EL ESTRÉS

Específicamente en  el estrés, la muerte neuronal es consecuencia de dos eventos:

1) se incrementa la producción de radicales libres, unas partículas que agreden a las membranas celulares.

2) El incremento de la entrada de calcio a las neuronas, generando una señal de muerte a mediano plazo. Tratando de activar nuestro cerebro, el cortisol resulta ser tóxico a largo plazo.

Además de las neuronas, cuando las células del cuerpo se encuentran en estrés, cambian su división celular. Es decir, es como si decidieran ya no dividirse, prefieren morir. La parte que tiene la información genética en los cromosomas, que tienen nuestro ADN, cambian su lectura y protección. Una célula se hace vulnerable, ya no se divide y muere más rápido. Este proceso lo llevan a cabo células del sistema inmune, musculares, vasculares y de glándulas que producen diversas hormonas.

APRECIACIONES FINALES

Un estrés agudo, que se resuelve a corto plazo puede ayudar a la memoria, en contraste un crónico es fatal para el proceso de recordar detalles. El estrés a etapas más tempranas por ejemplo en niños, es un factor que favorece aun más la muerte neuronal y la perdida de la memoria. La tensión constante es perjudicial para el cerebro como para el sistema circulatorio, inmunológico y endocrino. Lejos de un estigma de moda y efímero, el estrés crónico deja huellas permanentes. La buena noticia es que podemos controlarlo. Haciendo ejercicio, meditando, descansando y una dieta adecuada ayudan. Lo importante es saberlo detectar y ser honestos para aceptar que se esta en su presencia y pedir ayuda profesional si es necesario.

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/blog/neurociencias-en-la-vida-cotidiana/el-estres-y-el-cerebro/1085949

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El cerebro en la vida

Por. Eduardo Calixto

El cerebro órgano es un maravilloso cuyo peso promedio es de 1.4 Kg, crece y madura, pero gradualmente se modifica después de cumplir 40 años; toma mejores decisiones y tal parece que poco a poco disminuye su volumen; estos cambios son semejantes en todos los seres humanos, independientemente de la cultura, la geografía y la etnia.

Después de los 35 años, en promedio, todos los días mueren entre 10 mil a 50 mil neuronas.

Nacemos con 100 mil millones de neuronas en nuestro cerebro, éstas gradualmente cambian sus conexiones para dar paso a redes neuronales especializadas que nos hacen emocionarnos, recordar, aburrirnos, odiar, llorar… entre muchas otras emociones. Después de los 35 años, en promedio, todos los días mueren entre 10 mil a 50 mil neuronas, esta pérdida es mayor si nos develamos, estamos estresados, no comemos o bebemos alcohol en exceso. Es decir, el cerebro cambia, se transforma.

Nuestro cerebro gradualmente integra exitosamente más información y la utiliza eficientemente, pero progresivamente va cambiando; recordamos con énfasis eventos pasados, significativos y llenos de emociones y, sin embargo, solemos olvidar lo que comimos ayer, a veces no recordamos el pago de la tarjeta, dejamos de lado una cita o borramos el nombre de una persona.

Reímos menos y nos preocupamos más en la medida que maduramos.

CEREBRO SOCIAL Y SU PAGO

Ser sociables, vivir en lugares cerrados y tener las comodidades de la vida cotidiana tuvo algunas consecuencias en la evolución. Por ejemplo, los mamíferos que viven cazando, con estímulos de lucha violentos y peligros constantes, tienen más redes neuronales que cuando viven en cautiverio, en donde todo se les proporciona y no sufren por obtener su alimento. Los humanos, entre más comodidades tienen, menos se esfuerzan por lograr un beneficio y sufren más en condiciones de estrés.

En nuestra vida cotidiana una amenaza vehicular, un problema con la pareja, correr el riesgo de un negocio o tomar decisiones en la escuela es un símil de evitar el ataque de un depredador a nuestros antepasados de las cavernas, nuestro cerebro esta diseñado para sufrir y al mismo tiempo para evitar peligros, para huir, luchar o adaptarnos. Las circunstancias de una vida cómoda han hecho que algunas estructuras como el giro del cíngulo, la amígdala cerebral, la ínsula, no se utilicen con frecuencia, modifiquen la secuencia de activación o disminuya la evaluación de riesgos o peligros y, en consecuencia, disminuya la capacidad de afrontar y resolver desavenencias, es decir: a más comodidades las neuronas se hacen flojas. No es malo tener problemas, estos nos ayudan a activarnos y sacarnos de la zona de confort. Es necesario ubicar el problema y la solución del mismo.

No hacer ejercicio por utilizar escaleras eléctricas, estar sentado manejando por tres horas o mantener una actividad en un escritorio por más de ocho horas al día, asociado a comer alimentos refinados evitando los integrales, desvelarnos sin motivos como leer el celular en la cama, enojarnos fácilmente sin meditar la causa de nuestra molestia, generalmente tienen consecuencias negativas neuronales: disminuye la velocidad del pensamiento, se reduce la masa muscular, se altera la liberación de hormonas que promueven la ganancia de peso y se genera una tendencia a procurar ser menos activos en el día. Seguir esta tendencia puede contribuir a cambios en la talla corporal asociado a cerebros pequeños en el futuro de la especie humana.

Las grandes ciudades además de contribuir poco a que sus pobladores hagan ejercicio, la información social predominante esta en función pensar menos y obtener mejores beneficios a expensas de un menor gasto de energía: entregas a domicilio, comidas inmediatas o núcleos comerciales que integran lo necesario para la obtención inmediata de beneficios: cine, juegos, compras, etc.

¡MOVERSE ES FUNDAMENTAL PARA EL CEREBRO!

Hacer ejercicio, caminar, movernos, pensar rápido ayuda a recibir más oxígeno al organismo, agiliza la actividad muscular, regula mejor la presión arterial, favorece la actividad inmunológica e incluso ayuda a tomar mejores decisiones. Tener dinamismo en el día activa redes neuronales, se modifica positivamente la neuroquímica cerebral, se sonríe más, se adapta más rápido a un problema e incluso, la tristeza suele pasar más rápido y sobre todo vivir puede ser un placer.

Un cerebro con metabolismo activo favorece la salud mental.

Tal vez no podamos detener algunos cambios del cerebro, consecuencia de un nivel evolutivo, pero se puede aprender a cuidarlo mejor. Leer, abrazar, manifestar nuestros sentimientos, ver fotografías, dormir adecuadamente, una sana actividad de ejercicio corporal de 30 minutos al día, dos tazas de café diariamente y sobre todo, sabernos parte de una familia, núcleo social, hacen que nuestro cerebro pueda estar mejor en la senectud.

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/blog/neurociencias-en-la-vida-cotidiana/el-cerebro-en-la-vida/1102916

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El bullying: una experiencia negativa en el cerebro

Por. Eduardo Calixto

El cerebro sufre las consecuencias negativas de un bullying, si el acoso escolar se presenta en una etapa crítica de la vida: los 7 a 12 años. El impacto puede dejar consecuencias terribles en el cerebro de la víctima.

¿Qué es el bullying? Para describirlo como tal, al menos debe existir uno de los siguientes elementos: intimidación repetitiva, violencia física, crear chismes negativos o favorecer el aislamiento social hacia una persona. Para el agresor, el bullying no es un proceso aleatorio, está presente en él, con antecedentes de autolesión, irritabilidad, enojo constante e inmadurez intelectual buscando siempre la justificación divertida de los actos en contra de sus víctimas.

En México las cifras oscilan entre un 77 a 92% de escolares que alguna vez sufrieron de acoso escolar.

¿Qué factores favorecen al bullying? Salones escolares pequeños, con ambiente escolar negativo, edades menores de 16 años, ambiente con mayoría de población varonil y antecedentes en casa de los acosadores de depresión, baja autoestima y aislamiento social. Un nulo involucramiento por parte de los padres a los problemas de sus hijos así como la baja escolaridad de los progenitores. Es decir, la mejor enseñanza que puede tener un acosador la encuentra en su propia casa.

Quien hace bullying busca con intensión molestar a alguien, con una conducta repetitiva procurando ejercer un control de poder social. Los varones suelen ejercer el bullying de manera directa, con violencia y a través de la búsqueda de humillar. Las mujeres, suelen intimidar de forma indirecta a través de chismes e historias.

Un artículo reciente publicado en la prestigiada revista Am. J. Psychiatry, en el que se analizó una población europea a través de 58 años, se identificó que las personas que tuvieron en su infancia antecedentes de acoso escolar tienen como consecuencia cambios negativos en la vida adulta, siendo el cerebro el principal organo afectado.

El bullying favorece en la víctima la posibilidad de padecer ansiedad, dificultades académicas, disminución de la empatía y autoestima, actitudes sumisas, falta de confianza, y paradójicamente existe también la posibilidad de favorecer la agresividad y la inducción de conductas provocadores.

Las víctimas de bullying tienen una historia común: tener crisis de ansiedad, una personalidad antisocial y favorecer la decisión de suicidio.

En estos pacientes, se tienen cambios a nivel genético, el ADN sufre modificaciones en regiones clave para su duplicación o copiado, los telómeros, unas estructuras relacionadas con el material genético se modifican o pierden, con la consecuencia de que algunas células cambian su capacidad de adaptarse al estrés, favoreciendo un envejecimiento temprano. Existe una proclividad de búsqueda de satisfactores inmediatos por parte del regiones relacionadas a eventos placenteros en el cerebro, por lo que el inicio de algunas adicciones se ven favorecidas. El estrés psicológico se perpetúa como aprendizaje en etapas críticas por parte del hipocampo. Aprender con dolor y miedo son los dos principales saboteadores en la etapa escolar. 

En el cerebro se producen modificaciones anatómicas que inciden en los cambios conductuales de las victimas de bullying. Debido a que la agresión es constante, el cerebro introduce códigos de resistencia inadecuados. La amígdala cerebral detona la gran mayoría de los estímulos como negativos: de la apatía, a la irritabilidad pasando por el llanto. El giro del cíngulo asocia interpretaciones inadecuadas de los rostros, en consecuencia, las víctimas de bullying les cuesta trabajo reconocer el dolor ajeno y además de no interpretar correctamente el suyo. El estrés psicológico se perpetúa como aprendizaje en etapas críticas por parte del hipocampo. Aprender con dolor y miedo son los dos principales saboteadores en la etapa escolar. Este cambio cognitivo es lo que es más difícil de olvidar y a su vez, el más fácil asociarlo a otras experiencias que nada tienen que ver en la vida adulta. A nivel neuroquímico, la disminución de serotonina en el cerebro es gradual y va afectando poco a poco, hasta reconocer que la depresión es un estado normal y cotidiano. Una amígdala cerebral sobreactivada y un hipocampo disminuido en su función son una combinación terrible: una persona que emite conductas inmediatas con  disminución de la capacidad para aprender de los errores. Una disminución de neurotransmisores de serotonina, dopamina y GABA condicionan la depresión y la ansiedad.

¿Qué hacer ante el bullying?

  1. Propiciar amistades de calidad. La dopamina y oxitocina fortalecen el sistema de recompensa del cerebro, mejorando el  autoestima.
  2. Propiciar las habilidades para solucionar problemas: la terapia cognitiva es necesaria para fortalecer el conocimiento y otorgar una mejor explicación de los hechos.
  3. Favorecer el intelecto: el conocimiento y estudio promueven redes neuronales que son el andamiaje de una salud mental adecuada.
  4. El apoyo de los padres es fundamental para escuchar, acompañar y buscar la resiliencia. Este proceso es la principal antítesis para mejorar la neuroquímica cerebral.
  5. Comunicación constante: el factor psicológico y social es necesario para evitar que el bullying siga siendo el problema que ahora representa.

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/blog/neurociencias-en-la-vida-cotidiana/el-bullying-una-experiencia-negativa-en-el-cerebro/1111179

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