Por Nicolás Rivera
El futuro está aquí. Así es como las mentes del mañana ya están siendo incubadas bajo un paradigma completamente diferente. Antes de la revolución digital, la enseñanza se basaba en el uso del lápiz, el papel y decenas de libros repletos de información, opacos en forma y, sobre todo, estáticos en contenido. Unos elementos que fijaban un camino muy definido para los alumnos.
A lo largo del siglo XXI, con la expansión de la revolución digital a todos los ámbitos de la vida cotidiana, la educación está sufriendo una progresiva transformación. Un proceso en el que se abandona el papel y el lápiz en favor de la pantalla táctil, el stylus y el teclado; y con ello, la estática metodología tradicional cede paso al dinamismo, la creatividad y la modularidad.
En este reportaje analizamos la gran influencia que la revolución tecnológica está teniendo en las escuelas, donde las necesidades de los alumnos son cubiertas con una mayor eficacia, los conocimientos son impartidos de una forma más dinámica y, sobre todo, donde las mentes del mañana ya están siendo incubadas bajo un paradigma completamente diferente.
El sistema educativo tradicional y su incompatibilidad con el siglo XXI
La educación y la transmisión de conocimientos ha sido una de las premisas básicas de la sociedad desde hace más de 2.000 años. Basándose en modelos muy arcaicos —pero válidos para las necesidades de la época—, los egipcios, los griegos y los romanos ya contaban con sistemas de transmisión de conocimientos y, por consiguiente, de educación.
En aquella época se distinguían dos grandes grupos: las enseñanzas teóricas y las enseñanzas prácticas. Las prácticas eran las más comunes: los maestros artesanos enseñaban las labores y los oficios a sus descendientes y aprendices, los cuales acabarían mejorando las técnicas de forma progresiva en el tiempo. Las teóricas eran las menos comunes, pero las más próximas al modelo actual: grandes personalidades como Sócrates, Pitágoras o Platón dedicaban gran parte de su tiempo a la investigación, la reflexión y la enseñanza de sus conocimientos a grupos selectos del pueblo, asegurando así que su legado permanecería inmóvil con el progreso histórico de la sociedad humana.
Siglos más tarde, los métodos educativos ya habían avanzado a un nivel superior. Se fundaron las primeras universidades en zonas como Marruecos, Inglaterra, Italia o España, epicentros de movimientos socioculturales de la época. Hacían un gran énfasis en temáticas como el arte, la ciencia o la historia, áreas fundamentales para el progreso de la época. Poco a poco, el sistema educativo comenzaba a tomar forma.
No obstante, la educación estandarizada, básica y universal como la conocemos hoy en día no comenzó a hacerse realidad hasta el siglo XIX. Los diferentes movimientos éticos y sociales ocurridos durante los siglos anteriores impulsaban al ser humano a abrir la puerta del conocimiento para progresar —la llegada de la clase burguesa y sus ideales progresistas jugó un papel fundamental aquí—. En España, reinas como Isabel II impulsaron la desaparición del analfabetismo entre la población mediante leyes como la Ley Moyano, la cual se consolidaría como una de las más importantes en el ámbito educativo español.
El sistema educativo actual es el resultado de varios siglos de transición progresiva y exponencial. En la actualidad es necesario un cambio en las metodologías y en los contenidos impartidos para poder afrontar con garantías el complejo y diverso futuro que nos aguarda.
Con el paso de los años, las leyes educativas continuarían sufriendo reformas y adaptaciones acordes a los cambios de la época. Unas modificaciones que también trajeron consigo un cambio en la metodología que nos lleva hasta la situación actual.
Antes de entrar en detalle y en conocer cómo la tecnología está alterando y alterará las escuelas del futuro, es necesario comprender y analizar la metodología empleada por el profesor en la actualidad. Esta se resume en dos puntos principales:
- Enseñanza. Los conocimientos son impartidos en clase mediante la transmisión oral de conocimientos, el uso de libros de texto y, en determinadas ocasiones, de Internet. Se muestran los conocimientos al alumno, se explican más detalladamente los aspectos conflictivos del temario y se fijan una serie de ejercicios y trabajos para tratar de afianzar esos conocimientos en la mente del alumno.
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Evaluación. En la mayoría de casos, la adquisición de los conocimientos es verificada mediante tests periódicos en los que el alumno se enfrenta a diferentes cuestiones teóricas y prácticas asociadas a la materia. Tras ello, se asigna una calificación (generalmente entre 0 y 10) que refleja el nivel de conocimiento que el alumno tiene de la materia.
Esta metodología clásica, aunque ha resultado efectiva en muchos casos, refleja numerosas carencias que llevan al alumno a la desmotivación, el desinterés y, sobre todo, a una adquisición de conocimientos muy superficial. Unas carencias que, con la llegada de la tecnología a las escuelas y, sobre todo, con la transformación digital que está sufriendo la sociedad, están acentuándose más que nunca.
Cuando se concibe la inclusión e integración de la tecnología en las escuelas, se hace, con frecuencia, de una forma muy superficial. La gran mayoría de las instituciones académicas españolas, de los docentes y, por supuesto, de los alumnos, asumen que la integración de la tecnología en las escuelas consiste únicamente en reemplazar elementos como el lápiz o el papel por herramientas más avanzadas como la tablet, la pizarra electrónica y las plataformas virtuales.
Pero eso es únicamente la cúspide del iceberg. La llegada de estas nuevas herramientas a las escuelas debe ser acompañada imperiosamente por un cambio en el plano metodológico. Y es que el mundo en el que actualmente vivimos y, sobre todo, el inminente futuro que nos aguarda, plantea retos completamente diferentes a los que nos hemos enfrentado en el pasado. El paradigma está en plena metamorfosis, y la educación debe acompañarla.
En un mundo cada vez más conectado, el desarrollo de aptitudes como la memoria comienza a perder valor. Los docentes deben fomentar otras aptitudes como la flexibilidad, el trabajo en equipo, la comprensión o la creatividad. Todas ellas tendrán un mayor valor en el futuro que nos aguarda.
Un ejemplo de esta requerida metamorfosis lo podemos observar en asignaturas como Historia. La metodología tradicional se basa en la memorización masiva de conceptos, sucesos y fechas que, semanas más tarde, se deben exponer en un examen escrito u oral. Días más tarde, el trabajo realizado por el alumno obtiene una calificación concreta que certifica la correcta adquisición de los conocimientos asociados a la asignatura.
El problema de esta metodología es que la comprensión y el asentamiento de dichos conocimientos queda por completo en segundo plano. El objetivo del alumno es superar la prueba establecida por el profesor, y los docentes, en la mayoría de los casos, contribuyen con sus metodologías a ese objetivo común. No importa que el alumno olvide días más tarde lo estudiado. Tampoco importa que el alumno no extraiga nada de valor de dichas enseñanzas —más allá de fechas, nombres y sucesos concretos—. Lo único que importa es que el alumno alcance la calificación deseada, y eso se traduce en un conocimiento vacío y de escasa utilidad.
Este complejo problema se agrava aún más si observamos la facilidad con la que podemos consultar información en internet. En 2016, basta con tener un reloj inteligente o un smartphone cerca para consultar cualquier suceso en cuestión de segundos. En el futuro, será aún más radical: nuestro propio cuerpo vivirá conectado a Internet, y toda la información existente en la red estará a nuestra disposición en cuestión de milésimas de segundos. Memorizar, en ese momento, carecerá de sentido. Lo importante será comprender, analizar y asentar los conocimientos de una forma más profunda y reflexiva, de una forma que realmente enriquezca al alumno y contribuya a su futuro como profesional y como parte de la sociedad.
Esta metodología clásica, asimismo, fomenta la desmotivación del alumno y, por consiguiente, los malos resultados académicos. En España, compañías como BQ, Lenovo y Microsoft han podido comprobar cómo, mediante el empleo de metodologías más innovadoras —las cuales detallaremos posteriormente—, el alumnado aumentaba el interés por las asignaturas y, sobre todo, los resultados académicos. De hecho, apreciaron casos particulares en los que alumnos con dificultades y malos resultados invertían por completo su papel en el aula gracias a estas metodologías más inclusivas, participativas e innovadoras. Un completo éxito.
Del lápiz y el papel al tablet con stylus
La llegada de los primeros productos tecnológicos a las escuelas data, aproximadamente, de la segunda mitad del siglo XX. Las principales universidades estadounidenses comenzaron a ofrecer en sus aulas —y de forma muy provisional— ordenadores como el Apple I, dando así breves tomas de contacto a sus estudiantes. Unas tomas de contacto que, obviamente, eran más frecuentes en instituciones dedicadas a la enseñanza tecnológica como el M.I.T.
No obstante, no fue hasta la década de los noventa cuando la tecnología comenzó a tomar una mayor relevancia en las escuelas. El progresivo abaratamiento de los ordenadores, la llegada de nuevos formatos multimedia como Microsoft PowerPoint y la expansión de Internet como un método de comunicación universal abrieron por completo las puertas a la tecnología en las escuelas.
La tecnología ha estado presente en las instituciones académicas casi desde sus comienzos. No obstante, no fue hasta la década de los 90 y principios del siglo XXI cuando comenzó a incorporarse de una forma más consistente y homogénea.
Ante esta vorágine, en 2009 comenzaron programas como “Escuela 2.0”, impulsado por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en España. Este programa sitúo un ordenador portátil en las manos de más 600.000 alumnos, conllevando un desembolso de unos 600 millones de euros por parte de las instituciones oficiales. No obstante, la propuesta iniciada por el gobierno del Partido Socialista Obrero Español acabó fracasando. Las razones fueron diversas, pero destacan tres:
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Falta de formación y aprovechamiento. La llegada de la tecnología a las escuelas debe estar acompañada de forma imperiosa por la formación del profesorado y, sobre todo, por el uso responsable por parte de los propios alumnos. Con el programa “Escuela 2.0” impulsado por el gobierno, este tipo de formación era mínima o nula, provocando un uso inadecuado de las herramientas y, por consiguiente, unos resultados muy deficientes.
- La difícil situación económica. El programa de José Luís Rodríguez Zapatero tomó impulso justo durante los primeros años de la crisis económica. Continuó durante varios años, hasta que la llegada de los recortes económicos forzó al gobierno centrar a redistribuir los ingresos y eliminar la financiación de este tipo de equipos.
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La existencia de retos educativos más tangibles y urgentes. Tal y como varios expertos señalaron en su momento, en aquel entonces era necesario priorizar necesidades —considerando los reducidos recursos económicos que quedaban disponibles tras los primeros recortes—, y entre esas necesidades prioritarias se encontraba la lucha contra el abandono escolar y la baja empleabilidad de los jóvenes españoles.
¿Qué soluciones tecnológicas podemos encontrar en la actualidad?
En la actualidad, las compañías tecnológicas y las instituciones académicas continúan impulsando esta carrera tecnológica dentro del aula. Hablamos de empresas como Microsoft, Lenovo, Samsung, Apple o Google; y de instituciones como el Ministerio de Educación, Consejerías de Educación, universidades como la Europea de Madrid, etc.
El gigante tecnológico Microsoft, por ejemplo, centra gran parte de sus esfuerzos educativos en el desarrollo de software y servicios que se adapten a las necesidades específicas del aula. La compañía estadounidense hace un gran énfasis en la integración de servicios como Office, OneDrive o Skype —todos basados en la nube—, los cuales permiten al alumnado y al profesorado impartir y recibir los contenidos de una forma más versátil y acorde a los tiempos actuales.
La compañía de Redmond también está experimentando durante los últimos meses con la inclusión de videojuegos como Minecraft en el ámbito educativo. La idea es fomentar la creatividad de los alumnos, la exploración y, sobre todo, el desarrollo de contenidos tradicionales de formas más innovadoras, atractivas y cercanas para el alumno. Los resultados han sido muy satisfactorios, logrando una gran motivación e interés por parte de los alumnos.
Microsoft también está haciendo grandes esfuerzos con Hololens, las gafas de realidad virtual que la compañía estadounidense introdujo en BUILD 2015. Las aplicaciones educativas de este producto son ilimitadas, y Microsoft cree que podría llegar a convertirse en uno de los pilares de la educación del mañana.
La realidad virtual y aumentada tiene un gran potencial en el entorno educativo, pero continúa siendo una propuesta futurista y con mucho camino por recorrer.
Por su parte, Samsung también está haciendo algunas incursiones con la realidad virtual —mediante las Samsung Gear VR— en el ámbito educativo. La compañía asiática trabaja junto a varios desarrolladores en la creación de entornos VR orientados a la educación, como visitas virtuales a lugares históricos, atlas anatómicos, etc. Actualmente se trata de proyectos aislados, a bajo nivel y muy experimentales, pero los representantes de la compañía con los que Hipertextual ha podido contactar no dudan del gran valor en el entorno educativo.
Paralelamente a sus desarrollos con realidad virtual, la compañía surcoreana promueve su plataforma Samsung School, la cual se define como una solución única para escuelas de primaria que busquen modernizar sus metodologías y sus contenidos. La plataforma se basa principalmente en un conjunto de tablets constylus —destinadas tanto para el alumno como para el profesor— y un set de aplicaciones preinstaladas diseñadas y sostenidas por el fabricante.
Además de ofrecer una plataforma integral para las escuelas, el gigante asiático —al igual que Microsoft— trabaja muy de cerca con editoriales y empresas educativas para el desarrollo de contenidos adaptados a la nueva era tecnológica. Se trata de contenidos audiovisuales, más interactivos, amenos y diseñados para ser multiplataforma. Y es que, tal y como señalan los docentes, es inútil abrazar la tecnología en las escuelas manteniendo los formatos y contenidos que nos han acompañado durante los últimos veinte años.
Un ejemplo sencillo lo encontramos en el abusivo uso de PDFs. Un elevado porcentaje de las instituciones académicas ha abrazado la llegada de la tecnología, pero la adaptación de sus contenidos se limita, en múltiples ocasiones, a la generación de documentos PDF o a la comunicación vía e-mail. En estos casos, la metodología de enseñanza y los contenidos siguen siendo los mismos que en el pasado. Tan solo ha cambiado la plataforma de distribución. Y eso, por desgracia, no es lo que se debe perseguir con la progresiva llegada de la tecnología a las aulas.
La llegada de la tecnología a las escuelas no es un simple cambio en la plataforma de distribución. Debe ser acompañado de cambios profundos en los métodos docentes, abarcando desde los contenidos impartidos hasta las formas de evaluarlos.
Google es otra de las compañías que más está apostando por la tecnología en los entornos educativos. Además de ofrecer una suite de servicios completa para instituciones académicas, la compañía de Mountain View ha impulsado varias tendencias durante los últimos años, entre las cuales destacan:
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Chromebooks. Estos ordenadores sencillos y baratos se están convirtiendo en una de las grandes tendencias en los entornos educativos de los Estados Unidos. Su sencillez de uso y su reducido precio hacen que estos dispositivos se conviertan en la solución perfecta para llevar la tecnología a las escuelas. De hecho, según Gartner, más del 70% de los Chromebooks vendidos están destinados a fines educativos.
- Training Center. Para maximizar el uso de las tecnologías de Google en el aula, la propia compañía estadounidense ofrece métodos de formación a los propios docentes. En ellos se muestra cómo hacer clases más interactivas, cómo migrar los contenidos tradicionales a la nueva era tecnológica y cómo maximizar el uso de las herramientas de Google.
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Google Apps, también para la educación. La suite de servicios de Google (Drive, Docs, Gmail, etc.) es usada por personas de todo el mundo a diario. El entorno educativo no es una excepción.
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La solución Classroom. La plataforma Classroom permite gestionar de forma digital todos los aspectos de un aula actual. Los profesores pueden hacer un seguimiento del trabajo de sus alumnos, ofrecerle contenidos mediante Internet, actualizar calificaciones… Todas las tareas que se realizan a diario en el aula, se pueden trasladar a la plataforma Classroom. Además, la solución se encuentra perfectamente integrada al resto de servicios de la compañía, pudiendo así interactuar con documentos de Drive, correos electrónicos de Gmail, etc.
- GENIOS y Actívate. A un nivel más local, Google España ha impulsado dos programas conocidos como GENIOS y Actívate. En ellos se fomenta la enseñanza de la programación —esencial en el futuro que nos espera—, el emprendimiento, la formación online en nuevas tendencias, etc.
Los Chromebooks son uno de los pilares de la propuesta tecnológica y educativa de Google. Más del 70% de los Chromebooks vendidos durante los últimos años estaban destinados precisamente a estos fines.
Por otra parte, Apple también está impulsando esta transición tecnológica en la educación. Además de los clásicos descuentos educativos y de determinadas colaboraciones con centros especializados, la compañía californiana ha trabajado en el desarrollo de plataformas como iTunes U y otras soluciones de software que permitan incorporar todos sus productos en los entornos educativos de la forma más sencilla e invisible posible.
No obstante, el verdadero valor de Apple en el ámbito educativo se encuentra en dos aspectos muy concretos: el impulso de la App Store y la accesibilidad de sus productos. La compañía estadounidense apoya de diferentes formas a los desarrolladores para que generen software de valor para los entornos educativos. Así, surgen soluciones como iStudiez Pro o Human Anatomy Atlas, dos soluciones de un gran valor en el entorno educativo.
En España, compañías como BQ también han apostado por la integración de la tecnología en las escuelas. Gracias a su placa reprogramable, productos comoZowi acercan la programación a los más pequeños de la casa, al mismo tiempo que fomentan la propia investigación y la creatividad.
BQ también está haciendo un gran énfasis en la impresión 3D y la robótica dentro de las escuelas. Y es que, al igual que la programación, se trata de conocimientos esenciales para abordar el futuro que nos espera durante los próximos cincuenta años.
La programación, la robótica y la impresión 3D son tres de las enseñanzas más impulsadas por las compañías tecnológicas. Y es que el futuro que nos aguarda se basará, en mayor o menor medida, en estos tres pilares.
Por último, el mayor fabricante de ordenadores portátiles del mundo, Lenovo, también es uno de los mayores impulsores de la tecnología en la educación. Además de patrocinar e impulsar eventos que sirvan como confluencia de ideas educativas, Lenovo también ofrece diferentes programas como el Lenovo Scholar Networks, el cual fomenta el desarrollo de aplicaciones y el aprendizaje de una materia tan importante como es la programación.
En España, Lenovo también colabora con múltiples organismos oficiales para la dotación de equipos en entornos educativos. Un ejemplo relativamente reciente es el acuerdo cerrado con la Universidad de Castilla-La Mancha, por el cual se han suministrado 2.100 ultrabooks a sus estudiantes de grado y posgrado.
Por otra parte, Lenovo ofrece su solución LanSchool, diseñada para el manejo de aulas virtuales. Todos los equipos que Lenovo incorpora en entornos educativos cuentan con este software en su interior, facilitando así el seguimiento de los estudiantes, mejorando la comunicación y el soporte y eliminando barreras y distracciones ante el alumno.
Además de esto, Lenovo mantiene un contacto directo y permanente con las escuelas y las instituciones oficiales (comunidades autónomas, principalmente). El objetivo no es otro que el desarrollo de nuevos proyectos en común que permitan integrar, cada vez más, la tecnología en las aulas.
Por último, Lenovo también hace un gran énfasis en el desarrollo de equipos peparados para satisfacer las demandas de los estudiantes y los docentes. Es el caso de sus equipos portátiles rugerizados —preparados para los alumnos más pequeños—, los 2 en 1 y los múltiples dispositivos táctiles que ofrecen en sus catálogos.
Los tres puntos en común de todas las soluciones tecnológicas diseñadas para el ámbito educativo
La mayoría de las propuestas citadas anteriormente comparten una serie de puntos en común que reflejan perfectamente cómo es la tecnología que está llegando a las escuelas. Estos son los tres aspectos principales:
- Modularidad. Hasta ahora, todos los alumnos han seguido un mismo ritmo en el aula: el dictado por el docente. No obstante, esta metodología puede llegar a generar diferentes dificultades en alumnos con necesidades y/o capacidades especiales (véase la frustración, la indiferencia, el desinterés, etc.). En cambio, con la llegada de la tecnología a las escuelas y su cambio metodológico, el ritmo pasa a ser marcado por el propio alumno —dentro de unos márgenes—, eliminando así parte de esa posible frustración y aumentando el porcentaje de contenidos y aptitudes desarrolladas. De esta forma, determinados alumnos pueden trabajar en una serie de contenidos mientras que otros invierten su tiempo en desarrollar o trabajar otro tipo de aptitudes.
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Control total. La seguridad y la monitorización del alumno es uno de los aspectos clave en la incorporación de la tecnología en las escuelas. Por ello, todas las compañías involucradas ofrecen diferentes soluciones para monitorizar el uso que el alumno hace de estas herramientas.
- Simplicidad. A pesar de la formación impartida a los profesores, la sencillez de uso es una característica esencial para el triunfo de la tecnología en las escuelas. Un software complejo limita y dificulta la penetración de la tecnología en las escuelas, provocando rechazo a las nuevas metodologías y fracasando en esta progresiva transición.
La llegada de la tecnología a la educación no se limita a reemplazar el lápiz por un stylus, va mucho más allá. Las metodologías empleadas, los contenidos impartidos y la forma de evaluarlos cambian por completo. Una reestructuración desde la base.
Los retos que plantea la llegada de tecnología a las escuelas
Todas estas iniciativas y programas desarrollados por las compañías tecnológicas y las instituciones oficiales se comportan como el eje central del cambio educativo que nos aguarda, abriendo así un nuevo mundo de posibilidades, beneficios y, por supuesto, barreras que solventar.
La formación del profesorado y, en algunos casos, la oposición al cambio, es una de las principales dificultades de esta transición. Tanto las compañías tecnológicas como los centros educativos con los que hemos contactado han insistido en lanecesidad de formar a los docentes para poder afrontar este cambio de paradigma de una forma satisfactoria (son más del 50% los docentes que reclaman formación, según un informe realizado por Ipsos). Por una parte, se reclama una formación a nivel técnico que permita a los profesores extraer el máximo rendimiento de las herramientas tecnológicas. Por otra parte, se reclama una formación a nivel metodológico.
Es este último tipo de formación el que más dificultades plantea, pues va mucho más allá de distribuir e impartir los contenidos mediante nuevas herramientas. Se trata de transformar el papel del profesor en el aula, el cual debe abandonar su rol de líder y fuente de conocimiento para convertirse simplemente en un acompañante que fomente la autonomía, la creatividad y el interés de los alumnos en la materia. El profesor debe dejar de ser el centro del aula para convertir al alumno en el epicentro del método educativo.
También se reclama un cambio profundo en los contenidos impartidos en el aula. El clásico libro de texto con su correspondiente boletín de ejercicios está obsoleto en todos los niveles. Las presentaciones en diapositivas, los experimentos, los contenidos audiovisuales y los trabajos de investigación son algunos de los modelos a seguir. Los contenidos deben ser más prácticos, dinámicos y, sobre todo, atractivos.
La realización de más proyectos de investigación o de trabajos cooperativos en el aula son algunos de los ejemplos de los métodos que los profesores deben fomentar en este nuevo paradigma educativo. Y es que se tratan de retos más próximos a los que el alumno tendrá que afrontar a lo largo de su vida personal y profesional.
La memoria debe dejar de ser el eje central del sistema educativo. Con la llegada de la tecnología a las aulas, se debe dar más valor a competencias más útiles como el trabajo en equipo, la flexibilidad, la síntesis o la comprensión profunda de los contenidos. El modelo educativo debe abrazar este cambio desde sus cimientos.
No obstante, este cambio metodológico resulta irrelevante sin una evolución paralela de los sistemas de evaluación. El sistema clásico (calificación numérica basada en una prueba oral, práctica u escrita) es incompatible con este nuevo paradigma porque excluye otros parámetros como la participación del alumno, su autonomía en el aula, la velocidad con la que resuelve los retos planteados por el profesor, el interés en la materia, su actitud en los grupos de trabajo, el progreso con el paso del tiempo… Aptitudes de gran valor en el mercado profesional, que antes no se trabajaban, pero que resultan de vital importancia para juzgar el nivel de conocimientos de un alumno.
Para ello, empresas como Microsoft, Samsung y Lenovo ofrecen servicios tecnológicos que permiten monitorizar de forma individualizada parámetros como la velocidad de respuesta de los alumnos, su autonomía o el progreso que ha registrado durante el transcurso del periodo escolar en las diferentes materias. De esta forma, los docentes pueden tener una perspectiva más rica de sus alumnos que les permita juzgar cómo se comportan estos.
No obstante, los profesores no son los únicos que se enfrentan a grandes retos en esta transición educativa. Portavoces de Microsoft y la Universidad Europea de Madrid, en conversaciones con Hipertextual, insisten en la necesidad de educar y formar a los alumnos para hacer el mejor uso posible de estas nuevas herramientas tecnológicas.
La conocida como “generación digital” no muestra dificultades en el uso de las nuevas tecnologías, pero sí en la producción de contenido mediante el uso de las mismas. Los jóvenes recurren a la tecnología para consumir contenido, pero muy pocos lo hacen para generarlo. Y es ahí donde los docentes y las instituciones deben trabajar con sus alumnos, mostrando cómo se debe utilizar la tecnología para crear contenidos de calidad.
Esta es también una de las mayores preocupaciones reflejadas por los padres de los alumnos. La tecnología es un arma de doble filo para los alumnos —especialmente en edades más bajas—. Los beneficios de una educación tecnológica son infinitos, pero siempre que se eduque a usar la tecnología de una forma responsable y sostenible.
No solo hay que formar a los profesores para adaptar la tecnología: los alumnos también requieren una serie de nociones básicas que les conviertan en productores de contenido y en usuarios responsables de las herramientas tecnológicas.
También se debe hacer énfasis en el uso sostenible y responsable de la tecnología. Según un informe de la OECD, los alumnos que viven ajenos a la tecnología obtienen peores resultados en las pruebas Pisa; pero ocurre exactamente lo mismo con el polo opuesto: los alumnos que hacen un uso intensivo y constante de la tecnología también alcanzan peores resultados finales en las pruebas Pisa. En cambio, aquellos alumnos cuyo uso de la tecnología se sitúa en un punto intermedio, obtenían los resultados más altos en estos tests, demostrando así la necesidad de inculcar y enseñar a los propios alumnos a utilizar la tecnología de una forma responsable y moderada.
Por otra parte, los padres plantean numerosos retos en esta transición. Además del desembolso económico que supone dotar a sus hijos del material tecnológico necesario, los padres muestran un cierto escepticismo ante esta transición. Están a favor de la incorporación de la tecnología en las escuelas, pero se muestran reticentes ante el necesario cambio en las metodologías.
Paralelamente, el reducido apoyo por parte de instituciones oficiales —cuyas dotaciones para iniciativas tecnológicas continúan siendo muy reducidas en relación al público educativo del país— es un agente determinante en la transición hacia este nuevo paradigma. Sobre todo considerando el elevado porcentaje de escuelas públicas y concertadas que se encuentran en España.
El reto económico es el mayor de todos. La inclusión de la tecnología en las aulas conlleva una serie de retos y adversidades (tanto a nivel económico como temporal) que no todas las instituciones académicas pueden abordar de forma satisfactoria.
No obstante, el mayor de los retos que plantea la llegada de la tecnología a las escuelas se encuentra en el plano económico y temporal. Formar a los profesores, adaptar la metodología de una forma satisfactoria, generar nuevos contenidos y encajar todas las piezas conlleva un alto desembolso económico y, sobre todo, tiempo. Este sacrificio, unido a la negativa de muchos docentes e instituciones de alterar sus métodos, es, sin lugar a dudas, el obstáculo más difícil de sortear.
Desde la Universidad Europea de Madrid sostienen que el desembolso económico y el esfuerzo realizado en adoptar todas las metodologías innovadoras que la tecnología está aportando sobre la mesa está absolutamente justificado. La posibilidad de formar alumnos de la mejor forma posible y generar profesionales capacitados, no solo para desarrollar su profesión, sino también para pivotar y adaptarse al volátil futuro que nos aguarda, justifica todas las inversiones realizadas.
Una postura similar adquieren las compañías tecnológicas con las que Hipertextual ha podido contactar. Todas sostienen que la mejor forma de influir en la sociedad es mediante la educación, y la tecnología debe jugar un papel fundamental en ella. Por lo tanto, toda la inversión temporal y económica realizada en este tipo de programas está indudablemente justificada.
Los beneficios de la tecnología en la educación
Una vez superados todos los retos, los estudios y las investigaciones realizadas por diversas entidades reflejan un gran positivismo respecto a la incorporación de la tecnología en las escuelas y, sobre todo, al cambio metodológico asociado a la misma.
Según un estudio realizado por Ipsos para Samsung España, los profesores españoles que hacen un uso regular de la tecnología en sus aulas detectan efectos positivos tanto en la creatividad como en la capacidad de razonamiento de sus alumnos. La inclusión de la tecnología les permite mejorar la competencia en habilidades transversales, conectar aprendizajes de distintas materias y, por consiguiente, incrementar la autonomía del alumno en su propio aprendizaje.
De la misma forma, los docentes detectan un mayor interés por parte de los alumnos en las clases, las cuales se hacen más divertidas, dinámicas e interesantes. Además, también se observa una mayor colaboración entre los estudiantes, un mayor esfuerzo por aprender, un mejor ambiente en el aula y, sobre todo, una mayor sencillez para adquirir los conocimientos establecidos por el profesor.
La llegada de la tecnología al aula, realizada de una forma correcta, contribuye a un mayor interés y mejores resultados académicos por parte de los alumnos. Las ventajas que aportan son incuestionables.
La diferencia entre estudiar una serie de contenidos mediante el método tradicional y hacerlo mediante el uso de la tecnología y todo el paradigma que la acompaña es el nivel de implicación del alumno. Cuando este abandona la memorización sistemática de conceptos y comienza a ser él el que descubre, por necesidad natural e interés propio, todos esos conocimientos, los resultados comienzan a mejorar de forma increíble.
Un ejemplo sencillo podemos encontrarlo en asignaturas como Física. Si en lugar de mostrar al alumno el fundamento teórico y las decenas de fórmulas que lo sostienen, el docente se centra en guiarle por el mismo camino que llevó a los grandes físicos de la historia a realizar sus descubrimientos, se obtiene un mejor contexto y se comprende mejor el fundamento teórico.
Si además se apoya con proyectos y experimentos que permitan al alumno observar y comprobar sus propias teorías, el resultado final es muy superior al que se obtiene en la actualidad. No solo adquiere mejor los fundamentos teóricos, también se proporciona la suficiente tracción al alumno como para pensar por sí mismo, experimentar y descubrir nuevas formas de alcanzar un mismo objetivo.
Una de las grandes razones por las que la comunidad educativa está tratando con tanto interés la tecnología en las aulas es la creciente necesidad de este tipo de enseñanzas y metodologías para afrontar la revolución digital que ya está transformando nuestra sociedad. Según el estudio realizado por Samsung España, el 82% de los profesores consideran la inclusión de la tecnología como un aspecto esencial para preparar de la mejor forma posible a los alumnos del futuro.
Otro de los beneficios más destacados —especialmente por parte de los padres— es la inminente “mochila digital”. El abandono de los libros de texto tradicionales y su progresivo reemplazo por elementos electrónicos como el ordenador portátil o la tablet es un aspecto muy apoyado por los padres y los alumnos. Sus principales razones son el peso de las mochilas y, sobre todo, el aspecto económico. Asimismo, a nivel ecológico supone un gran paso hacia delante gracias a la menor tala de árboles para la impresión de libros de textos.
En el caso de los colectivos con capacidades y necesidades especiales, los profesores se muestran muy optimistas al respecto. Las soluciones tecnológicas propuestas por las principales compañías del sector permiten individualizar más el aprendizaje y hacer un seguimiento más cercano a este tipo de alumnos, pudiendo adaptar los contenidos al ritmo de los mismos.
Esta tendencia conocida como “modularidad” o “aprendizaje personalizado” es una de las piezas clave de esta transformación digital que está sufriendo la educación. Hasta ahora, todos los alumnos debían seguir el mismo ritmo de aprendizaje, causando dificultades tanto a los alumnos con necesidades especiales como a los alumnos con capacidades especiales. Gracias a la modularidad, los alumnos podrán mantener un ritmo completamente individualizado —dentro de unos márgenes—.
Tener acceso a información global permite al alumno tener una visión más completa de un suceso concreto. De la misma forma, dejar que sea el propio alumno el que investigue de forma independiente fomenta el desarrollo de aptitudes que hasta ahora eran esquivadas en las aulas tradicionales mediante el uso de la metodología estándar.
Por otra parte, la penetración de la tecnología en el ámbito educativo contribuye a una mayor versatilidad y globalización. Los alumnos pueden acceder e interactuar con información personas de cualquier parte del mundo, obteniendo perspectivas más ricas de los contenidos que se están impartiendo en el aula. De la misma forma, se fomenta la investigación por parte de los propios alumnos, los cuales pueden ir más allá de los conocimientos mínimos impartidos en el aula.
Paralelamente, el uso de la tecnología en la educación permite una mayor flexibilidad horaria a aquellos alumnos que la requieran. En enseñanzas universitarias, contar con materiales audiovisuales en las diferentes plataformas virtuales permite que los alumnos puedan realizar actividades paralelas a sus estudios universitarios independientemente de los horarios de los mismos. Una virtud que contribuye, indirectamente, al desarrollo de la autonomía de los alumnos y del autoaprendizaje, una aptitud muy importante en el mercado profesional.
Al igual que la tecnología permite una mayor flexibilidad horaria, también permite una mayor flexibilidad geográfica. Gracias a la universalización de Internet y a la progresiva migración de los contenidos educativos a plataformas virtuales públicas y/o privadas, es posible continuar la enseñanza independientemente del lugar en el que se encuentre el alumno.
Los alumnos con necesidades y capacidades especiales son los más beneficiados por la tecnología. Las barreras que han dificultado el camino de estos colectivos están siendo derribadas por fin, fomentando la integración y aumentando las posibilidades en el futuro.
Los alumnos con discapacidades es uno de los colectivos más beneficiados por la llegada de la tecnología a las escuelas. Las múltiples opciones de accesibilidad que ofrecen los dispositivos electrónicos del presente, permiten a los alumnos con discapacidades motrices, auditivas o visuales seguir las mismas metodologías y contenidos que el resto de sus compañeros de clase, eliminando así barreras que han estado presentes durante décadas.
Los alumnos con sobredotación, síndrome de Down, ASPERGER o autismo también son algunos de los colectivos más beneficiados. La ya citada modularidad permite atender mejor sus necesidades particulares y hacer un seguimiento más profundo y continuo de su progreso. No obstante, tal y como la Confederación española de Asperger y AESAC nos citaban, este uso de la tecnología debe estar acompañado de unas prácticas diferentes por parte de los docentes y, sobre todo, de programas que faciliten la inclusión y el desarrollo de estos alumnos dentro del aula.
Gary Hecht (Inspector, District 75, Nueva York): “Ha dado alas a la mayoría de nuestros alumnos. Muchos han mejorado su conducta social, emocional y académica. Es algo que observamos todos los días.”
Desde Apple, por ejemplo, hacen mucho énfasis en los beneficios que la tecnología tiene en este tipo de colectivos. Centros como la escuela de educación especial Poděbrady de la República Checa hacen uso de sus tecnologías para favorecer el desarrollo de sus alumnos, logrando, entre otros beneficios, mayores niveles de interés y atención que con otras metodologías.
Para ello, los docentes escogen aplicaciones determinadas que fomenten aptitudes concretas en sus alumnos. Es el caso de My Play Home, una sencilla aplicación que permite a los niños con discapacidades a habituarse y desenvolverse mejor en situaciones cotidianas como cocinar, lavarse las manos antes de comer o apagar el fuego cuando el agua empieza a hervir —costumbres que les preparan para la vida adulta y en sociedad—. Además, todo ello se realiza mediante el juego y el dinamismo, lo que permite llegar a un nivel más profundo y atraer una mayor atención.
Otra aplicación con un gran valor para los alumnos con necesidades especiales esProloquo2Go, disponible para iPad. Esta sencilla aplicación fomenta la comunicación verbal en aquellos alumnos con dificultades expresivas, emocionales y comunicativas.
La tecnología está transformando la educación más allá de la escuela
Más allá del sistema educativo tradicional, la tecnología está posibilitando la llegada de nuevas formas de educación. Son tendencias conocidas como e-learning, las cuales permiten adquirir conocimientos y evaluarlos mediante plataformas virtuales o aplicaciones para smartphones y tablets.
Uno de los casos más populares es el de Duolingo, un servicio online que permite aprender nuevos idiomas directamente desde un smartphone o un ordenador convencional. El éxito de la aplicación es incuestionable: en Google Play cuenta con más de 50 millones de descargas, y sus usuarios activos superan los 10 millones cada mes.
La fórmula del éxito es sencilla: contenido accesible y gratuito mezclado con una metodología dinámica y divertida. Y es que en Duolingo abundan los ejercicios prácticos, los juegos y las metas personales, fomentando así el uso continuo de la aplicación y, por consiguiente, la adquisición de nuevos conocimientos.
El progresivo avance de la educación más allá de las escuelas —impulsado por el progreso tecnológico— tiene un efecto social doble: la educación es más universal que nunca y el número oportunidades aumenta exponencialmente independientemente de nuestras condiciones sociales, geográficas o económicas.
A un nivel más avanzado también encontramos propuestas como edX, unaplataforma de cursos online masivos y abiertos (MOOC) fundada por el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de Harvard en 2012. En la plataforma podemos encontrar cursos online sobre administración de empresas, emprendimiento, electrónica, programación, mecánica de fluidos… Casi cualquier disciplina cuenta con cursos en esta plataforma.
Lo maravilloso de este servicio es la posibilidad de adquirir conocimientos de instituciones tan prestigiosas como el Masachusetts Institute of Technologysin levantarse del sofá. Un sueño casi impensable hace una década. Además, una vez superados los conocimientos, podremos obtener un título por la institución correspondiente que certifique la finalización y superación de nuestros conocimientos.
En España también contamos con MiríadaX, una plataforma similar a edX en la que colaboran empresas como Telefónica Educación Digital, Universia o el Banco Santander. En ella podemos cursar estudios de universidades nacionales como la Universidad Europea de Madrid, la Universidad Carlos III o la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Todo ello con total libertad y flexibilidad.
El e-learning se está convirtiendo en una vía de aprendizaje válida, aceptada y, sobre todo, versátil. No obstante, los expertos señalan que el futuro del aprendizaje no pasará solo y exclusivamente por este. El modelo hacia el que migramos se aproxima más a una fusión de lo tradicional y el aprendizaje no presencial.
Ante esta tendencia de ofrecer conocimiento mediante Internet y de una forma no presencial, una de las cuestiones más recurrentes es: ¿pasa el futuro de la educación por el e-learning? Al plantear esta cuestión a varios docentes de centros como la Universidad Politécnica de Madrid o la Universidad Europea de Madrid, las respuestas eran muy contundentes: la educación no presencial continuará avanzando y se posicionará como un pilar esencial del sistema educativo, pero el modelo hacia el que migramos se aproxima más a un modelo híbrido que combine tanto la educación presencial como la no presencial.
Y es que los docentes sostienen que la relación personal entre el profesor y el alumno, al igual que la enseñanza y explicación de contenidos, no podrán ser reemplazadas en su totalidad, especialmente en los niveles más bajos (como la educación primaria, secundaria e incluso bachillerato). Eso sí, a nivel universitario o post-obligatorio, la oferta de contenidos e-learning crecerá y se asentará como una vía de conocimiento y aprendizaje equivalente a otras modalidades tradicionales.
El largo camino hacia el nuevo paradigma
La llegada de la tecnología a las escuelas es una revolución. Una revolución que docentes, alumnos y padres tienen que abrazar. Los beneficios son múltiples, y los hemos detallado a lo largo de este reportaje. Los retos, por desgracia, también son numerosos, y dificultan el camino hacia ese nuevo y esperanzador paradigma.
No obstante, con el paso del tiempo, el mayor impulso de las instituciones oficiales y, sobre todo, la creciente necesidad de este cambio que experimentará la sociedad, acabará evaporando todas las barreras que, a día de hoy, continúan dificultando el camino.
La transición no será rápida. Docentes de la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad Europea de Madrid señalan que dentro de veinte años ya podremos observar cambios sustanciales en las metodologías, los contenidos y las herramientas utilizadas en la educación. Pero, ¿será tal y como lo estamos diseñando ahora mismo?
Fuente: https://hipertextual.com/especiales/tecnologia-en-educacion
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