Perdiendo a los estudiantes rurales (I)

26 de abril de 2017 / Fuente: http://compartirpalabramaestra.org/

Por: Roosevelt Andrés Ramos Osuna

En la educación se puede desarrollar un trabajo en colectivo de los estudiantes, al ser el inicio para el tejido de un sistema de redes mirándolos al mismo tiempo y al mismo lugar.

Los jóvenes de hoy son de vivencias tecno-informáticas donde, por ejemplo, los avances tecnológicos posibilitan un mínimo esfuerzo los encierra en un mundo con muchas posibilidades al mundo, pero donde esas posibilidades no les permiten abrirse a la afectación o capacidad de dejarse afectar por sí mismos, ese viaje a sí mismos no es auto-reconocido, ni menos autobiográfico con su historia.

De ahí, que como efecto de esto hay muchos casos de la gran cantidad de suicidios en jóvenes en edad escolar en el departamento del Quindío, uno de los más afectados, año tras año, por este flagelo. Al no auto-reconocerse sistemáticamente en la vida, es decir al no configurar el conocimiento, gnoseológico cognitivo, no se puede tener un proyecto de vida claro y definido. En este proceso, toda relación se da dos veces: primero a nivel social o interpersonal y luego a un nivel individual o intrapersonal. Cuando se habla de adoptar y adaptar se debe hacer hincapié que como educandos en colectivo se utilizan y crean imágenes e información integrada de perspectivas y vivencias que sirven como materia prima o insumo. Se debe realizar un acercamiento para integrar el contexto, un paneo desde arriba para que la producción se haga desde una red colectiva y no como islas separadas que trabajan solas.

En la educación urbana y rural se puede desarrollar un trabajo en colectivo de los estudiantes, al ser el inicio para el tejido de un sistema de redes mirando todos los educandos al mismo tiempo y al mismo lugar. Puede sonar idealista, pero se re-explora el pensamiento vinculante al contagiar por el entusiasmo y convicción teórico práctica de los demás integrantes aula de clase. Es así que de manera consecuente se pueden estar llegando a crear mundos compartidos dándole una utilidad y resultados beneficiosos a la “otredad” entre estudiantes, para desplegar nuestros ideales.

En la actualidad, existe de-subjetivación en fenómenos que impiden el acto de educar, un ejemplo muy característico tiene que ver con las cosas vacías para los jóvenes de hoy, por esta premisa se debe entender la ausencia o pérdida sistemática de apropiación o encarnarse a sí mismo. La pérdida se da cuando los estudiantes a temprana edad van dejando de ser niños y de ser exploradores del mundo donde la iniciativa, la creatividad y la innovación se dejan a un lado por vivencias sin sentido o lógicas vacías.

¿Cómo hacer un relevo generacional rural? Es justamente ahí donde se requiere un trabajo interinstitucional, porque antes de ser estudiantes del Ministerio de Educación Nacional, son jóvenes rurales que tienen un saber previo y ancestral en espacio y tiempo que hay que saber desplegar, una serie de vivencias que desde muy pequeños han adquirido en sus hogares rurales, que llevan a la escuela, y que muchas veces no es tenido en cuenta. Esto lo podemos entender desde Nicolás Buenaventura cuando dice que: “la experiencia de apoyarse resueltamente en el carril de los valores, descubrir con los muchachos cómo valen los números cuando suman y multiplican la vida en el mercado, en el juego, en el trabajo, cuando reparten el mundo restando y dividiendo, esa experiencia es invaluable” (1995, pág. 15). Con esto se puede decir que re-crear el contexto rural para el desarrollo de las clases puede resultar provechoso para que esas vivencias se vean plasmadas en la transformación rural a partir de las raíces nativas. Esas vivencias se relacionan de forma directa con el contexto rural, han cambiado ahora lo llaman paisaje cultural cafetero, patrimonio mundial, que se ha prestado para celebraciones y fiesta, pero que representa un reto enorme, pues tal denominación impuesta por la UNESCO demuestra que somos frágiles, lo que es un llamado sobre los riesgos existentes desde lo social, lo cultural, económico, tecnológico, arquitectónico y ambiental. De ahí la importancia de rescatar la alteridad, la justicia cognitiva, la razón activa y la mentalidad colectiva mestiza, sin olvidar la ancestralidad y el porvenir que facilitan la identificación de otros saberes y otras consideraciones porque no hacen parte de la monocultura del saber, el cual se toma como la única verdad y es básicamente la rigidez del conocimiento científico.

Tal como se quiere resaltar las prácticas educativas docentes deben dirigirse a entender e interpretar la mesticidad y vivencias de nuestra cultura para que las clases sean preponderantes en motivar al estudiante y ofertarle calidad humana y en los contenidos. Para obtener resultados significativos en los educandos y en el mismo docente que también aprende y desaprende del ejercicio educativo o, por el contrario, esas prácticas docentes pueden ser excluyentes e influir negativamente en el aprendizaje, la deserción o la desmotivación estudiantil. Según investigaciones de la organización Dividendo por Colombia (COLPRENSA, 2014), de cada 100 niños que están en edad escolar el 20% no ingresa a estudiar, otro 20% no finaliza la primaria, el 10% no llega al noveno grado, otro 20% no llega a undécimo grado y tan sólo el 30% termina sus estudios de bachillerato.

El asunto es preocupante porque no se está realizando el análisis para educación rural y se integran estudios desde el contexto urbano y rural donde todo lo contrario deben disgregarse y atender las características de los dos sectores por aparte, pues las necesidades y condiciones son divergentes unas de las otras. Este tipo de análisis no convoca a los estudios cualitativos donde todavía hay más rasgos de sentido opuestos, las vivencias deben de tomarse desde estos puntos de vista alternos para obtener otros tipos de datos e información que permita otras miradas integradoras. Es así que, por ejemplo, las ciencias naturales y educación ambiental, que tienen íntima relación con los contenidos agropecuarios pueden hacer re-pensar la pedagogía desde las vivencias con la naturaleza en las ciencias.

Debido al mundo globalizado se están perdiendo cada vez más rápido la herencia ancestral rural, el saber agropecuario que estaba tan difundido en las fincas donde imperaban los animales y las plantas y donde ahora se ven productos agroquímicos multinacionales que crean desequilibrio natural y desequilibrio antropológico. Además, nuestros jóvenes tienen mentalidades urbanas y mínimos deseos de permanecer en el campo y estas tierras están llenas de adultos mayores que mueren con esas vivencias y ese saber ancestral agropecuario.

En la senda de estas ideas corresponde a nosotros mismos salvaguardar los saberes campesinos, pero antes de esto diagnosticar cuáles son los tipos de saberes que imperan en todo el territorio nacional y luego realizar estrategias para que en determinada región de acuerdo a los rasgos y características del campesinado se realicen acciones en pro del mantenimiento de éste tipo de saberes y que estos sigan siendo heredados y que mejor oportunidad que desde cada una de las Instituciones educativas del orden nacional donde el tema de clase diario sean los saberes campesinos de la vida práctica en concordancia con el conocimiento implantado por el Ministerio de Educación Nacional el cual ha sido acreditado por la ciencia. De ahí la necesidad que desde el currículo se puedan realizar cambios estructurales y transformadores que incorporen e incluyan a nuestros campesinos menos favorecidos, jóvenes rurales y mujeres rurales con sus experiencias vivenciales.

Como lo menciona Freire, nadie le enseña a nadie, nadie aprende solo, se aprende en el colectivo. Por lo tanto, a partir de esta interpretación y comprensión no se puede hablar de la ruralidad de hoy con la ruralidad de hace 50 años atrás, donde el sector primario deprimido de la economía refiere que más del 70% de la población se encontraba en el sector rural (cuerpos útiles), ahora tan sólo es menos del 30% y la migración o éxodo de personas aumenta constantemente16. Si no se tienen personas en el campo y mucho menos no exista un relevo generacional que remplace a nuestros adultos y adultos mayores del campo, entonces se corre en riesgo de perder el saber ancestral transferido durante años en las zonas rurales de Colombia. La educación agropecuaria les daría a los niños y jóvenes rurales las herramientas necesarias para trabajar la tierra, razón por la cual resultaría útil para conservar y fortalecer los vínculos ancestrales con nuestros campesinos.

Puntualiza Hanna Arendt (1993) que “la pluralidad es la condición de la acción humana, debido a que todos somos lo mismo, es decir humanos y por tanto nadie es igual a cualquier otro que haya vivido, viva o vivirá”. La educación agropecuaria es una salida muy esperanzadora y emancipadora donde la educación para el trabajo rural sea atractiva, útil e interdisciplinaria, conservando las vivencias y esos vínculos ancestrales ligados a la memoria, como la película “Avatar” con los nativos y su simbiosis de humanización con su propio mundo. Es una historia que pone en tensión, de ahí el valor de la investigación e indagación, ya que moviliza espacios de encuentro para una pedagogía de la esperanza, para que esta película real termine construyendo sentires, circuitos de pensamientos y reflexiones que enriquezcan nuestro ejercicio educativo rural cuando exista un lazo social que armonice lo eficaz y lo justo y haya la construcción de un saber nuevo partiendo del ancestral, lo que no se consolidaría como factor de poder si existiera la estandarización en las aulas y la rutina cerrada donde no son posibles las vivencias, los acontecimientos y mucho menos los riesgos educativos rurales.

Es preciso, por tanto, llegar a una idea y a una política de la justicia que esté ligada a las del consenso y que pueda desde el contexto natural y/o rural, emprender procesos educativos que desde la vida rural y las prácticas docentes se ejerza una política de criticidad al contexto, porque antes de hablar de estudiantes rurales, se refiriere a jóvenes rurales con necesidades y problemáticas que interfieren para un verdadero encuentro con el otro.

Según Zemelman, (2005) el pensar epistémico va más allá de lo escrito, nace de la capacidad de criticar las teorías ya hechas, parte de la duda previa, no hay ninguna teorización sino posibilidades, es decir, no tiene sólo un contenido, sino muchas posibilidades de contenido. Un pensamiento capaz de reconfigurar lo que ya ha sido construido, un pensar necesario, para que el sujeto pueda hilar sus propias estrategias de aprendizaje. Se pueden cumplir con unas competencias donde se tiene en cuenta el contexto para tener una pedagogía formadora y que esa formación sea un viaje un trayecto emancipador, el estudiante cumpla sus competencias y se divierta, juegue experimentando con el escenario vivencial agropecuario que tiene a la mano como ruta de trabajo y acontecimiento diario de clase fomentando el pensamiento hipotético deductivo. Este pensamiento hipotético deductivo que se requiere, pues en tiempos actuales se vive en declive de la educación, ahora la escuela es el escenario donde no sólo está la educación y la formación, sino también los problemas de nuestra sociedad se han transferido a ella.

La educación sigue siendo la esperanza, pues al hacerla vivencial se puede enfocar el enseñar a pensar, re-pensar, enseñar a formar, re-formar, pero antes que el docente esté formado y tenga esa formación para dar inicio a una real necesidad educativa donde se contextualice la didáctica y la pedagogía con estudiantes críticos, autónomos de pensamiento, políticos y éticos, pues es de esta manera como se puede hablar de suramericacentrismo nativo. Por ejemplo, en nuestro medio, pensar de educación rural técnica debe contemplar ese saber ancestral y esa herencia agropecuaria que se pierde cada día más, debido a muchos factores, como por ejemplo: la modernización inmadura y el mundo líquido. Es donde se gira hacia la historicidad misma que juega un papel fundamental en la educación integral y en las construcciones epistémica individual y colectiva, para que no haya pensamientos y actuares tímidas, sino estratégicos. La pedagogía se concreta como el espacio en el cual la cultura se asume, se adapta, se apropia, se impone, se cuestiona, se transgrede, pues en ella se confronta con aquellos aspectos que cotidianamente no se impugnan ni cuestionan. Las vivencias y el saber agropecuario llegan a crear una episteme estudiantil al objetivizar un diálogo de saberes y construir coyunturas entre la interculturalidad y la construcción de conocimiento, donde, claro, también puede existir la adoptabilidad de saberes étnicos, al consolidar nuevos saberes, nuevas realidades e identidades.

Fuente artículo: http://compartirpalabramaestra.org/columnas/perdiendo-los-estudiantes-rurales-i

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Roosevelt Andrés Ramos Osuna

Docente de la Institución Educativa rural “Naranjal”, ubicada en Quimbaya, Quindío