Por Paola González-Rubio.
Con la coyuntura nacional del anuncio del nuevo Modelo Educativo (ME), e internacional con el tan mencionado enfoque en el desarrollo de habilidades para la vida, se ha puesto mayor atención a qué y cómo se aprende en las escuelas; a esto le llamamos currículum. Una sociedad enfocada a la inclusión en educación – donde tod@s pueden estar, aprender y participar en la escuela – debe dar a cada persona la oportunidad de cumplir sus distintos y diversos intereses, sueños y pasiones, a través de la educación. Por lo tanto, podemos decir que un currículum es incluyente cuando permite que tod@s aprendan lo que quieren y lo que necesitan.
Actualmente, el currículum de educación básica en México presenta diferentes barreras para lograr ser incluyente. El nuevo Modelo Educativo ha considerado cambios relevantes que podrían resultar en un proceso educativo más incluyente, sin embargo, seguimos identificando un diseño rígido, limitadas posibilidades de adecuación de acuerdo al contexto, y una falta de plan o ruta de implementación que pone en juego el aprendizaje de las niñas, niños y jóvenes. ¿A qué nos referimos con esto? A pesar de que el nuevo Modelo Educativo reconoce la importancia de flexibilizar el diseño curricular, éste seguirá a cargo de la SEP, específicamente de la Dirección General de Desarrollo Curricular, dejando a las escuelas un porcentaje de horas lectivas (que varía de 2 a 27 por semana dependiendo el nivel, tipo de servicio y si es de jornada completa) para aprender lo que quieran… lo que quieran de cinco campos que la SEP ha establecido: profundización de aprendizajes clave; ampliación de las oportunidades para el desarrollo personal y social; nuevos contenidos relevantes; conocimiento de contenidos regionales y locales; e impulso a proyectos de impacto social.
Un ejemplo de los obstáculos para la adecuación curricular es el caso de las barreras para el aprendizaje y la participación (BAP) que experimentan las y los alumnos. Este trabajo continúa a cargo de las Unidades de Servicio de Apoyo a la Educación Regular (USAER – aunque pueden tener distintos nombres a nivel estatal), pero estas Unidades sólo llegan a un mínimo de escuelas en las zonas más aventajadas del país, dejando a muchas alumnas y alumnos sin el apoyo necesario para aprender. Por otro lado, la implementación curricular en las aulas está a cargo de las y los docentes, sin embargo, no hay actualmente una ruta definida para formarles en el plan de estudios derivado del nuevo ME. ¿Hasta cuándo niñas y niños van a seguir aprendiendo el currículum anterior? ¿Quiénes serán las y los niños que podrán beneficiarse de lo que, en teoría, este nuevo Modelo traerá? ¿Por qué no se planea para tod@s?
Además, las comunidades indígenas aprenden con libros de texto, componente importante de un currículum, absolutamente descontextualizados; algunos no han sido actualizados en más de veinte años, mientras que los libros de texto de educación regular se actualizan con frecuencia, a veces cada año. Por otro lado, los estereotipos de género en las representaciones de estos libros – documentados en un estudio realizado por la propia SEP – es un punto de exclusión que impacta tanto a niñas como a niños. Hasta ahora, no se ha anunciado oficialmente un plan para asegurar que los materiales que deriven del nuevo Modelo Educativo no repitan estas exclusiones.
La propuesta del nuevo ME considera involucrar a la comunidad en la definición de lo que se aprenderá en el espacio de autonomía curricular.
Sin embargo, el Modelo no ha presentado una estrategia de desarrollo de las capacidades de la comunidad escolar para realmente empoderarlas y promover su participación efectiva. Sin esto, será imposible lograr lo que el Modelo busca y se quedará siendo un ejercicio de buenas ideas.
En nuestro estudio sobre educación incluyente, Tod@s, abordamos de manera más extensa un análisis sobre el currículum actual en México y proponemos acciones para encaminarlo hacia uno incluyente. Entre estas propuestas incluimos: 1) el reconocimiento a la diversidad – abrir la posibilidad de realmente contribuir al diseño curricular desde el ámbito local para impactar positivamente el desempeño y la inclusión de las comunidades escolares; 2) flexibilizar y descentralizar el diseño de manera efectiva para responder a las expectativas y necesidades de todas y todos, promover la participación de los estudiantes, democratizar las oportunidades, y visibilizar temas transversales; 3) un diseño participativo para eliminar la exclusión de la comunidad escolar en la definición de lo que se debe aprender; y 4) diseñar y usar materiales didácticos para la inclusión.
Como ciudadan@s, miembros de la sociedad civil, maestr@s y familias, debemos seguir con atención los resultados del pilotaje de este nuevo currículum durante el ciclo escolar 2017-2018 para involucrarnos y exigir una educación incluyente para tod@s.
La autora es Investigadora en Mexicanos Primero.