04 Junio 2017/Fuente: La Palabra /Autor: Raúl Vigini
Estudió Ciencias de la Educación en la Universidad de Buenos Aires, obtuvo una beca del Conicet para su formación de posgrado que le permitió acceder a la Maestría en Ciencias Sociales. Logró el Doctorado, mientras vivió en Alemania y Brasil. Se desempeñó laboralmente en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y puso en marcha en la Universidad de San Andrés el proyecto Escuela de Educación. En el nuevo siglo integró un equipo para desarrollar un plan de ayuda a escuelas de provincias argentinas en situación de vulnerabilidad social. Participó del Programa Conectar Igualdad, fue Directora General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires y actualmente es Secretaria de Ciencia, Tecnología y Políticas Educativas del Municipio de La Matanza. De la importancia del sistema educativo para afrontar el futuro de la sociedad nos cuenta en esta charla con LA PALABRA
LP – ¿Alcanza el seis por ciento en el presupuesto nacional destinado a educación? ¿Por qué tuvimos tantos intentos fallidos en política educativa?
S.G. – El seis por ciento del producto bruto interno no alcanza y cuando uno mira a la política no tiene que escuchar lo que dice un presidente o un gobernador, tiene que ver cómo invierte en educación: si invierte más es que le preocupa, y si invierte menos es que no le preocupa. No alcanza el seis por ciento porque si nosotros estuviéramos en condiciones de infraestructuras maravillosas y ya estuviéramos en jornada completa a lo mejor sería suficiente, peor no es el caso. Ahora tenemos que hacer una inversión enorme, para poder garantizar esa mejor educación, por ejemplo ocho horas de clase, distribución anual de libros de texto para todos los chicos en la escuela primaria elegidos por las inspectoras y por los docentes, no elegidos en un puesto. Y esos son temas claves, no son temas menores. Creo que se avanzó mucho con la Ley de Financiamiento educativo que obliga que el estado invierta el seis por ciento del PBI en educación que se superó con partidas que no eran de educación pero iban a educación. Fue la primera vez en décadas que había un aumento presupuestario. Pero cuando tenés el presupuesto tenés que invertir bien. Podés tener más pero mal invertido, por eso es tan importante el saber técnico. Técnico que por ahí tienen los docentes o los especialistas. La pedagogía requiere muchos años de estudio y de lectura, conocer las aulas, y por ahí alguien que no habiendo sido nunca docente ni especialista, de grande se quiere reconvertir y lee tres textos y se convierte de abogado en pedagogo. Necesitamos de estos saberes, pero no podemos tener gente que no es ni docente ni especialista.
LP – Hay temas en el debate actual: uno es la cantidad de institutos de formación docente comparado con otros países desarrollados.
S.G. – La cantidad de institutos de formación docente no es un problema en sí mismo, es un invento que nos desvía del foco de atención verdadero. Entonces me preocupa eso y no en cómo mejorarnos en la escuela las herramientas para que el docente pueda enseñar mejor. Y el tema de la formación docente es un modo de decir son todos un desastre cuando no es así. Es importante actualizar la formación docente antes del inicio de clases en febrero con capacitaciones específicas para los contenidos que tiene que dar el docente en el aula. Cuando uno lo hace bien los docentes van. La cuestión es cómo se diseñan y qué políticas educativas se priorizan. Porque si evalúo a los docentes y no les doy las herramientas para que enseñen no van a poder mejorar. Y otro tema que me preocupa es cuando se dice que en la secundaria tenemos mala calidad. Cuando uno mira los resultados de Argentina en las pruebas internacionales lo que uno ve es que hubo una mejora y después un amesetamiento. Pero cuando uno mira la tasa de escolarización -cantidad de chicos que van a la escuela- versus calidad, lo que ve es que los docentes tenían que enseñar a muchos más chicos. Y a mí lo que me preocupa es que hay un modo simple, fácil y antidemocrático de mejorar la calidad, que es expulsar a los chicos de la escuela. Iba al Nacional Buenos Aires, entramos trece divisiones de treinta alumnos, y habremos terminado cinco o seis de veinte alumnos. ¿Qué hacían? Seleccionaban. Si les hacías un test de calidad a los que terminaban ibas a tener muy buenos resultados porque todos los demás estaban afuera. Y las pruebas de calidad miden solo chicos escolarizados. Si quisieras mejorar mágicamente la calidad en dos años lo que hacés es expulsar a los chicos y te va a dar bárbaro la calidad. Pero lo que nosotros necesitamos como país es garantizar calidad con todos los chicos adentro. Por eso educación parece fácil pero es un tema muy delicado. Me da pena que muchas veces tenemos una mirada más política del tema educativo y menos técnica, entonces cada uno toma el numerito que le conviene para decir lo que quiere. Eso muestra mucha ignorancia atrás sobre el tema. Y eso complica el diseño de políticas educativas. Que en un país democrático la variable de ajuste pueda llegar a ser la escolarización es muy grave porque hoy en esta sociedad del conocimiento donde todo lo que tenemos alrededor es valor agregado, no saber te lleva a lugares muy complicados. Como sociedad tendríamos que proponernos meta e ir por ello pero con debates más serios haciendo consultas y con un nivel de colaboración más amplio. Asesoro al Ministerio de Educación de Chile en un proyecto sobre gestión escolar y en el comité asesor externo somos cinco personas, una de ellas es la principal referente del partido opositor y los diálogos se desarrollan de un modo extremadamente agradable. Todo el mundo es escuchado. Tendríamos que mirar la educación con esta perspectiva, con más generosidad, con más saber técnico. No hay ninguna mejora que se pueda hacer a pesar de los docentes. Entonces uno tiene que generar el consenso con los docentes que son los principales protagonistas del sistema educativo en vez de maltratarlos.
LP – ¿Y el nivel de formación en el perfil actual del egresado docente?
S.G. – Tenemos que empezar por tener institutos de formación con libros porque los alumnos no pueden comprarlos. En ese caso no va a tener problemas para enseñar. Volvemos siempre a lo mismo. Y los maestros no somos magos, no podemos enseñar comprensión lectora sin libros. Nadie puede enseñar a leer sin libros. Recorro profesorados y veo un esfuerzo enorme por la calidad. En mediano plazo vamos a tener falta de docentes, de hecho ya lo tenemos en algunos lugares. Y me parece importante que los que quieren ingresar tengan la oportunidad a través de un seguimiento pedagógico de poder seguir y de tener una alta tasa de graduación en los profesorados. En el trabajo docente tenemos que sumar la superpoblación de las aulas, que el docente tiene que hacer un sinnúmero de cursos para poder cobrar un salario que le permita llegar a fin de mes. Cuando uno está frente a un aula tiene que dar todo. No porque gana poco puede enseñar mal, porque está frente a otros estudiantes, pero sí tiene que haber políticas de mejoras de las condiciones laborales que permitan que ese docente ascienda no solo por antigüedad. Como en la facultad que se va permitiendo que ese docente progrese sin salir del aula, reconociendo el saber, además de la antigüedad y con buenos salarios.
LP – ¿Qué opinás sobre la reválida de los títulos y los cargos?
S.G. – Me parece que si hubiera una buena carrera docente estaría dado por la carrera docente implícitamente. Entonces se mantiene como incentivado porque los jóvenes podrían tener un docente formador que los vaya ayudando. Se generaría un incentivo muy interesante basado en que un docente pueda seguir siendo docente y pueda seguir queriendo estar frente alumnos. Todo esto se puede hacer con el consenso de toda la comunidad. No creo que pueda haber esta idea de imponer, de ir contra. Escuché decir que un buen político es aquel que resuelve los conflictos y me pareció muy interesante. Con diálogo verdadero, con acuerdos para hacer un trabajo en conjunto.
LP – ¿Estás orgullosa con tu historia personal de un papá que pudo estudiar?
S.G. – Sí. Creo que me dediqué a la educación por mi historia personal. Como sabés, mi abuelo era obrero, mi papá vivía en un conventillo y fue una maestra anónima, por eso digo que valoro tanto a las maestras porque lo que hicieron con mi papá lo siguen haciendo ahora en una gran mayoría. Una maestra de la primaria le dijo que tenía que seguir la secundaria y mi papá le dijo que tenía que ir a trabajar y no podía. Y en ese momento había examen de ingreso para la secundaria. Le dijo: “bueno, andate al Ministerio de Educación y fijate si conseguís una excepción para estudiar en la nocturna” aunque recién era permitido a partir de los dieciséis años. Mi papá de pantalón corto fue al Ministerio -en esa época no era tan difícil entrar a ese lugar- pidió la excepción, se la dieron, la maestra esa lo preparó, dio bien el examen de ingreso. Le tocó una escuela de Palomar y no podía ir porque no llegaba por el trabajo, fue otra vez al Ministerio y se recibió en el Vieytes en la nocturna. La verdad que uno dice ¡qué país, no? ¡Qué maestra! Ni siquiera nos acordamos del nombre de esa maestra, pero esa maestra es todas las maestras, es la gran mayoría. ¿Por qué no las mostramos? ¿Por qué? si hay muchas que son así…
Fuente de la entrevista: https://diariolaopinion.com.ar/noticia/181812/en-busca-de-silvina-gvirtz-pedagoga
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