29 Diciembre 2017/Fuente:diariodemallorca /Autor:Matías Vallés
Andrés Jaume (Palma, 1979) se licenció y se doctoró en Filosofía por la universidad de Salamanca. Desde hace diez años ejerce…
—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿También es masón por llevar la contraria?»
—Por supuesto. Me cautivó la vinculación de la masonería con el racionalismo ilustrado, a partir de un documental de La 2 y de la reproducción de la logia que Franco había hecho instalar en Salamanca. El secreto es lo que menos me interesa, porque el esoterismo es altamente nocivo.
—Pues se suponía que los masones son una sociedad secreta.
—El secreto es constitutivo de la masonería, como lo es del Estado moderno en el secreto de Estado. Hay masones que lo han cultivado, el problema es cuando se emplea para conspirar, confabular o subvertir.
—El Opus es igual de efectivo y además te vas al cielo.
—Es más efectivo, siempre estás justificado, y además te vas al cielo. El precio que pagas es tu propia libertad. El Opus es demasiado caro.
—Si la masonería no es una religión, le falta muy poquito.
—El enigma de la relación entre masonería y religión descansa en una paradoja. En el Siglo de las Luces aparece un grupúsculo que habla de libertad de crítica pero se encierra en camarillas, con velas e incienso, y practica una religión natural basada en el Gran Arquitecto del Universo.
—O sea que es una religión.
—Con la diferencia de que en la masonería no hay clero, ni dogma, ni verdad sancionada por una jerarquía, y que es democrática y basada en el librepensamiento.
—No oculta su decepción con la UIB.
—Como idealista que soy, me gustaría que las universidades conectaran con la visión de Ortega o de Unamuno, pero la excesiva burocratización ha transformado el templo del saber en la factoría del saber.
—En la guerra de su departamento de Filosofía está con los malos.
—¿Con los malos? Creo que soy un verso libre.
—Pero hay una guerra.
—La guerra está publicada, es obvia y manifiesta, no reina el ambiente óptimo. Se necesita comunicación para evitar que estas situaciones se enquisten y muten. El problema está tan difuminado que ya no se sabe cuál es.
—¿En los colegios religiosos se adoctrina?
—La educación siempre ha sido una cuestión política. Quien quiera separarlas, o afirme que la ideología nada tiene que ver con la enseñanza, es un ignorante. Es mejor poner las cartas sobre la mesa que pretender una neutralidad ilusoria, sobre presuntos conocimientos objetivos. El libre examen del alumno debe ser fomentado por una formación republicana.
—Así que es usted republicano.
—Soy republicano como ideal racional de vida social, pero no soy un comerreyes. Entiendo una monarquía por pragmatismo pero, ¿preferiría un título de doctor firmado por un rey o por un presidente? Mejor el segundo, aunque sea un cafre.
—No sé si sabe que también es usted de derechas.
—No tengo conciencia de ser de derechas, pero tampoco me circunscribiría al buenismo de la izquierda. Me presento como socioliberal, que un dicotómico identificará con la derecha.
—En cambio, nadie le confundiría con un nacionalista.
—Por supuesto que no, soy un antinacionalista militante, tanto del nacionalismo catalán como del español con el que desgraciadamente me asocian. Durante el siglo XX, los nacionalismos tiñeron la tierra de sangre, no me interesa ni en sus vertientes federalistas ni en la aberración de lo nostro.
—¿Palma padece «onanismo provinciano»?
—Entre otras patologías graves. Su política cultural tiene mucho de política y poco de cultura. La oferta se guía siempre por intereses nacionalistas, y la «alta cultura» de Steiner brilla por su ausencia.
—¿Por qué se han mudado entonces a Palma todos los suecos del Universo?
—Las razones climatológicas son evidentes. Habría que preguntarse además qué suecos se han mudado, aparte de que una cosa es instalarse y otra integrarse. ¿Morir sepultado por el provincianismo? No, gracias.
—Tal vez no somos diferentes del resto del planeta.
—Ortega ya diagnosticó una sociedad de masas con una cultura fast food, reducida al ocio y que desprecia la formación. Los alumnos se gradúan en Filosofía sin haber escuchado La Pasión según San Mateo de Bach.
—A su edad, Nietzsche ya lo había dicho todo.
—No es un autor que me sea afín, prefiero la filosofía que va a ritmo de tortuga, como Kant. Viajo por el espacio del ensimismamiento, lo mío son las carreras de fondo.
—¿La filosofía resuelve la vida o solo la muerte?
—Ayuda a estar entre las cosas, tiene que ver con el fragor de la vida cotidiana. No creo en las filosofías trascendentales, solo en las mundanas. Y no me daré cuenta de que me muero, solo estaré muerto para los demás.
Fuente de la entrevista: http://www.diariodemallorca.es/mallorca/2017/12/23/andres-l-jaume-educacion-sido/1274255.html
Fuente de la imagen: http://fotos00.diariodemallorca.es/2017/12/22/328×206/sdm060ul001203030manua