“Pásame memoria”, un proyecto intergeneracional de recuperación de la memoria

Por: Jaume Carbonell

Este programa de intercambio y aprendizaje intergeneracional se desarrolla por cuarto año consecutivo en el Instituto Manuel Vázquez Montalbán de Sant Adrià del Besòs (Barcelona) en colaboración con otras entidades de la ciudad.

Se empieza con el anticurrículum

Viernes, nueve de la mañana. Un grupo de tres chicas y siete chicos de cuarto de ESO que participan en un proyecto de diversificación curricular (destinado al alumnado en situación sociofamiliar desfavorecida y con alto riesgo de abandono escolar), inician la segunda sesión de este proyecto. Lo coordinan y dinamizan David Picó y Maria Moreno, del punto Òmnia de la zona, un recurso comunitario que, amén de otras actuaciones, promueve la inclusión social y laboral a través de la alfabetización digital. Lo primero que hacen es valorar brevemente cómo fue la sesión anterior: “Bien. Sorpresa. No me lo esperaba”, son las primeras palabras adolescentes.

Esta sesión grupal sirvió para la presentación de las actividades y metodología de “Pásame Memoria”, así como de todos los participantes. El alumnado ayudó a escribir en el ordenador, además de los datos básicos del currículum, otros aspectos emblemáticos de sus vidas cotidianas que no suelen constar habitualmente: por eso le llaman anticurrículum de la memoria. Cuenta David que muchas explicaron que no tenían estudios, poniendo el énfasis en la importancia que las mujeres los tengan ahora. También se habló de cuando vivían en distintos núcleos de barracas. De este modo se va conformando un retrato de la situación del grupo.

Nos encontramos en el local de la “Plataforma Social a la Mina de Salesians Sant Jordi”, la entidad que promueve este proyecto de colaboración intergeneracional a través del Punt Òmnia, con la colaboración de varios servicios municipales. El objetivo básico del proyecto es que este tipo de alumnado realice parte del currículum escolar (adquisición de competencias lingüísticas y comunicativas, competencias informáticas, conocimientos del entorno y de su población, y habilidades sociales), a través de un trabajo compartido de recuperación de la memoria histórica con un grupo de gente mayor del municipio, que suele oscilar entre los 65 y los 80 años.

Más en concreto, se plantean estos tres cometidos: crear un espacio de comunicación, intercambio y reconocimiento mutuo entre personas del municipio que son de generaciones y barrios diferentes; recuperar una parte de la historia popular de Sant Adrià del Besòs; y crear un material de divulgación sobre las historias de vida de las personas mayores.

Antes de terminar este encuentro matutino con el alumnado, los coordinadores les dan algunos consejos: “Tenéis que ir cambiando de pareja, no podéis estar siempre con la misma señora; ya sabéis que hoy la idea es presentar un libro que os haya marcado”. Le pasan la cámara fotográfica a un alumno. “Hoy te toca a ti”. Esta tarea es rotativa, con la intención de que el responsable del día tiene que colgar las fotos y escribir algo en la web del instituto. Al final, con todas las fotos, se montará un vídeo.

Hoy toca libros

Nueve y media de la mañana. Llegan un grupo de siete mujeres mayores con un libro en las mano y, tras cálidas salutaciones, se sientan entre los adolescentes. Se inicia la rueda en la que tienen que contar algo de su contenido y, sobre todo, por qué lo han elegido. Explicamos primero las intervenciones de estas siete mujeres aunque en realidad se han ido entremezclando con las del alumnado y los coordinadores e incluso con la mía, porque aquí todo el mundo participa.

Loli acude sin libro “porque solo tengo libros de recetas de repostería”. Le invitan a que las traiga otro día. Le sigue Maria que habla de las fábulas de Samaniego: “Es un libreto aleccionador que explica una fábula sobre vicios y pretensiones de la vida, luego explica la realidad de lo que puede ser. Lo he escogido porque me traslada a mi época escolar. Lo leo de tanto en tanto”. Remedios “la guapa”, ha leído Sombras en el tiempo, cuya acción transcurre en el año 1949. “Me identifico con lo que cuenta: yo llegué a Barcelona desde un pueblo de Andalucía con el “Sevillano” -el mítico tren con el que llegaban muchos inmigrantes y que desde Sevilla a Barcelona tardaba un día entero-. Tenía entonces 8 años. Al llegar a la estación de Francia nos trasladaron a Montjuïc. Fue la primera vez que vi el mar. Teníamos familia en esta ciudad. Pasamos muchas penurias pero nunca nos faltó el pan”. Carmen muestra La sonrisa etrusca. Se lo compró su hija pequeña. “Yo lo comparo con nuestra vida. Hay alegrías y penurias”. Isabel sorprende al grupo con la lectura de una poesía de La memoria inquieta que termina así:

“No vuelvas la vista atrás,

Saca ya tu pensamiento,

Demuestra lo que tú vales

Y te sentirás contento…”

Aplausos y parabienes. Muestra con orgullo el libro que le ha dedicado  el poeta extremeño Agustín Casero. “Le tengo un especial cariño porque yo soy extremeña y catalana, pues llevo aquí cincuenta años”. Águeda ha leído La catedral del mar y desgrana su argumento con todo lujo de detalles. “Me lo regaló mi hijo y los hechos ocurren en el barrio de la Ribera donde viví de pequeña, en las calles donde jugábamos”. Cuenta que, tras el bautizo de su hermano mayor en esta iglesia -conocida como Santa María del Mar-, mientras lo estaban celebrando en su casa, desde el comedor vieron cómo empezaba a quemarse. Eran los inicios de la Guerra Civil.  Entre presentación y presentación se cruzan preguntas y comentarios en catalán y castellano, indistintamente y de modo muy respetuoso. Finalmente, Lidia saca Un barco cargado de…. “Es el único libro que tenía de lectura en el cole cuando tenía ocho años. Siempre me ha acompañado, sobre todo las poesías de Gloria Fuertes”.

La primera presentación por parte del alumnado  se centra en Bajo la misma estrella, obra en la que la protagonista tiene cáncer terminal. La chica que lo cuenta hace una pausa: “Mi madre tenía cáncer”. No puede contener el lloro pero sigue: “Murió cuando yo tenía un año”. Se produce un silencio cortante. Parece que es la primera vez que lo cuenta en público. Algo tendrá que ver con el clima de confianza y complicidad que se ha establecido ya en un par de sesiones.

Los libros elegidos por los chicos suelen ser de aventuras. Dos de ellos hace tiempo que los tenían pero aún no los habías leído; lo han hecho ahora gracias al proyecto de lectura del instituto. A raiz de El diario de Greg, al referirse al niño que es un “pringao”, se hila una conversación alrededor de su significado: “¿Qué es un pringao?”.

También los dos coordinadores dan a conocer sus elecciones. David, una esmerada edición desplegable de Alicia en el país de las maravillas. Maria, Las nuevas revelaciones. La gran aventura espiritual oculta en la selva peruana, porque este verano viajará a este lugar. Y Silvia, la tutora del grupo, La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, un libro que relata la lucha de los sandinistas contra Somoza. “Hace dieciséis años estuve de cooperante en Nicaragua y este libro tiene un significado muy especial porque lo compré en Managua”. Y a un servidor, que nada había previsto, le toca explicar algo de su última lectura -relectura para ser más precisos-: La muerte en Venecia.

Tras una hora hablando de libros llega la hora de escribir lo contado en los ordenadores. Las mujeres se sientan y empiezan a teclear con la ayuda de uno o dos alumnos. Unas saben escribir pero tienen dificultades con la tecnología; otras apenas saben. Logran hilvanar algunas frases que resumen lo que han expuesto. Al final, tras dos horas de encuentro, se dan las consignas para la tercera sesión: “Tenéis que traer una fotografía familiar actual y otra histórica”. Puede ser una fotografía de su infancia, de los padres o abuelos cuando eran jóvenes, una fotografía de algún familiar que vivió hace tiempo o alguna foto de un momento destacado. También tienen que elegir un objeto familiar que tenga cierto valor sentimental y sea relevante para sus vidas: de su infancia, juventud o actual. En muchos casos escogen juegos.

Compartir sentimientos y experiencias

La valoración de “Pásame Memoria”, por el momento, es muy gratificante para el alumnado. Para Carlos y Paula es importante “compartir historias, las buenas y malas experiencias”. Carlos añade que no todos somos iguales: “Ves las diferencias entre la gente más y menos reservada”.  Maria añade que también se comparten sentimientos y emociones: “La gente es simpática y te dejas ir. Ellas nos pueden enseñar cosas de la vida y de las relaciones y nosotros les aportamos novedades”. Para Aarón “son personas amables y divertidas. Me ha pasado el tiempo volando”. En general, no les gusta demasiado leer: lo que más les interesa son las noticias de sucesos. Aarón es una excepción: “Leo todos los días. Tengo una biblioteca en casa. La mitad de los libros me los regaló mi madre”. Lo que más le gusta es El diario de Greg.

Para David, el dinamizador de punto Òmnia, el gran valor de este proyecto es que “a partir de algo muy simple, se produce un momento mágico y un espacio privilegiado que genera un sentimiento de pertenencia, complicidad y confianza muy intenso. Una relación y un clima donde a la gente no le da vergüenza expresarse”. Valora especialmente el enriquecimiento del intercambio intergeneracional con los pertinentes vínculos que se establecen”. María, la otra coordindora del proyecto desde el punto Òmnia, ratifica estas impresiones: “En cosas muy simples se logra mucha vida. Además del contacto intergeneracional, está la diversidad intercultural y de género”.

En las siguientes sesiones, hasta llegar a la décima, se trabajará, a modo de investigación participativa, qué hay detrás de los objetos y las fotografías; se realizará un paseo fotográfico por la memoria, con una proyección de fotografías antiguas de la ciudad para descubrir qué ha cambiado y reflexionar sobre el paso del tiempo; se hará una breve incursión al árbol genealógico de cada familia; se programarán charlas sobre el pasado por parte de personas que vivieron su infancia en este lugar; se hará un paseo por las calles de la memoria; se recogerán materiales y se elaborarán  dosieres.

El proyecto se cierra con una representación teatral conducida por “Impacta T Intervencions Teatrals”, precursores del teatro social en nuestro país, con el objeto de desarrollar habilidades personales para mejorar la relación con el entorno. El curso pasado la obra versó sobre el tráfico de drogas en algún barrio de la ciudad y se apuntaron algunas medidas preventivas.

Este mismo día se pasó el vídeo: “Pásame memoria. Espacio de trabajo intergeneracional”, con imágenes y voces de las mujeres participantes -no se priva el acceso a las hombres pero no acuden-. Las opiniones se traducen en una inmensa muestra de cariño hacia las chicas y chicos: “Nos damos el teléfono y vamos a tomar algo. Y pago yo”. Risas. “Te los encuentras por la calle y los saludas con mucho cariño”. “He descubierto de los alumnos una parte escondida. Con la gente mayor se transforman”. “Los vemos sanos. He compartido problemas con ellos y cómo enfocar la vida”. “Sois como un soplo de aire fresco. No me gusta la gente mayor que siempre se queja”. “Se rompen tópicos, muchos tópicos: La gente mayor es aburrida… Los jóvenes son…”.

Y se establecen vínculos fuertes. En el pica pica final se intercambian algunos teléfonos y se despiden con los mejores deseos para el verano. Ahora, cuando se crucen por la calle ya no serán unos desconocidos extraños.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2018/04/25/pasame-memoria-un-proyecto-intergeneracional-de-recuperacion-de-la-memoria/
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Jaume Carbonell

Profesor de Sociología de la Educación y miembro del grupo de investigación de la Facultad de Educación de la Universidad de Vic (Barcelona). Es además director de la revista mensual "Cuadernos de Pedagogía" de la que forma parte de su equipo de redacción desde su primer número en enero de 1975.