Proyecto de trabajo integrado sobre salud y contaminación del aire en la ciudad (I)

El estudio del aire urbano, su contaminación o no, hay que abordarlo con ejemplos concretos, perceptibles por el alumnado, pero relacionados con otros para que se vea una malla de la complejidad urbana.

Una parte importante de la población mundial vive en las ciudades, para bien y para mal. Allí encuentra acomodo y a la vez debe compartir espacios, ventajas e inconvenientes. Entre estos se encuentra la contaminación del aire, que crece cada día y tiene múltiples efectos en la salud de las personas. Para hablar de ella en la escuela se requiere tiempo; es la única forma de hacer una lectura reposada y compartida de lo cotidiano, para valorar la importancia que tiene la vida para quienes transitan por la ciudad y para el conjunto llamado medioambiente; para que se avance hacia un futuro menos carbonizado. Por consiguiente, una propuesta didáctica sobre este asunto deberá ser necesariamente larga.

Recordemos, por insistir que no quede pues muchos dirigentes y ciudadanos lo olvidan, que toda ciudad debe ser educadora; un territorio para enseñar a las personas, un lugar en donde se respiren relaciones satisfactorias y vida saludable, se sepan aminorar las dificultades que comporta ser muchos juntos y querer satisfacer las necesidades diarias, personales y colectivas. En todo este contexto, el aire contaminado es uno de los principales vectores de vida. El profesorado debe conocer, y explicarlo al alumnado de forma aplicada, que la mala calidad del aire tiene graves consecuencias en la salud y en el rendimiento escolar; así lo han demostrado trabajos desarrollados dentro de la iniciativa Urban planning” de ISGlobal.

El estudio del aire urbano, su contaminación o no, hay que abordarlo con ejemplos concretos, perceptibles por el alumnado, pero relacionados con otros para que se vea una malla de la complejidad urbana. Debe llevarse a cabo a distintas escalas, tanto en primaria como en secundaria. Podría tener cabida en áreas como Conocimiento del Medio y en materias afines a la geografía y el medioambiente; también en cualquier otra que tenga algo que decir en educación ciudadana, tan necesaria y a la vez alejada de las aulas. Pero sería más conveniente que “Salud y contaminación urbana” pudiese constituir por sí misma un proyecto de trabajo de centro, del estilo de los que la administración recomienda en la escasa parte liberada de las ataduras del horario escolar. Resulta interesante desde todos los puntos de vista que se mire: permite analizar el presente y proyectar el futuro, enlazar lo individual con lo social, consolidar el sentimiento de pertenencia ciudadana entre los escolares, trabajar conocimiento curricular y cotidiano, mezclar salud y hábitos de vida, apelar al cambio de actitudes y a la consolidación de una serie de valores de alta trascendencia colectiva. Además, y no es poco, ayuda a combatir la fragmentación del saber y el dominio disciplinar que tan presentes están en la escuela; en suma, es una clara apuesta por la visión compleja de la vida. En cuestiones de salud o interacción con el medioambiente, un proyecto de trabajo o estudio nos parece el mejor escenario de aprendizaje posible.

Hay que recordar al profesorado que la malla urbana natural y social es en sí misma un conocimiento integrado, y como tal debería abordarse, de una manera especial en la educación primaria; también en secundaria rompiendo las celdas curriculares de las diferentes materias, en particular aquellas que se agrupan dentro de las Ciencias Sociales o Naturales. Permite percibir la realidad propia, en partes o como un todo, y compararla con la de otras ciudades; facilita aproximaciones parciales a una problemática que es resultado de un conjunto de interacciones; se puede retomar en diferentes cursos escolares y con otros grupos de alumnos; incluso puede llegar a ser un proyecto educativo del centro. Duraría varios años, admitiría nuevos tratamientos, con distintos niveles de investigación-acción por parte del alumnado, y también del profesorado.

Convendría que el profesorado acordase previamente sus formatos para tener los objetivos bien visibles, para concretar las estrategias acordes. Esta tarea colectiva se podría incentivar si se cuelga un cartel a la entrada del centro con la alerta de la OMS (Organización Mundial de la Salud) lanzada en su informe de 2016 WHO releases country estimates on air pollution exposure and health impact, que decía que 9 de cada 10 personas respiran aire contaminado, lo cual tiene graves riesgos para su salud; los datos se confirmaron en el informe correspondiente a 2017. Un segundo mensaje en el mismo cartel invitaría a la participación de toda la comunidad educativa en su limpieza/mejora. Esta petición serviría al profesorado como punto de encuentro para organizar el proyecto en los distintos cursos. También hay que tener presente, para que el interés por la tarea y la preocupación transformadora no decaigan, que los fallecimientos (7 millones de personas) por esta causa cada año en todo el mundo son 4 veces superiores a los que originan juntas patologías tan terribles como el sida, la tuberculosis y la malaria.

En las distintas materias y cursos se puede comenzar, para la reflexión del profesorado e incentivar al alumnado, con una visita virtual colectiva a Ciudades que queremos. Ciudades hechas para que las personas puedan vivir bien y sanas del ISGlobal (Instituto de Salud Global) de Barcelona. Allí se plantean interrogantes sobre cuestiones básicas de la vida diaria y se desmenuzan claves que animan cualquier debate; sin duda, empujan a la participación, aportan motivos para la investigación del alumnado sobre lo que sucede en su ciudad.

Continuará…

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Carmelo Marcén

Es maestro y geógrafo. Profesor de Ciencias Naturales en el IES “Pilar Lorengar” de Zaragoza.