América del sur/Chile/Fuente: Semana
En los últimos cinco años, el país austral cambió su modelo de privatización y aplicó la gratuidad en la educación básica. De esta forma espera disminuir los índices de desigualdad, sin retroceder en calidad.
El sistema educativo de Chile se ha movido hacia los extremos. En el pasado fue noticia por promover la privatización de la educación básica. Así, obtuvieron los mejores resultados en las pruebas Pisa en América Latina. Hoy, dieron un gran salto: pasaron a implementar la gratuidad universal en la educación básica. ¿Qué los motivó a cambiar de opinión?
Hoy, Chile es considerado un referente en la región, especialmente por el modelo que ahora están dejando atrás. En efecto, su esquema de privatización fue implementado hace algunos años en Colombia. De acuerdo con Cecilia María Vélez, exministra de Educación y actual rectora de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, la educación de Chile mejoró precisamente por ese sistema de financiamiento que les dio prioridad a las instituciones privadas.
Uno de los programas fue conocido como copago, que consistió en invertir presupuesto público en colegios privados. Esta estrategia fue adaptada en Colombia entre 2002 y 2010. “Nosotros tomamos como referente lo que ellos hicieron con este tipo de instituciones. Es decir, giramos recursos públicos a colegios privados para que la población más vulnerable tuviera educación de calidad. Aunque todavía tenemos colegios con este modelo, ya quedan muy pocos”, recordó Vélez. Le puede interesar:
Según la exministra, este modelo funcionó en Chile porque los colegios privados tienen más autonomía. “En lo público esto no funciona porque el rector no escoge sus maestros y tampoco puede sacar al docente que no le sirve”, explicó.
Por otro lado, de acuerdo con Francisco Cajiao, exasesor del Ministerio de Educación en evaluación, también se adoptó la jornada completa, un programa que Chile implementó para extender el horario escolar a más de siete horas. La intención fue mejorar los índices de calidad. En Colombia se llamó jornada única.
Algunos estudios evidencian que este programa ha tenido un alto impacto social. Pero para la Federación Colombiana de Educadores (Fecode) y algunos expertos, en Colombia se aplica la jornada única sin la infraestructura requerida para atender a todos los estudiantes del país en una sola jornada y sin un currículo claro, dos ingredientes que sí existieron en Chile.
“También copiamos el sistema de evaluación de maestros. Antes hacíamos una prueba tipo Icfes para medir las competencias de los profesores, pero los chilenos establecieron un modelo más completo como el de grabar una de sus clases y contar qué hacen con los niños”, explica Cajiao.
Pero el desarrollo de programas y la inversión en instituciones privadas no fue lo único que los llevó a ser los mejores en calidad. Según Mario Waissbluth, profesor del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile y fundador de Educación 2020, Chile posee ciertos ingredientes que lo favorecen. “Tenemos una historia de larga data en mayor efectividad del Estado en general, menor corrupción, mejor gobernanza? y también un crecimiento más rápido del producto interno bruto (PIB), el cual ha sido consistente por 30 años”, explica.
Y es que gracias a ese crecimiento de su economía, Chile es un ejemplo de inversión en educación en los últimos años. Entre 2014 y 2018, el presupuesto para el Ministerio de Educación pasó de 7,8 billones de pesos a 10,3 billones en cuatro años. Una cuantía que, según Eugenio Severín, experto en educación de este país, los ha ayudado a ampliar la jornada escolar y el número de docentes.
Impulsaron la formación de los profesores y redujeron el número de alumnos por aula, que en este momento es de 33. “Todas estas medidas han podido ser financiadas por el aumento de los recursos y explican buena parte de los resultados. No se pueden esperar efectos de primer mundo si estás invirtiendo como tercer mundo”, asegura.
Ahora, a pesar de ser la estrella de América Latina en calidad, su modelo de privatización produjo un daño colateral que solo hasta hoy están tratando de corregir con la gratuidad. Según Waissbluth, el sistema de copago, entre otras directrices de privatización, terminó estratificando completamente el sistema escolar, y generó graves problemas de desigualdad.
“La inequidad de resultados de aprendizaje es tan grande que los chicos del quintil más pobre que están en octavo básico solo tienen niveles de aprendizaje de segundo básico. Asimismo, la segregación social de las escuelas es terrible. Hay colegios de clase alta, semialta, media alta, media media y así hasta los guetos más pobres”, explicó Waissbluth.
Por esa razón, desde 2015 el país austral puso en marcha una reforma estructural: la gratuidad universal en la educación básica. Se implementó la Ley de Inclusión Escolar que cambió la naturaleza de los colegios privados que reciben recursos públicos. Ahora ninguna de las instituciones subvencionadas por el Estado puede lucrarse. También cambiaron la forma en la que entran los estudiantes a los colegios. Actualmente, las familias deciden a qué institución desean ingresar a sus hijos y no al revés.
Para este año, se supone que los 5.950 colegios subvencionados pasarán a ser gratuitos y sin fines de lucro. Sin embargo, hasta 2017 solo 3.020 habían comenzado este proceso.
No obstante, ya se han evidenciado algunos atrasos e inconformismos, ya que quienes administran los colegios subvencionados, por obvias razones, no están de acuerdo con la medida.
Tras ese revolcón, Chile seguirá en la mira de los expertos, especialmente cuando la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) revele este año los resultados de la prueba Pisa, pues demostrarán si es posible o no tener un sistema de educación de calidad y a la vez equitativo.