Por: Nazareth Mateos Aparicio
7:00 am. Suena el despertador. Empiezan las carreras y los “tengo mucho sueño, 5 minutos más”, “termínate el desayuno”, “¿has cogido la mochila?”, “¿aún así?”, “¡vamos tarde!”. Los miles de niños y niñas que cada día van al colegio tienen por delante una intensa jornada escolar que cuesta empezar. Deben sacar ganas para madrugar, atender en clase y estudiar. Podríamos decir que ir al colegio es un acto de constancia, motivación e ilusión. Pero para muchos niños, sobre todo niñas, también es un acto de valentía.
En Nepal, por ejemplo, Janaki Sah, a sus 14 años, tuvo que enfrentarse nada menos que a sus propios padres: “Debido a que fui lo suficientemente valiente como para convencer a mis padres de que me dejaran ir a la escuela en lugar de casarme, puedo hacer lo que más me gusta: ¡estudiar!”.
Los niños y niñas van al colegio porque tienen derecho a recibir una educación, porque hay un sistema diseñado para su formación y porque viven en un entorno familiar y social que vela por su desarrollo. Pero a veces el sistema les falla.
Millones de niñas y adolescentes se enfrentan a mil y un obstáculos para conseguir ir a la escuela: Janaki Sah estaba abocada a dejar de estudiar por culpa de un matrimonio concertado; Asha, en India, faltaba a clase varios días al mes porque en su colegio no había instalaciones adecuadas para gestionar su higiene menstrual (muchas niñas dejan la escuela por este motivo al llegar a la pubertad); Adama, de Sierra Leona, se quedó embarazada y no le permitieron continuar con sus estudios; Jenifer Tete, de Sudán del Sur, tenía que cuidar de sus hermanos y hacer las labores del hogar y se quedó sin tiempo para estudiar. Pero, a pesar de todas las dificultades, todas ellas consiguieron continuar con sus estudios gracias a una combinación de valentía, apoyo y oportunidades.
Y como ellas, miles y miles de niñas se enfrentan cada día a miles y miles de obstáculos para seguir estudiando. Muchas de ellas no lo consiguen, como constatan estos datos:
- Cada año, 12 millones de niñas contraen matrimonio, y tienen más probabilidades de abandonar la escuela.
- En todo el mundo, más de la mitad de las niñas de 15 a 19 años y 130 millones de niñas de 6 a 17 años no van a la escuela.
- 1 de cada 4 chicas de 15 a 19 años no estudia, no recibe formación o no trabaja, frente a menos de uno de cada 10 niños.
- Las mujeres de entre 15 y 29 años tienen tres veces más probabilidades que los hombres de estar fuera de la fuerza laboral y la educación.
Las normas de género siguen influyendo en las decisiones que millones de niñas y adolescentes toman cada día. Muchas de las decisiones que les afectan son, incluso, tomadas por otros, que limitan su libertad, su autonomía y su desarrollo.
Según un reciente estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF, los prejuicios de género pueden restringir las opciones de las niñas a la hora de determinar qué asignaturas desean estudiar, o los tipos de empleos y carreras a los que aspiran. En todas las regiones del mundo, niñas y niños son “dirigidos” hacia áreas de estudio estereotipadas, tradicionalmente “femeninas” o “masculinas”, lo que puede afectar negativamente a las mujeres jóvenes en especializaciones no técnicas cuando se trata de encontrar trabajo en un panorama económico que valora cada vez más las habilidades en ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas.
La educación es un derecho, y como tal, cada niño y cada niña tiene el derecho a asistir a la escuela, recibir una educación de calidad según sus preferencias y desarrollarse en un entorno protector que asegure su futuro. Lo dice la Convención de los Derechos del Niño, lo dicen las leyes nacionales y lo dice el sentido común. La educación es la puerta para el desarrollo. Y millones de niños y, sobre todo, niñas, tienen cerrada esa puerta.
Por ello, la OIT y UNICEF proponen, entre otras medidas, desafiar los estereotipos de género, apoyar a las niñas más pobres y a las madres jóvenes para que puedan continuar en la escuela, ofrecer programas para la educación de las niñas, aumentar la participación de estas en el aprendizaje de ciencia o tecnología, o facilitar el acceso de las mujeres empresarias a la formación y desarrollo.
Se trata de que niñas y niños decidan lo que quieren ser y puedan elegir entre todas las opciones existentes, no solo entre unas pocas.
Porque, como nos decía Zulaykho Ermatova, de 22 años, desde Uzbekistán, “Cualquiera que sea la vida que elijas, depende de ti y depende de tus intereses. Comparte tus ideas. Ten el apoyo de tus compañeros, maestros y familias. Haz las cosas bien. Nadie puede detenerte si crees en lo que haces y sigues tu sueño”.
Fuente: https://blogs.20minutos.es/mas-de-la-mitad/2019/09/28/las-ninas-valientes-que-luchan-por-ir-a-la-escuela/