Por: Leonardo Díaz
En mi artículo de la semana pasada, “Gatopardismo educativo”, me referí al problema de la resistencia a una transformación real de la educación a partir de las posibilidades proporcionadas por la educación virtual.
La transformación no es meramente formal, ni se reduce a la posibilidad de encontrar herramientas más didácticas para el proceso de enseñanza-aprendizaje. Se trata de una oportunidad única de fomentar una educación crítica, un entrenamiento para desarrollar el discernimiento en la era de los bulos, o las noticias falsas que circulan como fidedignas.
Desde la emergencia de las redes sociales, se ha incrementado la velocidad y la cantidad de los bulos hasta formar parte de la circulación informativa cotidiana a nivel global. ¿Cómo discernir la información falsa de la fidedigna, especialmente si la primera se disfraza de la segunda?
El asunto es complejo, porque no existe un conjunto de reglas que puedan aprenderse de manera mecánica para el discernimiento crítico. Ni siquiera las personas entrenadas en lógica y en razonamiento crítico están inmunizadas contra el virus de los patrones de razonamiento incorrectos, los bulos, los sesgos cognitivos, o las falacias.
Por supuesto, lo que sí tienen las personas que poseen el entrenamiento señalado es un mejor posicionamiento para contrarrestar la desinformación, porque sus áreas de especialidad los habitúan a cuestionar, a discernir y analizar las afirmaciones o enunciados.
Los bulos y los patrones de razonamiento incorrecto adquieren muchas formas: un texto académico, una carta, un meme, un video, un documental o una noticia periodística. Y es aquí donde la educación virtual puede ser muy efectiva en desarrollar las capacidades críticas.
El discernimiento crítico se relaciona con hábitos y estos, a su vez, con la práctica, con la exposición frecuente a situaciones que reten a nuestro cerebro.
En esto es semejante a la educación artística.
Imaginen que deseo enseñar a un joven sobre lo que significa el montaje paralelo, un recurso cinematográfico donde se intercalan escenas relacionadas con situaciones distintas que acontecen en momentos y lugares diferentes para producir asociaciones conceptuales en el espectador. Por ejemplo, se muestra una escena donde aparece un banquero negociando con un trabajador, a la que sucede una segunda escena donde un tiburón se abalanza sobre un pez; le sigue una tercera escena donde el banquero hace firmar un contrato al trabajador, y a esta escena, le sigue la imagen de un tiburón devorando a su presa. Al terminar las secuencias, el espectador habrá realizado la asociación que el director de la película ha querido transmitirle: en la sociedad moderna, el banquero es un depredador que se nutre de los trabajadores.
Está claro que el ejemplo anterior puede exponerse de manera verbal o escrita, como lo acabo de realizar. Pero el hecho de que la persona que me escucha o me lea entienda el ejemplo, no lo entrena de manera inmediata para identificar montajes paralelos, ni mucho menos, para captar los significados subyacentes a los mismos en las siguientes películas que vea. Para ello, necesitará entrenamiento práctico, desarrollar hábitos de la mirada. Para incorporar estos hábitos no necesita conferencias sobre cine, requiere ver cine. Leer mucho para dotarse de marcos conceptuales que le posibiliten interpretar lo que ve, pero, sobre todo, entrenar su experiencia visual de tal modo que, con dificultad al comienzo, pero con eficacia y mayor facilidad despueś, identifique el recurso cinematográfico y pueda realizar una lectura plausible del mismo.
Una experiencia similar a la que acabo de describir acontece con la identificación de errores de razonamiento, las falacias y los bulos. El estudiante puede recibir la conferencia de un docente sobre los temas señalados. Pero el aprendizaje real de la identificación de los mismos se adquiere por verse expuesto a ellos, no solo en un texto o en una conferencia, sino también, mirando diversos video clips, comerciales, memes, e informaciones pseudoperiodísticas.
La educación virtual proporciona la posibilidad de exponer al estudiantado a todas estas situaciones generadas en el mundo virtual. Exponiendo al estudiantado a videos, documentales, programas de influencers en You Tube, memes y películas donde se cometan falacias, sesgos, o se transmitan fake news; y luego, recurriendo a foros de debate e incentivando al estudiantado a realizar videos donde pueda producir situaciones similares a las que está tratando de identificar, el profesorado puede potencializar el discernimiento crítico situacional.
Como puede apreciarse, estamos ante una posibilidad extraordinaria de aprovechar un recurso extraordinario para el cambio de mentalidades. Pocas veces como hoy tiene tanto sentido recuperar el significado etimológico de la palabra crisis, proveniente del griego “κρίση”, separar, juzgar. Podemos permitir que la situación educativa continúe empeorando mientras intentamos solucionarla empleando los mismos medios, o empleando nuevos recursos pensando de la misma manera. Pero también, podemos tomar la decisión de precipitar el punto de inflexión que la pandemia y las redes sociales nos proporcionan para que, en vez de mirar del mismo modo en escenarios distintos, observemos de distinta manera en los espacios comunes.
Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8822421-bulos-y-educacion-critica/
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