El Paro Nacional de Colombia, un inédito movimiento de protesta que nació en 2019, ahora tiene un nuevo componente: la Minga Indígena.
Este miércoles, las organizaciones del Paro serán acompañadas en una nueva jornada de protesta por casi 8.000 indígenas que llegaron el lunes a Bogotá con banderas, cánticos y tambores para reunirse con Iván Duque.
El presidente no se prestó para «una negociación con ultimátum» y criticó las marchas en tiempos de pandemia; sus funcionarios propusieron mesas de negociación lejos de la capital y algunos de sus aliados políticos y mediáticos dijeron que los indígenas estaban infiltrados por la subversión cuando no los califican directamente de guerrilleros.
Las protestas del miércoles se presentan 11 meses después de aquel 21 de noviembre en el que millones de colombianos se manifestaron por razones económicas, educativas y de orden público.
Ese día, seguido por un mes de continuas protestas, los indígenas también hicieron presencia. Pero ahora llegaron en masa a Bogotá, con el apoyo público y explícito de la alcaldesa, Claudia López, para darle empuje y experiencia a un movimiento que insiste en mantener vigentes sus demandas por un país más democrático, pacífico e igualitario.
Los retos de la protesta son múltiples: el temor de la gente al contagio de coronavirus, la consolidación de demandas concretas que no suenen desgastadas y el miedo a una violenta represión de la policía, como ocurrió el 9 y 10 de septiembre con un saldo de 13 manifestantes muertos.
El 21 de septiembre el Paro quiso volver a las calles, pero la concurrencia fue menor. Ahora vuelve a intentarlo. Y su carta bajo la manga es un movimiento cuyo nombre se pronuncia en lenguaje originario: la Minga.
Histórica, heterogénea y hecha para protestar
En quechua, la palabra «minga» o «minka» hace referencia a la reunión de diversos actores, saberes y herramientas en busca de un objetivo común.
Es una institución precolombina que sirve para todo: desde la construcción de un puente hasta la preparación de un almuerzo.
«En lo político es igual», explica Marilen Serna, miembro de la comisión política de la Minga. «Cada grupo apoya con lo que puede, comida, guardia, autoridades, música, pero el fin es la construcción de un país mejor».
Una cosa es la minga como acto de reunión y otra es la Minga Indígena, el movimiento de protesta que se creó en el sur de Colombia a finales del siglo pasado en busca de reivindicar sus derechos.
Cuando los indígenas de varios grupos sintieron que las pautas multiétnicas e igualitaristas de la Constitución de 1991 no se estaban cumpliendo, se organizaron y empezaron a protestar bloqueando una neurálgica carretera del sur del país, la Panamericana.
Desde entonces, los miembros de la Minga —con sus bastones de mando al hombro y un himno cumbiero que reza «defender nuestros derechos así nos toque morir»— se enfrentaron a todos los gobiernos, pero con dos picos de tensión importantes: en 2008, con Álvaro Uribe en el poder, y ahora, con su aliado, Iván Duque, al frente del Palacio de Nariño.
«En el 2008 nos movilizamos por cuatro elementos: vida y derechos humanos, territorio, paz y modelo económico. Y hoy, incluso con la firma de la paz, la situación es la misma. O peor, porque tiene el sinsabor del fracaso del proceso», explica Serna.
La firma del acuerdo de paz con la guerrilla en 2016 fue, en parte, una promesa de un país destinito para los pueblos, no solo indígenas, que habitan los territorios remotos de Colombia.
Pero desde la firma de la paz al menos 300 líderes indígenas —y 600 líderes campesinos, afro y sindicales— han sido asesinados, según la ONG Indepaz.
«Antes nos mataban, pero ahora estamos ante un genocidio», dice Serna.
A eso se añade la situación estructural de los indígenas en Colombia, que representan un 5% de la población de 50 millones de habitantes: de los 66 pueblos indígenas del país, reporta la ONU, 34 están en vías de extinción; y, según cifras oficiales, la pobreza en poblaciones indígenas es del 63%, el triple que el promedio nacional.
El impacto en el Paro Nacional
Es probable que la Minga Indígena tenga más experiencia en protesta que cualquier otro movimiento político en Colombia.
«Así como el año pasado los estudiantes fueron el movimiento duro que jalonó la protesta, esta vez la minga indígena puede ser el impulso de una protesta más amplia«, dice Sandra Borda, politóloga y autora de «Parar para avanzar», un libro sobre el Paro Nacional.
La analista explica que los indígenas tienen varias cosas en común con el Paro: la demanda por una implementación más proactiva del acuerdo de paz y principios como la protección al medio ambiente.
Ambos, además, cuentan con el apoyo de Claudia López, una líder emergente que sacudió la política colombiana.
Pero también cuentan con críticos, como el Consejo Gremial Nacional, una asociación de empresarios, que en un comunicado aseguró que el «incumplimiento (de protocolos de bioseguridad) atenta contra la salud, no solo de quienes hacen parte de la marcha, sino de todos los colombianos».
«Reiteramos nuestro llamado a que no se obstaculice el proceso de reactivación que avanza en el país y se respete el derecho de los ciudadanos a su libre movilidad y al trabajo, para garantizar el sustento de las familias y la sostenibilidad de los sectores productivos y las empresas», indicó la entidad.
Borda, por otra parte, se pregunta si la sociedad colombiana está fatigada con la paz: «Enmarcar la protesta en la paz puede no resultar eficiente, pero si se hace una propuesta más amplia, como de protección a líderes sociales, la cosa puede funcionar mejor».
Margarita Martínez, codirectora de Robatierra, un documental sobre la Minga, coincide en que las demandas de los indígenas se alinean con las del Paro: «Venir a Bogotá va más allá de reunirse con Duque: lo que buscan es ayudar a concientizar a la Colombia urbana, que ha estado tan alejada de la guerra, de lo que viven en sus territorios».
«Porque en el sur del país la vida está siendo mancillada, atacada y asesinada permanentemente. Y el objetivo de La Minga es decirle una cosa al país: que la vida es lo primero».
Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-54625586