Las escuelas unidocentes tropiezan contra la falta de materiales, escasa o nula conexión a Internet, entre otros, que denotan despreocupación absoluta por la enseñanza rural y las realidades que habitan en estas comunidades.
Las graves carencias de recursos tecnológicos, libros y fallas en infraestructura que llevan años ponen en desventaja a educadoras, niñas y niños de unas 1.400 escuelas unidocentes que tiene el país.
En estas instituciones un mismo docente imparte lecciones en todos los niveles de primer y segundo ciclo de educación básica, a un grupo de menos de 30 estudiantes, en un ambiente multigrado y atiende también labores administrativas.
Es una labor compleja porque el educador se convierte al mismo tiempo en líder de toda una comunidad y por la tanto, debe orientar su labor al contexto comunitario en que sus estudiantes habitan.
Como ha dicho el profesor Claudio Vargas, encargado de la sección de escuelas unidocentes de la Universidad de Costa Rica (UCR): “una escuela unidocente es el corazón de una comunidad, incluso en muchos lugares, son la única institución del Estado que existe”.
Las escuelas unidocentes representan cerca del 40% del total de escuelas públicas del país. Entender que la realidad de la Gran Área Metropolitana no es extrapolable a todo el país es el primer paso para valorar la importancia de estos centros educativos y de una educación que sea contextual, es decir, que responda curricularmente y en su estructura a las necesidades, miedos, gustos e intereses de la comunidad por la que trabaja.
El último Informe del Estado de la Educación (2019) apunta que no es conveniente crear más centros unidocentes, sino reducir rápidamente la proporción que estos representan dentro de la oferta de servicios educativos, consolidando pequeñas escuelas en centros de mayor tamaño y mejor equipados, así como posibilitar la rápida transformación de escuelas de horario alterno a horario regular. El MEP anunció en el año 2019, que hay centros que por su cercanía (menos de 1 kilómetro) es factible unificarlos en una sola institución unidocente bien equipada; ojalá no haya que esperar los tiempos usuales de la Dirección de Infraestructura del MEP para que eso se traduzca en realidad, enredados entre burocracia e ineficiencia, mientras cientos de niños y niñas reciben su educación en condiciones deplorables.
A la fecha, solo 1 de cada cinco escuelas unidocentes ofrece enseñanza del inglés a sus estudiantes. Esto marca diferencias que se traducen en menos oportunidades para niños y niñas de comunidades rurales. Es una hipocresía decir que hay acceso a educación, cuando las desigualdades en calidad son notorias.
“En cuanto a la movilización de los docentes en la red educativa en el ámbito nacional, se requiere diseñar un programa voluntario de pasantías que promueva el traslado de los docentes con comprobada excelencia a las zonas que más los necesitan”, señala el informe del Estado de la Educación.
Tal y como afirman las investigadoras Lupita Chaves y Jaqueline García “las escuelas unidocentes son una necesidad para el sistema educativo para la atención de las comunidades dispersas, lo que promueve el acceso, la equidad y el derecho a la educación, por lo que deben fortalecerse mediante un mayor apoyo del Estado para que estas escuelas contribuyan a promover el desarrollo humano y social del país”.
Fuente: https://www.nacion.com/blogs/cambio-educativo/contra-que-tropieza-la-educacion-unidocente-en/ZXVF3V7UZBFG5HHP2UOJ5M6R54/story/