“La crisis derivada de la pandemia podría provocar que muchas familias volvieran a la escuela pública”, afirma la profesora de la UB y coautora del estudio ‘Inmigración, integración y sostenibilidad del sistema educativo’
Profesora de la UB e investigadora asociada del IAE-CSIC, Lídia Farré es coautora del estudio ‘Inmigración, integración y sostenibilidad del sistema educativo‘, publicado por el Observatorio Social de la Fundación «La Caixa». El análisis explica cómo la ola migratoria de principios de siglo influyó en el sistema educativo.
– El alumnado extranjero pasó del 2% al 10% en una década
-¿Y cómo impactó en las aulas?
El incremento no fue homogéneo. La primera gran diferencia es que, en el momento álgido de la ola migratoria, la tasa de inmigración en los centros públicos era del 14%, mientras que en los privados y concertados no llegaba al 7%. Lo que analizamos en el estudio es la reacción de las familias nativas.
-¿Cuál fue?
La tasa de matriculación en centros privados o concertados aumentó. Ante la llegada de población extranjera, hay familias que deciden llevar a sus hijos en centros concertados o privados. Es el native flight. Y es un fenómeno que se da entre las familias con niveles educativos más altos, con más recursos. No sorprende, porque son las que tienen la opción de elegir. Las familias sin recursos no la tienen.
-¿Qué consecuencias tuvo?
La primera, un posible incremento de la segregación socioeconómica dentro del sistema educativo entre la pública y privada o concertada. Y otra, la pérdida del respaldo social de la educación pública. Si las familias con recursos no usan la pública, podría ser que tampoco quisieran que sus impuestos se destinaran a financiarla.
-Pero no toda la responsabilidad será de las familias. Alguna tendrán los gestores públicos.
-Evidentemente. El diseño del sistema educativo tiene gran responsabilidad. Si la educación pública fuera de más calidad que la privada o concertada todo el mundo iría a la escuela pública.
-¿Falta de recursos o de voluntad política?
-Una cosa va con la otra. Si los políticos quisieran una educación pública de máxima calidad, la tendríamos. Pero no somos conscientes de la importancia que tiene. Solemos hablar del retorno privado de la educación, pero no del retorno social, muy importante. Una población con un nivel de educación más alto es también una población más productiva, menos conflictiva, con más participación política, más comprometida. La educación es un servicio público esencial, uno de los instrumentos más potentes que hoy tenemos para contener el aumento de la desigualdad entre las generaciones más jóvenes. Hay que ponerla en valor y dedicar más recursos.
-¿Qué impacto puede tener el covid-19?
Uno de los efectos de la crisis asociada a la pandemia es la pérdida de empleo y del nivel de ingresos. Lo que sugieren los resultados del estudio, basados en la crisis financiera de 2008, es que si las familias pierden capacidad económica, vuelven a la escuela pública. A corto plazo, esto puede significar una congestión en las aulas, pero a medio y largo plazo podría permitir que la educación pública recuperara el apoyo social. Si más gente la utiliza también habrá más gente dispuesta a que sus impuestos se destinen a financiarla y eso haría aumentar su calidad.
Fuente: https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20210205/lidia-farre-educacion-muro-contencion-desigualdad-11499235