Aproximación al tema de los Movimientos Sociales y la Educación Popular
Lourdes Velásquez de Urbáez
Introducción
Acercarse al tema de los Movimientos sociales y más aún a la Educación Popular, requiere de una investigación documental y de campo que permita contrastar la experiencia con la teoría y, si es posible, teorizar de nuevo esta temática.
Sin embargo, en este ensayo se ha abordado el tema, de la mano de especialistas como Luis Rigal y Mario Garcés quienes poniendo a disposición algunos artículos muy serios y rigurosos han permitido entender un poco el fenómeno sociológico de los Movimientos Sociales, tan arraigados en la historia viva de los pueblos y de quienes teniendo la vivencia en alguno que otro, no los hemos estudiado.
Estos movimientos acompañan al hombre en el devenir de historia acelerando, en muchos casos, procesos liberadores que con otro instrumento, bien sea de carácter político, social, no se hubieran alcanzado.
Acá se recorrerán la trayectoria del Movimiento de los Sin Techo de Brasil, de los Piqueteros de Argentina y de los Campesinos e Indígenas de Bolivia, movimientos que cambiaron la historia de sus respectivas naciones al punto de hacer retornar el Peronismo en Argentina y llevar al gobierno de Bolivia al indígena Evo Morales.
El auge de los Movimientos Sociales Latinoamericano en el Siglo XXI le plantea nuevos retos al sector educativo por cuanto su fuerte tendencia pedagógica y la emergencia de la Educación Popular requiere de un nuevo docente, nuevos espacios, nueva manera de hacer docencia, repensar la educación, en fin, nuevas políticas educativas.
Este, viene a constituirse en un campo de investigación y de propuestas necesarias en la construcción de un sistema educativo más coherente con las demandas de los pueblos.
Desarrollo
Las grandes crisis son madres de grandes retos y grandes alternativas en la búsqueda de salidas a dichas crisis que tocan al pueblo en colectivo con una misma insistencia y con una única intención: la dominación.
Por ello, el hombre, ser social por excelencia, se agrupa con sus semejantes en la búsqueda no sólo de la solución, sino, además en la manera de hacerlo, en torno a cuál idea y con beneficios al mayor número de colectivos en miras a la a la ruptura con el yugo opresor y a la emancipación.
Ander – Egg (2013) en su Diccionario de sociología expresa:
“Los movimientos sociales de la segunda mitad del S. XX surgen como reacción crítica frente a algunos problemas que afectan la vida cotidiana, como las consecuencias del deterioro del medio ambiente a causa de la industrialización, como forma de lucha por las discriminaciones en razón del sexo, etc.” (p. 251).
En esta definición se observa cómo es el momento crítico que trae en consecuencia el movimiento social, diciendo con su voz y sus acciones que sí hay salida: la organización, la participación; la búsqueda de la alternativa es en la cotidianidad, desde la cotidianidad y para la cotidianidad.
América Latina ha sido prolija en los Movimientos sociales que han surgido como luces en medio de la oscuridad que las sociedades contemporáneas atraviesan, destacándose en ellos el tema de la lucha, la emancipación y la ética de lo colectivo, observándose que todas estas cualidades persisten en estos primeros años del Siglo XXI.
En este sentido, Revilla Blanco (2010) expresa en su artículo América Latina y los Movimiento Sociales, su mirada a estos colectivos:
“Si nos detenemos en el análisis de los últimos 30 años en la región, el período en el que los países de América Latina retomaron la democracia y la vieron consolidarse como sistema de gobierno, podemos observar que los movimientos sociales fueron claves tanto en la oposición a las dictaduras como en la transición a las democracias.” (p. 53)
Es importante destacar la persistencia en la lucha de estos movimientos en sus acciones de calle, que visibilizaron a quienes estaban anulados en la sociedad y sus voces calladas, incluso representadas por personeros políticos que nada tenían que ver con ellos.
Esta específica circunstancia trae en consecuencia una manera, un estilo diferente por cuanto, de acuerdo a lo expresado por Luis Rigal en su artículo Gramsci, Freire y la Educación Popular, a propósito de los Nuevos Movimientos Sociales:
“Este proceso, complejo y contradictorio, de disolución – reconstrucción del tejido social y de la organización social y de pérdida de legitimidad de los actores colectivos tradicionales, estuvo signado también por la aparición de nuevos actores – trabajadores desocupados; fábricas recuperadas; asambleas en barriales; ambientalistas – y por el fortalecimiento de otros movimientos sociales – campesinos, derechos humanos.” (p. 2)
La misma circunstancia crítica que viven los pueblos, hacen surgir nuevos actores sociales que toman la palestra en la vida pública con discurso y acciones sociales políticas y culturales que hacen nuevo todo el acontecer de la vida ciudadana, pues dan origen a una nueva ciudadanía, a un nuevo modo de entender la condición de ciudadano.
Algunos rasgos que caracterizan a los movimientos sociales son los siguientes de acuerdo a Calderón (1986) citado en Garcés:
“a. Una estructura participativa resultado de su propia experiencia de participación y lucha.
- Su propia temporalidad definida por su acción frente al sistema de relaciones históricas.
- Un desarrollo en forma multilateral y heterogénea en el espacio, con desarrollo desigual de la conciencia, la organización y la economía.
- Efectos sociales específicos sobre las relaciones sociales y la sociedad.” (p. 59)
Evidentemente, estas características tienen que ver con la manera cómo surgieron estos movimientos, que no por decretos, sino jalonados por el momento histórico.
Las atroces dictaduras que vive la región en la década de los sesenta y en muchos casos, disfrazados de democracia, las solapadas atrocidades de los cuerpos represivos, las persecuciones a las ideas y a las voces disidentes, fueron despertando en esos nuevos actores que ya mencionara Luis Rigal: mujeres, jóvenes, indígenas, campesinos, cristianos, esas necesidades de asociarse, y surge, por ejemplo, una mirada diferente de leer el Evangelio desde la vida, desde el presente, desde el trabajo, la escuela, el barrio y ni sólo desde el púlpito.
Toda esta situación conflictiva, unida a la Revolución Cubana, orienta hacia allá la mirada de estos nuevos actores que comienza a ver su utopía realizable y su sueño realizable en otro nuevo mundo posible.
Surgen del seno de la Iglesia Católica las Comunidades Eclesiales de Base, movidas por el espíritu del Concilio Vaticano II y los Documentos producidos en las Conferencias de Medellín y Puebla en la que se expresa de manera clara y diáfana la opción preferencial por los pobres.
Con sus características específicas en cada país de la región, estas comunidades, haciendo vida en el corazón de los barrios, de los necesitados y excluidos de siempre, se convirtieron en semilleros de nuevos movimientos sociales que se fueron esparciendo por todas partes haciendo visibles a los tullidos, los ciegos y los leprosos del Evangelio que no son más que los mismos rostros conocidos de la vida cotidiana.
En este sentido las Comunidades Eclesiales de Base despertaron y siguen despertando un espíritu de liberación en los pueblos, dejando un saldo organizativo que ha dado pie a que mujeres, negros, indígenas, estudiantes, en fin nuevos actores sociales se agrupen en la búsqueda de nuevos caminos de participación y lucha por sus derechos y el derecho de los pueblos a la libertad, soberanía, autonomía.
Se destacan en América Latina movimientos sociales con una fuerte incidencia en la liberación de sus naciones. Garcés enfatiza tres grandes movimientos que han impactado la vida en sus países y en toda la región; estos son el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, el de los Piqueteros en Argentina y el de los Campesinos e Indígenas en Bolivia. De la mano de este autor se revisarán estos tres movimientos.
El Movimiento de los Sin Tierra nació con los campesinos brasileros que habían sido expulsados motivado al proceso de modernización de la agricultura. Ante esta situación deciden quedarse en el campo y desde allí emprender la lucha por la tierra; así nació el movimiento, con una base social dispuesta a luchar, a no emigrar hacia las ciudades, ni tampoco a ser colonizados.
Este movimiento, además de tener una raíz de orden económica y hasta laboral, tiene también una raíz ideológica cristiana a través de la creación de la Comisión Pastoral de la Tierra, según lo señala Joao Pedro. Esta comisión estaba liderada por la Teología de la Liberación que le fue dando forma ideológica a este movimiento tan importante.
Este autor resalta el carácter popular del movimiento por cuanto da apertura a la participación de la familia extendida completa y porque, además de ello, participan hombres y mujeres de la ciudad que también luchan por la tierra.
El Movimiento de los Sin Tierra une a la lucha campesina, la lucha de clases, lo que le da fortaleza y cohesión con otros colectivos revolucionarios. La conquista de la tierra no es el objetivo único del movimiento; espacio que se conquista, es un espacio que se consolida en salud, educación, vivienda, empleo y servicios.
Los integrantes de este movimiento tienen su organización interna, su disciplina y la formación de sus propios cuadros. Este movimiento se somete regularmente a autoevaluaciones y reajustes a través de encuentros, congresos y jornadas que realizan cada cierto tiempo.
Entre sus componente más fuertes se destaca la educación realizando cursos de capacitación para los educadores de los asentamientos, seminarios y encuentros que les permite visualizar cuál es la educación que requiere el movimiento agrario, de acuerdo al desarrollo del país y las necesidades planteadas por las comunidades. También estos eventos educativos se encaminan a la formación ideológica de los cuadros del movimiento.
El movimiento de los Piqueteros en Argentina, surge en los años 90 como salida de lucha de los desempleados, quienes a manera de protesta, cierran las rutas para exigir que sus voces sean escuchadas. Se le sumaron, a sus reclamaciones, las comunidades organizando piquetes y asambleas populares demandando empleo para los desocupados. Sus demandas pronto se convirtieron en la expresión del descontento con el gobierno como lo expresa con tanta claridad, Garcés:
“El resultado fue que de desempleados se transformaron en piqueteros, de negados en la sociedad fueron ganando paulatinamente en visibilidad… Entonces fueron un actor social relevante en la crisis de la sociedad argentina del 2001 que hizo visible el descontento con el sistema político con su consigna ¡Que se vayan todos!.” (p. 63)
El movimiento social entonces pasa de ser una búsqueda de solución a una problemática puntual, a ser la voz de todo un pueblo que comparte la misma suerte, la misma opresión pero también la misma esperanza libertaria. De esta lucha el resultado fue la salida del gobierno de Fernando de la Rúa.
El Movimiento de los Piqueteros ha dado origen a otros movimientos y a otras organizaciones sociales agrupando no sólo a los trabajadores, sino también a los más pobres.
En Bolivia, en la primera década del S.XXI, surge un Movimiento o Movimientos Campesinos e Indígenas que estremecen el país y hasta se logra llevar al gobierno al indígena Aimara Evo Morales, transformando el estado Boliviano a través de un proceso constituyente que le ha costado una fuerte lucha desde su partido creado por ellos, el MAS.
Nuestro autor, Garcés, citando a Chávez y Mokrani (2007) expresa:
“En los movimientos sociales en Bolivia se distinguen varios Hitos:
- La marcha por el territorio y la dignidad, que protagonizaron en 1990, los pueblos indígenas de las Tierras Bajas….
- La marcha en 2002 de los pueblos de las Tierras Bajas por la Asamblea Constituyente….
- La Guerra del Agua en Cochabamba en la que participaron varias organizaciones sociales…
- Control de las carreteras y de los espacios conquistados por los indígenas en el año 2000 a través de movilizaciones continuas…
- La Guerra del Gas entre el 2000 y el 2003 en el que todas la organizaciones y movimientos sociales reclamaban por la manera cómo la clase elitista manejaba el tema de los recursos naturales…” (p. 65)
Es decir, este movimiento Social ha vivido de lucha en lucha pero también de logro en logro, dando pasos agigantados hacia la definitiva emancipación.
Estos tres movimientos que Garcés tomó sabiamente de ejemplo, al igual que otros importantes que acá no se mencionan, otorgan gran importancia a la educación, pues ésta garantiza la permanencia de sus valores en las nuevas generaciones y fortalece ideológicamente a los cuadros para que sigan liderando las luchas que el día a día comunitario va presentando.
En estos nuevos movimientos sociales, la cuestión educativa tiene características que en cierta medida pudieran llamarse alternativas que apuntan a una educación que responda a grupos en constante lucha por sus reivindicaciones y con la determinación de resguardar no sólo sus conquistas, sino también su cultura.
Rigel, en su artículo sobre los movimientos sociales y la educación señala a los Movimientos sociales como espacios educativos ya que observa en ellos una centralidad en la educación y una práctica política unida a la práctica pedagógica en la lucha por la hegemonía.
Los Movimientos Sociales reconocen la importancia de los saberes construidos comunitariamente por los colectivos, con sus tradiciones, creencias y en la resolución de sus problemáticas locales y nacionales; pero al mismo tiempo perciben la demanda de una educación, en cierto modo, formal, por lo que sienten la necesidad de la alfabetización y la emprenden a través de talleres y de los métodos más creativos, de educación lo que los aproxima, en la realidad a los planteamientos de Freire.
En este sentido, Rigel afirma:
“Esta perspectiva freiriana, estrictamente una perspectiva político – pedagógica, puede ser entendida como una pedagogía para las clases subalternas:
- en lo político, defiende una opción de transformación social, denunciando los componentes opresivos del orden establecido y defendiendo un modelo más igualitario y más justo.
- en lo pedagógico, critica frontalmente las concepciones tradicionales (verticalistas, abstractas y acríticas) de enseñanza – aprendizaje y promueve propuestas dialógicas, con circulación de los roles de educador y educando, basadas en la recuperación y revalorización crítica de los saberes del conjunto de los involucrados en el acto educativo y promueve una mirada crítica de la realidad concreta.” (p. 5)
En los Movimientos Sociales, la educación promueve una reflexión de la realidad circundante a fin de transformarla de acuerdo a las aspiraciones de los colectivos, en una relación dialógica entre los diversos actores del hecho pedagógico.
Todos los espacios de los Movimientos Sociales son percibidos como espacios pedagógicos, al mismo tiempo que espacios de lucha; también la lucha por los saberes se libra en buena lid en estos movimientos.
Es una educación que sale del espacio escolar, de lo meramente académico, de lo extremadamente vertical y riguroso, una educación más bien humana y humanizadora, emancipada y emancipadora, una Educación Popular.
Conclusiones
Lo que se ha hablado hasta acá, de la mano de quienes se han dedicado a estudiar la temática permite concluir que:
Los Movimientos sociales han sido en la historia punta de lanza de los grandes cambios que ha vivido la humanidad; estos aunque influidos por alguna ideología, son respuestas espontáneas y rebeldes a la cultura de dominación.
Su esencia es una lucha por la emancipación, por un nuevo orden social que vislumbran posible, por una utopía que exigen ver realizada.
En América Latina recobraron fuerza en la década de los 70 para dar respuesta a los regímenes militares, a las democracias ocultadoras de dictaduras y a la acción colonizadora e imperial de fuerzas extranjeras.
Son movimientos que agrupan, mujeres, trabajadores, desempleados, campesinos, indígenas, en fin, colectivos que deciden organizarse desde su experiencia de grupo.
Esto no implica que se cierren a la participación de otros colectivos, más bien se enriquecen en la diversidad y se abren de lo local a lo nacional.
La Educación Popular, que emerge de los movimientos sociales es un claro ejemplo de la Pedagogía Emancipadora, humanista, cercana, creativa, dialógica.
En estos movimientos se entrecruza lo político con lo social y cultural y por supuesto, lo educativo. Acá lo pedagógico es fundamental y busca adecuarse a las propias características del colectivo, reconociendo la importancia de los saberes comunitarios y al mismo tiempo la búsqueda de una educación formal. Puesto que “el elemento popular siente, pero no siempre comprende o sabe; el elemento intelectual sabe, pero no siempre comprende y, especialmente, siente.” Gramsci.
Bibliografía
Ander Egg. Diccionario de sociología. Centro Internacional Miranda. Caracas 2013.
Revilla Blanco María. América Latina y los Movimientos Sociales: El presente de la Rebelión del coro. Revista Nueva Sociedad 227. 2010 www.nuso,org.
Artículos:
Garcés, Mario. Movimientos Sociales y Educación Popular.
Rigal, Luis. Gramsci, Freire y la Educación Popular.
Autora: Lourdes Velásquez de Urbáez
Fuente: CII OVE