Las Naciones Unidas conmemoraron por primera vez el miércoles 2 el Día Mundial de los Humedales, sumándose a las campañas para proteger esos ecosistemas en los que viven o se reproducen 40 % de las especies vivas.
“Los humedales sanos son fundamentales para la mitigación del cambio climático, la adaptación, la biodiversidad y la salud y prosperidad humanas”, expuso Leticia Carvalho, coordinadora de asuntos marinos y de agua dulce del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
Martha Rojas Urrego, secretaria general de la Convención sobre los Humedales (Convenio Ramsar, en vigor desde 1975) dijo que esos ecosistemas “aportan servicios por valor de 47 billones (millones de millones) de dólares al año, incluida casi toda nuestra agua dulce, alimentos, materias primas y medicinas vitales”.
“Pero a pesar de estos beneficios críticos, estamos perdiendo humedales tres veces más rápido que bosques”, apuntó.
Alrededor de 85 % de los humedales existentes para el año 1700 se habían perdido en el 2000, muchos de ellos drenados para convertirlos en zonas urbanizadas, agrícolas o para otros usos considerados productivos.
Su desaparición supone una amenaza existencial para cientos de miles de especies animales y vegetales, pues las existentes en los humedales se extinguen más rápido que las terrestres o marinas.
La Asamblea General de las Naciones Unidas decidió el año pasado que el 2 de febrero, fecha de la suscripción en 1971 de la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional, en la ciudad de Ramsar (Irán), se observase como Día Mundial de los Humedales.
Cubren aproximadamente seis por ciento de la superficie terrestre y, además de ser vitales para gran cantidad de especies animales, vegetales y conservación de aguas, se estima que unos 1000 millones de personas, uno de cada ocho habitantes de la Tierra, dependen de ellos para su subsistencia.
Además filtran la contaminación y son importantes depósitos de carbono.
“Almacenan más carbono que cualquier otro ecosistema, y sólo las turberas almacenan el doble que todos los bosques del mundo. Los ecosistemas de humedales interiores también absorben el exceso de agua y ayudan a prevenir las inundaciones y las sequías”, indicó Carvalho.
El Pnuma aprovechó este día para destacar cinco tipos de humedales prácticamente desconocidos como tales, el primero de los cuales es el de los artificiales, como los embalses y estanques de peces, que ayudan a enfriar el planeta y a absorber carbono.
Esas instalaciones aprovechan los procesos naturales de depuración de la vegetación, los suelos y los microbios para eliminar los contaminantes de las aguas residuales, y pueden servir como puntos de biodiversidad y escalas de migración.
Luego están las turberas del Ártico, pues el área alrededor del Polo Norte alberga casi la mitad del carbono orgánico del suelo del mundo, en gran parte en forma de turba permanentemente congelada.
Como en el Ártico se registra el mayor ritmo de calentamiento global, el gran temor es que, a medida que se derrita el hielo que las rodea, las turberas se degraden y emitan masas de dióxido de carbono (CO2) almacenado, así como metano, lo que podría provocar un punto de inflexión catastrófico en el cambio climático.
Luego están los “lagos de soda”, como el lago Van en Turquía y el Bogoria en Kenia, fuertemente alcalinos y que contienen agua no potable pero proporcionan valiosos servicios ecosistémicos, entre ellos codiciados minerales y enzimas.
Las marismas de agua salada o de marea, que se encuentran en las regiones costeras, son hábitats importantes para la vida silvestre, la reproducción de peces, el almacenamiento de carbono y la protección de las costas.
También están amenazados, y un estudio del Pnuma considera que “dependiendo de la cantidad de aumento del nivel del mar, entre 20 y 90 % de los actuales humedales costeros podrían desaparecer a finales de siglo”.
Finalmente están los bosques pantanosos, o ecosistemas forestales de tierras bajas, formados en suelos de turba, y se encuentran principalmente en Indonesia y Malasia.
Muchos de ellos han sido deforestados y desecados para dar paso a las plantaciones de aceite de palma, pero cada vez se reconoce más su valor como puntos calientes de vida silvestre y sumideros de carbono.
La buena noticia es que mejorar la gestión de los humedales aporta beneficios para la salud, la alimentación y la seguridad del agua, algo fundamental para la salud y el sustento de 4000 millones de personas que dependen de sus servicios.
Prácticamente todos los países del globo se han comprometido formalmente con la protección de los humedales, lo que recogen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas para 2030.
En el ODS 6, garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos, la meta 6.6 establece “proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua, incluidos los bosques, las montañas, los humedales, los ríos, los acuíferos y los lagos”.
Fuente: https://rebelion.org/la-onu-entra-en-la-campana-para-proteger-los-humedales/