Por: Lev Moujahid Velázquez Barriga
La carrera docente nunca ha sido una profesión redituable en términos económicos como la quisieron hacer ver el gobierno y los empresarios, para mostrar a un magisterio privilegiado al que había que ajustar por sus desproporcionados ingresos. Nadie en su sano juicio creerá que estudiar para maestro lo hará rico, dijo una vez el Dr. Hugo Aboites rector de la UACM, aunque hay sus deshonrosas excepciones en la corrupta élite sindical del SNTE y del priísmo.
Las constantes investigaciones realizadas por el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), sobre la rentabilidad futura de quienes pretendan incursionar en estudios de formación docente son desalentadoras, los ingresos de los profesores de educación básica están por debajo de la media nacional del salario que obtienen los profesionistas en general.
Los docentes de educación básica de todos los subniveles, figuran entre las 10 profesiones con menos ingresos. Hasta antes de 2013 la docencia, si acaso, había sido considerada una carrera con cierta seguridad laboral, pero el nuevo régimen de contrataciones ha generado una gran incertidumbre que pone en riesgo permanente la estabilidad en el empleo.
El deterioro de los ingresos del magisterio ha sido un proceso que se ha dado en complicidad con el propio SNTE, las supuestas negociaciones salariales que llevan a cabo, han sido absolutamente vergonzosas. El 3.15% de aumento directo al salario base acordado este 2016 en contubernio con la SEP, está en los límites de la inflación reconocida y mal calculada por las instituciones oficiales.
En términos reales, el aumento salarial al sueldo base para un docente que ostenta una plaza de primaria será menor a los 8 pesos diarios, cifra ridícula que apenas se puede comparar con el precio del medio kilo de tortilla, pero que no alcanzaría para un litro de leche y en regiones del norte mexicano sería insuficiente para pagar el transporte colectivo al interior de cualquier zona urbana.
Las y los maestros de preescolar tendrán un aumento similar de poco más de 7 pesos diarios; sin embargo, la jornada laboral del siguiente ciclo escolar aumentará una hora, según las nuevas disposiciones de la SEP. Estamos frente a una medida abismalmente desproporcionada que no tiene correspondencia entre el aumento salarial y la jornada de trabajo.
A juzgar por la tendencia que ha seguido el “incremento” salarial del magisterio en los últimos años, podemos empezar a sospechar que la intención perversa de quienes nos gobiernan, es que en el mediano plazo sea nulo, tal como sucedió por varios años en Argentina durante el periodo más férreo del neoliberalismo. Hagamos un breve recuento de los aumentos salariales en nuestro país para constatar esta aseveración:
2010 Incremento de 4.9 % al sueldo base.
2011 Incremento de 4.75 % al sueldo base.
2012 Incremento de 4.25 % al sueldo base.
2013 Incremento de 3.9 % al sueldo base.
2014 Incremento de 3.5 % al sueldo base.
2015 Incremento de 3.4 % al sueldo base.
2016 Incremento de 3.15 al sueldo base.
A pesar del proceso de precarización del salario docente, los medios de comunicación oficiales y empresariales se empeñan en proyectar una imagen distorsionada de las demandas de los maestros, pretendiendo deslegitimar cualquier intento de los docentes por mejorar sus condiciones salariales. Hay quienes, incluso, quieren ver una relación de causa y efecto entre el gasto de la nómina magisterial y los endeudamientos de las entidades federativas; este argumento se ha convertido en un chantaje social recurrente por parte de los gobiernos estatales más corruptos del país.
El pretexto del endeudamiento ha sido el ideal para dejar de pagar prestaciones que han sido conquistas históricas del magisterio, para cometer los más viles atropellos contra los trabajadores de la educación. No hay prácticamente ninguna entidad federativa que no presente problemas de rezagos, en lo más graves casos y nos son aislados o muy pocos, los docentes con contratos eventuales han dejado de percibir sus ingresos hasta por cuatro años y aunque parezca inaudito, en esa incertidumbre han estado miles de maestro en entidades como Baja California que se han aglutinado en el Movimiento Resiste para defenderse de las sistemáticas arbitrariedades contra su derecho a la remuneración de un trabajo ya devengado.
No obstante, las razones principales de la lucha magisterial no se han focalizado en las demandas de incremento salarial, sino en detener una medida todavía más agresiva, el desempleo masivo que implica la evaluación para el desempeño y la defensa de la escuela pública.