Rafael Mendoza Castillo
Enmarco esta reflexiones con el pensamiento de Manuel Pérez Rocha: “El pensamiento crítico también implica que el conocimiento se valora, se busca, se ama, no por lo que podemos obtener a cambio de él (dinero, honores, poder, “buenas calificaciones”), sino por lo que aporta para dar sentido a la vida propia y comunitaria, y para mejorarlas y enriquecerlas”. Ningún conocimiento, saber o creencia son neutrales o inocentes. Reforma Educativa prianista como máscara, para reprimir la voluntad del otro, del inconforme, del insumiso.
Este es el fondo del asunto. Por eso decimos que la Reforma Educativa que defiende no con razones, con ideas, sino con autoritarismo e irracionalidad el sargento Aurelio Nuño Mayer (practica el monólogo), como miembro de una mafia de mirreyes, no es neutral, porque afecta en lo laboral y administrativo a los trabajadores de la educación. Lo educativo, dejar sin clases a los niños, evaluar, se usan para golpear al otro, al disidente, al que protesta y descubre las mentiras del poder de dominación y explotación. Aurelio Nuño Mayer debe ser enjuiciado en lo político, moral y ético por mentirle a la sociedad y golpear a los maestros y maestras de México. No olvidemos. El discurso dogmático del político y del burócrata Aurelio Nuño Mayer apunta no al esclarecimiento del destino del pueblo mexicano, sino hacia la fundamentación del concepto vacío de autoridad (autoritarismo prianista), desde donde se descalifica, como catastrofista, la rebeldía y la crítica de las personas, clases o grupos, los cuales tienen otro proyecto de país, de cultura y de educación. Hoy el Estado mexicano, achicado y simplificado, otorga preferencia al proyecto acumulativo de capital sin importar las secuelas de hambre, miseria, desigualdad y enfermedad que van quedando en los amplios sectores de la población.
El pensamiento racionalizado, tecnocrático del prianismo en el poder, que escinde medios y fines, niega toda posibilidad de convivencia y rechaza la incorporación de la conciencia protestativa, y más bien apunta hacia el fortalecimiento del dogmatismo, de la intolerancia, donde la “verdad” única es la que emana del poder de dominación y explotación. Escuchemos al amo Aurelio Nuño: “Pedir diálogo en esas condiciones es buscar no tenerlo, y son ellos los que se están cerrando la puerta porque es una puerta que siempre ha estado abierta, pero a partir de que acepten la Reforma Educativa”. A este funcionario le importa defender a los ricos empresarios (Mexicanos Primero), la oligarquía, y no le importa la educación.
El país no sólo está atravesado por una aguda crisis económica, sino que también se presenta el derrumbe de los valores humanos y, por ende, la aceleración de la destructividad, de la violencia política y social. Todo lo anterior afecta en lo más profundo a los ciudadanos. Nos parece que los grupos hegemónicos y los poderes fácticos que manejan los asuntos públicos en el país, por alguna circunstancia o razón han perdido la orientación correcta del proceso histórico en todos los órdenes. La política desde el poder y su capitalismo corporativo, mediático, empresarial, militar y policiaco cancela todo movimiento de los trabajadores, del campo y de la ciudad (huelgas de puertas abiertas) que luchan por mejorar sus condiciones de vida.
La derecha en el poder, insensible socialmente, niega de raíz la opinión, la duda y la disidencia de los otros, de las mayorías sociales (movilización en contra de las reformas estructurales). Quienes rechazan la duda de los demás, la crítica, como Aurelio Nuño, no sólo se ubican o se encaminan hacia un pensamiento autocrático, absoluto, sino que cierran todo posible espacio democrático como única posibilidad para el reencuentro con las auténticas fuerzas sociales del cambio y de la utopía.
Todo grupo político como el prianismo, que sustenta sus prácticas en ideologías circulares, maniqueas, esquemáticas, se pone de antemano anteojeras que no le permiten observar y asimilar lo novedoso del movimiento real de la sociedad y de la historia viva del país. Aceptar la opinión del “otro” es ascender a los peldaños de una estructura social que ha alcanzado madurez política en el ejercicio de la democracia directa, y no reconocerlo es mantener a una sociedad civil ajena a la verdad y, sobre todo, provocar el aislacionismo del conjunto social en la decisiones claves que hoy reclama el país. Como decía Carlos Fuentes: “Más bien más cultura centrífuga, más heterogénea que homogénea, más empeñada en recuperar diferencias que en imponer semejanzas”. La grave problemática que vive el país ya no puede ser decidida únicamente desde la cúpula del poder o poderes, sino que el desarrollo social exige la incorporación de otros sectores sociales para que se produzca un debate nacional sobre la reorientación de la política económica neoliberal hacia la solución de las necesidades cotidianas de la población.
Es muy riesgoso para la paz social que en México se continúe, por capricho, por autoridad, con un sistema social que produce y reproduce enormes desigualdades sociales, y además se defienden esquematismos políticos que fundan relaciones sociales en el egoísmo y el individualismo. El pensamiento político que no duda, que ve la historia como dogma, como herencia lineal, en sus acciones se encamina hacia la destrucción de la inconformidad, de la protesta; estas situaciones se pueden efectuar muchos años pero jamás toda la vida, ya que las contradicciones sociales y las fuerzas actuantes buscan lo posible, las revoluciones. En las últimas décadas el tiempo histórico ha sido dirigido por un pensamiento vertical, caracterizado por el monolitismo en las acciones y por decisiones unipersonales. Estos aspectos invalidan la participación de otras fuerzas políticas que intentan dar un viraje al modelo neoliberal hacia otros proyectos de país. De continuar por el camino de la apropiación individual de lo social, de lo histórico, entonces el conflicto de lo individual y lo colectivo será inevitable.
Es necesario que se haga evidente, o al menos clarificar, las condiciones importantes para que los análisis institucionales conlleven la posibilidad de trastocar las propias instituciones, descubriendo el significado y actuación de las mismas y el campo de la ideología dominante como sustento de las relaciones entre política y educación. De acuerdo con la ideología dominante, de derecha, conservadora y fascista, se intenta ocultar lo político de todo acto educativo, y a partir de esa premisa se fetichiza todo el proceso. De esa forma la educación estaría, en cuanto a sus posibles funciones, más allá de cualquier compromiso con el cambio de las relaciones sociales en que aquella se inscribe, confirmando con esos planteamientos un marco total de “neutralidad política” en las instituciones de educación. Otro mundo es posible.
Fuente: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/columna-nc5235
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