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Sin reconocimiento de la otredad, no hay diálogo posible

América del Sur/Uruguay/Diciembre 2016/Aram Aharonian

 

El primer día de diciembre, la oposición amenazó nuevamente con abandonar la mesa de diálogo con el gobierno y puso plazos perentorios a la misma, en un documento dirigido a los facilitadores de Unasur y del Vaticano: “… el proceso de búsqueda de soluciones a través del diálogo se encuentra detenido por el incumplimiento del gobierno de los acuerdos logrados en las reuniones plenarias de la Mesa de Diálogo Nacional realizadas los días 30 de octubre, 11 y 12 de noviembre”, señaló en un comunicado.

En Venezuela cada vez más se consolida una intención fatalista destinada a construir un clima negativo de desaliento, desesperanza y desmoralización que pretende, por una parte, minar la confianza en mediadores y, por la otra, socavar la credibilidad en los actores políticos que se sientan en la mesa, señala la socióloga Maryclén Stelling.

Y con ello colabora la persistente guerra de micrófonos, el discurso de ambas partes que no hace caso de la recomendación vaticana de bajar el tono agresivo y descalificador del “otro”: dudas, predicciones, pronósticos, presentimientos y apuestas invaden el clima político, incierto en cuanto la posibilidad de un final feliz.

El padre general de la Compañía de Jesús, el venezolano Arturo Sosa, indicó desde El Vaticano, que el punto de partida para cualquier reconciliación es el reconocimiento de la situación en la que se está. “Nadie puede seriamente reconstruir las relaciones sociales si no reconoce que estas se encuentran fragmentadas”, expuso. Mientras, algunos creen que el alza de los precios del petróleo es buena noticia…

El fracaso del diálogo, añade, gradualmente ha devenido en una profecía autocumplida, predicción que, una vez formulada, directa o indirectamente lleva a su propio cumplimiento. Clima fatalista, sustentado en la creencia del determinismo de los acontecimientos, dirigido por causas independientes de la voluntad de una mayoría (79%), quien, de acuerdo a reciente sondeo, apoya el diálogo por la paz.

La oposición en su laberinto

En el seno de la oposición siempre han convivido varias estrategias y no es sencillo percibir cuál es la que predomina en cada momento. Desde enero venía trabajando en un esquema –que puede sintetizarse en el desalojo del Presidente en 2016-, posible de materializarse si se produjera una insurgencia de calle con importantes componentes de violencia y acompañada de una acción de la Fuerza Armada. Sin ello, no se alcanzaría la meta propuesta.

Sin dudas, el equipo dirigente opositor y sus analistas internacionales interpretaron el descontento real que existe en la calle de manera errada, en cuanto a su naturaleza y alcance. Y de manera ingenua fallaron al descifrar las señales y opiniones provenientes de oficiales del estamento militar. La aceptación del diálogo, más allá de la fuerza de las presiones de los facilitadores, parecía estar enmarcada dentro del concepto de larga marcha a través de las instituciones.

Esta vez, la oposición contó nuevamente con aliados externos. El gobierno denunció como un “golpe de Estado” en el Mercosur, la decisión de sus socios de suspenderlo como estado miembro, lo que representa la más dura sanción de un ente internacional en medio de la crisis del bloque regional, haciendo caso omiso a la resolución del Parlasur del primero de diciembre, refrendada incluso por los diputados de la oposición venezolana. “Constituye una agresión a Venezuela de dimensiones realmente muy graves”, dijo la canciller Delcy Rodríguez.

“Lo que se busca con esta medida impulsada por las oligarquías regionales es generar las condiciones para una desestabilización de la democracia venezolana, amenazada desde el triunfo electoral de Hugo Chávez por el imperialismo norteamericano y la oligarquía venezolana, que se niega a perder sus privilegios”, señaló la central unitaria de trabajadores uruguayos PIT-CNT.

Para el politólogo Leopoldo Puchi, la nueva estrategia emprendida desde octubre apunta hacia los próximos procesos electorales: gobernadores y alcaldes en 2017 y presidenciales en 2018, un camino no sólo electoral sino también institucional, que se desarrolla dentro del sistema vigente y apunta a una alternancia en el poder en un mediano plazo, a la cohabitación. El trabajo más importante de negociación debería entablarse en la mesa de diálogo, con la ventaja de ser refrendado por los observadores internacionales.

Hay quienes lo consideran sólo un movimiento táctico y no una estrategia. ¿En los próximos meses, se proseguirá con ella o se realizará de nuevo un viraje hacia la línea de “primavera”?

El alcalde Caracas y líder del PSUV, Jorge Rodríguez, destacó que dentro de la oposición hay una condición disfuncional que no permite que entre ellos exista un acuerdo en las mesas de diálogo de asuntos políticos, económicos y sociales en paz. Señaló que para abandonar el diálogo, dirigentes opositores esgrimen una serie de elementos que no tienen nada que ver con los acuerdos que se llegara con la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en la pasada sesión plenaria el 12 de noviembre.

Aseveró que el poder público fue desmantelado por las ansias del poder de quien en este momento encabeza el poder Legislativo, Henry Ramos Allup, quien no quiere que el dirigente de primero Justicia –miembro del MUD- Julio Borges, reciba el día 5 de enero al Parlamento con una situación de normalidad y por ello insiste en mantener esa posición de desmantelamiento de ese Poder Público.

El diálogo fue rechazado sistemáticamente por los líderes de la oposición hasta que Francisco le dio la bendición, aunque apenas instalado, varios de sus dirigentes anunciaron que si en 12 días no había resultados concretos se retirarían para “calentar la calle” que para ellos significa transvestir el derecho constitucional a manifestar en instrumento para atentar contra el orden democrático y constitucional. Pero cada día es más escuálida la concurrencia, muestra de la frustración de sus seguidores.

El dirigente de la MUD, Ramón Guillermo Aveledo, indicó que los líderes de la oposición deben dejar de lado sus aspiraciones políticas personales y el oportunismo para fortalecer la verdadera unidad. Denunció que la única estrategia del gobierno en los últimos tres años, fue la de ganar tiempo “para que la gente creyera que Chávez aún estaba vivo”. La advertencia llega en momentos en que Julio Borges y Carlos Ocariz, dirigentes con mayor peso dentro del partido Primero Justicia, se deslindan de Henrique Capriles por su línea individualista.

Los acuerdos

Como se sabe, no hay acuerdo sobre la celebración de un referendo revocatorio o sobre un adelanto de elecciones, pero si hay entendimientos sobre otras aspectos, en pleno debate sobre el ritmo de aplicación de los convenios ya alcanzados.

El acuerdo redactado bajo el título “En el campo económico-social” ambas partes acordaron trabajar de manera conjunta para combatir toda forma de sabotaje, boicot o agresión a la economía venezolana, priorizar en el corto plazo la adopción de medidas orientadas al abastecimiento de medicamentos y alimentos sobre la base de contribuir a promover su producción e importación.

Asimismo, acordaron promover el diseño y aplicación de políticas de cooperación entre los sectores público y privado para monitorear, fiscalizar y controlar los mecanismos de adquisición y distribución de insumos y mercancías” Pero lo cierto es que, en lugar de pronunciarse abiertamente contra las manipulaciones en torno al llamado “dólar paralelo”, la oposición ha omitido toda mención a esta forma de sabotaje y al abierto ataque contra el bolívar, dirigido desde laboratorios de guerra.

El ex ministro de Economía Productiva Luis Salas señala que la derecha económica y los grupos concentrados tienen clara voluntad de arreciar en el boicot, lo que se manifiesta por ejemplo en la acción de las calificadoras de riesgo, en el tema de la agudización del desabastecimiento y la especulación de algunos rubros, en esos casos donde el problema no es la escasez sino el no acceso por los costos elevadísimos.

Sobre el ataque al signo monetario, Salas recuerda que la tendencia creciente se retomó desde el 27 de noviembre, después de que se anunciara el cronograma electoral y que el gobierno y la oposición irían a una mesa de diálogo. “A medida en que el discurso de la oposición se radicaliza en esa mesa, el tipo de cambio paralelo tiende a subir. Es un marcador arbitrario, que corresponde más a intereses políticos, que a un indicador de tipo económico”, señaló.

Sin dudas, éste es el acuerdo más importante, aunque prácticamente desconocido por la ciudadanía, porque establece el marco ideal, el clima, la atmósfera que haría posible la continuación del diálogo y evitaría la eclosión de la violencia. El oficialismo, por su lado, tiene la paz como una de sus principales consignas, pero no ha convocado suficientemente a todo el pueblo a movilizarse para su defensa específica y para respaldar masivamente el diálogo.

El dos veces vencido candidato presidencial Henrique Capriles, dijo que “la destrucción de nuestro signo monetario no se debe a una página web ¡eso es mentira! El gobierno es el único culpable de la devaluación de nuestra moneda”. Mientras, desde sectores oficialistas se recuerda que la oposición no se ha pronunciado contra el acaparamiento de productos, la especulación comercial o la simplificación de la producción.

En otro acuerdo (En lo político) hubo compromiso en avanzar en la superación de la situación de desacato de la Asamblea Nacional dictada por el Tribunal Supremo de Justicia y se instó a los poderes públicos a actuar en la resolución perentoria de la situación del caso de los tres diputados (suspendidos) del estado Amazonas. Ya el Consejo Nacional Electoral anunció que habrá nuevas elecciones en Amazonas.

También las partes consensuaron en “trabajar conjuntamente, en el marco de lo establecido en la Constitución, para el nombramiento de los dos rectores del CNE, que culminan su mandato en diciembre 2016”.

En la mesa “Convivir en paz” las partes se comprometieron a reforzar de manera conjunta la defensa de la soberanía y rechazar cualquier injerencia externa, del signo político que sea. Pero sectores de la oposición continúan convocando la injerencia extranjera y solicitando la aplicación de la Carta Democrática de la OEA en Venezuela, y persiste en dar vueltas por el mundo para convocar a toda la derecha internacional para que intervengan Venezuela.

Colofón navideño

De la mano de las narrativas mediáticas sobre la crisis, la convivencia y el diálogo, la ciudadanía se encuentra a merced de una construcción social de la realidad y del sentido de lo que acontece en Venezuela. Los medios de información despliegan cruzadas en pro o en contra de la gestión de gobierno, del diálogo y, en consecuencia, de la convivencia y la paz, advierte Stelling. El relato mediático no informa: tiene el objetivo de enmarcar su “media verdad” y legitimar determinadas decisiones y acciones.

La cruzada de la oposición tiene como uno de sus blancos la mesa de diálogo: dirigentes de la MUD y empresas mediáticas afines desarrollan una estrategia discursiva de alto contenido emocional dirigida tanto a deslegitimación como a la justificación del levantamiento de la mesa de diálogo, que supone acuerdos para resolver la crisis política y económica que consume todos la ciudadanía.

El excanciller Roy Chaderton afirma que la gente no siente nostalgia por la Cuarta República, siente nostalgia por el pasado reciente del chavismo, en el cual el país alcanzó un nivel de democratización del consumo, la mayoría de las personas podían cubrir sus necesidades básicas, y además hacer otras cosas que son derechos constitucionales, pero que suelen ser vistas como suntuosas, la recreación, viajar, ciertos derechos adquiridos por la población. Sin duda eso se prestó para deformaciones, pero la solución a esas deformaciones no puede ser la privación del derecho adquirido.

Dice Carola Chávez, fina humorista, que “así, por mucho que traten de impedir su llegada, inevitablemente, la navidad llega. Y aunque nos encontrará golpeados, nos encontrará insumisamente de pie. Y es que los que calculan mal, lo hacen siempre desde su lejana perspectiva, jugando un ajedrez solo con las piezas blancas, siempre ignorándonos, siempre subestimándonos, siempre fallando porque, por mucho que no quieran verlas, por mucho que les moleste, las piezas negras también están en el tablero y saben jugar lo suyo”.

¡Tun, tun! ¿Quién es? Gente de paz…” Por lo menos eso dice el popular villancico venezolano.

Fuente:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=220042

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/esh-JPtAQp0nKrsTOONb9ZS4pJqL07e473wymgidGjdZs0amP03PwDjiYwPO-Jscy5GX8nU=s85

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Diálogo en lugar de golpe, derrocamiento y tragedia

Por: Aram Aharonian

El diálogo entre gobierno y oposición comenzado en Venezuela posterga sine die el referendo revocatorio y el juicio político al presidente Nicolás Maduro y abre un arcoiris de esperanza tendiente a encaminar políticamente la situación del país, garantizar el abastecimiento de alimentos y medicinas a la población, y consensuar una agenda electoral, eliminando la posibilidad del apocalipsis anunciado.

Si uno se remite a la información mediática, pareciera que se trata de un diálogo “obligado” pero sin compromiso con el presente y futuro del país. Pero, de fracasar, los pronósticos no son para nada halagüeños, y la confrontación puede transformarse en formas más complejas, violentas y peligrosas, las que son estimuladas y desestimuladas –a la vez y contradictoriamente- desde el exterior.

Hoy se lo presenta como un proceso más complejo que las negociaciones en Colombia, El Salvador y Guatemala, donde hubo guerras con miles de muertos, pero también existió el convencimiento de que para recibir hay que hacer concesiones. Y por eso, el éxito de este proceso de diálogo dependerá de la voluntad de encontrar puntos comunes y también del uso del lenguaje y el abandono de la persistente guerra de micrófonos, acicateada desde el exterior.

Un sector de la oposición venezolana sustenta su estrategia política en el supuesto de que en el país gobierna una “dictadura” o un “régimen”, que se ha tratado de imponer como imaginario colectivo a través de la prensa hegemónica continental e internacional. Maniqueo el argumento, ya que se trata de un gobierno surgido bajo los mismos mecanismos que le permiten a la oposición elegir gobernantes de municipios y estados y obtener una representación mayoritaria en la unicameral Asamblea Nacional.

No hay posibilidad de diálogo sin el reconocimiento del “otro”. Hay varios sectores de la oposición que no reconocen al bolivarianismo como un adversario político sino como un enemigo a aniquilar. Hoy se ven en la necesidad de re-convertirse en actor político, más allá de su obstinación en derrocar a un gobierno.

Para el “catedrático” chileno Fernando Mires, el objetivo del supuesto diálogo es para el gobierno dividir a la oposición entre dialoguistas y radicales destruyendo así el centro político que “hasta ahora mantiene su hegemonía gracias al liderazgo ejercido dentro y fuera de la Mesa de Unidad Democrática por Jesús Torrealba desde la MUD, Henry Ramos Allup desde la AN, Leopoldo López desde la prisión, y Henrique Capriles en comunicación con la mayoría ciudadana.

Mires señala que diálogo es la palabra mágica que permite a los gobiernos latinoamericanos escurrir el bulto del problema. Al haberse imbricado el propio Vaticano el “régimen” ha logrado neutralizar en parte la abierta oposición ejercida por la Iglesia Católica venezolana y con ello ha obligado a la MUD a participar en el simulacro de diálogo, añade. Argumentos desde el exterior para quienes diálogo es una mala palabra.

El Vaticano y los mediadores coinciden en que Venezuela no puede celebrar elecciones en medio de los desastrosos resultados de su economía, porque supondría, de ganar la oposición, el inicio de un período incierto y de alta probabilidad de violencia. Esa lectura cuenta con el apoyo de Estados Unidos. Sobre todo, ante la negativa de la oposición de garantizar –de ganar las elecciones- que no se tocarán los beneficios sociales logrados por el chavismo en los últimos tres lustros.

Obviamente, la salida política no dependerá del Vaticano, que quiere darle un voto de confianza a Maduro para que se logre primero la estabilidad de Venezuela, estrategia a la que se suman dos de los mediadores de Unasur: el expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y el expresidente de Panamá, Martín Torrijos, quienes intentan un acuerdo para lograr que las instituciones recuperen su credibilidad e independencia.

Lo que no han logrado los mediadores es bajar los decibeles de la guerra de micrófonos. Para sectores de la oposición, el 11 de noviembre deviene en fecha decisiva en torno al éxito o fracaso del diálogo, y afirma que “no son momentos para ceder”, “no están dadas las condiciones” y el “que se haya abierto este diálogo no quiere decir ni de lejos que se va a paralizar la lucha”.

Mientras, desde el oficialismo se señala que “no se puede pretender darle un ultimátum a las conversaciones, a los diálogos y a la paz” y no se aceptan “amenazas” ni “condicionamientos”.

¿Cuál es la finalidad del diálogo?

Muchos son los que apuestan, desde antes de iniciarlo, a su fracaso. No es difícil hacer aflorar las dudas y las vulnerabilidades, en detrimento de la construcción de consensos perdurables. La paz y la violencia no se instauran ni terminan por decreto: hay que construir un camino, un proceso, del que participen no solo los dirigentes sino la sociedad.

El diálogo pareciera una suerte de comodín que toma distintos valores y cumple diversas funciones según convenga políticamente (ya que) la debilidad estructural y coyuntural, con la que el diálogo comienza, afecta los acuerdos y concesiones iniciales, que se desdibujan con la reactivación del sistema de amenazas de parte y parte, señala la socióloga Maryclén Stelling.

Hay frentes de batalla que se deben ir desmontando: el conflicto de poderes entre Ejecutivo y Legislativo, las acciones de calle, el tema el electoral (suspendido hasta nuevo aviso); y el poderoso transmediático.

Los facilitadores

Llaman la atención algunas frases de los facilitadores del diálogo: “Si fracasa el diálogo nacional entre el gobierno venezolano y la oposición, no es el Papa sino el pueblo de Venezuela el que va a perder, porque el camino podría ser el de la sangre”, señaló monseñor Claudio Maria Celli, el enviado del Papa.

Mientras, el subsecretario del Estado de EE-UU., Thomas Shannon, señaló que es impredecible lo que pueda ocurrir en la negociación entre el gobierno y la oposición venezolana. «Al final de cuentas son los venezolanos los que determinarán el éxito o fracaso de todo esto», tras indicar que el proceso está todavía en “una fase crítica y delicada”

¨Pero también toma partido: “En muchos aspectos el gobierno tiene la llave del éxito de este diálogo porque es quien tiene a los presos, controla las organizaciones electorales que toman decisiones sobre las elecciones y es el que tiene que acceder a sentarse con los miembros de la sociedad civil y la oposición para determinar los próximos pasos que Venezuela puede tomar”, condicionó

Samper, por su parte, alertó a las partes a no crear falsas expectativas sobre los resultados en el plazo inicial de valoración de lo acordado hasta el 11 de noviembre y dejó en claro que el diálogo debe ser entendido como fruto del compromiso y voluntad real del gobierno y de la oposición por encontrar caminos de una convivencia democrática.

El diálogo, insistió, está basado en el respeto y reconocimiento mutuo, bajo las premisas de a) confianza en la neutralidad de la tarea y propuestas de los acompañantes, b) Nadie se levanta de la mesa, c) El proceso no será utilizado con fines partidistas., d) Nada está acordado hasta que todo esté acordado, e) Respeto, reconocimiento y convivencia entre las partes, e) La comunicación de los resultados es responsabilidad de los acompañantes, f) Respeto a la soberanía de Venezuela.

Avances reales

Las partes acordaron organizar el trabajo en las siguientes mesas temáticas: 1) Paz, Respeto al Estado de Derecho y a la Soberanía Nacional, coordinada por José Luis Rodríguez Zapatero; 2) Verdad, Justicia, Derechos Humanos, Reparación de Víctimas y Reconciliación, coordinada por el representante del Vaticano; 3) Económico-Social, coordinada por el ex presidente dominicano Leonel Fernández, y 4). Generación de Confianza y Cronograma Electoral, coordinada por el ex mandatario panameño Martín Torrijos.

En la primera semana se han estado reuniendo tres de las cuatro comisiones de trabajo designadas. Ernesto Samper, secretario general de Unasur, señaló que están “construyendo espacios de confianza para avanzar en temas fundamentales”. Se trata de un proceso difícil, espinoso, frágil, quebradizo, pero de una trascendencia que en ocasiones parecen olvidar algunos.

El Vaticano salta al ruedo

A mediados de septiembre se hizo pública una carta en la que monseñor Pietro Parolín, secretario de Estado del Vaticano, aceptaba la oferta de Unasur, la organización regional que facilita el diálogo, de sumarse a las conversaciones como mediador, tras una petición especial de la oposición, sin fuerzas para la recolección de las firmas de la segunda etapa del referéndum revocatorio.

Henrique Capriles, dos veces derrotado candidato presidencial de la oposición, denunció el 24 fde octubre un golpe de Estado en Venezuela, anunció que la Asamblea –de mayoría opositora- iniciaría un juicio político a Maduro e instó a los venezolanos a acudir, en una marcha, hasta el Palacio de Miraflores, la sede presidencial, la que fracasó. Fue el detonante (¿esperado?) para que el vaticano pusiera manos a la obra.

El 25 de octubre, el nuncio en Caracas, Aldo Giordano, se reunió con el secretario general de la Mesa de la Unidad Democrática, Chúo Torrealba y los representantes de Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática, Primero Justicia y Voluntad Popular. Este último grupo sigue creyendo que la violencia callejera llevará a la negociación política, y no participa del diálogo. El Vaticano dio a conoc er un comunicado para que la oposición superara sus diferencias y señaló que era al menos descortés reclamar la presencia de un enviado del Papa Francisco para luego no acudir a la cita.

El lunes siguiente, el enviado del Papa, monseñor Claudio Maria Celli, pidió a la oposición que suspendiera el proyectado juicio político al Presidente Nicolás Maduro y que desviaran la anunciada marcha hacia el palacio de Miraflores prevista para el jueves. La oposición aceptó a cambio de que el Gobierno excarcelara a seis presos.

Sin embargo, los llamados del Vaticano no encuentran eco en el arzobispado venezolano ni en la jesuita Universidad Católica Andrés Bello, convertida en punta de lanza de la oposición.

Las dudas de la oposición

Sin lugar a duda, hay disidencias políticas al interior del bolivarianismo y sectores que combaten al gobierno con tanta o más fiereza que a la oposición: exministros de Chávez, grupos de izquierda radical y trotskista, generales y altos oficiales en retiro (chavistas) que no vacilaron en apoyar al referéndum revocatorio de Maduro. No todo el chavismo apoya a Maduro, pero, obviamente, menos aún a la MUD

En 18 años de gobiernos bolivarianos se llevaron a cabo 18 elecciones, pese a lo que el chavismo ha estado bajo permanente sospecha antidemocrática por parte del poder mediático hegemónico. Además, en reacción a las continuas derrotas electorales, la oposición ha reaccionado organizando acciones desestabilizadoras como el golpe cívico-militar en el 2002, el paro petrolero en 2002-2003 y las más recientes medidas de desestabilización con “guarimbas” callejeras desde 2014.

Con la prioridad económica establecida (garantizar el abastecimiento de alimentos y medicinas) el referéndum revocatorio o el juicio político a Maduro ya lucen un asunto del pasado y hoy la oposición duda sobre lograr un acuerdo político que permita, a través de una enmienda constitucional, adelantar las elecciones generales para finales de 2017. O sea, un año más de gobierno para Maduro.

La oposición tiene experiencias que ponen en duda su poderío real (y no el virtual, que es inmensamente mayor, sobre todo en el exterior) y recuerda que en 2003, tras el golpe de Estado frustrado al presidente Hugo Chávez –con el apoyo, entonces, de la OEA- se instaló una mesa de diálogo, que allanó el camino para un referéndum revocatorio de su mandato. En ese año, Chávez redobló sus exitosos programas sociales y elección tras elección gobernó con altísima popularidad hasta el día de su muerte.

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