Page 10 of 36
1 8 9 10 11 12 36

El SNTE y los espejismos de una democracia sindical

Por: Abelardo Carro Nava

«El SNTE ha querido vender procesos democráticos al interior de su gremio como si fueran oro, pero, lamentablemente, solo han sido espejismos pintados de una falsa democracia.»

Han transcurrido dos años desde que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) dio a conocer el Reglamento para la Elección de Directivas Seccionales; según se dijo, éste sería un documento en el que se estipulaban una serie de procesos a seguir para garantizar una total transparencia en la elección de los dirigentes seccionales y la democracia al interior de ese Sindicato (SNTE, 2020), sin embargo, en los hechos, ni ha existido una total transparencia en los procesos de renovación de las secciones sindicales y, mucho menos, se ha dado paso a una democracia efectiva al interior de lo que en su momento fue conocido como el Sindicato más grande de América que, dicho sea de paso, hoy, ni sus luces quedan.

Y del proceso de renovación de la dirigencia nacional mejor ni hablamos, es bien sabido que sometido, como lo está, al poder en turno, el SNTE ha mantenido ese privilegio, el de no renovar su máxima representación a través de los pactos que ha establecido con el lopezobradorismo.

De esta forma, quienes son parte del gremio han visto cómo en estos meses y/o semanas se han desarrollados estos “procesos democráticos” en diferentes secciones sindicales del país; con una serie de candados que favorecen a ciertas camarillas que difícilmente quieren soltar el poder porque, de este poder, se han servido con la cuchara grande sin la menor preocupación de acudir a aquel principio que fundamenta su razón de ser: la defensa de los derechos laborales y profesionales de sus agremiados. Han sido, por así decirlo, elecciones a modo bajo una falsa y absurda idea que nada más no acaba de tener forma: democracia. Sí, una democracia que le da “legitimidad” a un hecho ilegítimo e ilegal como lo es una “contienda” electoral como la que hasta el momento hemos observado. ¡Vaya democracia!

¿Qué transparencia se puede tener en una contienda electoral cuando la misma estructura es juez y parte en el proceso? Ninguna. ¿Qué transparencia se puede tener en el proceso cuando no se sabe o conoce el número de integrantes y dónde se encuentran inscritos? Ninguna. Basta con voltear a ver lo que ocurre en la Directiva Seccional 31, de Tlaxcala, donde, después de unos meses en que se renovó dicha directiva seccional, su actual dirigente, ha emprendido una campaña para levantar un censo magisterial con la finalidad de conocer dónde se encuentran los docentes (Milenio, 2022). ¿Irrisorio por donde se mire no es cierto?

Curiosamente la base trabajadora se ha mantenido en calma, tal vez por una indiferencia acumulada en razón de un claro y llano gatopardismo al más puro estilo priísta, tal vez por una conformidad mal entendida y asimilada, tal vez por incomprensible aceptación de los hechos, tal vez por una incipiente rebeldía, tal vez por el sometimiento y la presión existente por las estructuras sindicales que agobian, condicionan o coaccionan la participación de sus integrantes, tal vez por todo lo anterior.

Al tiempo.

Referencias:

Fuente: https://profelandia.com/el-snte-y-los-espejismos-de-una-democracia-sindical/

Comparte este contenido:

¿Mejores salarios para los maestros?, ¿y el SNTE?

Por: Abelardo Carro Nava

«¿Qué nos hace pensar que habrá un incremento que realmente impacte en los bolsillos de todos los trabajadores de la educación activos?»

Se ha vuelto una costumbre, de todos los gobiernos y gobernantes, que a unos días de que se celebre el día del maestro en nuestro país, se anuncie con bombo y platillo un aumento salarial para el magisterio.

Tales anuncios se acompañan de sendos discursos que enaltecen la labor que miles de trabajadores de la educación realizan en cada uno de sus centros de trabajo; esto, como parte de la tan prometida y anhelada revalorización del magisterio que, para acabar pronto, se ha quedado en un sueño guajiro. Y bueno, si de campañas políticas habláramos, habría que recordar cuántos políticos han prometido mejorar las condiciones laborales y de vida de los profesionales de la educación sin que tales promesas se hayan hecho una realidad. Claro, el mercado electoral que para ellos les significa el magisterio propicia tales arengas, aunque, como sabemos, nunca se han cumplido, hecho que propicia un probable desencanto que, en años recientes, ha generado una alternancia democrática en diversas latitudes, pero también, curiosamente, el apoyo irrestricto a ciertos personajes que, independientemente del color partidista, logran mantener su poder en el gobierno.

En cualesquiera de los casos, la realidad es que, en los últimos años, el incremento salarial de los trabajadores de la educación ha oscilado entre el 3 y 4 por ciento, pero con una inflación que ha golpeado el poder adquisitivo de los trabajadores de la educación. Actualmente, la inflación supera el 7 por ciento, ¿el incremento salarial de este año se colocará arriba de este número? Lo dudo. Si en todos estos años se ha demandado que aquellos pensionados del gremio – a quienes se les han hecho sus cálculos con base en la Unidad de Medida y Actualización (UMA) y no en Salario Mínimo (SM) – se pague su pensión conforme al SM, ¿qué nos hace pensar que habrá un incremento que realmente impacte en los bolsillos de todos los trabajadores de la educación activos? Espero, seriamente, equivocarme.

Todo este tema viene a colación por lo que, en días pasados, el presidente de nuestro país, Andrés Manuel López Obrador, expresó en dos de sus conferencias “mañaneras”. En la primera afirmó contundente “hace falta el que se mejoren los salarios de los maestros, estoy consciente de eso, estamos buscando la manera de ayudarlos” (Profelandia.com, 2022); en la segunda reitero dicha afirmación “estoy haciendo un análisis sobre lo que ganan los maestros, porque ahora que ha incrementado el salario, ya un trabajador promedio del Seguro Social, inscrito en el Seguro Social, el promedio son 14 mil 300 pesos al mes… el maestro trae un promedio de 12 mil 500, o sea, el promedio de un trabajador inscrito al Seguro es de 14 mil 300 y el del maestro 12 mil 500” (Profelandia.com, 2022).

Ni tarde ni perezoso, el líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) apareció en escena para expresar “ustedes han escuchado que en algunas mañaneras el presidente se ha referido a eso, a que tiene la preocupación de cómo incrementar el salario lo mejor posible a los trabajadores de la educación; nosotros esperamos tener una respuesta decorosa, una respuesta que motive a las maestras, a los maestros, al personal de apoyo” (Profelandia.com, 2022).

Todo esto en el marco de la Revocación de Mandato que, en los últimos días, ocupó la esfera política nacional; no obstante, bien valdría la pena preguntarse, ¿qué significa, para el líder del SNTE, tener una respuesta “decorosa” cuando este líder no recibe el mismo salario que cualquier maestra o maestro frente a grupo?, ¿qué acciones emprendería este líder sindical para que, en caso de que no se tenga esa repuesta “decorosa”, se demande y exija que sí lo sea?, ¿cuál será el parámetro que permitiría medir ese “decoro” al que se refiere este líder sindical? Ahora bien, ¿de qué manera y con qué recursos se incrementaría el salario de los trabajadores de la educación si, como el mismo presidente lo señaló, tiene otras prioridades que, por donde se vea, requieren de un presupuesto robusto para la mejora de la infraestructura educativa, por ejemplo?, ¿de dónde se obtendrán los recursos para lograr este incremento si la brecha de desigualdad salarial entre profesiones en nuestro país es, por así decirlo, no poca cosa?

Desde luego que, como profesor frente a grupo, deseo que tales palabras sean una realidad en el futuro inmediato; para nadie es desconocido el incremento en los precios de diversos artículos que son parte indispensable para nuestro ejercicio profesional, sobre todo, si consideramos que aún el magisterio, y la sociedad, padece los estragos por la pandemia ampliamente conocida. Sin embargo, también tengo claro que, en el orden mundial, acontecen innumerables situaciones que han provocado, por ejemplo, la inflación arriba referida y el aumento de dichos precios, ya no digamos de la canasta básica.

Ciertamente, prometer no empobrece, pero por años se ha venido prometiendo esa mejora en las condiciones laborales y de vida de los trabajadores de la educación y nada más no se ha logrado. Excusas y justificaciones siempre han existido, ¿no habría la imperiosa necesidad de exigir que, hoy día, se hagan una realidad dichas promesas? En todo caso, ¿para que tiene el magisterio una representación sindical si, en los hechos, está sometida, por no decir vendida al poder en turno?, ¿no habría la posibilidad de, por ejemplo, se haga una realidad que las pensiones de los jubilados se cubran en razón de los salarios mínimos y no en UMA?, ¿no se supone que el SNTE, que hoy dirige Cepeda Salas, pugnaría por este propósito pero no ha hecho nada? En fin.

Bien dice que las promesas se las lleva el viento; espero, en verdad, equivocarme en ello.

Al tiempo.

Referencias:

Fuente de la información e imagen: https://profelandia.com

Comparte este contenido:

Capacitación para el nuevo plan de estudios, ¿otra vez el mismo cuento?

Por: Abelardo Carro Nava

 

«Si existiera una pertinente formación continua del profesorado mexicano, ¿tendría que capacitarse el magisterio para que implementara un plan de estudios?»

 

Una de las demandas más sentidas del magisterio mexicano de los últimos años ha sido el tema de la formación continua. Un tema, sin duda, de enorme relevancia para el quehacer docente pues, independientemente de la formación inicial adquirida en las instituciones formadoras de docentes (o en las Instituciones de Educación Superior, por aquello de que cualquiera podía ser maestro), se requiere de un proceso formativo que acompañe a las maestras y maestros a lo largo de su trayectoria profesional, es decir, desde su inicio hasta su jubilación; se trataría de un proceso que no se limitaría a superar las exigencias de un esquema de ingreso y promoción salarial tal y como desde el peñanietismo – o antes de éste – se ha establecido en nuestro país, pero también, que superara ciertas exigencias profesionales derivadas de la implementación de un nuevo plan de estudios.

Se esperaba que, con la llegada de un profesor o profesora a una de las Secretarías de Estado de vital importancia para el desarrollo de los seres humamos, tal y como lo es la Secretaría de Educación Pública (SEP), las cosas en esta materia mejoraran o cambiaran, sin embargo, desde que asumió el cargo Delfina Gómez – quien se desempeñó como docente y directivo por varios años en el Estado de México – las cosas no se han movido mucho que digamos.

Hasta el momento, este tema ha sido uno de los grandes pendientes del régimen actual porque, si bien es cierto que la Comisión Nacional de la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU) ha venido trabajando con la intención de ofrecer un esquema formativo que apoye a los docentes y directivos en sus respectivos espacios escolares, también es cierto que ha sido visible una enorme falta de vinculación entre la SEP, la Unidad del Sistema de Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM) y la propia MEJOREDU; por tanto, no sería nada descabellado afirmar que cada una de estas instancias ha venido “jalando” por su lado. ¿Y las maestras y los maestros? Veamos.

Un breve, pero muy breve recorrido histórico, nos recordaría la trascendental participación de las escuelas normales después de la Revolución Mexicana hasta la década de los cuarenta, cuando se acompañaron con la creación del Instituto Federal de Capacitación del Magisterio (IFCM); años más tarde, como sabemos, entraría en escena la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) y los Centros de Actualización del Magisterio. Instituciones con fines formativos específicos y que, derivado del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) en 1992 fueron, por así decirlo, prácticamente relegadas al olvido.

En este sentido no hay que olvidar que, con la firma de este último Acuerdo, se creó el Programa de Nacional de Actualización Profesional (PRONAP), con la intención de regular los servicios de formación continua para ampliar las posibilidades de acceder a una formación permanente de calidad que respondiera las necesidades educativas de los estudiantes inscritos en educación básica. La federalización del sistema educativo entró con todo en nuestro país y, con ello, el sistema de formación se desdibujó. Para pocos es desconocido que, en cada uno de los estados, a partir de esos años hasta nuestros días, siguen operando instancias de formación continua que nada más no terminar de apoyar la labor del profesorado mexicano.

Y es que, a través de los años, mientras en la federación se determinaba una cosa, otra muy diferente ocurría (y ocurre) en las diferentes entidades de la República Mexicana, consecuencia lógica de eso que se conoció como “descentralización educativa”.

Entonces, dado el reciente anuncio que realizó la profesora Delfina Gómez, en Chihuahua, al clausurar las Asambleas de Análisis del Plan de Estudios 2022 y Libros de Texto (SEP, 2022), estaríamos ante un esquema de capacitación tal y como lo hemos conocido en los últimos años, es decir, que un par de semanas antes de que inicie el ciclo escolar 2022-2023, como parte de los incomprensibles Consejos Técnicos Escolares (CTE), ¿se estaría capacitando a las maestras y los maestros sobre este plan de estudios?, ¿no sería esta una forma de reducir y desvalorizar una función tan sustantiva como lo es la docencia?, ¿no sería esta una forma de decirle al maestro y a la maestra que es un simple operador o instrumentador de un plan de estudios?

Cierto, habrá quien diga que, en su discurso, la Secretaria de Educación expresó dos términos por demás importantes “formación” y “acompañamiento” pero, a fuerza de ser sinceros, habría que preguntarse desde qué posición o mirada asumió tales conceptos la profesora. En consecuencia, nada mal estaría que al interior de la SEP se dialogara al respecto con la finalidad de superar aquel modelo carencial, remedial e instrumental que ha permeado la formación continua en nuestro país en las últimas décadas, para dar entrada uno donde los diversos actores que en éste concurren no queden desdibujados y sometidos a los que un “facilitador” (“poseedor” de todo el conocimiento y claro ejemplo de una educación bancaria dicha por Freire) determine en razón de una tradición formativa que no permite la participación activa para la construcción colectiva de conocimientos.

Se ha dicho hasta el hartazgo, de hecho, dicha Secretaria de Educación así lo afirmó en este evento, que las maestras y maestros son los expertos, entonces ¿podría pensarse y diseñarse una estrategia nacional que rompiera con el enfoque formativo e instrumentalista para dar paso a otro donde, a partir de ciertos ámbitos y ejes articuladores se favoreciera el quehacer que miles de profesores realizan en sus aulas escolares? Vaya, ¿hasta cuándo se podrá observar una pertinente vinculación entre las distintas instancias gubernamentales como lo es la SEP, MEJOREDU y USICAMM para este propósito?, ¿hasta cuando se terminará el sistema de ingreso y promoción salarial del magisterio que nada más no termina por abonar en una mejora sustantiva de la educación?

Hace unos días, encontré un material cuyo contenido me pareció bastante pertinente, se titula “Orientaciones para identificar y seleccionar contenidos curriculares indispensables” publicado por la MEJOREDU; desde mi perspectiva, es un material que abona para que los profesores conozcan y comprendan diversas estrategias que permiten organizar los contenidos que podrían trabajar con sus alumnos de acuerdo a la asignatura establecida. Me recordó a una actividad que hace años realizaba con mis estudiantes en la asignatura “Propósitos y contenidos de la educación básica I y II” del plan de estudios de las escuelas normales 1997. Sin duda, un tema necesario e indispensable para el conocimiento y desarrollo del quehacer docente que, desde luego, trasciende la instrumentalización de un plan de estudios acercando a sus actores a la comprensión del enfoque que lo permea y al por qué se hace necesaria la dosificación o articulación de contenidos.

Finalizó este cúmulo de ideas expresando una pregunta que, hace unos días, formulaba en mis redes sociales y en algunos eventos en los que he tenido la oportunidad de participar derivado del análisis del Plan de estudios 2022: si existiera una pertinente formación continua del profesorado mexicano, ¿tendría que capacitarse el magisterio para que implementara un plan de estudios?

Ojalá que la SEP respondiera este cuestionamiento.

Al tiempo.

Referencias:

 

Fuente de la información e imagen: https://profelandia.com

Comparte este contenido:

¿Más diálogos y cuestionarios para “legitimar” el Plan de Estudios 2022?

POR: ABELARDO CARRO NAVA

 

«La SEP dio a conocer un cuestionario mediante el cual se pretende conocer la opinión de los profesores en razón de la propuesta curricular 2022 con preguntas que difícilmente dan pauta al desacuerdo o a la reflexión»

En 2016 Aurelio Nuño, ex Secretario de Educación Pública, dirigía un mensaje a maestras y maestros de educación básica con motivo de los “Foros de análisis y consulta sobre el modelo educativo y la nueva propuesta curricular” derivados de los foros “abiertos” que la Secretaría de Educación Pública había convocado en 2014, para conocer diversos puntos de vista y planteamientos sobre diversos ángulos que tenían que ver o que estaban relacionados con el modelo educativo (SEP, 2016).

En ese mensaje de apertura (en 2016), dicho exfuncionario público dio a conocer algunos datos y aseveraciones, para él, relevantes: “…se hicieron foros nacionales, foros regionales, se recibieron más de 15 mil propuestas por escrito y todo ello conformó parte de la base con la que trabajamos para hacer y presentar los tres documentos que hoy están a discusión… tres documentos que ya son una propuesta formal de la SEP que, como he dicho en otros momentos, son documentos terminados más no definitivos… ¿Por qué no definitivos? Porque precisamente lo que queremos hacer es este ejercicio. Queremos que estos documentos sean puestos a discusión, sean documentos que se analicen, que conozcamos diversos puntos de vista para podernos enriquecer… Hacer cambios si así se juzga necesario, agregar, quitar, en fin, lo que queremos es que esta propuesta no sea nada más de la SEP, sino que sea de todos o de la mayoría de los mexicanos” (SEP, 2016).

 

Recuerdo muy bien que, por esas fechas (2016), al Centro de Investigación y Docencias Económicas A.C. (CIDE), a través del Programa Interdisciplinario sobre Política y Prácticas Educativas (PIPE), se le “asignó” la responsabilidad técnica de la sistematización de las opiniones y aportaciones al modelo educativo y la propuesta curricular para la educación obligatoria 2016 vertidas en esos foros de consulta organizados por la SEP bajo tres líneas de acción: brindar soporte metodológico, recabar y sistematizar la información, e integrar un informe final con las propuestas y recomendaciones de los diversos actores educativos y de la sociedad en general para construir un conjunto amplio de información para la toma de decisiones (CIDE, 2017).

También, viene a mi mente, que a finales de 2016 el informe o resultados “de un análisis cualitativo” obtenido por el CIDE de ese “amplio proceso de “consulta”, fueron entregados a la SEP para que revisara dicho modelo y propuesta curricular, y fuera publicado (en su versión final) durante el segundo semestre del 2017. De hecho, como sabemos, a escasos meses de que concluyera el mandato presidencial de Peña Nieto, estos planes y programas se pusieron a prueba mediante un “pilotaje” en algunas escuelas de México. Pilotaje del que, según se dijo, se obtendrían algunos elementos que permitirían mejorar lo que podía ser mejorado, sin embargo, jamás se dieron a conocer sus resultados y, mucho menos, se implementó de manera gradual como se tenía previsto.

Llegaron las elecciones de 2018 y con ello la contundente victoria del lopezobradorismo quien, como es sabido, tomó la decisión en 2019 de suspender la implementación del modelo educativo 2017 proponiendo para ello, una ruta de construcción colectiva para contar con un nuevo plan de estudios; en dicha ruta se especificaron 6 momentos importantes: a) de mayo a diciembre de 2019, evaluación del plan y los programas de estudio b) de enero a marzo de 2020, versión preliminar del currículum, c) de abril a julio de 2020, versión final para discusión, d) julio de 2020, publicación del plan y programas de estudio en DOF, e) julio de 2020 a julio de 2021, acciones preparatorias para la puesta en marcha del currículum, f) agosto de 2021, etapas de la puesta en marcha del currículum.

Momentos que, como seguramente observará, no se cumplieron; vaya, la pandemia no puede ser considerada como un pretexto para que el proceso de construcción no se aterrizara como estaba estipulada pues, como sabemos, fue hasta marzo de 2020 cuando el país entró en un confinamiento sin precedentes. ¿Qué pasó con los incisos a) y b) referidos?, ¿cuál fue la valoración de los planes de estudio y en dónde puede ser consultada?, ¿por qué hasta enero de 2022 se conoció la versión “preliminar” del nuevo currículum?, ¿a partir de cuándo se pondrá en marcha el nuevo currículum?

Sobre estos cuestionamientos, en días pasados llamó mi atención que, en el tan acostumbrado video que la actual Secretaria de Educación, Defina Gómez, difunde cada mes para que las maestras y maestros lo observen y escuchen como parte de las actividades de los Consejos Técnicos, ésta haya afirmado que, desde julio de 2021, se comenzó con la construcción de un marco curricular y el plan y programas de estudio de la educación básica (SEP, 2022) sin referirse, en ningún momento, a su etapa previa, la de la valoración y, mucho menos, a las causas o razones por las que no se cumplieron con los plazos señalados. ¿Sabrá entonces la profesora Delfina que, desde que entró en funciones este gobierno, en las escuelas estuvieron operando los planes de estudio 2011 y 2018 mediante los cuales las maestras y maestros organizaron el abordaje de contenidos para ser trabajados con sus estudiantes?, ¿cuál es la valoración de estos dos años en los que el proceso de enseñanza y aprendizaje fluctuó bajo esas concepciones curriculares?

Y bueno, como bien sabemos, en enero de este año la SEP convocó a diversos actores involucrados en la educación básica, media superior y normal del país, así como a todo interesado en participar en las Asambleas de análisis del plan y los programas de estudio para el diseño de los libros de texto gratuitos con la finalidad de conseguir un acuerdo nacional, en donde participaran maestros, padres de familia, alumnos, legisladores, investigadores y estudiosos de la educación… (SEP, 2022); según se dijo, serían foros abiertos para que ningún maestro se quede sin participar y compartiera sus propuestas… pues es la gran oportunidad de los actores educativos para impulsar los cambios que necesita el sector… los foros de discusión son parte de un proceso paulatino que recoge las propuestas de todo el país para complementar los materiales finales de educación inicial, preescolar y secundaria (SEP, 2022).

Sobre este tema, recientemente el Director de Materiales Educativos de la SEP, ofreció algunas cifras por demás alegres: 330 mil profesores participaron presencialmente en las 32 Asambleas para el análisis del plan de estudios, 669 mil participaciones de manera virtual y en los espacios habilitados para ello, 91,438 participaciones en los formularios de Google que fueron habilitados para recibir sugerencias y más de 1 millón de visualizaciones a los videos que se encuentran en las distintas plataformas mediante las cuales se trasmitieron dichas asambleas (Profelandia.com, 2022). Si, cifras alegres que no acaban de explicar ¿de qué manera se procesará toda la información que se ha recibido en estos ejercicios en las 32 entidades de la República Mexicana?, ¿quién será el responsable de procesarla y con qué metodología? Cifras alegres que no necesariamente reflejan el que un determinado número de visualizaciones signifique estar de acuerdo o en desacuerdo con tal o cual postura porque una transmisión es, por así decirlo, unidireccional, vaya ¿qué certeza puede tener la maestra o maestra que haya dejado un comentario en una transmisión, de que será tomado en cuenta e incorporado en el documento sometido a revisión?

Y si a esto agregamos que, precisamente el día de ayer (25 de marzo), día de Consejo Técnico, la SEP dio a conocer un cuestionario mediante el cual se pretende conocer la opinión de los profesores en razón de la propuesta curricular 2022 con preguntas que difícilmente dan pauta al desacuerdo o a la reflexión, pero sí a lo positivo que podría contener dicho marco curricular, la cosa no pinta muy bien que digamos.

Y no pinta muy bien porque, como nos hemos dado cuenta, estamos ante un mismo esquema de “diálogos y consulta”, con sus respectivas peculiaridades y sendas coincidencias, que nada más no acaban de abonar a las grandes necesidades educativas que se viven en el país. Pienso, que enviar un discurso lleno de “positividad” en cuanto a que tal o cual propuesta curricular es mejor que las anteriores conlleva un riesgo enorme porque, como sabemos, si bien es cierto que la educación es un elemento fundamental que permite grandes transformaciones, también es cierto que dicha transformación no se logra de la noche a la mañana, requiere de la concurrencia de una serie de factores para que, de alguna manera, se logre.

Consecuentemente, nada abona echar campanas al vuelo; los distintos gobiernos han dado a conocer sus propias cifras “alegres” en razón de una “amplia” participación democrática de todos los actores en la construcción de un currículo, sin embargo, la gran cantidad de problemas, de todo tipo, siguen tan presentes en nuestro país que no se vislumbra una pronta salida, y más en el terreno educativo.

Al tiempo.

Referencias:

Fuente de la información: https://profelandia.com

Comparte este contenido:

Algunas reflexiones de las Asambleas de Análisis del Plan de Estudios 2022

Por: Abelardo Carro Nava

«¿Cómo desmontar todo un lenguaje basado en un enfoque por competencias en razón de las políticas educativas internacionales cuya premisa ha sido el logro de la tan anhelada calidad educativa?»

¿Cómo desmontar un modelo que durante tres décadas se introdujo hasta los huesos en el Sistema Educativo Mexicano (SEM)? Fue la pregunta que de botepronto vino a mi mente mientras se desarrollaba la Asamblea para el Análisis del Plan y los Programas de Estudio para el diseño de los Libros de Texto Gratuitos para la Educación Básica en el estado de Tlaxcala.

Y es que, desde que comenzó este ejercicio en enero de este año, he  tenido la oportunidad (cuando mis tiempos y actividades lo han permitido) de observar y escuchar las trasmisiones que, por diversas plataformas o redes sociales, se han difundido con la intención de conocer lo que en tales Asambleas se expone por parte de las autoridades educativas, pero, principalmente, por las maestras y maestros que en ellas participan.

El diálogo, pieza fundamental para el entendimiento humano, no solo se comprende a través de la escucha y lo que en una computadora o celular se observa; también se hace necesario ser parte del proceso, para tener una visión más amplia de lo que en determinado espacio acontece.

La llegada al recinto, la logística del evento, las conversaciones en los pasillos por parte de los diferentes actores que ahí concurren, los protocolos caracterizados por ciertos ritos y rituales a los que nos hemos acostumbrados cuando un evento de esta naturaleza ocurre, en fin, todo un cúmulo de cuestiones que, como decía, permiten que ampliemos la mirada con la intención de formular un posible análisis sobre tal o cual cosa u objeto de estudio.

Para el caso que me ocupa, debo agradecer la maravillosa oportunidad que tuve al presenciar ese intercambio de conocimientos, preocupaciones, ocupaciones, intereses, necesidades y demandas de maestras y maestros que, independientemente de su ideología o preferencia política marcada en algunos diálogos, permitió el registro y reflexión sobre ciertos asuntos que han estado ahí por muchos años, en la agenda educativa, pero que no han sido lo suficientemente atendidos. No es para menos, de la noche a la mañana se implementará otra propuesta curricular que, como he referido en anteriores artículos, obliga a pensar en el establecimiento, en nuestro país, de una reformitis aguda que nada más no acaba de abonar en la definición de una ruta que permita priorizar el fin educativo: el desarrollo humano, o bien, si lo ha hecho, pero desde su propia perspectiva y, en medio, los alumnos y maestros.

¿Cómo desmontar todo un lenguaje basado en un enfoque por competencias en razón de las políticas educativas internacionales cuya premisa ha sido el logro de la tan anhelada calidad educativa? Fue otra de las interrogantes que, desde luego, siguieron construyéndose en mi mente. Y tampoco es para menos, pues en las distintas intervenciones de los participantes en este ejercicio casi siempre estuvo presente. Es obvio pues, como decía, el modelo caracterizado por lograr dicha calidad educativa permeó hasta los huesos en el SEM. ¿Atribuible el uso de ese lenguaje a las maestras y maestros y, por ello, responsables de los logros y/o tropiezos educativos? En absoluto, un tema con múltiples aristas no tendría que reducirse a ello, por el contrario, si analizamos todo lo que ha ocurrido a nivel internacional y nacional en materia curricular desde la década de los noventa, podríamos entender que, una de esas consecuencias, es esta, la del empleo de un lenguaje con ciertos rasgos que lo caracterizan: calidad, competencias, aprendizajes esperados, aprendizajes clave, evaluación formativa o sumativa, etc. ¿Qué responsabilidad tuvo el docente para que los planes de estudios fueran casi enciclopédicos o atiborrados de contenidos durante estos años?, ¿qué responsabilidad tuvo el docente en eso que hoy día llaman fragmentación del conocimiento?, ¿qué responsabilidad tiene el docente en la implementación de un nuevo plan de estudios cuya propuesta intenta romper con todo lo anterior sin considerar que no todo lo que ha provenido de occidente es malo y no todo lo del sur es extraordinario? Vaya, hay quienes han, o hemos, sido formados bajo ese conocimiento occidental y aquí andamos.

¿Cómo desmontar prácticas (ritos y rituales) de las autoridades educativas para que su quehacer facilite el del docente? Y es que ser facilitador significa responder una sencilla pregunta ¿qué necesita la maestra o el maestro para realizar su labor en la escuela y en el aula?, ¿un plan de estudios o unas condiciones sociales, económicas, políticas y culturales que abonen al desarrollo de una actividad tan noble entre seres humanos? Preguntas que, indistintamente, me llevan a otra ¿cómo desmontar las expectativas que los padres de familia y sociedad en general se han forjado en razón de la función de la escuela y del magisterio? Reiteradamente se ha dicho que se estudia para ser alguien en la vida, y en parte es cierto, las formas de reproducción sociales que observamos en muchos sistemas capitalistas, de alguna manera nos han orillado a ello. La individualidad anteponiéndose a la colectividad parece ser el rasgo distintivo de esta conducta, pero ¿cómo explicar y entender el que se viva en un país en el que algunos servidores públicos vivan en la opulencia por el simple hecho de haber transitado de un partido político a otro y por el cual han ocupado un cargo público mientras que miles de ciudadanos se parten el lomo día tras día para obtener un recurso que apenas alcanza para vivir sin decoro?, ¿qué es lo que se premia a partir de tal esquema?, ¿el perfil académico o una relativa lealtad política? Sin duda, vivimos en un país de grandes contradicciones, de todo tipo.

¿Cómo transitar hacia otra forma de mirar la educación y de todo aquello que de ésta se desprende? El tránsito no tendría que representar ningún problema u obstáculo si es que se contara con políticas y/o programas sólidos en cuanto a formación inicial o continua se refiere; sin embargo, pienso, este tema es el más endeble en estos momentos pues, como sabemos, los intentos por contar con un proyecto que permita fortalecer los conocimientos de las maestras y los maestros, no se ha logrado por completo. Desde luego que esto responde a esa dinámica sexenal de imponer o implementar una mirada gubernamental sin la debida valoración y orientación pedagógica y didáctica. Entonces, parto de la premisa de que un esquema de formación inicial, continua y permanente que favorezca este ejercicio, podría atenuar el hecho de que una propuesta curricular se pretenda establecer de la noche a la mañana. ¿El estado-gobierno apostará por ello? De una vez por todas, ¿se escucharán las necesidades y demandas del magisterio?

¿Cómo instalar una nueva escuela mexicana si la tradicional sigue vigente? Y vaya, con esto me refiero no a los espacios físicos en los que ocurre el proceso de enseñanza y de aprendizaje, sino a la ideología y mecanismos que permean en el actual SEM; por ejemplo: la verticalidad en las decisiones, muchas de ellas, impositivas y autoritarias sin el debido conocimiento de lo que en su aplicación generaría en los espacios escolares; limitada, pero limitadísima autonomía curricular puesto que, aunque el discurso y en los documentos se asienta que los profesores gozan de cierto grado de autonomía en su quehacer profesional, ésta es relativa (pensemos en la indicación que baja de las autoridades de la SEP para que se realice tal cosa, lo que después sucede en los estados, lo que emana del jefe de sector, supervisor y director y lo que ocurre en el aula); infraestructura educativa que responde a esa forma tradicional de concebir a la escuela (revisemos cuántas escuelas en el país tienen prácticamente la misma estructura y por qué ha sucedido esto); la aplicación de una política de estímulos salariales, la más neoliberal de todas, a través de la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros (USICAMM) que clasifica y excluye a los profesores. En fin, la pregunta sigue siendo la misma ¿cómo desmontar lo que hasta los huesos se ha arraigado?

Si la educación es un acto político como bien se ha dicho y reiterado en dichas Asambleas, por qué no se entiende que, como hecho vivido, requiere la participación de TODOS los actores en una franca negociación que beneficie a millones de alumnos quienes, para acabar pronto, son los viven los efectos de esta toma de decisiones mal implementadas en nuestro SEM.

Restan pocas Asambleas, ¿podríamos pensar en colectivo o seguiremos en esa lucha entre ustedes, los malos, y nosotros, los buenos?

Al tiempo.

Con negritas:

Terminó la Asamblea, y la mayoría de las maestras y maestros regresaron a sus escuelas y a sus aulas, con las mismas demandas y con las mismas necesidades para cumplir con su noble labor, tal y como lo han venido haciendo en todos estos años.

Fuente de la información: https://profelandia.com

Comparte este contenido:

México: Plan de estudios 2022: sin formación ¿cómo se implementará?

Plan de estudios 2022: sin formación ¿cómo se implementará?

Abelardo Carro Nava.

Ante una evidente, pero muy evidente ausencia pedagógica en el Marco Curricular y Plan de Estudios para la Educación Básica 2022, viene a mi mente una pregunta que reiteradamente me he venido haciendo en estos días, ¿de qué manera el profesor o profesora aterrizará lo que desde el centro se ha propuesto para generar aprendizajes en los millones de estudiantes que cursan sus estudios en alguno de los niveles de nuestro intricado Sistema Educativo Nacional? Y es que, hay que decirlo, el marco curricular y plan de estudios ya está – dudo mucho que hagan ajustes profundos derivado de las “Asambleas” que coordina el director de materiales educativos – y, si no me equivoco, en agosto de este año se pondrá en marcha, imagino, en los grados en los que así se tenía contemplado: 1º, 2º y 3º de preescolar, 1º y 2º de primaria, y 1º de secundaria.

Ahora bien, desde la aparición en la escena nacional de este marco curricular, buena parte del magisterio – aquel que no fue convocado a las “asambleas” o que de plano no ha recibido información de sus respectivos niveles pero que sí ha podido conocer el documento – vive cierta incertidumbre que es por demás entendible; en los últimos 10 o 15 años, hemos vivido la transición a tres planes de estudio: el 2011, el 2018 y el 2022. Sí, tres planes de estudio que le han dado forma a esa percepción de que, en México, vivimos una “reformitis educativa” aguda. Vaya, todavía hay quienes se pregunta el porqué de esta frase tan conocida y ampliamente escuchada, tanto al interior del gremio como fuera de éste: “apenas y estamos comprendiendo el plan de estudios y ya lo van a cambiar”. Frase que, desde luego, tiene motivaciones importantes: a) la implementación de una política sexenal ad hoc a la ideología del régimen en turno sin la debida valoración de los planes de estudio anteriores; b) limitada, pero limitadísima formación continua del profesorado; c) percepción del docente en términos operativos y/o técnicos para que los implemente.

Claro, al ser una profesión de estado ¿por qué el magisterio tendría que participar en la construcción de un currículum formal que culmina en la elaboración de un plan de estudios que en sí mismo es una guía en la que se prescriben las finalidades, contenidos y acciones que son necesarios implementar por el maestro? – preguntarían aquellos que, desde el centro, construyen esas grandes “propuestas” educativas –. ¿Y el currículum vivido?, ¿no acaso este currículum es la puesta en práctica del formal con inevitables modificaciones que son necesarias entre un plan y lo que ocurre en el aula?, ¿no acaso la educación es un acto y, por tanto, como hecho vivido, cobra sentido en la escuela/aula entre el maestro y sus alumnos?, ¿qué papel juega el currículum formal en este proceso? ¿por qué priorizar la ideología del régimen en turno y no una valoración de lo que hasta el momento se ha implementado en nuestro país para construir un proyecto que responda a las múltiples necesidades y demandas locales, regionales, nacionales y globales?, ¿por qué menospreciar el trabajo cotidiano de los miles de profesores que acuden diariamente a sus centros escolares donde, con plan de estudios y sin plan de estudios, con libros de texto y sin libros de texto, aportan su conocimiento y capacidad para que sus alumnos aprendan? Caray, seguro estoy, que al término de este sexenio vendrá otro gobierno, otros funcionarios, otras autoridades y ¿saben qué?, tendremos nuevos planes y programas de estudio. ¿Por qué? Porque así se ha hecho en nuestro país, ¿por qué habría que romper con ese paradigma? En fin.

Regresando a mi pregunta inicial, ¿de qué manera el profesor o profesora aterrizará lo que desde el centro se ha propuesto para generar aprendizajes en los millones de estudiantes? Pienso, como es lógico, con los referentes teórico, metodológicos y empíricos con los que cuenta. Referentes que dan forma a ese currículum vivido que ya he referido y que, de alguna manera, ahí han estado a través de los años pues la formación inicial, continua y lo que su propia experiencia le ha dado, le han brindado los elementos necesarios para actuar en consecuencia.

Formación, ahí esta la clave de todo este asunto porque, como tal, esta alude a un proceso social y cultural que obedece al carácter de la integralidad del desarrollo de la capacidad transformadora humana que se da en la dinámica de las relaciones entre los sujetos en la sociedad, en constante y sistemática relación, capaz de potenciar y transformar su comportamiento en el saber, hacer, ser y convivir (Vargas, 2010). Hecho que, desde luego, difiere un tanto de la capacitación o la actualización puesto que, por la primera podemos entender, el proceso de enseñanza-aprendizaje donde se adquieren conocimientos y se desarrollan destrezas y, por la segunda, una actividad cuya finalidad es ponerse al día, estar a la vanguardia, acceder a la información en el campo educativo (Delgado, 2019).

Entonces, ¿cuál es la prisa por implementar un plan de estudios que, hasta donde se sabe, no esta terminado?, ¿por qué no pensar en amplio proceso formativo del magisterio y no de capacitación y/o actualización que, finalmente, éstos concretan esa operatividad de un plan de estudios que, en el fondo, no sería comprendido y mucho menos adecuadamente implementado? Desde mi perspectiva, se capacita para operar o ejecutar algo, se actualiza para conocer las nuevas tendencias educativas y, se forma, para ir más allá de una simple capacitación y actualización en torno a ese algo.

Es cierto, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU), desde que comenzó a operar, ha hecho un esfuerzo importante por formular programas de formación continua y desarrollo profesional docente (2021-2026), pero no ha sido suficiente. Es cierto, el peñanietismo redujo este esquema a una limitada, pero limitadísima oferta educativa que, prácticamente desapareció de un plumazo, lo que hasta ese momento se había logrado. Es cierto, mientras en lo nacional se plantea un programa de formación continua, en los estados, las instancias mejor conocidas como PRODEP (Programa para el Desarrollo Profesional Docente) antes PRONAP (Programa Nacional de Actualización Permanente de Maestros de Educación Básica en Servicio), operan de acuerdo a sus “propios” esquemas; es más, en algunos casos, hoy día, ya no diseñan cursos, talleres, seminarios o diplomados, por el contrario, los adquieren a ciertas empresas u organizaciones particulares y así los implementan.

¿Qué podría esperar el diseñador de un plan de estudios del maestro que atiende un grupo en una zona indígena, rural o urbana con las características propias de su contexto, pero también, de sus alumnos? La respuesta es lógica, que lo aborde, pero no única y exclusivamente desde su operatividad o ejecución, sino desde su comprensión y entendimiento que, seguro estoy, dará mayor sentido a lo que desea implementarse para el logro de los aprendizajes en el aula y en sus alumnos. Se trata de formar pues, pero no para la operatividad, aunque en el mismo proceso estaría incluida.

¿Por qué no, antes de implementar el nuevo plan de estudios 2022, se forma al magisterio durante un año para que, en 2023, comience a implementarse tal y como se tenía contemplado?, ¿por qué no pensar en un plan transexenal priorizando, desde luego, la educación de millones y millones de alumnos? Vaya ¿por qué se continúa viendo al profesor como un técnico y no como un formador?, ¿por qué desdeñar o menospreciar ese currículum vivido?

La pregunta es por qué, la respuesta usted la conoce…

Con negritas:

Hace unos días, en sus atinadas reflexiones, Rogelio Alonso planteaba unas preguntas fundamentales en torno a la forma en que el docente podría implementar la propuesta curricular 2022; cuestionaba, ¿cuántos docentes conocerán el enfoque globalizador? o ¿cuántos de éstos empleaban las metodologías denominadas centros de interés, estudio de caso o aprendizaje basado en problemas? Esto, porque dicho marco curricular plantea el diálogo para el desarrollo de las actividades académicas y, como está establecido en ese documento, ese diálogo se da en colectivo hecho que, posiblemente, daría paso al empleo, en el aula, de las metodologías referidas.

¿Verdad que sí sería pertinente indagar sobre estos asuntos y formar o reforzar los conocimientos del profesorado mexicano en estos y otros tantos temas?

Referencias:

  • Vargas, L. (2010). La formación docente. Congreso Iberoamericano de educación, metas 2021. Recuperado de: http://www.chubut.edu.ar/ descargas/secundaria/congreso/DOCENTES/R0103_Magyoly.pdf
  • Delgado, S. (2019). Perspectivas en torno a la formación docente y la posibilidad de una capacitación y actualización constante: una mirada desde los actores en una universidad mexicana. Panorama. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6888663.

Fuente de la Información: http://www.educacionfutura.org/plan-de-estudios-2022-sin-formacion-como-se-implementara/

Comparte este contenido:

Plan de estudios 2022: sin formación ¿cómo se implementará?

Por: Abelardo Carro Nava

Ante una evidente, pero muy evidente ausencia pedagógica en el Marco Curricular y Plan de Estudios para la Educación Básica 2022, viene a mi mente una pregunta que reiteradamente me he venido haciendo en estos días, ¿de qué manera el profesor o profesora aterrizará lo que desde el centro se ha propuesto para generar aprendizajes en los millones de estudiantes que cursan sus estudios en alguno de los niveles de nuestro intricado Sistema Educativo Nacional? Y es que, hay que decirlo, el marco curricular y plan de estudios ya está – dudo mucho que hagan ajustes profundos derivado de las “Asambleas” que coordina el director de materiales educativos – y, si no me equivoco, en agosto de este año se pondrá en marcha, imagino, en los grados en los que así se tenía contemplado: 1º, 2º y 3º de preescolar, 1º y 2º de primaria, y 1º de secundaria.

Ahora bien, desde la aparición en la escena nacional de este marco curricular, buena parte del magisterio – aquel que no fue convocado a las “asambleas” o que de plano no ha recibido información de sus respectivos niveles pero que sí ha podido conocer el documento – vive cierta incertidumbre que es por demás entendible; en los últimos 10 o 15 años, hemos vivido la transición a tres planes de estudio: el 2011, el 2018 y el 2022. Sí, tres planes de estudio que le han dado forma a esa percepción de que, en México, vivimos una “reformitis educativa” aguda. Vaya, todavía hay quienes se pregunta el porqué de esta frase tan conocida y ampliamente escuchada, tanto al interior del gremio como fuera de éste: “apenas y estamos comprendiendo el plan de estudios y ya lo van a cambiar”. Frase que, desde luego, tiene motivaciones importantes: a) la implementación de una política sexenal ad hoc a la ideología del régimen en turno sin la debida valoración de los planes de estudio anteriores; b) limitada, pero limitadísima formación continua del profesorado; c) percepción del docente en términos operativos y/o técnicos para que los implemente.

Claro, al ser una profesión de estado ¿por qué el magisterio tendría que participar en la construcción de un currículum formal que culmina en la elaboración de un plan de estudios que en sí mismo es una guía en la que se prescriben las finalidades, contenidos y acciones que son necesarios implementar por el maestro? – preguntarían aquellos que, desde el centro, construyen esas grandes “propuestas” educativas –. ¿Y el currículum vivido?, ¿no acaso este currículum es la puesta en práctica del formal con inevitables modificaciones que son necesarias entre un plan y lo que ocurre en el aula?, ¿no acaso la educación es un acto y, por tanto, como hecho vivido, cobra sentido en la escuela/aula entre el maestro y sus alumnos?, ¿qué papel juega el currículum formal en este proceso? ¿por qué priorizar la ideología del régimen en turno y no una valoración de lo que hasta el momento se ha implementado en nuestro país para construir un proyecto que responda a las múltiples necesidades y demandas locales, regionales, nacionales y globales?, ¿por qué menospreciar el trabajo cotidiano de los miles de profesores que acuden diariamente a sus centros escolares donde, con plan de estudios y sin plan de estudios, con libros de texto y sin libros de texto, aportan su conocimiento y capacidad para que sus alumnos aprendan? Caray, seguro estoy, que al término de este sexenio vendrá otro gobierno, otros funcionarios, otras autoridades y ¿saben qué?, tendremos nuevos planes y programas de estudio. ¿Por qué? Porque así se ha hecho en nuestro país, ¿por qué habría que romper con ese paradigma? En fin.

Regresando a mi pregunta inicial, ¿de qué manera el profesor o profesora aterrizará lo que desde el centro se ha propuesto para generar aprendizajes en los millones de estudiantes? Pienso, como es lógico, con los referentes teórico, metodológicos y empíricos con los que cuenta. Referentes que dan forma a ese currículum vivido que ya he referido y que, de alguna manera, ahí han estado a través de los años pues la formación inicial, continua y lo que su propia experiencia le ha dado, le han brindado los elementos necesarios para actuar en consecuencia.

Formación, ahí esta la clave de todo este asunto porque, como tal, esta alude a un proceso social y cultural que obedece al carácter de la integralidad del desarrollo de la capacidad transformadora humana que se da en la dinámica de las relaciones entre los sujetos en la sociedad, en constante y sistemática relación, capaz de potenciar y transformar su comportamiento en el saber, hacer, ser y convivir (Vargas, 2010). Hecho que, desde luego, difiere un tanto de la capacitación o la actualización puesto que, por la primera podemos entender, el proceso de enseñanza-aprendizaje donde se adquieren conocimientos y se desarrollan destrezas y, por la segunda, una actividad cuya finalidad es ponerse al día, estar a la vanguardia, acceder a la información en el campo educativo (Delgado, 2019).

Entonces, ¿cuál es la prisa por implementar un plan de estudios que, hasta donde se sabe, no esta terminado?, ¿por qué no pensar en amplio proceso formativo del magisterio y no de capacitación y/o actualización que, finalmente, éstos concretan esa operatividad de un plan de estudios que, en el fondo, no sería comprendido y mucho menos adecuadamente implementado? Desde mi perspectiva, se capacita para operar o ejecutar algo, se actualiza para conocer las nuevas tendencias educativas y, se forma, para ir más allá de una simple capacitación y actualización en torno a ese algo.

Es cierto, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU), desde que comenzó a operar, ha hecho un esfuerzo importante por formular programas de formación continua y desarrollo profesional docente (2021-2026), pero no ha sido suficiente. Es cierto, el peñanietismo redujo este esquema a una limitada, pero limitadísima oferta educativa que, prácticamente desapareció de un plumazo, lo que hasta ese momento se había logrado. Es cierto, mientras en lo nacional se plantea un programa de formación continua, en los estados, las instancias mejor conocidas como PRODEP (Programa para el Desarrollo Profesional Docente) antes PRONAP (Programa Nacional de Actualización Permanente de Maestros de Educación Básica en Servicio), operan de acuerdo a sus “propios” esquemas; es más, en algunos casos, hoy día, ya no diseñan cursos, talleres, seminarios o diplomados, por el contrario, los adquieren a ciertas empresas u organizaciones particulares y así los implementan.

¿Qué podría esperar el diseñador de un plan de estudios del maestro que atiende un grupo en una zona indígena, rural o urbana con las características propias de su contexto, pero también, de sus alumnos? La respuesta es lógica, que lo aborde, pero no única y exclusivamente desde su operatividad o ejecución, sino desde su comprensión y entendimiento que, seguro estoy, dará mayor sentido a lo que desea implementarse para el logro de los aprendizajes en el aula y en sus alumnos. Se trata de formar pues, pero no para la operatividad, aunque en el mismo proceso estaría incluida.

¿Por qué no, antes de implementar el nuevo plan de estudios 2022, se forma al magisterio durante un año para que, en 2023, comience a implementarse tal y como se tenía contemplado?, ¿por qué no pensar en un plan transexenal priorizando, desde luego, la educación de millones y millones de alumnos? Vaya ¿por qué se continúa viendo al profesor como un técnico y no como un formador?, ¿por qué desdeñar o menospreciar ese currículum vivido?

La pregunta es por qué, la respuesta usted la conoce…

Con negritas:

Hace unos días, en sus atinadas reflexiones, Rogelio Alonso planteaba unas preguntas fundamentales en torno a la forma en que el docente podría implementar la propuesta curricular 2022; cuestionaba, ¿cuántos docentes conocerán el enfoque globalizador? o ¿cuántos de éstos empleaban las metodologías denominadas centros de interés, estudio de caso o aprendizaje basado en problemas? Esto, porque dicho marco curricular plantea el diálogo para el desarrollo de las actividades académicas y, como está establecido en ese documento, ese diálogo se da en colectivo hecho que, posiblemente, daría paso al empleo, en el aula, de las metodologías referidas.

¿Verdad que sí sería pertinente indagar sobre estos asuntos y formar o reforzar los conocimientos del profesorado mexicano en estos y otros tantos temas?

Referencias:

  • Vargas, L. (2010). La formación docente. Congreso Iberoamericano de educación, metas 2021. Recuperado de: http://www.chubut.edu.ar/ descargas/secundaria/congreso/DOCENTES/R0103_Magyoly.pdf
  • Delgado, S. (2019). Perspectivas en torno a la formación docente y la posibilidad de una capacitación y actualización constante: una mirada desde los actores en una universidad mexicana. Panorama. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6888663.

Fuente de la información:  http://www.educacionfutura.org

Comparte este contenido:
Page 10 of 36
1 8 9 10 11 12 36