El año sin educación: Tecnología y Pandemia

Por: Angelica García 

“Es ridículo vivir 100 años y solo ser capaz de recordar 30 millones de bytes.”[1]

ANGÉLICA GARCÍA GONZÁLEZ[2]

Las tecnologías juegan un papel muy importante dentro de las propuestas educativas neoliberales de los últimos años en América Latina. Esta revolución tecnológica que es recomendada para la región, está modificando la base material de la sociedad, donde se suscribe una nueva relación de las economías nacionales, regidas por la economía global. De lo que se trata es de reemplazar en la medida de lo posible esas “grandes cantidades de mano de obra” utilizadas en la industria, por las nuevas tecnologías.[3] Es importante mencionar que esta configuración funcional al sistema capitalista y su estructura en sí, instaura relaciones de poder, no solo dentro del aula, en la institución, y de las zonas urbanas a las comunidades, sino que, sella también relaciones de poder de los países metropolitanos a la periferia. Toda esta política educativa de cambio profundo en América Latina planteada desde los organismos internacionales, con miras a permutar los contenidos para dinamizar los procesos de trasformación académica, implica llevar a cabo una nueva reorganización operativa de raíz, todo un desplazamiento del actuar del Estado, y por ende el ajuste de nuevas instituciones.

Llama la atención que, de la noche a la mañana en todo el mundo, nos vimos sumergidos en estos cambios de una manera forzada. La emergencia sanitaria internacional por el COVID-19, drásticamente nos hizo acelerar esta nueva organización educacional basada en las nuevas tecnologías. Hemos puesto el “freno de mano”. Definitivamente, las Tic’s que hasta ahora conocíamos, ya también son obsoletas frente a lo que estamos viviendo. El aceleramiento del uso de la tecnología nos ha hecho explorar todo tipo de plataformas y estamos forzando nosotros mismos las mutaciones de la transición digital, y con ello estamos siendo parte de la transformación de las estructuras educativas y sociales.

Como bien sabemos, en diciembre del 2019 China se convirtió en el epicentro de un brote de neumonía de causas desconocidas, hoy sabemos que esa neumonía esparcida por todo el mundo es un virus llamado Covid-19, su alcance global es alarmante, ya que este virus es muy peligroso, si bien no se sabe cuán letal es, a nivel mundial ya se suman más de 937.000 decesos.[4] Han pasado 7 meses desde que se supo del primer caso en Mèxico, y el virus sigue siendo una amenaza mundial. Lo rápidamente infeccioso del virus y lo grave de este, hizo que la vida social e individual global se detuviera, fue la estrategia que se utilizó para contener la pandemia, más de un tercio de la población mundial aún sigue en confinamiento. Los efectos de esta emergencia sanitaria tuvieron un impacto sin precedente en el campo educativo, las clases fueron suspendidas en todos los niveles y en todo el mundo. De pronto de manera emergente e inmediata todos nos vimos improvisando, ya sea impartiendo las clases en línea, sustituyendo los libros por textos similares en internet o en el caso de los alumnos, tomando sus clases por esta vía.

Este hecho histórico es el que en estos momentos nos preocupa tanto, lo que se propusieron los gobiernos neoliberales hace más de 38 años, coludidos con los organismos internacionales, de un momento a otro lo aceptamos de una forma casi voluntaria, lo de hoy es la vida moderna tecnificada. Ahora nos han impuesto y nos hemos impuesto una vida educacional especializada, basada en la supuesta sociedad del conocimiento. Casi parecen inútiles las históricas y nutridas resistencias a la imposición de la educación digital por parte de los movimientos sociales -estudiantiles y profesorado en general- de tantos años. Prácticamente nos vimos obligados a formar parte de esta estructura funcional al sistema, sin poner resistencia alguna, y como bien se puede observar, hemos formado parte durante estos siete meses de confinamiento de una educación basada puramente en habilidades. Los efectos negativos de este proceso de virtualización de la enseñanza han sido muchos, y algunos serán analizados en este texto.

 

LA UNIVERSIDAD: EL NO LUGAR

La universidad es el lugar por excelencia un espacio de socialización de los jóvenes, es donde se da un particular tipo de socialización. En la universidad los jóvenes tienen un sitio donde comparten itinerarios y trayectorias semejantes. En ella se construye una aceptación de sus diferencias entre ellos mismos y entre los demás, sus historias de vida quedan expuestas bajo el ánimo de compañerismo. La universidad es el campo de saberes y prácticas donde se construyen sistemas de pensamiento, cuando en el aula surgen debates no solo se hace a través de las diversas subjetividades y de un mundo de condiciones, sino que se debate a través de los cuerpos, comunicando, actuando e interactuando. La universidad es un pequeño mundo socialmente compartido, “somos seres situados en un entramado social de significaciones validadas y de sentidos vitales que alientan nuestra propia subjetividad y nos colocan en relación con los demás y con el mundo”.[5]

La universidad es donde se da la unidad de la escuela, que en el sentido de Baudelot y Establet significa formar, educar, instruir, e impartir la cultura y el saber.[6] Esta unidad de la escuela no existe más que para aquellos que han alcanzado la cultura que da el ciclo superior. Tristemente esta unidad de la escuela solo es posible alcanzarla por un pequeño sector de la población estudiantil, y ahora este pequeño sector, encara frente a la pandemia el “no lugar” de la universidad, del mismo modo que se confronta con un vacío cognitivo frente a las plataformas que ahora tienen la función de aula virtual, sumergidos en un tiempo que deviene en alumnos pasivos, acríticos y dominados por estas nuevas tecnologías.

Este fenómeno implica un golpe firme y compacto, tanto para los estudiantes como para los docentes, junto con el espacio simbólico que representa la universidad, pues “la escuela no es continua y unificada más que para aquellos que la recorren por entero”. En ello no solamente se ve afectado el espacio que encarna la institución como un sitio de reunión de igualdad, sino que estamos presenciando una fractura de las relaciones comunes que establecen los universitarios con los otros. Estos coexisten en la universidad a través del cuerpo que padece, vive, y goza de una forma presencial. En el aula virtual contrariamente, emerge la afirmación absoluta del existente individual, ya que no solamente estamos edificando una educación sometida y dirigida por símbolos, sino que se alimentan las relaciones en torno a la fidelidad de sí-mismos.

La infraestructura online que nos fue impuesta de una forma agresiva y artificial en cuestión de segundos frente a la emergencia sanitaria, de alguna forma significa la derrota de un mundo educativo que podría haber sido, como bien se sabe, pensado y analizado desde nosotros mismos. Es decir, desde la deconstrucción del alumno de una forma presencial, desde el debate, desde la interacción, desde la libertad de catedra, y desde los espacios universitarios democráticos, en el sentido de que se lucha por esa democracia. La educación digital, por el contrario, desarticula el lazo social universitario, nos pone “contra la pared” en todos los sentidos, ya que, a lo mucho, ser estudiante en tiempos de pandemia, es encontrarnos frente al otro a través de una pantalla atendiendo los requerimientos educativos neoliberales. El tiempo que aparentemente nos sobra al no estar de forma presencial en los centros escolares, no hace más que mostrarse como una metáfora, como algo inexistente que está direccionado al aumento de las ganancias de unos cuantos.

Por otro lado, es inevitable sentir a través de las diversas plataformas de trabajo, una especie de persecución panóptica digital, pues dentro de la revolución tecnológica nada es privado, yo vigilo y soy vigilada, no solo por lo que se ve a través de la pantalla, sino por lo que se debe demostrar. Ahora la vigilancia del Estado, y por ende de las instituciones, también está en reestructuración, se siente su pulsión por la vigilancia, y hay una presencia de este como algo aislado, es ausente pero concluyente. La premura de inventar la nueva escuela nos ha sumergido a todos en un mundo sin dueño, el conocimiento parece etéreo y los desequilibrios un espectro latente.

También es importante destacar que este modelo educativo, en cuanto al ciber/conocimiento se refiere, estaba en proceso, se estaba construyendo desde hace más de treinta años, y de pronto de forma precipitada se nos muestra como símbolo de erudición, parecemos preescolares oprimiendo teclas y funciones con miedo. Se desnuda ante nosotros la universidad de nuevo cuño, como la institución que hizo una entrada triunfante a la adaptación de todo lo universal dado, pronto como bocanada surgirán una serie de contradicciones múltiples, de hecho, ya vivimos sus efectos: conviven de una manera conjunta, la institución escolar y la institución familiar de algún modo. La pérdida de libertad académica llora frente al triunfo del mercado.

El rol que vive tanto el alumno como el docente frente a esta nueva era digital, y que forma parte de este futuro cercano antes descrito, se complica y se multiplica aún más cuando se está frente a la computadora. Frente a un otro con el cual no podemos interactuar porque la cìber-socialización nos excede, la pantalla digital pone en cuestión nuestras metodologías, conceptos y debates, y ante el inevitable enojo, la primera afirmación que se le ocurre a uno, es pensar: “alguien ya debe de estar escribiendo sobre esto, tendrán que ser cambiadas las categorías y teorías en general” “alguien, no sé quién, tendrá que explicarnos qué está pasando”. En un instante el aula virtual se muestra desdoblada, vacía, inerte, e inmóvil, pero al mismo tiempo imponente. Y aquí nace otra contradicción porque estamos frente a otra escuela, frente a dos posturas dicotómicas que ponen en duda nuestros conocimientos, se rompe el vínculo entre nosotros y se desplaza la transferencia que hay entre el docente y los alumnos. De este modo, la era de la información y la inteligencia artificial, nos han puesto en jaque, han quedado expuestas nuestras carencias del uso “elemental” de dispositivos electrónicos y las aplicaciones en línea. Tendremos que reinventarnos, no en el aula, sino en el abismo.

 

BRECHA DIGITAL Y ACUMULACIÒN CAPITALISTA

El uso de las tecnologías de información y comunicación dentro del sistema educativo, se perfilaba hasta hace un tiempo como el futuro inmediato, y también se veían como un hecho que iba a desequilibrar las cosas a favor de lo práctico y operativo. Hoy, como ya se ha dicho anteriormente han llegado, se nos presentaron de una forma brutal debilitando los métodos de enseñanza/aprendizaje. Esta especialización irruptiva de la educación pone en riesgo a millones de estudiantes, no solo porque se potencializa ya, una crisis del aprendizaje sin precedentes, sino porque hay una paralización de la educación a nivel mundial por la pandemia. De hoy en adelante se trabajará vigorosamente hasta lograr la naturalización de una comunidad académica, llámese alumnos o docentes, que día con día van a inmortalizar la adaptación a una construcciòn académica de competencia, empuñando una conducta individualista en pro de su propia supervivencia.

Los más afectados en este proceso y por la pausa global de la educación, serán nuevamente los que ya de por si formaban parte de la desigualdad de acceso a los recursos tecnológicos en todo el mundo, la crisis sanitaria provocó el cierre de escuelas de más de 160 países en el mundo. América Latina, que ha tenido históricamente un modelo educativo de los más desiguales del mundo, será el continente que recrudecerá aún más las desigualdades enquistadas en la región desde hace más de cuatro décadas. La llamada “brecha digital” que se ampara entre los que tienen posibilidades de conexión y los que quedan excluidos, tiene factores de incidencia y son: la clase social, raza, etnia y género, entre otros.

Esta brecha digital en México tiene un lugar a nivel internacional ocupando el lugar 87, en América Latina México se posiciona en el lugar nùmero 8, y dentro del país solo el 45% de la población cuenta con computadora, y solo el 53% tiene acceso a internet (datos 2016).[7] Hay que tomar en cuenta que dentro de esta brecha, algunas zonas poblacionales son privilegiadas, sobre todo las zonas urbanas. Se suman a estos datos de desigualdad, los efectos económicos que ha tenido la emergencia sanitaria, donde una gran parte de los estudiantes de nivel superior han tenido que formar parte de las aportaciones al ingreso económico familiar. Asimismo, ya hay evidencias de que muchos de ellos, los que ya contaban con un empleo, forman parte del grupo de empleados con reducción de sueldos.

Del mismo modo, se vislumbra en un corto plazo el ‘boom’ de la deserción en el nivel superior. Recientemente el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) arrojó datos alarmantes sobre el asunto, se creé que más de medio millón de mexicanos abandonarán la universidad donde también se cuentan los estudiantes de programas de posgrado. Ligado a este fenómeno tenemos la crisis de aprendizaje que está aconteciendo a nivel mundial, como ya lo hemos comentado. Esto nos indica que realmente se avecina una catástrofe educativa generacional como lo ha anunciado la Organización de las Naciones Unidas (ONU). América Latina vivirá el peor panorama, se sospecha una profundización de la dependencia educativa en relación al centro, poco a poco se irá erosionando cada vez más el derecho a la educación, al mismo tiempo que se irán afinando las políticas educativas diseñadas para privatizar la educación y que tienen su origen justo en los años noventa.

Ahora veamos detalladamente como se está edificando la privatización de la educación. Ante la emergencia mundial de sanidad, dentro del sistema educativo, las plataformas digitales se han convertido en las herramientas más próximas para resolver el grave problema coyuntural de enseñanza. Lo que hasta antes de la pandemia desconocíamos en cuanto a la existencia de las App’s, hoy los docentes nos hemos estado convirtiendo en expertos en la búsqueda del gran abanico de la existencia de ellas. Son tantas y tan diversas, que incluso las que no estaban enfocadas para el uso del campo de la educación virtual, se expandieron en este ramo, me refiero a Facebook, WhatsApp, Instagram, Messenger, Twitter y otras más. Estas plataformas nos “rescataron” de forma práctica, pues aun desconocíamos las demás, por esta vía se trabajó para la entrega de tareas, trabajos, videos, recados, presentaciones, etcétera.

Cosa pequeña frente a lo que venía, pronto a nivel mundial nos conectamos en diversas plataformas para impartir nuestras clases, las App’s utilizadas van desde: Zoom, GoToWebinar, Jitsi, Microsoft Teams, Moodle/MoodleCloud, Google Meet y Google Drive entre otras. El aumento del uso de las plataformas varía de país a país, en Europa por ejemplo es mucho más alto su uso que en América Latina. Ignacio Ramonet documentó muy bien al inicio de la pandemia las cifras abrumadoras del uso de Zoom: “pasó de tener -a finales de 2019- 10 millones de usuarios activos a superar los 200 millones a finales de marzo”[8] para el mismo mes los ingresos de Zoom habían aumentado ya en un 170%. Hasta el día de hoy Zoom ha sido la plataforma esencial para el trabajo educativo y empresarial, y ya se ha registrado que en un solo día ha llegado a 300 millones de usuarios.

Ya se está perfeccionando el camino hacia el capitalismo digital. En materia de política educativa se supone que ante el forzado uso de las plataformas para impartir las clases, la renta de su uso tendría que ser financiado por la institución universitaria, – digamos que al no haber alternativa para evitar su uso-, pero la mayor parte de los docentes en el país, ha tenido que pagar su propia conexión, y en el caso del alumnado, tenemos la misma situación. Esto significa que estamos frente a un mecanismo privatizador de la educación, ya que el financiamiento de plataformas e internet viene de los bolsillos de maestros y alumnos. Y justamente, es lo que se ha venido observando y criticando desde hace años por maestros y académicos en general, que estamos viviendo dentro del sistema educativo un vil “mercado educacional”, pero ahora ante esta coyuntura pandémica vemos su consolidación.

Es evidente que los logros que el Estado ha tenido en cuanto a la mercantilización de la educación, derivan prácticamente de las aportaciones casi voluntarias por todo actor educativo en tiempos de pandemia, incluyendo a padres de familia y estudiantes universitarios. Ante estos actos la brecha digital se ensancha, porque en estos momentos se manifiesta más claramente la distinción, la diferencia y la exclusión de los que no tienen las posibilidades de conexión. Esta reconfiguración del Estado convierte a las instituciones de Educación Superior en espacios de planificación y ejecución de negocios educativos neoliberales, cosa muy grave. Digamos que se ha personificado el discurso modernizador que nace en los años noventa. La reestructuración de la Educación Superior que se está sacralizando deriva en la masificación de la exclusión estudiantil, dejando en la orfandad a miles de estudiantes. El Estado por fin logró el cometido que se propuso hace décadas, pues le ha puesto mayor énfasis -de una forma acelerada- a la educación técnica, dejando los cimientos de una “población educativa de riesgo” destacando el poder de la tecnocracia estatal y la élite empresarial.

Al término del semestre trascurrido perteneciente a la primera mitad del año, inocentemente creímos en que era una etapa pasajera, que pronto regresaríamos a las aulas a dar y tomar nuestras clases de una manera presencial. No fue así, ya estamos preparando nuestro regreso al siguiente semestre al aula digital. Sabemos que estamos frente a algo súbito y esta situación imprevisible nos supera, nos está obligando a pensar distinto y eso finalmente nos incita a no derrumbarnos. Tenemos que potencializar la crisis, tenemos que exigirnos la salida.

FUENTES:

https://www.rtve.es/noticias/20200808/mapa-mundial-del-coronavirus/1998143.shtml

Laura Islas, “La modernidad ancestral”, en Revista etcétera, noviembre 2009.

Diego Armando Jaramillo Ocampo y Luis Guillermo Restrepo Jaramillo, “El cuerpo y el tiempo: márgenes del lugar y el no lugar en las experiencias educativas”, en Teor. Educ. 30, 2-2018. Universidad Católica de Manizales, Colombia.

Cristian Baudelot y Roger Establet, La escuela capitalista, Siglo XXI, México, 1975.

Marion Lloyd, “Desigualdades educativas en tiempos de la pandemia”, en Campusmilenio, No. 849, mayo 14- 2020.

Ignacio Ramonet, La pandemia y el sistema mundo, en La jornada, México, 25 abril 2020.

[1] Marvin Minsky

[2] Docente de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), Licenciada en Sociología de la Educación por la UPN, y Maestra en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.

[3] Incluso el impacto psicológico que implica una tecnologización como la que se suscribe es descomunalmente pernicioso. Hay autores que sostienen que la arroba ha logrado trascender el ámbito de lo tecnológico. El grafólogo Manuel J. Moreno apunta que “la universalidad de este signo, puede ser contemplada como la emergencia de un símbolo del inconsciente colectivo que apunta hacia el desarrollo de una nueva realidad psicológica y social, la globalización. Esta puede ser entendida no sólo como un fenómeno sociopolítico facilitado fundamentalmente por el desarrollo de las comunicaciones y la tecnología computacional, sino también como una aspiración arquetípica ancestral hacia la unidad e integridad psicológica del individuo y por tanto hacia el propio proceso de individuación”. Laura Islas, “La modernidad ancestral” en Revista etcétera, noviembre 2009.

[4] Visto en: https://www.rtve.es/noticias/20200808/mapa-mundial-del-coronavirus/1998143.shtml

[5] Diego Armando Jaramillo Ocampo y Luis Guillermo Restrepo Jaramillo, “El cuerpo y el tiempo: márgenes del lugar y el no lugar en las experiencias educativas”, en Teor. Educ. 30, 2-2018. Universidad Católica de Manizales, Colombia.

[6] Cristian Baudelot y Roger Establet, La escuela capitalista, Siglo XXI, México, 1975.

[7] Marion Lloyd, Desigualdades educativas en tiempos de la pandemia, en Campusmilenio, No. 849, mayo 14 2020.

[8] Ignacio Ramonet, La pandemia y el sistema mundo, en La jornada, México, 25 abril 2020.

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Cuba: Praxis Educativa y Pandemia: los Médicos Cubanos

Praxis Educativa y Pandemia: los Médicos Cubanos

Angélica García González[1]

 

En el año de 1961 Cuba se convierte en el primer país en la región libre de analfabetismo, este fue su proyecto bandera, y es el que constituye una de las primeras acciones que conducen al replanteamiento de la estructura del sistema educativo en el país. Antes de la revolución, de cada cuatro cubanos uno era analfabeto, y por ello se requería construir un movimiento educacional de masas, 1961 sería el “Año de la Educación” anunciaba en aquel entonces Fidel Castro, del mismo modo que sentenciaba: “Movilizaremos a todos los estudiantes y a cuanta persona sepa leer y escribir, para que enseñe a aquél que no sepa leer y escribir…”[2]. Ya se perfilaba desde entonces un modelo educativo alternativo de carácter emancipador, y con una gran carga de compromiso político, social y humano de ir construyendo las nuevas fuerzas productivas nacientes.

La conquista que hace el hombre de su palabra es el eje articulador de la alfabetización, y solamente es posible a partir de liberar la conciencia colectiva, es decir, el éxito de un proyecto educativo de esas dimensiones se puede llevar a cabo, única y exclusivamente, bajo una gran participación masiva. Cuentan que en el aspecto técnico organizativo los cubanos lograron el avance de un proceso de autoaprendizaje de las clases populares, y este les permite la aceleración del tiempo histórico revolucionario. Fue de suma importancia la creación de “Maestros Voluntarios” ya que estos, se aventuran hacia las montañas por falta de maestros y escuelas, la incorporación y presencia de 100 000 jóvenes estudiantes destacaba en las brigadas alfabetizadoras. Su lema identitario fue: “Ser cultos para ser libres”, pensamiento martiano.

Este prioritario compromiso es el hilo conductor de transformación de la educación en Cuba, y es el que fue desplazando a la educación neocolonial, clasista y racista que habitaba en la isla hasta antes de la revolución cubana. Asimismo, en este proyecto, yacían los intentos de transfiguración que estaban dirigidos hacia la transmutación de saberes. Se tenía la certeza de que ninguna sociedad se organiza a partir de la previa existencia de un sistema educativo acorde a la sociedad que se quiere transformar. La acción educativa no puede dejar de ser política, de la misma manera que la política tiene que ser pedagógica.

Después de echar a andar el proyecto de alfabetización (madre de las transformaciones) se crea el “Acceso Universal”, la educación tenía que ser accesible para todos, este programa educacional tiene mucho peso, pues se tenía que educar a la población a nivel nacional, llegar hasta el último rincón para educar a las niñas del campo, a la población que nunca tuvo acceso a la educación, a las trabajadoras del hogar, lo mismo que a las prostitutas, y a los que no se graduaron en su tiempo. No imagino un México así. El acceso universal a la educación crea nuevas estructuras y le da sentido a la búsqueda de una nueva resignificación pedagógica que en el fondo lo que intenta, es revertir la larga tendencia hacia la exclusión social que por años caracterizó al sistema de educación cubano.

En este andar, cada uno de los proyectos que iban surgiendo, requerían de un buen presupuesto, así que, en este rubro –entre las décadas ochenta y noventa- el gasto público en educación frente al PIB se encontraba entre los más altos del mundo, para las últimas décadas el Estado cubano le otorga, nada más y nada menos, que entre un 13% y 15% del PIB. El tema del financiamiento fue relevante porque enmarcó cada uno de los procesos de transformación, e inherentemente se perfilaba la histórica cobertura educativa y el mejoramiento de la calidad de la educación en términos generales.

El acceso masivo y gratuito a todos los niveles de enseñanza a lo largo de más de seis décadas, junto con los nuevos currículos integradores, han potencializado el desarrollo humano de los cubanos, éste ve su completud en el nivel universitario. Es decir, a lo largo de toda su formación, se ha ido configurando una subjetividad distinta, se ha ido construyendo comunidad y se han generado nuevas relaciones humanas. En este transitar y devenir hacia el proyecto humanista esbozado, se entreteje la construcción de la concientización de las masas, donde el trabajo organizado y productivo que forma parte de un proyecto histórico, deriva en una educación que deja de ser una abstracción, y pasa a ser productora de conocimiento y por ende productora de justicia social. La educación emancipadora en la isla, produjo un cambio conceptual que se traduce en un currículo original, junto con programas educativos que toman en cuenta el contexto social donde se vive, considerando a todos y cada uno de los sujetos involucrados junto con su problemática. Como cuestión prioritaria se fueron construyendo espacios de libertad y de creación que les permite vislumbrar el ser sujetos transformadores.

En 1962, a dos años del triunfo de la Revolución Cubana, surge la Reforma de la Enseñanza Superior con un carácter popular y regida por un sistema integrador. Hasta la mitad de la década de los años setenta, se puede decir que se da una primera etapa de universalización de la educación en Cuba, el ingreso a la universidad no tenía filtros, ni estaba supeditada a la pedagogía neocolonial, hubo grandes esfuerzos por revertir la larga tendencia de exclusión social que regía en esa época. Por fin el acceso a la educación se hacía sin distinción de edad, sexo, nivel socioeconómico o color de piel, se tenía muy clara la responsabilidad del Estado en cuanto a garantizar el derecho a la educación, y se reconocía el valor que tiene la escuela pública para lograr la integración social, los históricamente marginados tuvieron prioridad en su formación como profesionales de primera generación, obreras y campesinas de las zonas más alejadas del país, que fueron parte incluso, de la inserción de la mujer en el ámbito educativo.

Recordemos que en México el acceso a la Educación Superior es restringido por recomendación de los Organismos Internacionales y apenas se logra un acceso de un 10% aproximadamente de los jóvenes que convocan a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tan solo en el año 2019, de 153 mil 183 aspirantes, únicamente obtuvieron un lugar 15 mil 449 estudiantes. Contrariamente en Cuba, desde los años setenta se ha multiplicado la matrícula hasta 4.3 veces, y es hoy en día el primer país a nivel mundial con mayor matriculación universitaria, tiene una tasa bruta de matrícula universitaria del 109% reconocido por La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). La comparación que se hace entre ambos países, no solo es preocupante y vista en términos cuantitativos, los contenidos educativos ponen en juego la moral incluso, de un individuo, en el caso de la educación neoliberal mexicana que se implantó en los centros escolares hace ya más de 30 años, ha trasformado a los educandos en sujetos competitivos, individualistas e indiferentes, las currículas son construidas así, tienen esa intencionalidad, y que mejor momento para ver sus efectos. Ante la coyuntura actual y en plena crisis de pandemia a nivel mundial, ese sujeto individualista desbordó los hospitales, poco importó la consigna “si te cuidas, nos cuidas a todos” muchos han mostrado lo peor de sí, es muy frecuente ver tanto egoísmo e irracionalidad, pocos toman conciencia del trabajo que están realizando médicos, enfermeras y personal en general, pocos saben que ellos arriesgan su vida diariamente en los hospitales, bien vale recordar las palabras que hemos escuchado infinidad de veces los últimos días “las peores epidemias no son bilógicas sino morales”.

En el caso cubano, la educación se construyó desde un inicio, en los años sesenta, como la base y punto nodal de una nueva subjetividad, donde la tarea más importante de la práctica educativa es asumirse en el marco de relaciones comunes con los demás, se ha ido construyendo comunidad y se han generado nuevas relaciones humanas, cada egresado de las aulas es parte de un proyecto humanista, y al escribir estas líneas viene a mi mente Moacir  Gadotti, quien decía que la escuela dentro de un proceso revolucionario, es un espacio de representaciones sociales con miras a la transformación de la sociedad.[3] En época de crisis, si acaso, los cubanos sienten amenazada la desintegración social, en los países con estructuras educativas neoliberales a lo mucho, sienten amenazada su economía. Gran diferencia.

En Cuba, la Educación Superior se erigedándole prioridad a las disciplinas científico-técnicas como proceso social, esto significa que se edificaron una especie de pequeñas empresas donde el trabajo es la fuerza impulsora de la humanización del hombre, así se fueron construyendo dentro del trabajo valores culturales, políticos y económicos que configuraron el proceso, el hombre se realizó a través del trabajo. Desde una primera etapa de la revolución, las universidades se fueron multiplicando por todo el territorio nacional, también se le dio énfasis a la masificación de la cultura, el deporte y la salud. Los frutos de todo proyecto educativo se dieron gracias a la labor de un pueblo comprometido, pronto salieron por todos lados, maestros voluntarios de las ciudades para acudir a los lugares más recónditos de la isla, los antiguos cuarteles se convirtieron en escuelas, y finalmente, la consigna de Fidel se hizo realidad: “Cuba será un país de científicos”.

Los pocos médicos que tenía la isla emigraron con el triunfo de la revolución, había 6.000 aproximadamente y emigraron más de la mitad, esos pocos que se quedaron, convencidos de lo que se estaba construyendo, aportaron sus conocimientos convirtiéndose en los primeros profesores de medicina de la revolución, el Estado construyó las facultades necesarias bajo el lema de que la salud es un derecho humano y fundamental. La experiencia de migración del sector salud les dejó un “mal sabor de boca” pues vivieron una crisis sanitaria que llevó al gobierno de Castro a invertir en educación y en medicina en grandes proporciones. Hoy en día Cuba posee más de 100 mil médicos activos, este es un indicador de los primeros a nivel mundial, esta cifra representa una proporción de 9 médicos por cada mil habitantes. En México hay 2.3 médicos por cada mil habitantes, no alcanzamos siquiera el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que es de 3.4 médicos por cada mil habitantes, y en este sentido, vemos que hay recomendaciones muy puntuales en las que México no cumple ante los Organismos Internacionales, pues no solamente tenemos esta deficiencia relacionada con la proporción de médicos necesaria para el país, sino que de origen hay un terrible problema, el presupuesto destinado a la educación recomendado por la OCDE, que es del 11% frente al PIB, no se cumple. México por mucho, en anteriores sexenios ha destinado solamente entre el 4% y el 6% a este rubro.

Creo que ya vamos entendiendo por qué fue posible que Cuba enviara ayuda médica a una gran cantidad de países en todo el mundo frente a la pandemia, no solamente se debe a lo descrito anteriormente, sino que en su sistema de salud no intervienen, como en la gran mayoría de los países, empresas privadas. Muchos de nosotros posiblemente nos hicimos muchas preguntas sobre la ayuda médica cubana, ¿cómo es posible que una isla tan pequeña tuviera tantos médicos capaces de cubrir las emergencias que se situaron a nivel mundial en tantos países? ¿Cómo se construye esa solidaridad que hemos visto por parte de los cubanos frente a esta crisis sanitaria? ¿Cómo logró el Estado, que un médico hiciera su trabajo, sin pensar en el lucro y la ganancia como suele suceder en los países con una estructura económica distinta a la cubana? Es tan evidente que lo hacen por vocación. Estamos tan acostumbrados al elitismo académico, y a vender nuestros conocimientos siguiendo las reglas del neoliberalismo, que nos fue difícil comprender y encontrar respuestas, sobre todo a estas dos últimas preguntas. No es que nuestros médicos sean malos, es que estamos rebasados, atravesados y colapsados por el sistema capitalista en todas sus vertientes.

Ahora, qué impulsa a los médicos cubanos a encontrarse en la primera fila en varios países del mundo combatiendo el virus COVID-19. Sobre todo, pensemos en que su aporte de conocimientos médicos, se hace incluso en países con mayor disponibilidad de recursos. En su formación de origen pesa mucho el sentido de responsabilidad, ética, sentido solidario y vocación de servicio. En países como México, tenemos médicos detrás de un escritorio tratando de escanear los males que uno tiene, por mucho, tiene 10 minutos para hacer un diagnóstico, dar una receta y despedirte, en un sistema económico neoliberal como este, resalta la eficiencia y la eficacia, que en términos económicos se define como: entre más ahorre presupuesto el Estado, mejor. En Cubaun médico va a la casa de los enfermos, su implicancia va más allá de un diagnóstico, es afable y logra una buena comunicación con las familias. Que no les sorprenda, yo sé que parece una imagen de un médico distorsionado, pues estamos acostumbrados a la indiferencia y al individualismo de nuestros médicos, tanto que, si queremos un buen trato, tenemos que pagar por él. Recuerdo que en una de tantas tragedias en las que han participado los médicos cubanos, en entrevistas han dicho: “no damos lo que nos sobra, compartimos lo que tenemos”. Y no estoy haciendo apología, cabe señalar, que una misión de este tipo, le da a un médico cubano un salario mayor y mejores contratos en la isla, no en grandes proporciones, pero si tienen mejores posibilidades económicas.

Cuba es una prominencia a nivel mundial cuando se habla de medicina, es el primer país en erradicar la transmisión del VIH de madre a hijo; cuenta con una vacuna para prevenir el cáncer de pulmón y desde el 2006 ofrece un tratamiento para úlceras diabéticas.[4] Otro importante lugar ocupa el Interferón alfa-2b humano recombinante, que en medio de la pandemia fue noticia, este medicamento que forma parte importante de la historia de la biotecnología de Cuba, fue utilizado en muchos países para la lucha contra el nuevo coronavirus, el medicamento protege a los pacientes ante el posible agravamiento y complicación de la enfermedad, China fue el principal consumidor del Interferón cubano. También es de suma importancia señalarque las estadísticas de mortalidad infantil, desnutrición y esperanza de vida de los cubanos son de las mejores en América Latina, a ello y a sus conocimientos en medicina, se debe el buen manejo de la pandemia en la isla.

El polo principal de la Ciencia Médica en Cuba es la Genómica, y a través del programa Nacional de Genética Médica se ha logrado el diagnóstico, manejo y prevención de enfermedades genéticas y defectos congénitos. Este programa en la isla encarna la importante disminución de mortalidad infantil, gracias a la atención primaria que se realiza en las mismas comunidades. La Genética, en este caso, encara el valioso reto de la prevención y la detección temprana, y se ha llevado a cabo por décadas sin la necesidad de inyectar grandes recursos financieros. Esta fue la clave cultural para recibir al virus Covid-19, las visitas domiciliarias preventivas ante casos sospechosos, se hicieron con la finalidad de trasladar a los supuestos enfermos a centros de aislamiento mientras les realizaban las pruebas confirmatorias. Los que resultan positivos después de hacerles la prueba, son ingresados en un hospital independientemente de su gravedad. Este método de control que pudo llegar hasta los pueblos más lejanos, es denominado “pesquisa activa”.

Para el día 22 de julio del 2020, el número de personas fallecidas por la Covid-19 en América Latina y el Caribe, difiere mucho de país a país, por ejemplo, en Brasil hay 81.828 muertos, ubicándose en el país más alto en decesos, le sigue México con 40.400, después tenemos a Perú con 13.579, Chile 8.722, Venezuela 120, Nicaragua 108,Cuba tiene 87 decesosy el más bajo que es Belice tiene 2[5]. Yo sé que lo ideal es tomar en cuenta la tasa de decesos por cada millón de habitantes, el dato exacto no se sabe a ciencia cierta, pues este es progresivo y cambia mucho y muy radical diariamente, pero es evidente, y como bien lo dijo el actual presidente de Cuba, Miguel Dìaz-Canel, en la Cumbre de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y las cifras no mienten, que “los terribles impactos y las nefastas consecuencias de la pandemia en todo el mundo no se deben solamente a este letal virus. Años de política neoliberal y de capitalismo salvaje, regidos por los designios del mercado, son la causa más profunda de la grave situación global.”

América Latina como bien sabemos, entra en escena más tarde, cuando surge el primer caso de coronavirus en China parecía lejano el día en que tuviéramos que vivirlo en carne propia, pero rápidamente se expandió, poco tiempo después, nos llegaban las noticias de los hospitales colapsados en Europa, y muchos de nosotros nos preguntábamos ¿si el colapso hospitalario en países desarrollados está descontrolado, imagínense como le va a ir a América Latina? El Desmantelamiento del Estado es peor aún en nuestra región, se aproximaban dos realidades distintas frente a la pandemia, aunado a ello, hemos sido testigos de las variadas formas de controlar la situación por parte de sus gobiernos, tendrán que rendir cuentas sobre el asunto Lenin Moreno presidente de Ecuador y Jair Bolsonaro representante del gobierno de Brasil. También evidentemente, sale a la luz el presupuesto destinado a la sanidad frente al PIB de varios países, Brasil le destina el 3.95% del PIB, México 2.77%, Chile 5.40%, Colombia 5.37%, Costa Rica 5.50%, Uruguay 6.58% y Cuba 10.47%.[6] Este presupuesto destinado a la sanidad en relación al PIB, es la imagen de la insuficiencia sanitaria en la región solo en algunos casos, pues el caso cubano ha quedado descrito puntualmente líneas arriba. Dicho antecedente presupuestal, impacta en la cantidad de gasto fiscal que han tenido algunos países para enfrentar esta crisis sanitaria, Perú y Brasil son los países que más han gastado en América Latina, le siguen Chile y Argentina, México se encuentra en un onceavo lugar en gastos por el Covid-19.

Ahora, echémosle un vistazo a los países más “avanzados”, aquellos países “inmunes” ante cualquier desgracia del primer mundo, Estados Unidos aún se encuentra en las peores condiciones, Italia vivió inicialmente las peores desgracias, se puede decir que mucho se aprendió de sus errores para no repetirlos en América Latina, tuvimos un lapso más de tiempo para prepararnos mejor, en España los recortes dejaron al país en una situación de escasa capacidad para responder, y en Francia la lucha contra la pandemia, según decían los encabezados de los diarios: “fue digna de un país en vías de desarrollo”, lo mismo sucedió con decenas de países que siguen puntualmente los postulados económicos del neoliberalismo, no estaban ni Reagan ni Thatcher para pedirles cuentas, tuvieron que lanzar su grito de desesperación hacia el Caribe, Cuba respondió con brigadas médicas dirigidas hacia diferentes partes del mundo.

Los médicos cubanos han materializado las ideas de solidaridad y humanismo con las que fueron formados, la salud pública revolucionaria cubana ante la pandemia, echa raíces a nivel internacional. Espero que por lo menos el mundo haya desmontado las ideas negativas sobre Cuba,implantadas desde hace seis décadas por Estados Unidos, los hechos hablan por sí mismos. La historia de solidaridad de los médicos cubanos emana con la naciente revolución, Fidel desde entonces nombró a sus médicos como “el ejercito de las batas blancas”. En 1960 Cuba realiza su primera colaboración medica en el terrible terremoto que se vivió en Chile, ya en 1963 parte hacia Argelia la primera brigada médica cubana, y una de las mayores expresiones de apoyo internacional médico se da en 1998 con el azote del huracán Mitch donde llevaron ayuda a varios países de Centroamérica. Hoy, tras la crisis sanitaria a nivel mundial, están haciendo nuevamente historia. Fidel lo dijo alguna vez en uno de sus tantos nutridos discursos: “Un día dije que nosotros no podíamos ni realizaríamos nunca ataques preventivos y sorpresivos contra ningún oscuro rincón del mundo; pero que, en cambio, nuestro país era capaz de enviar los médicos que se necesiten a los más oscuros rincones del mundo. Médicos y no bombas, médicos y no armas inteligentes[7].

En ese contexto histórico, es que podemos comprender no solamente el por qué llegaron médicos y enfermeras a Asia, África, Europa y América Latina, sino que se entiende también perfectamente, porqué llegaron sin cuestionamientos ni tensiones ideológicas, recuerdo haber leído la nota de que llegaba una brigada médica cubana a Italia y el desconcierto fue mucho. Cuba brindó ayuda por todo el mundo a pesar del bloqueo económico impuesto por EU desde hace más de sesenta años, y aun sabiendo que la Europa occidental apoyó largas décadas esta asfixiante guerra económica, se dieron a la tarea de neutralizar la rivalidad ante la crisis, y su respuesta a este bloqueo fue la cooperación y la solidaridad internacional.

La labor de los médicos cubanos ha sido doble, por un lado, han tenido que cubrir su propia emergencia sanitaria a pesar del bloqueo, y por el otro, han cumplido con su labor internacionalista. Las brigadas Henry Reeve han sobresalido en este cometido, estas brigadas fueron las que lucharon contra el virus del Ébola, la peor epidemia que vivió África Occidental en 2014, hoy el virus es otro, y los médicos cubanos refrendan sus lazos históricos con ese continente, parten hacia Sierra Leona, Guinea Ecuatorial y Santo Tomè y Principe. No obstante, Cuba ha sufrido ataques constantes por parte de Washington, EU a pesar de ser uno de los países más colapsados del mundo, se ha dedicado a criminalizar la cooperación internacional que está brindando la isla. Mientras el desasosiego y la preocupación por salvar vidas pervive en algunas personas o países, Trump está en plena campaña, sus preocupaciones son meramente políticas, hace unos días públicamente anunció su propuesta y compromiso de derrotar el socialismo en Cuba y Venezuela, y lo hizo justo en el paraíso opositor de Florida (díganme si no está en campaña). Hoy inteligentemente el gobierno de Cuba le responde con un: “analfabeto político” por ignorar la historia de nuestros pueblos.

Pero no se sientan compungidos, es el año de Cuba, el mundo entero los está mirando, millonesde personas han reconocido su labor humanitaria, se han dado cuenta que realmente para ellos “la solidaridad es la ternura de los pueblos”, han contemplado de cerca su compromiso, su fuerza, su lealtad, les han regalado sonrisas y aplausos desde sus ventanas. Italia ya prepara una muestra fotográfica sobre la colaboración de los médicos cubanos en Turín, la llamarán “Héroes del silencio”, denominada así por el fotógrafo italiano Fabrizio Sansoni. También, una gran cantidad de organizaciones europeas respaldan la propuesta de entrega del Premio Nobel de la Paz a las brigadas médicas cubanas por su aporte ante la emergencia de la Covid-19, y finalmente, la ironía en tiempos de pandemia, el Buró de Supervisores de la ciudad de California de EU. aprobó una resolución que llama a estrechar las relaciones con Cuba, resalta el tema donde se solicita la asistencia de las brigadas médicas cubanas para combatir la crisis sanitaria, además de que se planteó el fin de las medidas económicas y de restricción de viajes contra Cuba, junto con el cese del impedimento a Cuba para la importación de equipo médico y medicinas, entre otras cosas.

Ya se acerca el 26 de julio, día de la Rebeldía Nacional Cubana, se conmemora el asalto al Cuartel Moncada, es día de fiesta para los cubanos, y se suma a este festejo la victoria de haber encarado otra histórica batalla, la Covid-19. ¡Ah, si Fidel viviera!

FUENTES:

Julio García Luis, Revolución Cubana, 45 grandes momentos, Ed. Ocean Press, La Habana 2005.

Moacir Gadotti, Educar para otro mundo posible, Ed. Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria 2012, CIM-2012, Venezuela, Caracas 2012.

https://radioambulante.org/extras/medicinacubana

covidvisualizer.com

https://datosmacro.expansion.com/estado/gasto/salud

Rueda de prensa en Argentina 2003.

 

[1] Docente de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), Licenciada en Sociología de la Educación por la UPN, y Maestra en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.

[2] Julio García Luis, Revolución Cubana, 45 grandes momentos, Ed. Ocean Press, La Habana 2005.

[3] Moacir Gadotti, Educar para otro mundo posible, Ed. Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria 2012, CIM-2012, Venezuela, Caracas 2012.

[4] Visto en :https://radioambulante.org/extras/medicinacubana

[5]Visto en: covidvisualizer.com

[6]Visto en:https://datosmacro.expansion.com/estado/gasto/salud

[7]Rueda de prensa en Argentina 2003.

Autor: Angélica García González

Fuente de la Información: OVE

 

 

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