La Educación Ambiental como Política de Estado

Por: Ana Scoones

En la actualidad, ya casi nadie niega la importancia de la cuestión ambiental y que su presencia en las discusiones políticas y económicas del mundo es cada vez más fuerte. La problemática ambiental hoy alcanza casi todos los sectores de la vida de un país.

1- Introduccion: Educación Ambiental: ¿para qué?

En la actualidad, ya casi nadie niega la importancia de la cuestión ambiental y que su presencia en las discusiones políticas y económicas del mundo es cada vez más fuerte. La problemática ambiental hoy alcanza casi todos los sectores de la vida de un país. En América Latina el ambientalismo ha avanzado desde las posturas más verdes, propias de los movimientos iniciados en los países europeos, hacia perspectivas más amplias que proponen “la vinculación de los problemas sociales con los ambientales” [1]. En este sentido, ha surgido lo que puede llamarse una perspectiva ambiental, como la llama Eduardo Gudynas – especialista uruguayo -, quien la define como una manera, una actitud de enfocar los problemas, desde la cual se relacionan la escala local y la global, el tiempo actual y el de las generaciones futuras, se comprende que la naturaleza posee límites. [2]

“Lo ambiental es, al mismo tiempo, un espacio donde confluyen lo social y lo natural y por lo tanto, un espacio en donde conviven las distintas disciplinas del conocimiento para comprender las determinaciones biunívocas entre lo natural y lo social”. [3] En este contexto, la educación proporciona las herramientas necesarias para realizar una análisis crítico de las condiciones ambientales, permitiendo identificar los principales problemas y aumentar la participación en la solución de los mismos.

Este documento se propone hacer un análisis de la Educación ambiental en la provincia de Mendoza, los planes que se han implementado en las últimas gestiones de gobierno, los antecedentes a nivel nacional y qué perspectivas tiene para el futuro. Además se espera que este trabajo sirva para clarificar las distintas concepciones que implícitamente han prevalecido en muchos docentes y en el sistema educativo en general con respecto a la temática del ambiente.

Numerosos autores presentan a la educación ambiental, en todos los niveles y sectores de la sociedad, como la principal solución a los problemas ambientales. No es la única, ya que debe ser acompañada por otras medidas de corte económico, político, tecnológico, etc. [4]. Sin embargo, la aplicación de planes y programas de educación ambiental en países avanzados no ha logrado modificar el ritmo de deterioro delambiente ni la degradación de los recursos naturales a nivel global. Otros especialistas reconocen que la educación es una estrategia fundamental para el cambio de actitudes y comportamientos de la sociedad. Frecuentemente, en estas propuestas, se piensa que el cambio mediante la educación será posible de la mano de las nuevas generaciones. Estas perspectivas permiten englobar algunas tendencias comunes en la evolución de la educación ambiental, pero existen tantas prácticas como concepciones acerca del ambiente.

¿Cuál es el papel de la educación en la formación de una conciencia ambiental en el marco de “un estilo de desarrollo donde la distribución de beneficios sea efectivamente igualitaria como lo es hoy la distribución de los costos?” [5].Tomando los conceptos de Sergio Soto, quien analiza las relaciones entre educación, ambiente y desarrollo, sostiene que el papel de la educación es fundamental en la construcción de un mundo con un sentido ético distinto del desarrollo; la escuela puede, como institución, ayudar a armonizar la relación entre la cultura, el trabajo, los recursos naturales, el conocimiento científico y las formas de organización social.

La educación con un enfoque ambiental, permitirá abrir nuevas perspectivas de trabajo en ámbitos como la protección del patrimonio, crear una conciencia social sobre los problemas del deterioro del ambiente, tanto en bienes culturales como naturales, así como la generación de nuevos conocimientos, nuevas técnicas y nuevas orientaciones en la formación profesional. La formación ambiental “deberá darse en ámbitos formales (currícula de educación básica y media) tanto como en los informales (incorporación de “lo ambiental” en “lo cotidiano”) como política de Estado, haciendo hincapié en los procesos globales y los asuntos locales, generando enfoques innovadores de los problemas y conflictos ambientales que condicionan nuestro estilo de vida y promoviendo una nueva forma de pensar el ambiente” [6].

2- Los aportes de los documentos de los Organismos Internacionales

El desarrollo del término educación ambiental surge en la década de los 60, a instancias de los organismos internacionales –especialmente la ONU- y los gobiernos de los países europeos, orientada sobre todo hacia la conservación de la naturaleza. Desde los inicios, las experiencias de educación ambiental se multiplican en Francia, Suiza, Suecia y Estados Unidos. En la década del 70 se crea el programa MAB (Hombre y Biosfera) en el seno de la UNESCO, pero es en 1972, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, realizada en Estocolmo, donde se recomienda explícitamente la educación ambiental. También aparece el PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente). En los documentos emitidos por estas entidades se declara la necesidad de implementar una “educación en cuestiones ambientales, dirigida tanto a las generaciones jóvenes como a los adultos y que preste la debida atención al sector de la población menos privilegiado, para ensanchar las bases de una opinión pública bien informada” (principio 19 de la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, 1972).

Otro antecedente fundamental lo constituye la I Conferencia Intergubernamental sobre Educación Ambiental, celebrada en Tbilisi en 1977, a partir de la cual se desarrolla un programa internacional sobre educación ambiental [7]. Hasta ese momento, la orientación de los documentos y las experiencias de educación ambiental estaban vinculadas a la idea de preservación de la naturaleza y los aspectos ecológicos estrictamente, descartando los aspectos económicos, políticos y sociales relacionados con el ambiente. La Conferencia de Tbilisi cambió el rumbo de las discusiones, incluyendo en los análisis de los problemas ambientales las relaciones con la economía y señalando el carácter histórico de los mismos.

Según González Gaudiano el texto de la Agenda 21 (Documento aprobado en la Cumbre Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de Río de Janeiro, 1992), reconoce la importancia de la Educación para transitar la sustentabilidad. Este camino incluye profundos cambios en los “estilos de vida, en los estilos de desarrollo y en los estilos de pensamiento” [8]. La Educación ambiental postula la promoción de la concientización pública, la participación ciudadana y la capacidad de tomar decisiones.

El apoyo manifestado en estas declaraciones no aparecieron, sin embargo, en la realidad. En el congreso de la UICN en 1996 se denuncia que la educación era la prioridad olvidada de Río. Diez años después esta Conferencia, en la Cumbre de Johannesburgo, volvió a surgir la idea de la educación como prioridad en los discursos y los documentos, pero poco presupuesto destinado para concretarla. Se le ha dado un papel limitado en la gestión pública, un espacio marginal en el espectro educativo, al lado de propuestas de educación para los derechos humanos, las problemáticas de género o de niñez.

 3- Antecedentes en Argentina y América Latina

La Educación ambiental se dió tardíamente en América Latina, con respecto a los países europeos. Los proyectos se asociaron, en la mayoría de los casos, a las iniciativas de los organismos promovidos por las Naciones Unidas. La mayor parte de las dependencias de América Latina en relación al ambiente aparecieron asociadas a los Ministerios de salud o agricultura a mediados de los 70 por recomendación de los organismos internacionales. [9] Según Edgar González Gaudiano, especialista mexicano, este surgimiento tardío en nuestra región puede ser una ventaja porque permite analizar más críticamente el proceso vivido en otros países. Afirma que la educación ambiental “ocupa una posición subordinada dentro de la política en América Latina” [10], y que a pesar de que aparece como una prioridad de todos los gobiernos, hasta el momento está poco institucionalizada. Los países que en este sentido están más avanzados son Brasil, México y Colombia.

Algunos de los problemas más frecuentes que impiden una práctica concreta en esta región son: falta de formación de los maestros; escasa capacitación de otros profesionales; no hay iniciativa de los Municipios ni del sector privado; no se atiende a los problemas de los indígenas ni de sectores marginados; poca comunicación con la comunidad científica y tecnológica. En general, los programas de educación ambiental se formulan para ser aplicados en zonas muy diferentes entre sí, por lo cual no se pueden adaptar a todas las comunidades. En muchos países, a partir de las reformas educativas de los años 90, se comienza a considerar muy lentamente la educación ambiental. Este esfuerzo ha estado orientado al ámbito escolar, y no como un proceso social. Son limitados los procesos por falta de financiamiento, planes educativos rígidos, autoritarios, sometidos a la presión de alcanzar determinados rendimientos en la educación general. Todos estos factores han imposibilitado la continuidad. [11]

Los antecedentes en Argentina datan de la década del 70, en que la gestión pública se interesa por la temática ambiental, movilizada por las recomendaciones de la Conferencia de Estocolmo. Hasta el momento la gestión ambiental tenía una perspectiva parcial, sin atender a la causalidades y efectos extrasectoriales de los problemas. [12]

Desde 1973 se crean distintos organismos dedicados a la gestión y la educación ambiental, constituyéndose desde ese momento en un asunto de Estado. La primera instancia fue en 1973 con la creación de la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano, en el seno del Ministerio de Economía. En 1991 se crea la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano, dependiente de la Presidencia de la Nación. En 1996 se modifica su estructura y pasa a denominarse Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable (SRNyDS), formalizado en el decreto Nº 146/98.

Esta Secretaría y el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) acordaron en 1997 la creación del Programa de Desarrollo Institucional Ambiental, PRODIA; en el marco del cual se impulsaron actividades de Educación Ambiental, con el objetivo de promover el diseño de la Estrategia Nacional de Educación Ambiental. Esta estrategia fijó prioridades, estableció un plan de acción nacional y creó el marco legal. A partir de un diagnóstico elaborado mediante la realización de encuentros con Entidades Nacionales y regionales, se dió apoyo al desarrollo de la dimensión ambiental en la currícula (Ley Federal). El objetivo de esta estrategia a nivel nacional era promover “la protección del medio ambiente, modificando la actitud mental de los integrantes de la sociedad, revalorizando conceptos, y fomentando la adquisición de destrezas para manejar mejor los recursos naturales y con ello, lograr el desarrollo sustentable” [13] Según los documentos emergentes de este proyecto, la metodología aplicada para generar acciones de educación ambiental, fue amplia y democrática, garantizando la participación a los diferentes actores sociales. Como resultado de este proceso, se identificaron prioridades, base sustancial de la estrategia nacional y el plan de acción.

Estos documentos constituyen uno de los pocos antecedentes en planes oficiales con la intención de apoyar el desarrollo de la educación ambiental. La continuidad de estas actividades fue interrumpida con la finalización del PRODIA en nuestro país y a pesar de que la Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable de la Nación tiene entre sus objetivos la educación, son escasas las acciones concretas en todo el territorio nacional que se puedan demostrar en los últimos años. Esta estrategia elaborada con aportes de todas las provincias no ha tenido las repercusiones anunciadas, y se ha limitado a programas o actividades aisladas por parte de algún organismo cuyos objetivos se relacionen con algún elemento o recurso natural.

Recientemente, el anuncio de Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable de elaborar la Agenda Ambiental Nacional comenzó con un proceso similar de talleres y consultas regionales para fijar los objetivos y prioridades de la estrategia en educación ambiental.

La educación en la legislación en Argentina y en Mendoza

La presencia de la educación ambiental como obligación del Estado aparece con la incorporación de los llamados “derechos de tercera generación” (artículo 41) en la Constitución Nacional, con la reforma del año 94. Asimismo la Ley Federal de Educación en el artículo 5º, inc. M., establece entre los principios que debe guiar la política educativa, la conservación del medio ambiente.

A nivel nacional la Ley General del Ambiente Nº 25675 determina con respecto a la Educación ambiental en el “ artículo 14 . — La educación ambiental constituye el instrumento básico para generar en los ciudadanos, valores, comportamientos y actitudes que sean acordes con un ambiente equilibrado, propendan a la preservación de los recursos naturales y su utilización sostenible, y mejoren la calidad de vida de la población.

Artículo 15.— La educación ambiental constituirá un proceso continuo y permanente, sometido a constante actualización que, como resultado de la orientación y articulación de las diversas disciplinas y experiencias educativas, deberá facilitar la percepción integral del ambiente y el desarrollo de una conciencia ambiental. Las autoridades competentes deberán coordinar con los consejos federales de Medio Ambiente (COFEMA) y de Cultura y Educación, la implementación de planes y programas en los sistemas de educación, formal y no formal. Las jurisdicciones, en función de los contenidos básicos determinados, instrumentarán los respectivos programas o currículos a través de las normas pertinentes”.

Por otro lado, con respecto a la Información Ambiental, el Artículo 16 dice : “ Las personas físicas y jurídicas, públicas o privadas, deberán proporcionar la información que esté relacionada con la calidad ambiental y referida a las actividades que desarrollan. Todo habitante podrá obtener de las autoridades la información ambiental que administren y que no se encuentre contemplada legalmente como reservada”. Otro aspecto que tiene mucho que ver con lo anterior, es la disponibilidad de un sistema nacional integrado de información ambiental, contemplado en el artículo 17 de la citada Ley. Además determina que las autoridades son las responsables de informar sobre la situación ambiental del país y elaborar un informe anual.

En materia de Participación ciudadana, esta Ley reconoce en los artículos 19, 20 y 21 el derecho que toda persona tiene a ser consultada y a opinar en procedimientos administrativos que se relacionen con la preservación y protección del ambiente, la obligatoriedad de institucionalizar procedimientos de consultas o audiencias públicas sobretodo en proyectos que tengan un impacto en el ambiente.

A partir de la década del 90, surge el cuerpo de leyes ambientales en la provincia deMendoza. La Ley Provincial del Ambiente Nº 5961, sancionada en 1992, llamada dePreservación, conservación, defensa y mejoramiento del ambiente, establece que “el poder Ejecutivo, a través de los organismos gubernamentales competentes, incluirá la educación ambiental y los planes y programas de estudio de todos los niveles de la educación obligatoria y sistemática de la Provincia de Mendoza”(Ley 5961, Título VI, Cap. I, art. 43). En el artículo 44 se detallan los fines de la educación ambiental, entre ellos la formación de ciudadanos concientes e integrados al medio ambiente total y sus problemas asociados, mediante la enseñanza y aplicación de los conocimientos adquiridos; lograr en el educando una clara percepción de lo que es el medio ambiente, considerado globalmente, y de la estrecha y permanente interdependencia entre sus dos conjuntos básicos: el medio natural y el medio cultural; la asunción de las responsabilidades relativas a la conservación, defensa y mejoramiento del medio ambiente”(…). También incorpora la capacitación de los educadores de todos los niveles. Se establece como obligatoriedad del Poder Ejecutivo el financiamiento a través de las partidas necesarias para la educación formal y las que garanticen la difusión de las medidas y normas ambientales.

Por otra parte, el gobierno de la provincia en 1996 –a cargo del Dr. A. Lafalla- dictó el llamado “Decreto verde”, el Decreto Prov. 1939/96 que establece la implementación de Programas Ambientales, en el art. 24 expresa que el Ministerio de Ambiente y Obras Públicas formulará un «Programa de Comunicación al Ciudadano para la Cultura Ambiental» que tendrá por fin el asesoramiento, fomento y capacitación en materia ambiental para la comunidad y que deberá coordinarse con el Programa de Información al Ciudadano. En este Decreto se garantizaba el funcionamiento de un sistema de información al ciudadano acompañado de programas educativos elaborados con la Dirección General de Escuelas, de los cuales no existen constancia de su cumplimiento. También establece la necesidad de articular la cooperación entre distintos sectores de la sociedad, partes interesadas en los problemas ambientales. Estas intenciones, como muchas del Decreto verde, quedaron en los papeles y no se concretaron las acciones ni se destinó el presupuesto necesario para su ejecución.

Si bien en sí mismo, ninguno de estos documentos manifiesta una posición ni un plan sobre educación ambiental, el instrumento legal es fundamental para propiciar una jerarquización del tema en la sociedad y comenzar a gestionar los espacios de intercambio para optimizar la difusión, la información y la formación en temas ambientales. Pero la norma legal, sin la estructura organizacional ni los recursos para su desarrollo, tampoco alcanza para asegurar su cumplimiento.

4- La gestión pública ambiental en relación a la educación en Mendoza

Indagar sobre los planes de educación ambiental implementados en la provincia desde 1995 a la fecha no es tarea fácil, debido a la inexistencia de archivos, documentos, materiales o testimonios que permitieran armar la historia de esta disciplina, en el seno del organismo competente, en este caso el Ministerio de Ambiente y Obras Públicas.

Esta ausencia de información indica que las pocas experiencias respecto de la educación ambiental en Mendoza no han sido continuas ni sistematizadas, que los funcionarios responsables no registraron ni archivaron documentación alguna que posibilitara reconstruir las propuestas, continuarlas o mejorarlas. La educación no ha sido un elemento presente en la gestión pública del ambiente, no se ha formado un equipo de especialistas en este campo ni se ha priorizado la capacitación y la formación encaminada hacia una propuesta integral.

El primer actor social responsable de la educación ambiental es el gobierno provincial. Es suficiente recorrer las oficinas de estos organismos gubernamentales para encontrar la “ausencia” de un área de educación. Los responsables de la gestión provincial afirman que se implementará un programa, mientras que por parte de la Dirección General de Escuelas, no se ocupa de lo ambiental.

En segundo lugar, los Municipios, que en su mayoría cuentan con un área de gestión ambiental, argumentan que no cuentan con presupuesto ni personal capacitado para desarrollar actividades educativas. Sólo algunos departamentos realizan charlas para estudiantes, difunden información o tienen proyectado cursos para docentes.

En tercer lugar, otros actores comprometidos en la educación ambiental, son las organizaciones de la sociedad civil (OSC) que desarrollan actividades vinculadas a la defensa del ambiente. En general sus actividades se enmarcan en el ámbito no formal, y la falta de presupuesto y de difusión son los obstáculos que se oponen a un mejor impulso y resultados.

Desde la administración pública las experiencias relacionadas con educación ambiental han estado limitadas a las visitas guiadas a las áreas naturales protegidas –en especial a la reserva de Divisadero Largo, por su proximidad con la capital-, la forestación con especies autóctonas, como el algarrobo en Lavalle y algunas actividades aisladas, como cursos, conferencias o charlas ofrecidas a las escuelas, más en primaria (hoy EGB) que en media (hoy Polimodal).

Muchas de estas actividades esporádicas han sido iniciativas de las propias escuelas en el marco de proyectos institucionales.

El análisis de las últimas gestiones gubernamentales dan cuenta de la falta de una dedicación al tema educativo, y que las pocas acciones realizadas han sido seminarios o charlas dedicadas a los temáticas ambientales. No hay registros en la Subsecretaría de Medio Ambiente de la existencia de un espacio ni planes para educación.

En el ámbito de la capacitación docente podría decirse que la cuestión ambiental prácticamente no figura. Las acciones y proyectos que se pueden considerar dentro de la educación ambiental son experiencias aisladas, iniciativa de algunos establecimientos educativos y a veces promovidas por la gestión municipal. Las actividades relacionadas con la basura (reciclaje, limpieza, tratamiento) y el mejoramiento de las condiciones sanitarias son las más frecuentes. En general estas acciones apuntan a temáticas relacionadas con lo ecológico, como un ciclo de charlas sobre aire, residuos, suelo, contaminación, cambio climático, agua, etc. Los Municipios han sido los protagonistas de algunas experiencias, sobretodo en el ámbito escolar, ligadas a ferias de ciencias o concursos de afiches o mensajes relativos al cuidado del medio ambiente.

Todos estos proyectos, si bien han significado un esfuerzo de la gestión municipal, no han tenido continuidad y sistematización, no se han multiplicado en otros ámbitos, como puede ser la educación comunitaria. Las campañas sobre basura o consumo de agua no son suficientes para hablar de un proyecto educativo. En muchos casos no se manifiesta una claridad en el mensaje, o la actividad queda solamente en el mensaje, sin profundizar la reflexión sobre las causas que concurren en un problema y las distintas interpretaciones, por cruce de intereses, que este problema puede generar.

En cuanto a la gestión actual, en febrero de 2005, se ha iniciado un Programa Provincial de Educación Ambiental (PPEA) en el ámbito de la Subsecretaría de Medio Ambiente, del Ministerio de Ambiente y Obras Públicas.

Este vacío en la gestión pública con respecto a la educación ambiental pone de relieve las debilidades que han sido señaladas en otros análisis referidos a la gestión ambiental en general. El Estado no cumple con las funciones que se le asignan en la Ley Provincial del Ambiente, tampoco articula con otros actores sociales –como DGE, instituciones educativas de distintos niveles, organismos de investigación, universidades, organizaciones de la sociedad civil- para elaborar planes, ejecutarlos y buscar co financiamiento en aquellas tareas que no cuentan con presupuesto. Desde el ámbito de la Dirección General de Escuelas, el otro organismo responsable de la educación ambiental, tampoco se ha demostrado preocupación. Los argumentos son simplistas y resaltan la excesiva carga temática del currículo escolar y la falta de recursos para iniciar una capacitación hacia tal fin. El papel de la DGE se limita a evaluar proyectos de capacitación docente para otorgar puntaje, entre ellos las propuestas que, a instancias de instituciones de capacitación, tengan que ver con el ambiente.

5- Distintas miradas y concepciones en Educación Ambiental

Muchos planes, programas y estrategias se han ensayado en los países del Norte, sobretodo en Europa, apuntando a la sensibilización por la naturaleza y el predominio de lo verde. A partir de las últimas décadas, la diversidad de posturas en el “ambientalismo” también afectó a las propuestas de educación ambiental, promoviendo el activismo de los alumnos sin demasiadas reflexiones acerca de las vinculaciones de lo ambiental con el sistema socio-económico y político en el que se inserta. Más contenidos y más actividades dentro del curriculo escolar ha sido la tendencia más fuerte en el desarrollo de la Educación ambiental en las primeras décadas de su institucionalización. Posteriormente surge la idea de transversalidad y de integración del tema en distintos proyectos interactivos.

La adopción de ejes transversales promovidos por la reforma de España en los 90 [14]llevó a adoptar estos principios en la educación latinoamericana. Los contenidos transversales se incluyen como proyectos, con una propuesta de temáticas actuales, como los grandes problemas ambientales globales vinculados a las experiencias cotidianas del alumno. Sus objetivos son convergentes y apuntan a una educación integral basada en los valores.

La interdisciplina ha sido la perspectiva predominante en la mayoría de los países. Uno de los temas más discutidos ha sido el de los criterios para seleccionar contenidos en educación ambiental, siendo la ecología el campo científico más fuerte en la definición de temas. Conceptos como ecosistema, biodiversidad, equilibrio ecológico, los recursos como agua, suelo y aire, han conformado el núcleo de los planes de educación ambiental. Estos contenidos, en realidad, han estado presentes en los planes de estudio, en el campo de las ciencias naturales, con distinta organización y jerarquización. Entonces, un curso de educación ambiental incluía desde los recursos naturales y la energía hasta el suelo, el agua y el aire, haciendo referencia a las sustancias que los contaminan, en unidades separadas. No existía una integración y una relación entre sí con vistas a explicar los procesos que causaban su deterioro. No había un cuestionamiento sobre las bases socio-económicas, políticas y culturales, y las condiciones históricas que provocaron la situación actual.

Aún así, y “a pesar de las intenciones que guiaban estas experiencias, las mismas no logran constituir un proyecto sistemático de EA que alcance entidad y relevancia dentro de la oferta educativa publica” [15]. Estas conclusiones que correspondena un trabajo realizado en la provincia de Buenos Aires demuestra que en todo el país la situación ha sido similar. Los documentos oficiales producidos a partir de la Ley Federal de Educación no reflejan un tratamiento específico del enfoque ambiental, a pesar de quedar manifestado en los objetivos y principios de esta Ley. González Gaudiano muestra cómo, desde que surge la preocupación hace ya treinta años a la actualidad, el contenido pasó de ser una cuestión meramente conservacionista, donde la ecología constituía el contenido exclusivo, a relacionarse con el modelo de desarrollo, con las diferencias socioeconómicas y políticas entre los países, y con las dimensiones culturales. Todo ello está obligando a integrar, en el contenido de la educación ambiental, a los actores sociales que están por detrás de la contaminación, de la depredación, etc., con lo cual las ciencias naturales deben, forzosamente, dar espacio a las ciencias sociales. La educación ambiental pasaría de ser una rama de la ecología a ser una disciplina necesariamente inter, multi o transdisciplinaria.

La educación ambiental no es un contenido más, implica un cambio de enfoque pedagógico, es una perspectiva compleja.

Siempre se ha invocado a las “actitudes y valores que motivan a las decisiones humanas como la base del sistema económico que lleve al mundo a una crisis ambiental” [16] Sin embargo, no parece haber una relación entre actitudes y comportamientos, entre niveles de conocimiento y comportamiento. Se puede disponer de mucha información sobre actitudes favorables al medio ambiente, y al momento de actuar, hacerlo de manera contraria. Estos principios que dominaron la producción en Educación ambiental muchos años está siendo discutida hoy, ya que el énfasis puesto en las actitudes y valores individuales contribuyó en cierta forma, a despegar la temática ambiental de los problemas socioeconómicos globales.

Según el análisis realizado de la gestión pública en Mendoza, la mayoría de las propuestas enunciadas como educación ambiental están impregnadas de conocimientos sobre “ecología”, se denomina en forma indistinta lo ecológico y lo ambiental. El cuidado del ambiente queda circunscripto a la adopción de medidas individuales, cambio de valores y comportamientos en una sociedad consumista que debe parar el deterioro del planeta. No reconocer las verdaderas causas de la degradación y distribuir responsabilidades por igual, a través de un discurso destinado a supuestos cambios de valores sin cuestionar el orden mundial existente. Los planes y proyectos están vacíos de contenidos, saturados de activismo, convertidos en una formación ética hacia un cambio global. El amor por la naturaleza bastará para sanar el planeta, es la mirada que subyace en la mayoría de los proyectos de educación ambiental que ofrecen los organismos gubernamentales, que promueven la salida al terreno y el conocimiento sobre los elementos de la naturaleza. Otro grupo de experiencias, muy aisladas y dispersas en las escuelas, a voluntad e iniciativa de los docentes o directivos, a veces en comunicación con otras entidades y vecinos, son los trabajos realizados por los escolares en el marco de proyectos institucionales o transversales, dedicados a difundir hábitos y actitudes sobre el cuidado del ambiente, alguna campaña en el barrio y acciones a favor de solucionar un problema local. La escasa bibliografía sobre el tema con que cuenta el docente, lleva a que se utilice material de revistas y diarios, donde la temática ambiental tiene el mismo tratamiento tradicional, limitado a temas de reciclado de basura, conservación, la huerta orgánica, etc.

6- ¿Por qué hablar de educación ambiental para el desarrollo sustentable?

Precisamente, porque se espera superar ese papel limitado que a la educación ambiental se le concedió tradicionalmente en muchos de los países que atendieron las recomendaciones de los organismos internacionales, entre ellos muchos latinoamericanos. Es decir, un papel en el que el ambiente se reducía a la naturaleza y la educación ambiental a la escolarización básica. Un papel que aceptó incorporar la dimensión ambiental en los libros de texto de Ciencias Naturales, pero no en los de Ciencias Sociales. Un papel que asignaba un lugar sectorizado a lo ambiental, lo que lo hacía ajeno a los otros sectores. [17]

En los últimos años, la apertura del debate sobre el papel de la educación en la crisis ambiental global ha llegado a los países latinoamericanos, si bien nuestro país está atrasado con respecto a los movimientos que se encuentran en Brasil, Ecuador o México. En Mendoza, particularmente, la importancia de lo ambiental ha ido en incremento, frente a la ausencia que tiene en el ámbito educativo. Los modelos que vienen de otros países deben ser estudiados, analizados y adaptados a las condiciones particulares de cada comunidad, desde el lenguaje, la cultura y los intereses de cada grupo social. En general, se ha querido adoptar estas propuestas, llamadas “verdes” en los distintos contextos de la provincia, sin que exista una producción local de conocimiento escolar.

Las discusiones alrededor del concepto de desarrollo sustentable para América Latina, han coincidido en reconocer el rol estratégico de la educación en el logro de un cambio real en los modelos imperantes. La incorporación de la perspectiva histórica, que permite analizar críticamente el papel de los distintos actores sociales en la valoración de los recursos ambientales, ha facilitado la explicación de los procesos, que son sociales, económicos, políticos y culturales. El nuevo enfoque de la educación ambiental para el desarrollo sustentable está recién difundiéndose, no hay formación de recursos humanos en esta perspectiva en el ámbito provincial. Por otro lado, se están oyendo voces detractoras de este concepto, argumentando que es un nuevo discurso de la globalización para afianzarse en los modelos vigentes en nuestros países. La discusión queda abierta y las posibilidades de que surjan nuevas posiciones, enraizadas en nuestra historia y cultura.

7- Escenarios futuros: la educación ambiental como política vinculada a la gestión pública

La gestión ambiental en la provincia ha estado marcada por avances y retrocesos. Ligada a esto, la educación ambiental ha tenido un desarrollo dispar, más fuerte en la práctica escolar puntual que en la producción teórica y metodológica.

En la bibliografía especializada son escasos los análisis desde el punto de vista de las políticas del Estado en cuanto a gestión ambiental. ¿Se incorpora la Educación Ambiental como una estrategia básica para la gestión?. ¿Es un componente presente en las políticas?. En los análisis que abordan otros autores en este libro se mencionan los desafíos que enfrenta hoy la institucionalidad pública y los futuros gobiernos de la provincia. Entre estos desafíos aparecen distintos actores, distintos componentes, sin los cuales no se puede articular una verdadera gestión del ambiente. La educación abarca transversalmente estos componentes, en diferentes ámbitos, tanto formal como no formal.

Uno de los tópicos a discutir es ¿Cuál es la vinculación de la educación ambiental con las políticas públicas en materia de gestión ambiental?. La educación forma parte de las políticas públicas y debe plantearse como una estrategia más encaminada hacia la prevención, identificación y solución de los conflictos ambientales. Si la política ambiental se convierte en una política reactiva, también la educación se convertirá en una actividad puntual necesaria para acompañar la solución de un problema específico, tendrá una duración limitada en el tiempo y sólo alcanzará a una población determinada. En general, este tipo de proyectos ejecutados por iniciativa del gobierno, se han debilitado y finalmente, han concluído, con el cambio de la gestión gubernamental. No se han instalado como práctica permanente, a pesar de la obligatoriedad que establece la ley.

Se espera que en un contexto de sociedad con un avanzado estado de concientización, el proceso de instalación de la EA debería producirse en forma espontánea como resultado de preocupaciones sociales y ciudadanas. Pero hay que reconocer que esa secuencia «lógica» de legitimación de temáticas de reflexión y espacios experienciales, resulta muy lenta respecto al acelerado proceso de deterioro planetario y local” [18]. Dadas estas circunstancias, la implementación de la educación para la comprensión de los procesos que afectan al ambiente debería producirse en dos planos, desde las autoridades gubernamentales, como decisión política, y desde las bases, con amplia participación de los actores involucrados, docentes, organizaciones barriales, comunidad educativa, instituciones, etc.

¿Qué educación ambiental necesita Mendoza?

Una de las primeras tareas pendientes en esta materia, es la discusión y reflexión sobre qué educación ambiental debe asumir la provincia, qué perspectiva, qué estrategias, hacia dónde y con qué objetivos. Este debate es necesario para fundar propuestas claras y no seguir repitiendo experiencias que no dieron resultado.

Profundizar las discusiones teóricas para esclarecer posiciones educativas y hacia el ambiente permitirá detectar “tradiciones” vigentes en la práctica, concepciones subyacentes y definir los contenidos concretos de un programa provincial. Como se ha expresado anteriormente el enfoque de la educación ambiental que ha dominado este campo, ha cambiado desde posiciones muy naturalistas a las posturas más globalizantes, en que no se separan las cuestiones históricas, sociales, culturales y políticas del ambiente natural.

En los últimos años, se ha abierto un nuevo campo de investigación acerca de las representaciones sociales de los docentes sobre los problemas ambientales, y el modo en que influyen sobre las actitudes y prácticas pedagógicas. Los expertos consideran que el “primer paso para la realización de la educación ambiental consiste en la identificación de las representaciones que tienen las personas involucradas en el proceso educativo” [19]. Según Ferreira Da Silva –quien ha estudiado este tema en Brasil- las representaciones sociales por lo general definen las prácticas en el aula sobre el ambiente.

Coincidiendo con González Gaudiano: “ no basta la existencia del elemento objetivo (degradación), es necesario que la sociedad humana relacione dicha situación con determinadas causas antrópicas y, además, que considere tal estado como crítico. Eso también es un producto histórico” [20]. Debe respetar la idiosincrasia y las pautas culturales de cada comunidad, los problemas propios. Las propuestas homogeneizadoras han fracasado. Es necesario la consulta y el contacto con los líderes y representantes de cada comunidad, barrio, distrito, para acotar las propuestas al contexto.

Una propuesta para Mendoza de Educación Ambiental debería formularse sobre los siguientes ejes:

– Una educación para la participación ciudadana: ¿Puede la escuela incidir en las políticas públicas?. La participación pública ha sido, generalmente, una de las fuerzas motoras para introducir los temas ambientales en la agenda pública, tanto a nivel nacional como internacional. El enfoque educativo orientado hacia la participación ciudadana en problemas ambientales permite preparar en la capacidad de tomar decisiones, resolver problemas y tomar iniciativas en cuanto a las problemáticas que preocupan a la comunidad. La educación ambiental puede convertirse en espacio fundamental para la construcción de una ciudadanía comprometida con la calidad ambiental.

– Una educación para ejercer los derechos ambientales: es importante reconocer la dimensión política de la educación ambiental, como práctica pedagógica que contribuye a formar el espíritu crítico. La reforma constitucional de 1994 reconoció la existencia de“derechos de incidencia colectiva” y expresamente, el derecho de protección al ambiente, la igualdad ante la ley, al usuario y al consumidor, incorporando como garantía para la protección de estos derechos, al recurso de amparo. [21] Estos derechos colectivos se caracterizan por abarcar una variedad de intereses difusos, que no están en la cabeza de un sujeto particular, sino esparcidos, difundidos entre todos los miembros de una comunidad. El derecho a la información pública ambiental y a gozar de un ambiente sano pueden incluirse en la enseñanza de contenidos curriculares tradicionales como “formación ética y ciudadana”.

– Una educación para el desarrollo sustentable que comprenda la visión histórica, local/global, interdisciplinaria del ambiente. El desafío de un modelo de desarrollo sustentable, que pretenda integrar lo económico, lo social y lo ambiental requiere de estructuras educativas aptas para abordar tal complejidad, a la vez que una flexibilidad conceptual y metodológica. En este sentido, la formación en todos los planos, desde los niveles básicos hasta la educación universitaria es fundamental para integrar la comprensión del ambiente en el sistema educativo.

Aun cuando el campo teórico se ha fortalecido, muchos aspectos continúan sin resolverse. Algunos de los actuales cuestionamientos responden a indefiniciones en distintas cuestiones:

– ¿Cómo formar valores y qué valores transmitir?

– ¿Es mejor estudiar el ambiente sectorizado en el curriculum escolar?

– ¿Cómo transversalizar en el currículo los valores ambientales?

– ¿Cómo integrar la educación formal y la no formal?

– ¿Cómo relacionar lo económico con lo ecológico en proyectos ambientales?

Estos y otros cuestionamientos se nos presentan en este campo, que por esa razón es dinámico, vivo y en construcción.

¿Cómo implementar una educación ambiental?

En general, los argumentos para justificar la no práctica de la educación ambiental gira en torno a distintos obstáculos que se presentan en la realidad provincial y que atentarían contra la implementación. Algunos de ellos son cuestiones que dependen de una decisión política, como la falta de presupuesto, otros están implícitos en el sistema y son más difíciles de superar. Mencionaremos algunas de estas dificultades:

· No hay documentación de experiencias anteriores. El registro de estos programas y acciones implementadas constituiría el marco referencial y un gran apoyo en el proceso de construcción de nuevas propuestas.

· La formación docente en el campo de lo ambiental es débil. Si nos referimos a los docentes de EGB, la inclusión de conceptos relacionados con el ambiente se reduce a las ciencias naturales. No hay ofertas de especialización o cursos de capacitación regulares que estén al alcance de los docentes para sistematizar una formación en este campo.

· Escasa bibliografía, sobretodo con enfoque didáctico y metodológico. Escasas experiencias de abordaje interdisciplinario.

· El conocimiento ambiental es sobretodo global, existe poca circulación de información sobre los problemas locales

· Desarticulación entre los principales actores responsables de la gestión pública en materia ambiental y educativa.

· Escasa relación provincia-municipio para emprender acciones en común sobre ambiente.

Las posibilidades de una implementación

A modo de sugerencias, algunas acciones que se pueden articular para superar los obstáculos son:

· Reconocer y conocer nuestros problemas

Para integrar un plan de educación a la gestión ambiental, se debe contar con buena información para conocer nuestra realidad. Para ello, en Mendoza existen centros de producción científica y tecnológica como las Universidades públicas y privadas, el Centro Regional de Investigaciones, donde se genera el conocimiento y hay almacenada mucha información valiosa sobre nuestros problemas, información que los gobernantes luego “contratan” con expertos o consultores. Hay investigaciones científicas serias, actualizadas y de origen local. Pero esta información debe ser mediada, debe ser transferida al ámbito educativo formal y no formal con lenguaje adecuado y accesible. Se debe evitar la disociación entre escuela y científicos. Esto requerirá de nuevos enfoques pedagógicos.

· Articular las distintas jurisdicciones

Establecer vínculos a nivel nacional, pero fundamentalmente mirar la propia realidad y generar propuestas que respondan a las demandas de las distintas jurisdicciones y que concentren los esfuerzos hacia la solución de los problemas ambientales de todos los departamentos. En esto, las autoridades locales son las que mejor conocen la raíz y el estado de situación de tales problemas, las potencialidades de su comunidad y las posibilidades de un proyecto exitoso. El Municipio es un ámbito ideal para aplicar programas de educación ambiental, sobretodo no formal, articulando con otros sectores de la gestión.

· Articular acciones con la Dirección General de Escuelas

Trabajar en conjunto con la Dirección General de Escuelas es una premisa fundamental, pues es el organismo que conoce y maneja el sistema educativo, las instituciones y los docentes. Si se pretende introducir el enfoque ambiental en la curricula, se deberá negociar y llegar a un lenguaje común, respetar los tiempos de las transformaciones y evitar las imposiciones. Este proceso se vincula con el punto siguiente de la formación de docentes.

Preparar a los futuros docentes en el análisis de los problemas socio-ambientales, que pueda generar desde las aulas un cambio paulatino que se reproduzca en sus comunidades. Por lo tanto, la formación inicial de los docentes sería un primer paso a tratar de abordar en una implementación de la educación ambiental integral. En esto la Universidad tiene un papel relevante en la promoción de la investigación y la extensión comprometida con la sustentabilidad ambiental.

Por otro lado, planificar la capacitación a los docentes implica tener en cuenta algunos aspectos para asegurar la permanencia en el tiempo. La escuela ha sido objeto de numerosos cambios curriculares en los últimos años. Sin embargo, el intento de implementar innovaciones ha tenido una cierta resistencia de las instituciones y de los docentes.

· Trabajar con el tercer sector, sobretodo con organizaciones no gubernamentales que se dedican a la defensa del ambiente.

Muchos expertos analizan estos procesos y coinciden en apuntar algunos factores que han hecho fracasar o retrasar la renovación. Por un lado, los cambios han sido impuestos desde las autoridades del gobierno escolar, con casi nula participación de sus protagonistas, los docentes. Se debe considerar a los profesores desde los fundamentos de las propuestas, ver sus posibilidades reales, tener consultas permanentes con todos los sectores docentes. Se rechaza la capacitación tradicional del “especialista” en el tema, hacia el “ejecutor”, el maestro de aula. Estas experiencias de trabajo han provocado resistencia por parte del ámbito docente, impidiendo una verdadera transferencia. Se debe propiciar la amplia participación de todos los integrantes de la comunidad educativa, para lograr que todos se apropien del proyecto. El sentido de pertenecer a la ciudadanía y ser protagonista en la defensa de los derechos es fundamental para influir en la conciencia social sobre los problemas ambientales. Es recomendable generar procesos en red, mediante la formación de capacitadores que multipliquen sus experiencias en equipos docentes en los propios establecimientos, en un trabajo cooperativo donde no se establezcan jerarquías.

Tareas pendientes

Después del análisis realizado, aparecen muchos temas pendientes, en especial desde la Administración Pública. Hay una tarea que se debe emprender ahora, pero que no puede abarcar solamente una gestión gubernamental: la educación para la comprensión y valoración del ambiente. Debe ser una política de Estado y superar las diferencias y las posiciones de cada signo político que asuma el gobierno de la provincia. Es una tarea planificada, con metas alcanzables a corto, mediano y largo plazo, para lo cual es necesario plantear estrategias vinculadas a las características específicas de cada comunidad específica. Además, algunas tareas que se pueden encarar son: elaborar una gama de indicadores para evaluar proyectos y estrategias de Educación ambiental, estimular la producción local de bibliografía que apoye al docente en su tarea, aumentar las publicaciones y su difusión en este campo e incidir en la políticas ambientales a mediano y largo plazo. -EcoPortal.net

BIBLIOGRAFIA

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* Docente de la Universidad Nacional de Cuyo. Vice-presidente de Oikos red ambiental (Mendoza).

[1] Gudynas, E. 1992. Los múltiples verdes del ambientalismo latinoamericano, en Revista Nueva Sociedad Nº 122, Noviembre-diciembre 1992. Venezuela. P. 105.

[2] Idem, p. 107.

[3] Meza Aguilar, L. Educación ambiental. ¿Para qué?. En: Revista Nueva Sociedad Nº 122, Noviembre-diciembre 1992. Venezuela p. 176-185.

[4] Guzmán Ramos, Aldo. 2003. Educación ambiental y problemática medioambiental global. Publicado en Eco-portal- revista electrónica: www.eco-portal.net. Sección Artículos. Agosto 2003.

[5] Mininni Medina, Naná. Relaciones históricas entre sociedad, ambiente y educación. En: Ciencia, cultura y sociedad. Nª 2. Escuela de Formación Pedagógica y sindical “Marina Viste”. Fundación Charles p.9.

[6] Sosa, Eduardo.2003. ¿Crisis de gobernabilidad en la gestión ambiental?. Perspectivas y desafíos futuros para la institucionalidad pública ambiental provincial. En: Gobernabilidad para el desarrollo sustentable. Premio de monografía Adriana Schiffrin-2003. fundación ambiente y recursos naturales. Buenos Aires. P.47.

[7] Meza Aguilar, L. op.cit. p.181.

[8] González Gaudiano, Edgar. 2000. Complejidad en educación ambiental, en Revista Tópicos en educación ambiental, Vol 2, Núm.4, Universidad de Guadalajara. pp 22.

[9] Meza Aguilar, Leonardo. Educación ambiental ¿para qué?, en Revista Nueva Sociedad Nº 122, Nov-Diciembre 1992. p.181.

[10] González Gaudiano, E. Conferencia dictada en 1º Congreso Nacional de Educación Ambiental para el Desarrollo Sustentable, Río Tercero, Córdoba, 6/5/04.

[11] Idem

[12] Documento Base de la Estrategia Nacional de Educación Ambiental para la Rca. Argentina. Programa Desarrollo Institucional Ambiental. Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Secretaría de Desarrollo Sustentable y Política Ambiental. P.8.

[13] Idem, p.20.

[14] González Gaudiano, E. En pos de la historia de educación ambiental. En: Revista Tópicos en Educación Ambiental, Universidad de Guadalajara, México. Nº8, p. 29.

[15] Sessano, Pablo. Op.cit.

[16] Houston, Helena. 1994.

[17] González Gaudiano, E. 2003. Hacia un decenio de la Educación para el Desarrollo Sustentable. En: revista “Agua y Desarrollo sustentable”, México, Gobierno del Estado de México, Julio, vil I, nº 5, p. 16-19.

[18] Sessano, Pablo. Educación ambiental en el sistema educativo de Buenos Aires. En : Eco-portal, revista electrónica, 11 abril 2004.

[19] Ferreira Da Silva, Rosana. 2002. Representaciones sociales de medio ambiente y educación ambiental de docentes universitarios(as). en: Revista Tópicos en Educación Ambiental nº 4, Universidad de Guadalajara, México. p. 24.

[20] González Gaudiano, E. 2003. En pos de la Historia en educación ambiental, en : Revista Tópicos de Educación Ambiental Nº 8, p.39.

[21] Artículos 41, 42 y fundamentalmente 43 de la CN. Vale señalar que el derecho público provincial, habia mostrado una evolución más temprana en este tema; ya durante la década del 80’ diversas provincias habían comenzado a reconocer diferentes modalidades de tutela de los intereses colectivos o difusos (por ejemplo, la constitución de la Pcia. de Córdoba -art. 53- reformada en 1987, la ley 10.000 de Santa Fe del año 1986, entre otros casos).

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