Por Berta González de Vega
Ya no hay matemáticos que quieran ser profesores. Se han quedado plazas sin cubrir y, según el CSIF, faltan 300 docentes de la materia pese a que la carrera se estudia en 34 facultades
Los cuarentones recordarán que en COU se decía que la única salida para los licenciados en Matemáticas era convertirse en profesores. Hoy, en cambio, la realidad ha cambiado radicalmente: ya no hay matemáticos que quieran dar clase. Quizás porque están demasiado ocupados ganando dinero en el sector tecnológico y gozan de pleno empleo en un país que aún lucha contra el paro.
Uno de los datos más impactantes que dejan las oposiciones a profesor en toda España es que se han quedado plazas sin cubrir. Según el sindicato CSIF, faltan 300 docentes de matemáticas, pese a que la carrera ya se estudia en 34 facultades. Así que no hay cantera para formar a los niños que, en el futuro, deberían aspirar a los grados con mejores salidas en ciencia y tecnología.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Las respuestas son complejas, pero todos los expertos coinciden en que la situación es tan preocupante como para organizar una mesa nacional con representación de los decanos de Matemáticas, los profesores de secundaria, los sindicatos, el Ministerio, la Real Sociedad Española de Matemáticas y las comunidades autónomas. Muchos de ellos, por cierto, podrían recurrir a aquello de «os lo dijimos». Porque así ha sido. Ya comparecieron en el Congreso en el fallido Pacto de Estado por la Educación y dieron la señal de alarma. Nadie les hizo caso.
Agustín Carrillo, portavoz de la Federación Española de Profesores de Matemáticas (FESPM), certifica la tendencia: «La enseñanza está siendo la última opción para muchos ingenieros o arquitectos, que ya no lo hacen por vocación». Coincide Francisco Marcellán, presidente de la Real Sociedad Matemática de España (RSME): «Dan clase de matemáticas como descarte de otras opciones».
Casi no hay rastro en las aulas de matemáticos o de físicos, dos grados que, ahora mismo, atraen a los alumnos más brillantes del Bachillerato. Ninguno quiere acabar sus días en una clase de instituto: tienen la sensación de que la docencia no está valorada por la sociedad como debería. «La empresa privada reclama matemáticos por la forma de pensar, de abordar los problemas, de razonar», cuenta Mario Fioravanti, presidente de los decanos de matemáticas de España.
Lucas Górtazar, experto en análisis de sistemas educativos, pone el acento en el sistema de oposiciones, al que tacha de «poco útil» para calibrar la competencia de razonar que sería necesaria en un aula. La empresa privada premia a los matemáticos por virtudes que no se valoran en las oposiciones, con un temario que no cambia desde hace 25 años. Por eso -explican los detractores del sistema- sería necesaria una comisión nacional para alinear los planes de los grados, los másteres, el Bachillerato y las oposiciones.
¿Cómo es posible que ingenieros, arquitectos o químicos no puedan con el temario de la oposición? «El peso de las matemáticas en estos grados ha disminuido mucho con Bolonia», explica Marcellán. Por su parte, Carrillo advierte que esos profesores, aun teniendo el máster de Aprendizaje, llegan al instituto y piden no impartir matemáticas en Bachillerato porque no están cómodos. Además, algunos a los que llaman desde las bolsas de interinos aguantan apenas unos días dando clase. «Todo está relacionado», explica Mario Gutiérrez, encargado de Enseñanza en CSIF, sindicato que también ha pedido el cambio de las oposiciones.
«Es verdad que, de entrada, los sueldos en la docencia no son malos comparados con los primeros que se reciben en el sector privado», dice Gutiérrez. «Pero en Matemáticas, ingenierías o Física, la cosa cambia con el tiempo. ¿Qué perspectivas de promoción hay en la docencia? ¿Por qué se han dejado de convocar plazas de catedrático de instituto?».
Agustín Carrillo añade otra nota pesimista: en Andalucía, se están cerrando líneas de bachilleratos tecnológicos. Sin esa materia prima, ¿qué será de la cantera que nutre al banquillo de profesores de Matemáticas?
De momento, no se han tomado medidas. El círculo vicioso sigue su curso: faltan profesores que encarrilen a los alumnos a los perfiles más demandados por el mercado. «En el Pacto Educativo ya dijimos lo que estaba pasando. Hay un déficit en el mercado laboral de perfiles tecnológicos, como ha avisado la Unión Europea», concluye.
Frente a tanto pesimismo, aún resisten veteranos como Joaquín Hernández, profesor del IES San Juan Bautista de Madrid. «Desde que tenía 12 años, supe que quería ser profesor de Matemáticas», dice. Ha entrenado a olímpicos de matemáticas. Ha animado a los que se creían incapaces de aprobar. Tras 40 años de docencia, ya se podría jubilar, pero no quiere. Cada vez quedan menos como él.
Fuente del artículo: http://www.elmundo.es/papel/futuro/2018/09/20/5ba1369022601de4198b4595.html