Por Berta González de Vega
Se han venido arriba, las encuestas les responden, así que en el Consejo de Ministras sondean lo intocable, como recortar la educación concertada de la que se benefician, primer mito abajo, en bastantes barriadas humildes. Queda un largo trecho hasta ver nada en el BOE pero, mientras, amagan y sus seguidores corean «¡Finlandia, Finlandia!» con el dato de la equidad del país nórdico y la inexistencia de colegios concertados. Qué cansina es la trampa de la elección interesada de datos del modelo finlandés. Vamos a lo que nunca dicen ni los sindicatos ni la izquierda.
Allí, son los directores de los colegios los que eligen a sus profesores. O sea, lo que hace aquí la concertada, práctica despreciada por defensores de la pública cañí española al señalar, con razón a veces, que da lugar a nepotismo. Pero es justo esa capacidad de hacer equipo, posible en Finlandia, lo que se valora en la concertada de aquí, mientras, en la pública, la llegada de cualquiera de la bolsa de trabajo puede echar por tierra los esfuerzos de una directora abnegada durante años.
No copiamos el modelo finlandés de selección del profesorado, tan duro como para que sólo el 7% de los solicitantes entraran en 2015 en la universidad de Helsinki. Hace ocho años el Informe McKinsey sobre educación dejó una frase contundente: «La calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de sus docentes». Pregunten a profesores de los Máster de Aprendizaje, de los grados en Educación, a ver cómo llevamos el consejo. Otro secreto finlandés es poner refuerzo en cuanto se detecta una necesidad: en Castilla y León mandar a profesores excepcionales a colegios marginales se está revelando como misión heroica por las trabas.
Además, el factor cultural de respeto a los profesores no se copia por decreto. Me contaba una directora española cómo un colega finlandés mandó al patio a una clase a más de 30 grados bajo cero, porque andaban un poco revueltos. Una niña, mal preparada para el frío, cogió una pulmonía. La familia demandó al colegio. «¿Qué pasó?», preguntó asustada la española. «El Gobierno nos puso al mejor abogado. Ganamos».
Esa pública, con esa selección, con esa cultura, sí. Pero me temo que no.
Fuente del artículo: http://www.elmundo.es/opinion/2018/07/16/5b4b1e4fca4741b0378b45d3.html