La Educación en su forma

Por: Carlos Iván González

Cuando hablamos de educación en nuestros entornos cotidianos, regularmente la abordamos desde una perspectiva particular, vaya creemos que hay una sola formación y que esta es única e indivisible. Por lo menos así la imaginamos la mayoría de las personas. Sin embargo, cuando reflexionamos en el papel que tiene la educación, como agente formador de ciudadanos preparados y responsables que darán solidez a los Estados nacionales, nos damos cuenta que es imposible hablar de una sola educación; abriríamos la puerta entonces a un debate sobre las formas de educar o, mejor dicho, a debates sobre las educaciones, y, por supuesto a la influencia que éstas tienen para perfilar una u otra opción de preferencia política.

Partamos ahora de este supuesto: las educaciones, en su caso, las formas en las que nos educaron, tienen que ver con la manera en la que se orientan nuestras intenciones políticas. Por ello, tiene sentido preguntarnos ¿Qué tipo de educaciones hemos tenido en México y cómo puede influenciar, uno u otro formato, en la preferencia de voto hacia uno u otro candidato? Reflexionemos al respecto.

Desde que nacemos somos educados en uno u otro tipo de educación, esto depende de la intervención y elecciones que hacen nuestras familias y, en específico, influye la intervención de nuestros padres y sus experiencias para definir nuestra trayectoria educativa. Ello, nos permite hablar de dos tipos de padres, uno que llamaremos “rico” y otro calificado como “pobre”.

Se estima que un padre con suficiente solvencia económica intervendría mucho en la formación de la familia, lo contrario a un padre pobre, que quizá inclusive se mantenga ausente del seno familiar y que con esfuerzo puede alimentar a su familia. Este padre pobre apelará por la intervención del Estado en la educación, en la seguridad social, en el apoyo oficial para la compra de vivienda.

Por el contrario, un padre rico dirá a el Estado que no se requiere para sus hijos la educación que el Estado ofrece, pues él, al contar con suficiente solvencia económica, puede dar mejores enseñanzas y valores, que las que esta forma de gobierno le pueda dar. Por supuesto, este padre no desea que sus vástagos utilicen el sistema de salud pública y preferirá comprar su casa con un préstamo bancario.

En la forma, tenemos dos tipos de visiones de gobernanza, una en la cual el Estado debe proporcionar una educación gratuita y laica, aunque esto de “laica” es muy cuestionable puesto que la formación cívica y los honores a los símbolos patrios llevan una dosis de religiosidad y de veneración implícita. En la perspectiva del padre rico, el Estado no debe involucrarse con los asuntos formativos, simplemente debe garantizar que haya condiciones favorables y estables para sus empresas.

En México, desde la llegada del Partido Acción Nacional al gobierno federal, en el año 2000, hemos tenido gobiernos de derecha o centro derecha. Nuestro actual presidente es egresado de una de las mejores escuelas que tiene el Opus Dei: la Universidad Panamericana. Por eso es que encontramos un candidato presidencial del PRI que ha transitado entre uno y otro gobierno, de ahí que entendamos que se hable de que PAN y PRI son una sola cosa. Por otro lado, tenemos un candidato que se nos ofrece como la única opción viable para todos aquellos que provienen de esa familia de escasos recursos, que apela por la intervención y apoyo del Estado en la salud, la educación y la vivienda.

Por ende, pareciera no resultar sencillo decidir cuál es la opción más conveniente que elegir en el próximo mes de julio. La forma en la que nos han educado desde la infancia tiene, sin duda, mucha influencia en nuestras tendencias políticas, reflexionemos de manera crítica nuestra decisión en las próximas elecciones.

 Fuente del Artículo:
https://www.periodicoelmexicano.com.mx/columna/la-educacion-en-su-forma
Comparte este contenido: